Este domingo Toni hace un paseo urbano por algunas zonas donde se encuentran emblemáticas casas de Jenaro Pindú a partir del recorrido por una gran muestra de la colección de Félix Toranzos que se encuentra en el Archivo Nacional y la presentación de libro “Pindú, el viaje”, de Christian Ceuppens.

¿Un paseo a una casa? ¿A un castillo? No, hoy les invito a viajar a un cúmulo de recuerdos urbanos.

Corrían los primeros años 70 del siglo pasado y en muchos puntos de la nueva asunción, entre ellas la zona de Villa Morra, el naciente barrio Mariscal Estigarribia y el poético Los Laureles (antiguas tie­rras de Aurelia Montero de Rivarola), se empezaban a pergeñar unas casas muy blancas con la constante de unos importantes techos con tejas francesas en el frente, con grandes carte­les en blanco con un gran sol naranja que decían sim­plemente Pindú.

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“Consola”, 1983. Colección F. Toranzos.

UNA ESQUINA DE VILLA MORRA

En aquella época, siendo niño tuve la suerte de asis­tir al nacimiento de unas de sus casas en la esquina de J.E. Estigarribia (ex Bog­giani) y Cruz del Defensor, pude ver desde las primeras ideas que se pensaban en una vieja casa art decó paraguayo con zaguán y puerta cancel, donde vivían mis tíos, los futuros dueños de aquella casa en la residencial Villa Morra de esa época. Sentado en una vieja mesa del corre­dor interior con patio a lo Paraguay, Pindú llevaba los primeros esbozos de lo que fue luego aquella blanca resi­dencia. Con los años, pude entender que su idea era conocer cómo era la vida de los futuros dueños. Así nace el diseño de la entrada repi­tiendo el zaguán de aquella vieja casa que había diseñado el constructor Renna en el legendario barrio Gral. Díaz, a principios de los años 30. Hoy esa elegante casa de Villa Morra devino en una ferrete­ría conservando su estruc­tura original que al mirar me lleva a recuerdos de mi niñez y a esa experiencia que encen­dió en mí una de mis pasiones, la arquitectura.

En esa misma época empezaba a practicar la línea y lo hacía remendando aquellos dibu­jos de ese genio que cambió la mirada estética de muchos; casi todos los fines de semana se presentaban en los distin­tos periódicos de la época pro­yectos, dibujos de sus distintas series como el de las Arcas, la más popular y realizaba copias que luego yo le acercaba a su madre, doña “Ina” Tami, para que el arquitecto me dé su opi­nión. Confieso que si hoy me lo hicieran a mí me sentiría muy disgustado.

“Chalet Suizo”. As. 1980. Colección F. Toranzos.

UNA MUESTRA Y UN LIBRO

Todo este racconto perso­nal me vino a la mente por dos motivos. Primero, reco­rriendo la gran muestra sobre Pindú, colección de Félix Toranzos, que se encuentra en el Archivo Nacional por un largo periodo de tiempo. Naves imposibles, arcas, máquinas del tiempo se entre­cruzan en un viaje sin tiempo. Segundo, haciendo un viaje al libro recientemente pre­sentado por Christian Ceu­ppens, “Pindú, el viaje”, donde hace un análisis de distintos momentos de su obra. Ahí podemos encontrar capítulos como Línea, Tiempo, Ruina y Máquina, y su parentesco entre la obra visual y la arqui­tectura. Claro ejemplo de ello encontramos en la residencia Zacarías Michelagnoli, demo­lida, sobre la avenida Sacra­mento y sus aguafuertes de la serie “Consola”, de 1983, que se encuentran en el capítulo 1, que dice en una parte: “El artista exploró varios cam­pos con la línea. El dibujo le permitió perfilar formas orgánicas y geométricas en el soporte blanco del papel”. Dice más adelante: “Casi toda la arquitectura de Pindú es urbana, un fenómeno formal y especial en la estructura de la ciudad, cuya geometría lineal define la volumetría hecha de recodos, interrup­ciones abruptas y gestos irre­solutos en el espacio-tiempo”.

Jenaro Pindú. Casa Plate. Asunción, 1976.

1970

Jenaro Pindú (1946-1993) había nacido en el seno de una familia tradicional sobre la calle México en el barrio de la Catedral en la zona de la parroquia de San Francisco y realizaría en 1970 –a cua­dras de su casa– en los gran­des y modernos salones de la antigua galería Miró de la calle Mariscal Estigarribia y México, una muestra indi­vidual que marcó el predo­minio del dibujo en el arte paraguayo en los años 70 con artistas como Mabel Valdovi­nos, Julio González, Miguel Heyn o Luis A. Boh y consti­tuyó una de las exposiciones más multitudinarias de aque­lla época, registradas en imá­genes fotográficas.

“Una interpretación de la Casa Torres”. Dibujo: T. Roberto. As. 2017.

UN RECORRIDO URBANO DOMINICAL

En un pequeño recorrido dominical hace un mes, pude encontrarme con varias casas de Pindú en una misma zona, entre el barrio Mariscal Estigarri­bia y el poético barrio Los Laureles con varias obras suyas desde la casa Ayala Leoz, pasando por el autén­tico Castillo Pindú, la casa Ramírez Jou, que hoy está en manos de la picota, hasta la residencia de Natalio Rubisztein, que se encuen­tra ubicada en una calle pea­tonal de Los Laureles, en un verdadero diálogo con la naturaleza en aquel barrio que fuera pensado a princi­pios de los años 70.

Antes de terminar este texto, decidí volver a com­probar el estado de la casa Ramírez Jou, pero, lasti­mosamente, hoy ya no está, es solo un recuerdo. Decía un pensador: “Cuando un anciano muere, se quema una biblioteca”. En este caso, “cuando una casa se va, se lleva en cada ladrillo, en cada ventana, en cada balcón, un recuerdo de lo que alguna vez fue la memoria urbana de la ciudad de Asunción”.

Jenaro Pindú. Casa Espínola. As. 1971.
“Chalet Suizo”. As. 1980. Colección F. Toranzos.
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