POR JINMY PERALTA
Como fenómeno social, el romance se forja con normas de su momento y espacio. Algunos aspectos del anhelo de la perfección y la eternidad de los vínculos aún trascienden en las narraciones de la pantalla grande, pero hoy que las historias se ven después del logueo automático, otros modelos de pareja se muestran como centrales, con fisuras, con insatisfacciones, con carencias, con búsquedas, pero funcionales.
Unir en un collage arbitrario dos miradas respecto al amor de este tiempo, ficción por streaming y psicoanálisis, es solo un ensayo que busca trasladar preguntas, provocar nuevas síntesis personales, poner sobre la mesa el debate privado sobre lo vigente del modelo de relación aspirado, y sobre el sentido.
Si el cine es esa magia que fuga al espectador de la realidad y le permite vivir lo inalcanzable ¿Cuánto de frustración acumula en cada uno ese deseo permanente de lo idílico en su relación? ¿Es deseable el amor de lo posible? ¿Ya no es suficiente para Hollywood un último acto con altar y banda sonora, que hoy expone un poco más las carencias en el amor? ¿Existe una nueva y sana forma de conformar o construir una historia de amor?
Instituciones como el matrimonio siguen tan vigentes como antes de la aprobación del divorcio, al menos en sus rituales fundacionales, hoy públicos por Instagram, pero sin duda, hay algo que cambia y sigue cambiando.
El licenciado Genaro Riera habla respecto al amor en tiempos de una sociedad fluidificada, donde el sujeto no soporta formas estables y que requiere una permanente respuesta y estímulo, en tanto y en cuanto busca recrear la dinámica propia de su hábito de consumo.
Psicólogo clínico y psicoanalista, comparte su mirada con un lenguaje propio de su formación. Por otra parte, una galería de historias de ficción narradas desde las series de streaming de la actualidad. El amor de este tiempo, como único hilo conductor.
–¿Qué es el amor o cuál es el amor?
–El amor. El amor nuevo o el amor de las repeticiones. Creo que por ahí van los asuntos más importantes en el tema del amor. El amor de las repeticiones es lo que todos conocemos. Los mismos patrones de sufrir, de disculpar, de esperar, etc. Aunque no es complicado, no siempre se percibe la importancia de la nueva forma de amar. En este amor lo más evidente es el estar abierto. Abierto a encontrar algo distinto en la pareja. Es experimentar distintas maneras de avanzar. No estar sujeto a los viejos patrones conocidos por uno o que se trae de la familia.
–¿Cómo amamos? ¿Lo hacemos de diferentes formas?
–Sentir que le falta al hombre, sentir la falta digamos, es la manera masculina de amar. Es desearla… pero es también la vivencia de objeto y de ahí la queja en las mujeres, por lo general, no es desde luego ningún universal. El varón siente que algo le falta para poder amar, ella me hace falta, dice. Del lado de la mujer, no todas, muchas mujeres buscan ocupar el lugar de la mujer idealizada. Y eso trae a ella y al problema. Pues algo que no se alcanza desgasta y se vive la experiencia con mucha frustración.
Las condiciones del amor para el varón son distintas que para las mujeres. El varón ama más a partir de los detalles, son más de raíz fetichista las condiciones para el amor. Para las mujeres la condición es ser más amada, despertar un interés, ser especial, son condiciones para el amor.
–En esta sociedad de lo inmediato y lo descartable, ¿cuán vigente está internamente en las personas el paradigma del amor eterno aún reivindicado en los rituales sociales como el matrimonio?
–Una cuestión interesante es que en la experiencia del amor se vive la experiencia del mal entendido. Siempre la experiencia de la no correspondencia. A su vez, en nuestra época existe la rapidez para iniciar para terminar, la labilidad afectiva, el utilitarismo, todo lo que Baumman denominaba como amor líquido. Cuestión que complica más los malos entendidos estructurales que encierra la relación amorosa. Y este amor líquido es lo que se da en esta época regida por el discurso capitalista. En cierta forma se puede decir que, bajo el sistema del consumo, del todo es posible, donde lo imposible es materia del pasado, el vínculo estable ha declinado. Un vínculo, el amoroso también lo es, necesita tiempo, necesita de inversión del tiempo. El tiempo en el vínculo hace que no se extinga el vínculo. Es el alimento del vínculo, el tiempo. Y en la época del sin tiempo, el vínculo amoroso, se puede decir, no se instala. Tan importante como la satisfacción sexual de las partes es el tiempo de compañía, el tiempo del compartir como pareja, de manera rutinaria, estable continua, haga frío o calor, como se diría. La relación amorosa siempre es suplencia de la soledad, de la soledad estructural del sujeto. De ahí que para el sujeto que tiene problema con la soledad, la relación amorosa será siempre insatisfecha, no alcanza a suplir nunca plenamente el lado de la soledad subjetiva.
–¿Seguimos buscando el amor como destino?
–Ahora, hay que decir que en el amor no está escrito, no está programado, no se puede anticipar. El amor tiene ese lado de lo imprevisible. Ese lado que por lo general da un sabor agridulce que es resultado de que el amor no dirige como una brújula. No hay brújulas ni cartas para el amor. Lo que puede existir es que los amantes busquen la clave en el otro, traten de aprender la lengua del otro. Hacer un esfuerzo por identificar el goce del otro… y también no promover decepciones o caídas de las admiraciones.
–Es un tiempo de hiperestímulos y de ansiedad ¿cómo se lleva eso con las relaciones?
–Una posición no demandante consigue ser más amado o amada que una posición demandante. Esta última parte del soy menos o poco entonces aplasta al otro en su demanda de obtener los signos del amor.
LOS AMORES EN LA PANTALLA HOY
Es una pareja sin postales basada en el compañerismo de pares. Es el amor que luce pero que está. Él tiene la certeza de que no la merece, ella es la que puede ver el lado luminoso de él. Jimmy es también la oportunidad que tiene Kim para conocer su lado oscuro y desafía a todo aquello que antes anheló como profesional, como se suponía. En ese sentido, él la libera.
La rutina carcome a Joy y Alan, la inercia de los años de la relación ya no es suficiente, a veces, para seguir juntos. Fuerzan probar lo deseado: una relación abierta tolerada y moderna. La búsqueda se frustra, se rompen y vuelven, pero insatisfacción y el vacío siguen habitando esta historia.
La sociedad, lo establecido, la maternidad, el trabajo y el matrimonio son un peso insostenible para Sofie, que encuentra en Max una ilusión y un compañero para romper las reglas, un espacio para poder ser, empezar a ser o volver a ser, una liberación. Él, mucho más joven y de familia disfuncional, la ve como el refugio y la aventura.
Aquí amor o deseo son nuevamente liberación. Chela, una señora mayor y encajonada en los límites de su clase y la sociedad, ve abrirse una nueva página de una historia posible, un despertar de una vida por fuera de su anterior relación que la tenía como pasiva. Chela y Angy no son una relación, pero sí una historia.
La vigencia del amor como destino se replica igual en las series adolescentes. Jonas, de un interminable suplicio, tiene en Martha su obsesión del amor eterno, en el universo cerrado y cíclico de Dark, la pareja representa ambos extremos de una relación: amor y odio.