Hoy Toni propone un viaje a Kamba Kua en la vieja combi del maestro Lívio Abramo para encontrar una identidad extraviada.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
¿Es Kamba Kua un barrio? Tal vez no, hace unos cuantos meses cuando me pedían que hable de la Chacarita como barrio, yo contesté: la Chacarita no es un barrio, es la Chacarita, lo mismo pienso de Kamba Kua, que es antes que nada parte delicada de nuestra historia desde 1820, cuando el Gral. Artigas llega a Asunción con 150 hombres y mujeres que formaban parte de su guardia fiel, ocupando unas extensas tierras en lo que hoy es Fernando de la Mora, la historia de despojo de las mismas se da a través de las décadas, puesto que cuando llegaron se les habían otorgado aproximadamente 150 hectáreas que con el tiempo fueron perdiendo, contando para 1996 con menos de 2 hectáreas.
Son las 15:00 en punto de un caluroso sábado de tarde de mediados de enero, presento “Cuadernos de barrio” versión radio/televisión y me enfrento a las miradas de dos afrodescendientes decididos a conservar su historia, Lourdes Díaz, coordinadora general del Festival Folclórico y las Fiestas Patronales de San Baltazar de Kamba Kua y César Chávez, Vice Pdte. del Grupo Tradicional San Baltazar de Kamba Kua. En el recuerdo me parece estar viendo las “fantásticas afro imágenes” de la obra del maestro brasileño Lívio Abramo, quien decidió vivir hasta sus últimos días en el Paraguay en 1992 y quien allá por 1980 en sus clases de arte de los viernes del Centro de Estudios Brasileños, siempre trataba el tema de los afrodescendientes. Se me entrecruzan las imágenes de su viejo taller con la luminosa y contemporánea sala torias ante la atenta mirada de mi compañera de arte y antropóloga Fátima Martini.
“A LOS NIÑOS NO LES INTERESA”
En un momento aparecen en pantalla tres damas “kambakueñas”, una de ellas nos dice: “Acá con nosotros se termina toda nuestra historia, a los niños ya nos les interesa nada”. Preguntamos el porqué, uno de los motivos nos da Lourdes: “Muchos de los habitantes tuvieron que salir de la zona por los altos costos y la especulación inmobiliaria, de esa manera los hijos de estos perdieron el vínculo con su pasado, una historia que se remonta a hace más de 200 años en el mismo predio”.
¿Podemos seguir creyendo que se puede salvar el pasado? No lo sé. Yo, mientras, sigo recordando ese rincón olvidado de la historia de Paraguay yendo imaginariamente hasta ahí con el maestro Lívio en su vieja combi, para hacer algún pequeño dibujo, pero despierto y me doy cuenta que es solo un sueño; el maestro ya se fue, pero quedan sus obras, algunas piezas fotográficas antiguas, Kamba Kua y otras comunidades afrodescendientes del Paraguay para “restaurar recuerdos”, es la única manera en la que podemos encontrarnos a nosotros mismos, es parte de nuestros orígenes extraviados, que tenemos frente nuestro, pero a veces es más fácil negarlo y seguir deambulando tratando de encontrar nuestra identidad perdida en algún rincón de Europa.