Hoy Toni nos habla del momento de dos grandes artistas paraguayas, a partir de su encuentro dominical con unas orquídeas en la esquina de San Martín y Ntra. Sra. del Carmen.

UNA INSPIRADORA ESQUINA ASUNCENA

Son las 11:50 del domingo, cami­nando por la calle Ntra. Sra. del Carmen, una hermosa mañana soleada con un viento suave que llega desde el sur por la Avda. San Martín. En la esquina todos los domingos llega Eli desde Guarambaré, una joven tai­wanesa, baja de su auto, coloca delicadamente sus orquídeas frente a una gran gigantografía que anuncia la llegada de un nuevo edificio en altura a los cielos del este de la Asunción, un proyecto del prestigioso estudio del uruguayo Carlos Ott.

Este hermoso “paisaje flo­ral urbano” me llevó direc­tamente a abrir una página del libro “Comentarios 1956 – 1985″ de Olga Blinder y a un viejo dibujo “florero con flor” de Edith Jiménez, dedi­cado a Fanny, su compañera en el instituto “Padre Xico” en San Pablo, fechado el 20 de julio de 1974. Contaba Edith: “Un día le dije: Fanny te dibujé unas flores de regalo por tu cumpleaños; como ella era no vidente, tocó el papel con cariño y me dijo: gracias Edith, pero es mejor que vos lo mires y tengas contigo para siempre, para recordar todos estos años de amistad en el Brasil, por eso conservé eternamente en la pared de mi casa en Asunción”; es así, se llegaba al zaguán de la calle Fulgencio R. Moreno, se recorría el hermoso patio con parralera “estilo Paraguay” hasta el taller de la artista y en una pared se encontraba aquel primoroso dibujo rea­lizado con un bolígrafo verde oscuro en señal de recuerdo a Fanny.

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“Florero con flores para Fanny”. San Pablo, 1974. En serigrafía Asunción, 2002.

¿POR QUÉ NO FLORES?

Siguiendo la inspiración de aquella “esquina con orquí­deas”, leo el capítulo del libro de Olga Blinder titulado “¡Otra vez flores! ¿Por qué no flores?”, con motivo de la presentación de la exposición de flores de Luis Alberto Bal­melli en 1984 en Casa Gente, el desaparecido negocio de los Peyrat, en la vieja esquina de Mariscal López y San José, decía Olga, que lo que importa no es el motivo, si no, cómo lo decimos, cómo lo expre­samos, ella comenta: “Ya sabemos que cualquier tema puede ser el desencadena­miento para que, como dijo la bailarina Patricia Stokoe, ‘el poeta que todos llevamos dentro’, exprese al mundo de sus sueños. No importa que sea a partir de flores, de zapa­tos, de árboles, de montañas o de rostros; lo que importa es cómo se comunican los senti­mientos que el artista, el pin­tor en este caso, ya no puede contener de sí”.

Hoy, al final, al mirar esa “ins­talación” de la amiga oriental, “arte urbano inconsciente” le llamaría, vuelvo a recor­dar, aquel “viejo florero” de Edith, dibujado y fechado en San Pablo, la presentación de Olga para Balmelli y el fresco viento de domingo que, con las orquídeas, la gigantogra­fía, todo, en conjunto, clima­tizan el paisaje de la memoria de esa ruidosa esquina asun­cena que fue inspiración para este domingo.

Etiquetas: #Flores#barrio

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