- POR ESTEBAN AGUIRRE -
- @PANZOLOMEO
La semana pasada recibí un audio por Whatsapp, una de esas discusiones de parejas en donde solo escuchas un lado de la moneda, que dentro del morbo y la búsqueda de reírnos del chisme ajeno son casi imposible de no escuchar. Una especie de “Una ceécita” o “Niarias, Kiarias…dame tu chast” que lleva encima del mensaje el deseado “Reenviado muchas veces”. En este caso en particular, la premisa del audio es básicamente una discusión entre dos amigas, en la cual una no está de acuerdo con algún caso de mal habladurías entre las, ahora, ex amigas. La locutora, ya agraviada con la discusión, decide concluir (casi) de manera filosófica, fracasando y triunfando con una reversión de la frase
“Qué chico es el mundo”. Su versión: “Pero bueno, cosas de la vida, mira un poco che… qué mundo es el chico”.
Qué cosa fácil y difícil es volverse viral. Normalmente la viralización ocurre con aquel incidente que preferirías se mantenga oculto. Y si hubo alguna vez una semana en la que vimos un “allanamiento de seres humanos” que preferían el anonimato fue la última. No obstante, el audio en cuestión llegó a mi atención, dentro del contexto de “Bienvenidos a la Tercera Guerra Mundial” y no tanto en referencia a “préstame tu auto para ir de vacaciones” o “qué grande tu lancha” (que semanita ¿eh?).
Pensar que extrañar hablar de la pandemia y de vacunas podría ser posible todavía es algo que no entra en mi encéfalo, pero vaya manera de superarse que tiene el ser humano. “Ya que yastaya todo este asunto del covid y etcéteras, ¿de qué pa lo que podemos hablar?
¡¿Tercera Guerra Mundial?!, Brillante sugerencia, vao meterle.
¿Será que en este “chico tan mundo” seremos alguna vez capaces de lograr que el “Reenviado muchas veces” se convierta en algo que eleve la mente y el alma? Alguna información que nos nutra y haga evolucionar cómo sociedad, mejor dicho como humanidad. Buscando encontrar algún vaso mitad lleno, estuve leyendo sobre “la abuela de todos” y me pareció una linda y emotiva historia, pero me hizo acordar a una frase de Francis Bacon que dice: “La esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena”, entendiendo que si hacía zapping entre la abuela y su ducha nueva estaba Putin y su desafío de moquete mano a mano sin remera… al mundo.
Si bien comprendo que la ilusión es necesaria para que nuestras acciones nos hagan caminar en una dirección concreta, parecería que (como dice el refrán) “Comer pan sin esperanza es igual a morirse poco a poco de hambre”.
Mientras apago el teléfono para dejar de escuchar esta discusión, que se siente a un grano de sal en el mar, entre amigas de un mundo chico, recurro al verbo de guglear para encontrar palabras ajenas, ya que las mías admiten tener el tanque vacío, al menos para avanzar en este tramo del camino: “Me niego a aceptar la idea de que la humanidad está trágicamente vinculada a la opaca medianoche del racismo y de la guerra, que hacen imposible alcanzar el amanecer de la paz y la fraternidad”. - Martin Luther King.