Por Rocío Gómez. Encarnación.
Muchos disfrutaron ya de la magia del carnaval encarnaceno a la luz del atardecer de la playa San José. Pero más allá de la espuma, la música y el brillo, buscamos conocer la historia de los corsos del Sur, relatada primeramente por un historiador local y por las protagonistas principales: las reinas.
¿CÓMO EMPEZÓ EL CARNAVAL?
El carnaval es el resultado de un buen pasar económico a comienzos del siglo XX en Encarnación, cuando comenzó a enriquecerse con la explotación de madera y yerba mate, y a construir la Villa Baja a orillas del río Paraná. Las familias más adineradas decidieron crear el Centro Social en 1905, y en 1906 crearon la fiesta de los “corsos florales”, que desfiló frente a la Aduana. Era la diversión de los ricos pasear en carros decorados con flores para tirarse perfumes y serpentinas. “Los pobres aprovechaban y miraban el desfile, que era un derroche tanto de plata como de creatividad que duraba 3 días”, refiere el profesor e historiador Julio Sotelo.
Los siguientes años el carnaval se celebró de forma particular en las casas y luego con desfiles de carros estirados por caballos frente al puerto, hasta que empezaron las comparsas municipales de hombres en 1928, que tenían más relación con el ejército que con bailes, por la guerra que se avecinaba en el 32. Al terminar la Guerra del Chaco, en 1940 comenzó a celebrarse lentamente como se conoce al corso, con algunas mujeres que se animaban a desfilar bailando ritmos tropicales, acompañadas de comparsas y carrozas.
FIGURAS FEMENINAS
Desde la década del ‘50, las figuras femeninas ya robaban toda la atención y las carrozas se convertían en alegorías temáticas, elemento clave de los corsos.
“Los participantes, en su mayoría encarnacenos, eran aplaudidos por parientes y amigos que asistían a las rondas carnestolendas. Era una fiesta familiar y de alegría, donde el público llevaba sus sillas hasta las calles céntricas de la Villa Baja”, menciona Sotelo. Los premios consistían en quién lograba más aplausos.
Para mantener la seguridad de las marchas, existían los “Diablos rojos”, que iban reprimiendo con sus “colas rojas” a los niños en el trayecto. Otros encargados de cuidar las comparsas eran los “Pieles rojas”, con plumas y flecos en sus trajes.
1977 y 1987 fueron años importantes, cuando los corsos los organizó la Comisión de Arte y Cultura. Las danzas iban al ritmo de la samba brasilera y aparecieron en escena: Tocados, Caderales, Cuellos y Espaldares, llenos de lentejuelas, pedrería y plumas.
La Comisión de Carnaval constituida en 1992 es la que actualmente coordina y organiza los corsos, junto a los presidentes de los 5 clubes de Encarnación: San Juan, Universal, Nacional, 22 de Setiembre y Pettirossi.
El sambódromo estaba antes en la Avda. Rodríguez de Francia, pero en el 2014 pasó a instalarse en el Centro Cívico que se utiliza hasta el día de hoy.
LA DECADENCIA DEL CARNAVAL
El profesor Sotelo, autor del libro “Historia del carnaval”, descubrió una deuda de 20 mil millones de guaraníes a nombre de los cinco clubes de corsos encarnacenos y de la Comisión del Carnaval (hoy en día inexistente por perder la personería jurídica).
“Creo que el carnaval encarnaceno llegó a una decadencia por la mercantilización del evento y porque crearon una ficción de esplendor y brillo, sin poder costear el precio”, asegura el historiador.
HABLAN LAS REINAS, DETRÁS DEL BRILLO Y LAS PLUMAS
El evento tan tradicional de la Perla del Sur fue cambiando constantemente. Es importante escuchar la historia desde las protagonistas principales, que tuvieron una corona en la cabeza y conocen en carne propia la realidad de los corsos.
UNA VEZ REINA, PARA SIEMPRE REINA
“Yo me considero reina todavía. Las reinas siguen siendo reinas toda la vida. La gente te recuerda siempre así”, señala Susana Viré Trussi, Miss Paraguay en el 1974 y Reina del Carnaval Encarnaceno en el 1975.
Ese año, el club 22 de Setiembre la invitó a sambar como reina y ella accedió, por el significado que tenía para ella representar el club al que perteneció toda la vida su padre, quien era incluso arquero allí. Relata muy emocionada que toda su infancia pasó sus vacaciones participando de las fiestas de carnaval.
Sussy es una de las reinas más icónicas del carnaval encarnaceno por ser la primera reina de un club en bailar con la comparsa en la presentación de los corsos. En su momento, llegó a amenazar con no participar de si no la dejaban bailar en la calle en vez de estar arriba de la carroza como era tradición de los clubes. Además, rompió el esquema y se “destapó”, utilizando una ropa mucho más pequeña que los vestidos largos de reinas que las figuras llevaban puestas.
QUE VUELVA EL ESPÍRITU DEL CARNAVAL
La soberana todavía sueña con que vuelva el espíritu del carnaval porque “antes era vale todo, era una fiesta familiar y tradicional que iba mucho más allá del corso. Había guerra de agua, bailes hasta el amanecer en los clubes e incluso se decretaba asueto al día siguiente para que la gente pueda recuperarse de la fiesta”. Cree que las ideas de corsos las trajeron de Río de Janeiro y se perdió la fiesta que caracterizaba a Encarnación, que continuaba hasta las 7:00 en los clubes.
ESFUERZO FAMILIAR QUE HACE BRILLAR A ENCARNACIÓN
Para conocer todo lo que requiere actualmente ser reina de un club de corsos en Encarnación, visitamos la casa de Graciela Yd. Ella fue reina del club San Juan del carnaval encarnaceno 1987, y comienza relatando que “prácticamente nací en el club, mi papá siempre fue un dirigente muy apegado”.
Desde los 7 años participó todos los años en la comparsa infantil y fue escalando los puestos hasta ser reina. Primero hay que ser pasista, después bastonera de banda de música (que no compite todavía), y luego bastonera de comparsa, que es la primera figura que aparece frente a la comparsa y abre el desfile, “una ya empieza a emocionarse en este puesto porque sabe que el año próximo va a ser reina”. El honor de representar al club viene de la tradición familiar, ya que los padres son socios de larga data. El señor Yd (QEPD), padre de Graciela, lloró cada noche en que ella bailó como la figura principal sanjuanina.
Hoy, 2022, la hija de Graciela lleva el título de embajadora del carnaval, Leila Martínez Yd, de 24 años.
Pero ¿Qué se necesita para ser bailarina del carnaval encarnaceno?
Las bailarinas de corsos son diferentes de las de teatro o ballet porque deben acostumbrarse a bailar en el asfalto y a tener otro tipo de público. En los años ‘90, la resistencia física era probada al máximo, especialmente cuando cargaban los espaldares de 30 kilogramos que lastimaban hasta sangrar la espalda de las bailarinas. “Los días siguientes no podíamos vestirnos del dolor. Pero como bien se dice, ‘sarna con gusto no pica’, indica riendo Yd, y aclarando que en la actualidad el vestuario es mucho más dinámico y seguro. Hoy se entrena a las bailarinas para evitar desmayos, caídas y para lograr elegancia al subir y bajar de las carrozas, ya que todo esto se observa para obtener los puntos y coronar ganador a uno de los 5 clubes.
La estética también fue cambiando con los años. Se basaba en comer sano, tomar sol y cuidarse; no existían tantos gimnasios. En el presente existen innumerables opciones para mejorar la imagen, como el bronceado, los tratamientos estéticos, los masajes reductores y más. No existe una exigencia estricta en si, ‘cada una se impone el estándar que desea seguir, porque finalmente lo que importa es la chispa al bailar y poder atrapar al público con la samba y el carisma’”.
“Lo que sí duele ver es que ahora se hace mucho bullying en redes sociales, es una maldad que no se justifica. Antes éramos todas amigas y era una competencia más sana. Al final seguís viviendo acá, seas o no reina”, lamenta en su rol de madre que acompaña a Leila en todo lo que implica su participación en las comparsas.
LAS HIJAS SE LUCEN, LA CIUDAD GANA
Las figuras principales que compiten para reinas deben pagar por su vestuario y por la completa presentación de la carroza. Esto es costeado en su totalidad por los padres, con cierta colaboración de los clubes, que no alcanza ni al 1% de los costos. “Para que una chica salga reina, mínimamente tiene que contar con 250 a 300 millones de guaraníes”.
De lentejuelas cosidas, se pasó a cristales y plumas. Un traje para una noche está entre los 15 mil a 20 mil dólares. Se utilizan mil plumas para un respaldar, y 100 plumas salen aproximadamente G. 8 millones, dependiendo si son de gallo, de pavo real, de faisán o de avestruz. Sumado a esto, van los cristales Swarovski, que tienen un costo por paquete de 135 a 150 dólares. Se utilizan 10 paquetes mínimo para un traje. A esto se suma la puesta en escena de las carrozas iluminadas.
“Cuando supe que Leila iba a ser reina del San Juan, trabajé 2 años para juntar plata. Hice adhesiones de pizza, entre muchas actividades extra a mi trabajo para ahorrar”, recuerda la madre.
Cada club tiene un diseñador para las alegorías de sus comparsas, basadas en la personalidad e historia familiar de las reinas. En el caso de la familia Yd, el arquitecto fue Carlos Soltys, y creó la alegoría “Susurros del corazón”, como un emotivo recuerdo del abuelo Yd, quien fue presidente del club San Juan muchos años y una alusión a todo lo que fue la zona baja de Encarnación, donde él tenía una joyería.
“Lo que la gente no entiende es el costo que tiene el desenvolvimiento de una reina. Ese esfuerzo no es de los clubes, es de la familia que está atrás de la reina para que luzca su hija y a través de eso luce toda la comparsa, luce el club y luce el carnaval encarnaceno”. Entre otras aclaraciones, la reina sanjuanina del 92 informa que cada club recibe G. 300 millones, pero es insuficiente. Los clubes gastan en el cuerpo de comparsa, la batucada, el traslado de los respaldares, los empujacarros, y es un gasto tanto para las presentaciones como en los ensayos que duran un mes y medio. También se debe abonar por la batucada, que cada año aumenta el precio de presentación. Esto por mencionar solo algunos de los gigantescos gastos.
Es una fiesta familiar, si, pero “es un movimiento increíble de plata en la ciudad, donde todo el mundo gana, menos los que participan en la comparsa”, finaliza Yd.
REINAS ACTUALES
Rosmeri Villagra es reina de los corsos encarnacenos 2020 y representante del club Nacional. Resalta que fue una sorpresa para ella lograr ser reina porque es la primera en su familia en lograr esta coronación. Cree que participar de los corsos “es algo que se lleva en la sangre. Indica que todo es un sacrificio, física y mentalmente, pero vale la pena la sensación de participar de los corsos”. Es profesora superior en danzas árabes y lograr ser reina le permitió dar un paso más en su carrera.
La reina del club 22 de Setiembre, Keila Mascheronni, asegura que cuando finalmente se realicen los corsos encarnacenos va a “estar llevando en alto la corona de su club”. Comenta que siempre le gustó bailar y cuenta con el apoyo de su familia, especialmente de su madre. Es instructora de jumping, strong, zumba y danza, por lo que “no me cuesta tanto el prepararme físicamente, pero sí conlleva mucha dedicación y responsabilidad competir por ganar el primer puesto y llevar esa alegría al club”. Su sueño es algún día ir a competir a Río de Janeiro en los corsos más reconocidos del mundo.