AFP - Fotos: AFP y archivo
La diva negra de la canción brasileña falleció el pasado 20 de enero a los 91 años en Río de Janeiro. “La voz brasileña del milenio” tuvo una vida que bien podría merecer una serie dramática. Nacida en la miseria absoluta, obligada a casarse a los 12 años, madre a los 13, dos hijos muertos de desnutrición, salió a pelear con su poderosa arma: su voz irrepetible. Su amor con el ídolo Garrincha le trajo sonrisas y también otra tragedia. Cantó para seguir viviendo y fue la madre del carnaval con su amada Mocidade. Símbolo de lucha por los derechos de la mujer y los más humildes y más. Mucho más.
La diva negra de la canción brasileña Elza Soares, fallecida este jueves a los 91 años en Río de Janeiro, marcó la historia de la música con su versatilidad y su personalidad, símbolo de resistencia y coraje. Nacida el 23 de junio de 1930 en el seno de una familia pobre, fue hija de un obrero y una lavandera. Se crió en la favela de Moça Bonita. Elza pasó por los más diversos ambientes, desde sus precarios inicios hasta escenarios y salas de conciertos de todo el mundo.
Con más de treinta discos a lo largo de más de 60 años de ecléctica carrera, que arrancó con la samba y abarcó géneros como el jazz, la bossa nova, el funk o el hip hop, esta diva de característica voz rasgada y personalidad arrolladora fue consagrada en 1999 por la BBC como “cantante brasileña del milenio”.
DE LA BURLA AL APLAUSO EN MINUTOS
Al igual que su carrera, la vida personal de Elza Gomes da Conceição Soares, fallecida el jueves por “causas naturales” en su domicilio, ha alternado alegrías y dramas. Obligada por su padre a casarse a los 12 años, tuvo su primer hijo al año siguiente. A los 21 años ya era viuda, después de dar a luz a siete hijos, de los cuales solo sobrevivieron cinco. Dos de ellos habían fallecido a causa de una severa desnutrición y la falta de acceso a servicios de salud.
En 1953, llegó a la radio Tupí para cantar en un concurso abierto. Lo hacía a cambio de unos pesos para comprar medicamentos para su bebé enfermo. Llegó vestida con ropa prestada por su madre y ajustada con alfileres. Su aspecto llamó la atención de los presentes y fue causa de burlas.
Cuando el conductor del programa le preguntó con sorna “¿Y usted de qué planeta viene?”, ella lo miró a la cara y con su enorme voz le dijo: “Del planeta del hambre”.
Y cantó. Y al terminar su tema, el silencio se quebró cuando el mismo conductor que se había burlado de ella, dijo mirando al público: “Señoras y señores, ha nacido una estrella”.
ÉXITO Y GOLPES DE LA VIDA
La vida golpeó una y otra vez a Elza Gomes da Conceição, pero también la convirtió en símbolo de resistencia y coraje y en sus últimos años, en figura de culto. Como dijimos antes, su vida dura comenzó desde la infancia. Con su primer marido tuvo siete hijos, pero los primeros dos, prematuros y desnutridos, murieron muy pequeños. Soares llegó a confesar que llegó a robar comida para alimentarlos. A los 21 años ya era viuda.
Luego llegó la pasión arrolladora a tomar posesión de su vida. Por 17 años se unió con el futbolista Garrincha, héroe de las conquistas en los mundiales de 1958 y 1962, con el que mantuvo una tempestuosa y violenta relación. Garrincha “fue mi mayor amor, lo es” aún, confió en una entrevista con AFP en el 2017 en Nueva York., donde realizó su show “La mujer del fin del mundo”, una suerte de samba futurista que combinó electrónica, art-rock y rap, en el que cantó sentada debido a varias operaciones de columna. Su cuerpo le cobraba el uso y abuso en la miseria, pero su voz seguía siendo un regalo de los dioses hasta el último momento.
Con Garrincha, quien moriría de cirrosis a los 49 años también un 20 de enero, Soares adoptó una niña y tuvo un hijo, apodado Garrinchinha, que falleció a los nueve años en un accidente de automóvil, cuando él iba a visitar la tumba de su padre. La madre de Soares había fallecido en un accidente automovilístico que involucró a Garrincha y mucho después, en el 2015, la cantante volvería a experimentar el dolor de perder a un hijo, Gilson, a los 59 años, por una infección del tracto urinario. Cuatro de los ocho hijos de la artista fallecieron.
“HAY QUE VIVIR, TENER FUERZA”
La cantante, toda una imagen reconocible por su maquillaje dramático, las inmensas pelucas y tacones altísimos, experimentó varios renacimientos musicales. En 1984, grabó “Lingua” con Caetano Veloso. En 1999, la BBC la coronó como “cantante brasileña del milenio”. En la inauguración de los Juegos Panamericanos de Río en el 2007 fue elegida para cantar a capella el himno nacional de Brasil.
Con el lanzamiento del álbum “A mulher do fim do mundo” (“La mujer del fin del mundo”) en el 2015, las nuevas generaciones la descubrieron.
El disco, que trata sobre el racismo, el machismo y la violencia contra la mujer, fue un éxito rotundo y ganó el Grammy Latino al mejor álbum de canciones brasileñas.
A partir de “Deus é mulher” (“Dios es una mujer”) estrenada en el 2018, el público la vio cantando sentada, luego de varias operaciones en la espalda que redujeron su movilidad.
Pero ella no perdió ni un ápice de su entusiasmo.
“Te diré algo: mi edad no tiene nada que ver con mi energía”, confió a la AFP con motivo del lanzamiento de ese disco. La cantante también se mostró crítica con la ola conservadora ligada al crecimiento de las iglesias neopentecostales en Brasil, así como con las profundas desigualdades de un país aún golpeado por graves problemas de racismo.
“Vivimos en un país lleno de prejuicios, es horrible. Es mi patria, la amo con locura. Pero no tenemos prácticamente derechos. Los pobres, los negros, las mujeres, ¿dónde están sus derechos?”, protestó.
“No le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo a la vida. Es tan mala para la gente que me digo ‘Dios mío, ¿cómo pueden soportarlo’. Pero hay que vivir, hay que tener fuerza”, afirmó Soares, quien cantó “hasta el fin”, como prometió siempre.
Intensidad y lucha
“Ícono de la música brasileña, considerada una de las mayores artistas del mundo, la cantante elegida como la Voz del Milenio tuvo una vida apoteósica, intensa, que emocionó al mundo con su voz, su fuerza y su determinación”, afirmó la prensa anunciando su muerte y hablando sobre su vida.
Desafiante y altiva, elogiada en los escenarios de medio mundo y considerada un referente en la lucha feminista y contra el racismo. Actuó y residió en Italia con su entonces esposo, Garrincha, durante la dictadura militar. Fue figura infaltable y fue homenajeada por su Escola do Samba, Mocidade Independente de Padre Miguel con la que desfiló en Río.