Fotos: Eduardo Velázquez

Una larga conversación mantuvo Augusto dos Santos con el ex presidente Juan Carlos Wasmosy, para el programa Expresso, del Canal GEN, luego de presentar el libro “Memorias”. Desde Itaipú hasta el golpe del 89. Las dos veces en las que a Argaña se le negó ser presidente. El conflicto con el general Oviedo y su propia presidencia. Rumores, anécdotas y dramas de varias décadas de la historia contemporánea del país pasaron por este espacio.

ADS. Presidente, había que hacer la represa más grande del mundo y el socio es y era un vecino poderoso ¿Cómo fue congeniar, coordinar, repartirse los roles en un emprendimiento tan importante como ese?

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-Gracias a las autoridades que teníamos en ese entonces y por una ley que exigía la participación paraguaya. Si venía un consorcio y quería trabajar, no podía si no había una participación paraguaya. Ahora, las negociaciones de qué porcentaje tendría de participación, no económica, porque mucha gente interpreta como un porcentaje en base a la facturación, no, acá era un porcentaje para trabajar. Nosotros comenzamos con un 10% en las negociaciones con todos los consorcios.

-Para la construcción.

-Sí, de construcción. Toda la parte de la margen derecha le hicimos nosotros, no la presa principal, ni la margen izquierda. Así como también el CIE construyó todas las compuertas, toda la parte electromecánica, se hizo aquí en Paraguay.

-¿Presidente, si hoy le llamaran y le dijeran, queremos construir una represa que se va a llamar Itaipú, qué cosas cambiaría en el proyecto o en el abordaje o en la construcción o en la administración?

-Bueno, le diría yo que para mí, comenzando por el Tratado, para aquel entonces, fue un monumento jurídico, en el sentido de que contempla las distintas etapas que fueron. Por ejemplo, aquí equivocadamente se interpretó que el Anexo C, por ejemplo, tenía que aplicarse desde el inicio y eso no fue factible, por eso había tarifas provisorias porque la Itaipú fue en base a préstamos con las garantías de Brasil, nunca se gravó nada de las reservas de Paraguay.

-Usted se refiere interpretación de la Contraloría al respecto.

-Claro. En ese Tratado, admito que el acta de Foz de Iguazú, pero se cambió la parte de la cesión de energía ya en el Tratado. Eso es real y así es y hay que reconocerlo, pero una vez firmado el Tratado, te quiero decir que considera las distintas etapas en el desarrollo de esta obra y también para el futuro, o sea, todo está escrito. Yo diría que primero hay que ponderar al proyectista, el señor Paul Folberth, un ingeniero alemán extraordinario, que murió hace poco con más de 90 años. Fue el que rediseñó el canal de desvío, no era de hormigón, era de tierra y cambió el proyecto para mejorar la obra. Yo creo que cada cosa debe tener su lugar. Yo creo que también Itaipú se presentó como una posición hasta privilegiada diría yo para hacer una represa.

-Un lugar ideal.

-Sí. Yo quería hacer una represa, allá arriba mismo de Bahía Negra, entre el límite de Bolivia Brasil y Paraguay. Es en el río Negro, Puerto Caballo se llama. Uno volando así le indica acá se puede hacer una represa de regulación del Pantanal, y esa regulación fue rechazada por la gente de la parte del ambiente, ¿qué pasaba? En el Chaco paraguayo hay sequías. En Bolivia –yo siempre defendí a Bolivia por ser también tan mediterránea como nosotros–, hay un Puerto Aguirre con un ferrocarril. Pero si usted toma el río Negro que separa a Bolivia del Paraguay, cuando hay bajante eso es un pantano. Hay solamente una barcaza que está ahí con una bandera boliviana. Y cuando llueve es inundable. Entonces, pensé cómo se podía hacer para con la cota media del Pantanal realizar esa represa, generar energía y bombear el agua al Chaco paraguayo donde hay una parte más alta y luego por gravedad va hasta el Pilcomayo y arrastra todos los sedimentos que tiene, de modo que se devolvía, como dicen, todas las aguas, lo que indican los tratados internacionales, al río Paraguay.

-De cualquier manera sigue estando el río ahí y se puede hacer...

-Esto se habló en una reunión en un pontón boliviano, donde a mí me llevaron desde Bahía Negra en un helicóptero boliviano donde vino el presidente Fernando Enrique Cardoso, de Brasil, estaba el presidente Menem de Argentina, el presidente de Bolivia (Gonzalo Sánchez de Lozada) y también se acopló Fujimori, del Perú. Y justamente él dijo, yo también ofrezco Puerto Hilo para la salida de Bolivia y de Paraguay y al final cuando explicó todo el plan, sale Fernando Enrique y me dice “y nosotros los brasileños queremos un desvío, un canal que va hasta el arroyo Estrella y devuelve el agua al río Paraguay para dar agua a toda parte de Mato Grosso do Sul y se opuso.

DEBERNARDI Y LA HIDROENERGÍA

-Hablando de Pioneros, ¿quién es Debernardi para la historia de la hidroenergética y la energía en general en Paraguay?

-Bueno, primero le quiero decir que fue mi profesor. Un brillante como ingeniero, como profesor, como hombre, duro, enérgico, tenía una disciplina, diría yo, prusiana. Es un hombre extraordinario. Yo digo nomás que se fue pronto, lastimosamente. Pero hoy, sin desmerecer a nadie, cómo nos haría falta un Debernardi, respetado por el Brasil, porque Stroessner le exigía, no, apriete más, apriete más, y él iba y conseguía otra vez, por el respeto que tenía.

-Acaba de mencionarlo ¿Stroessner visitaba la obra en construcción?

-Las veces que iba, aterrizaba en una pista que tenía ahí “Manito” Duarte y de ahí le esperaba una camioneta y con ese se iba. Un día entra por Hernandarias, y el guardia le ataja, y me dice ahí, con el wolki, wolki, me dice: “Móvil uno, móvil uno, ápe oike el purete” (risas) y yo entonces le digo, bueno, por favor mi hijo, sígale, sígale hasta donde se queda. Estábamos en el comedor nosotros, con Baumann y Jiménez, porque comíamos con los obreros y entonces Baumann me dice, andá vos atendelo al presidente”. No, le dije yo, me bajo acá y le llamo al ingeniero Federico León, el superintendente paraguayo, un hombre brillante y hago. Y veo que el presidente se pone al costado del río mirando las piedras que caían del canal de desvío al río, y eso creaba así un ruido, un tumulto impresionante.

-Sospecho que estaba mirando con sus ojos de pescador entonces...

-Así mismo. Y me dice: “Dígame Wasmosy, ¿acá hay pesca? Y le dije, disculpe presidente, yo no pesco, pero el ingeniero León suele salir a pescar, de modo que le puede dar mejores datos que yo. Y se dio la vuelta y le dice a su gente, ¿ha de haber pesca? Y le dicen que sí. Y me dice ¿quién es este León? León Bojanovich es señor presidente, le dije y siguió con miles de preguntas... ¿Cómo se llama el padre de León, etc., etc... Le dije que el ingeniero era un excelente profesional, muy capaz y que por ello Debernardi lo había enviado a especializarse a Brasil pensando en Itaipú... “¿Debernardi?” –dijo –. “Mi gobierno es el que lo mandó, no Debernardi...” ¡y siguió con preguntas!

-No dejaba pasar nada.

-Nada. Luego siguió con las preguntas sobre cómo se trataba al personal, qué comen, a qué hora duermen, las horas de trabajo que cumplían... Un vademécum de preguntas y repetía las veces que venía se interesada mucho. Si realmente es a lo paraguayo, trabajábamos bien.

RUMORES DE GOLPE

-¿Cuál fue la primera vez que usted escuchó al respecto de la inminencia de un golpe contra Stroessner?

-Bueno, yo no escuché, pero fui recogiendo informaciones ahora para hacer este libro de memorias (que hace poco se publicó), averigüé con ciertas personas, militares especialmente y me comentaban que antes de ese golpe, en setiembre él estaba enfermo, no sé si de próstata o de qué...

-Esa famosa internación en el IPS para operarse...

-Sí. Y que eso impidió que él viajara, porque creían que ahí iban a aprovechar para hacerle el golpe. Pero la realidad es que ese golpe vino acelerado por un comentario que fue real. Un teniente coronel o coronel de Justicia Militar, el doctor Saracho, excelente persona, comenta que estaba a la firma del presidente el pase al retiro de la mayoría de los coroneles, que todos llegaron a general. Entonces estos son los que presionaron a Rodríguez a que se haga el golpe.Y también le añadieron que él también iba a salir.

-Rodríguez era el segundo gran influyente del país...

-Acuérdese que Rodríguez faltó a la reunión en el Comando en Jefe.

-Aquel famoso enyesado falso con el que apareció de pronto.

-Eso lo comprobé con mi amigo el escribano Tito Benítez Rickman que me dijo que estaba realmente Rodríguez en esa lista, que esa lista existió, pero que Stroessner nunca firmó eso. Eso comprobé que existía..

-Claro.

-Y eso le cuenta al almirante López Moreira y él le cuenta al almirante González Petit, el que le informa a Rodríguez que existía ese proyecto de decreto, ese papel y esa lista.

A LA CABALLERÍA

-¿Y hubo participación suya en algún momento? ¿Los gestores del proceso militar se comunicaron con usted presidente?

-Fue el doctor Argaña que con mi amigo Víctor Galeano Perrone vienen a verme en ese sentido y yo les dije, “miren, mi problema es con Gustavo

Stroessner que me apresó mi avión”. “A mí el presidente siempre me ha tratado deferentemente, de modo que no quiero meterme en esto sinceramente . Yo no soy desagradecido, ni tampoco traicionero, así que quiero que me disculpen. Eso fue mucho antes. Pasa el tiempo, mucho tiempo y un día viene Argaña a casa y me dice que lo acompañe ahí mismo a la Caballería. Y en el camino me iba contando sobre el tema..

-Y qué tema...

-¡Dios mío!, entonces ahí yo le digo: “Mire doctor Argaña, yo no tengo ninguna enemistad con el general Stroessner; al contrario, él me ha dado siempre un trato deferencial diría yo de modo que yo... Y él me dijo: ¡Bueno, pero ahí Rodríguez quiere hablar contigo! ¿Y qué era el tema? Bueno, la idea era juntar una serie de empresarios que iban a contribuir para el combustible, para las cubiertas, para todo lo que hiciera falta para eso.

-Antes de llegar ese capítulo me quedaron picando dos temas. Porque mucha gente recuerda esa relación ríspida con Argaña y sin embargo ustedes tuvieron una relación anterior amistosa diría..

-Yo refaccioné las dos casas de Argaña que había comprado. Una es donde ahora está la playa de venta de autos de Masi que yo le dije cuando compró “vendé doctor porque esto no tiene cimientos, el arroyo te va a llevar tu casa” y la otra, en la calle Juan de Salazar, antes de que él haga su casa cerca del BCP. ¡Claro que éramos amigos! Y te estoy contando que él fue el que personalmente me llevó a este tema (del golpe)

-¿Y en qué consistió aquel incidente que usted mencionó del avión y del hijo de Stroessner?

-Resulta que hubo muchos accidentes y muchos ingenieros murieron al ir o venir de la zona de Itaipú, recordemos que entonces era de tierra el camino y yo tenía que venir a Asunción a informar al ingeniero Debernardi, cada 15 días por lo menos. Un día vine y me estrellé, rompí todo un auto porque estaba recién regado el asfalto, no vi de noche, no había luz. Además se estaba desmontando la floresta del Paraná y de noche aprovechaban para sacar todos los rollos enormes en tractores, sin luz. Propuse comprar un avión, pero no había dinero para ello y luego conseguí que me vendieran un avión a 3 años de plazo en pagos mensuales.

-Ya tenía el avión, ¿y qué pasó?

- Y bueno, ahí aprendí también a pilotar. Y las intrigas que vienen, incluso de amigos comunes, hicieron que naciera una enemistad con Gustavo Stroessner, que llevado por esos chismes o comentarios, pues me hizo apresar al avión.

REUNIÓN EN LA CABALLERÍA

-Le interrumpí en el momento en que usted estaba llegando a la Caballería. Y es importante porque allí usted se va a enterar de los pormenores de lo que estaba en curso.

-Así es. Bueno, llegamos a la Caballería y había dos edificios blancos. En el segundo subimos una escalera y ahí estaba el general Oviedo, en aquel entonces coronel y era el secretario de Rodríguez. Y recuerdo bien qué le dijo a Argaña: “Lo estamos esperando hace rato” y nos hizo pasar al despacho.

-Y entraron...

-Mire, le digo sinceramente mirándolo a los ojos ahora, no sé si mi alma se separó del cuerpo o el cuerpo del alma, pero la situación no era nada gratificante. Y bueno, entonces Argaña comienza a hablar. Dice, “general, acá viene Wasmosy para colaborar con nosotros, pero tiene un problema”. Entonces Rodríguez dice cuál es el problema y entonces le digo: “Mire, discúlpeme general, yo soy muy franco. No tengo problemas con el presidente Stroessner sino con su hijo y entonces esto es una encrucijada para mí. Entonces dice de nuevo: “Contale qué es lo que te preocupa”. Entonces le dije que me preocupaba lo que podría pasarle a Stroessner. Entonces Rodríguez se levanta con fuerza y dice casi gritando: ¿¡Usted no sabe que él es mi consuegro?! ¡Ni un pelo se le va a tocar! Entonces pensé que de ahí ya no iba a salir, que me podían dejar ahí preso.

-Pero no fue así.

-No. Muy hábil Argaña, siguió conversando amablemente con Rodríguez, lo comenzó a tratar de forma más cercana, lo trataba de “Toto” y él a Argaña de “Lilo” y así se fue alivianando la cosa y salimos.

-Lo que quedó claro por los pedidos que hicieron al sector empresarial es que o la logística de los militares era muy escasa o había mucha desorganización en el proceso del golpe, ¿no es así?

SIN UN PLAN “B”

-Bueno, para mí fue toda una improvisación no porque no sepan planificar, sino por el apuro. Justamente dos días después de eso se llama a una reunión y voy a la Caballería. Allí estaba el general Rodríguez con todo su staff y estaban Argaña, William Willka, Víctor Galeano Perrone y yo. Éramos los únicos civiles que estábamos allí. Y empiezan a ver cómo será la planificación. Entonces, encargan misiones a distintas personas y a mí me dice: “Usted, por favor, si apoya al C4 ahí lo acompañará el coronel Delmás” (comandante del C4) Bueno, llegamos afuera, era comandante. Subo al jeep, él maneja, voy a su lado y Víctor Galeano atrás. Yo sinceramente le digo asustado, no me voy a hacer acá el valiente, dígame coronel, yo no veo acá el plan de fuga, en caso de que esto fracase. Esto va a ser una carnicería si llega a fracasar... Entonces me dijo que íbamos a volver a preguntar .

-No lo puedo creer... No había plan B.

-No. Volvimos y no estaban ya ni Rodríguez ni Argaña y estaba Oviedo hablando . Entonces le dice al coronel Oviedo, estaban generales mucho más antiguos que él. Le dice: “Acá el ingeniero Wasmosy dice que no vio el plan de fuga, entonces Oviedo dice enfáticamente: ¡”Ndaipóri!”. “¡O ña gana o ña manombáta” … Yo le cuento que no abrí el pico y salimos ahí, entonces le dije coronel, discúlpeme yo voy a ir con Víctor a preparar la cosa del escape. Yo tengo ahí mi camioneta y vamos a ir. Él se fue por su lado y yo me fui con Víctor. Fuimos por el costado del tren, llegamos donde hoy hay un puente nuevo de acceso al aeropuerto y encontramos un riel y un alambre tejido alto todito atado por el riel. La conclusión es que saco mis herramientas y corto todos los alambres y dejo el último.

-¿Llamó a Argaña para saber si tenía equipo de escape?

-Sí. Le pregunté si tenía lancha y combustible en su estancia de Santa Teresita, cerca del Tebicuary. Me dijo que sí. De ahí me voy al aeropuerto. Y le digo al piloto que lleve un avión y yo me voy en otro. Fuimos a Ypacaraí. Y al llegar, me quedo trabado porque el pasto estaba alto. Y me fui en una moto prestada a lo de “Teruco” Pappalardo, al haras de caballos que tenía a pedirle que me preste un tractor para sacar el avión del lugar. Me dijo que lleve nomás. No le dije nada entonces porque el día antes yo le había llamado a “Teruco” y le pregunté si no había escuchado nada sobre un posible golpe. Entonces él me había dicho: “Mirá Juan Carlos, a Stroessner lo van a llevar en silla de ruedas . No vayas a creer esas cosas...”.

-Uno de los hombres más importantes no estaba al tanto.

-No. Yo pedí combustible para el avión y llegó el otro avión con el piloto y lo preparamos todo por las dudas y volví a Asunción y fui a verlo a Édgar L. Insfrán. Entonces le pregunté a él si no sabía nada y él me dijo que no, pero que yo tenía que informar de eso al doctor (Juan Ramón) Chávez (presidente del Partido Colorado, de edad avanzada entonces ya)

-Y entonces se fue a verlo a él.

-Sí. recuerdo que cuando fui él estaba todavía en pijamas, mejor dicho, tenía puesto una bata, una especie de camisón largo. Y le pregunté cómo está doctor Chávez y él me dijo: “Y sin oxígeno mi hijo, sin oxígeno”. Él estaba bien enterado de todo. Le conté lo que hice y me fui. Fui a “Internacional Cambios” y cambio plata, dólares, pesos argentinos... Cuando salgo veo un auto mío subir la calle Alberdi, un Ford Falcon con el doctor Argaña al volante. Yo le había dicho a Horacio Galeano Perrone que no le dejen más salir al doctor Argaña de la Caballería porque él me había contado que le habían retirado su guardia y estábamos corriendo un peligro tremendo...

LA LARGA NOCHE DEL GOLPE

-Y fue la noche el golpe.

-Y no se usó todo ese plan porque esa noche llama el coronel Martínez que es el que estaba con Rodríguez y dice, se cambió el plan, quédense nomás en la casa. El general Allende había dicho que Stroessner estaba en la casa de “Ñata” Legal y que iban a poner ellos unas tablas con clavos para cuando saliera de allí poder atajarlo, pero Stroessner salió por atrás de la casa. Se sospecha que alguien le avisó al presidente de la emboscada y este salió antes y por detrás de la casa. En mi libro está, ahora no recuerdo el nombre de quién se sospechaba... Entonces Stroessner fue directo al Estado Mayor y no fue detenido allí. Todo eso que le conté fue mi única participación en ese momento. Nada más. No así la de Víctor Galeano que tenía más relacionamiento en la Caballería e hizo más. Nosotros hasta ahí nomás.

UNA BANDA PRESIDENCIAL “DE LIBRERÍA "

-¿Cuánto de mito y de verdad hay en el protagonismo de Lino Oviedo en esa circunstancia? ¿Fue realmente importante ese protagonismo?

-Sí, fue muy importante. Hay que reconocer que él era habitante de la Caballería. No sé si por el poder que le daba el general Rodríguez, pero en realidad es que sí, aquella vez estaba hablando él y había generales de mayor graduación que él que lo escuchaban.

-Ya se consagra a Rodríguez como nuevo presidente. ¿Es cierto que el proceso fue tan vertiginoso e improvisado que se tuvo que comprar una banda presidencial de una librería de útiles escolares?

-Sí. Eso fue real. Es más, “Teruco” (Pappalardo) le llama a Rodríguez y este no le contestaba por temor. Bueno, luego él llama a “Teruco” –esto lo digo porque me lo contó él mismo–. Y lo llama a “Lollo” Loizaga y le dice: “Andá a la Cancillería y ocupá ahí”. Y a Hugo Saguier y le dice que vaya al palacio y mande a limpiar y ordenar todo para la transmisión de mando. Y desde ahí “Teruco” se puso al lado de Rodríguez, porque el propio Rodríguez lo llamó.

-Una capacidad de recuperación extraordinaria.

-Sí. Y ahí viene el tema de dónde se lo envía al general Stroessner. Resulta que tenían miedo de que el pueblo se levantara. Entonces lo antes posible había que sacarlo afuera. Se llamó a varias embajadas. Eso está en el libro que escribió el propio “Teruco”. A mí me utilizaron para marcarlo al embajador de Estados Unidos. Yo tenía el teléfono este que parecía una especie de aparato enorme con antena gigante; y bueno, ahí ellos hablaban y escuchaba el embajador americano y así también apagaba todo y le transmitía yo a ellos lo que decía él. Hasta que después de hablar este se negó. Se negó Uruguay, se negó Argentina hasta que Brasil aceptó y esa fue la realidad. Recuerdo los nervios del embajador americano, el tipo estaba sin dormir...

-Eso fue al día siguiente del golpe. Pero seguro que en Estados Unidos estaban al tanto de todo.

-Claro. Lo que pasa es que el embajador no podía decidir ni responder nada porque su gobierno aún no había reconocido al gobierno de Rodríguez.

“RODRÍGUEZ NO QUERÍA”

-Vamos a tener que saltar capítulos por razones de tiempo. Ya era presidente Rodríguez. Pero ¿Rodríguez realmente tenía intención de lo que popularmente se llama como “rekutu” y que la Convención (Constituyente) fue una especie de “arma”, una represa contra esas intenciones?

-No, no es cierto. No tenía ningún interés el general Rodríguez en hacer eso. Primero le quiero decir que en este movimiento de golpe era Argaña el que iba a ser presidente...

-De esa danza de candidatos quiero hablar con él después. ¿Él (Argaña) iba a ser presidente?

-Él iba a ser presidente. Después se cambia porque entran ahí varios políticos y también algunos militares diciendo que el Ejército no quería, etc. Lo cierto es que así fue y sube Rodríguez. De ahí a formar su gabinete ya fue en la Caballería. Me recuerdo que esa noche del 2 y 3 de febrero llama el coronel Antonio Martínez y me pregunta ¿dónde está Debernardi? , le hace decir el general Rodríguez que para las 8 de la mañana quiere la calle limpia, los cables en condiciones, todos los árboles bien. Una confusión porque horas más tarde llama el coronel Martínez indicando que a Debernardi tenían que apresarlo también. Hay que apresar a Debernardi. ¿No está ahí? No, le respondieron (ya habían llevado cerca del puente de CDE a Mario Abdo Benítez y otros referentes del gobierno)

-¿Tenían que apresar a Debernardi ? Era esa misma noche del golpe la llamada?

-Entonces yo llamo por teléfono al ingeniero Debernardi y le digo: mire ingeniero ¿usted está acá en Asunción ? Y me responde que sí. Entonces le digo: lo van a apresar a usted. Y él me responde: “Y bueno, qué vamos a hacer”. Y la orden es que limpie esto y esto y pasa el tiempo y lo convoca al ingeniero Rodas Ortiz a la Ande y empiezan a organizarse todas las empresas para limpiar todo el desastre que quedó desde esa noche y en la madrugada para tener a las 8:00 todo limpio y el tránsito habilitado. Eran las 9:30 más o menos y me llama el coronel Víctor Martínez y me dice: “Mirá que el ingeniero Debernardi va a ser ministro de Hacienda. Entonces espero para ver si es cierto y en eso me llama la esposa de Debernardi, Rosarito y me dice que está preocupada porque no sabe nada de su marido desde las 4 de la madrugada cuando habló él conmigo, salió y no volvió más. Ahí le dije: “No se preocupe señora, él va a ser ministro de Hacienda. Entonces lo llamo al ingeniero y le digo que su señora está preocupada y por qué no la llama. “Usted está en la Ande, llámele y le cuento que usted será ministro de Hacienda.

-¿Y qué le dijo?

-No, no, primero usted me dice que me van a apresar, ahora me dice que voy a ser ministro... Yo quiero hablar con usted (risas). Todo ese lío pasó en horas. Entonces me fui a la Ande a explicarle mejor todo cómo viene la mano.

BLAS N. RIQUELME VS RODRÍGUEZ

-Hubo una amistad que parecía proverbial, pero después una ruptura entre dos protagonistas: Rodríguez y Blas N. Riquelme (entonces presidente del Partido Colorado) ¿Por qué se da esa ruptura?

-Bueno, hay que reconocer que en las encuestas ganaba lejos Caballero Vargas a todos los otros candidatos .

-¿Cuando ya se estaban perfilando todos los otros candidatos?

-Sí. Y la relación de Argaña con el general Rodríguez era, según Édgar L. Insfrán, “irreconciliable”.

-¿Por qué razón?

-No sé. La verdad es que nunca le pregunté lastimosamente. La realidad es que no sé eso muy bien, entonces Rodriguez lo llama a Riquelme y le dice: “Mire Riquelme, este Caballero Vargas puede ser nuestro candidato ganador. Es nieto del Gral. Bernardino Caballero y tiene mucha aceptación, según las encuestas. Y Riquelme le dice: “¡Pero es un febrerista! ¡Yo no voy a trabajar para él ni loco!”. Ahí comenzó a cortarse la relación.

-¿Caballero Vargas sabía que su nombre estaba en juego para la presidencia?

-¡Como no! Si él conocía las encuestas. Él gastó mucho dinero en su campaña.

-¿Y en ese contexto aparece Riquelme también como aspirante?

-No, eso fue la noche cuando fuimos llamados Seifart (Ángel Roberto) y yo a la casa de Rodríguez. Cuando él dice: “Bueno, hemos definido que usted va a ser el presidente y el vicepresidente va a ser el doctor Seifart, aquí presente, etcétera, etcétera. Y allí él (Riquelme) dice: “¿Yo no tengo entonces los pergaminos para ser candidato? Y Rodríguez le dice: “Justamente porque tiene los pergaminos es que es presidente de la Junta de Gobierno. Acuérdese que tenemos que ganar las elecciones generales”.

-¿Frente a usted y a Seifart habla ante Rodríguez, y dice Blas N que el candidato tendría que ser él?

-Exactamente dice que “podría ser él”, ¿por qué no podría ser yo?

-Y qué pasó después ¿Quedó un gran resquemor?

-Mucho. Tanto es así que había quedado (Riquelme) en el lugar sin auto y yo lo llevé a su casa. Ahí me dijo que me baje y entramos y nos sentamos en un quincho. Él estaba muy dolido, muy compungido porque su candidato era Díaz de Vivar y yo vine medio de “contramano”. Y el que hizo todas las gestiones, yo opino ahora porque yo tampoco sabía entonces, después en su relato dice: “Es el general Regis Romero”.

-¿Regis Romero es el que menciona su nombre como candidato ante Rodríguez?

-Sí señor, él es el que me toca y el candidato de Oviedo era el doctor Horacio Galeano Perrone. Todas estas cosas yo tampoco sabía, las contó ahora Regis Romero.

-Llegamos a un momento que precisa su aclaración y su versión, al respecto de una teoría que surgió muy fuertemente que tiene relación con fraude electoral del que habrían tomado parte entre otros el general Oviedo en favor de su triunfo en las elecciones.

-La verdad es la siguiente. Vamos a ir a esa época, cuando el sistema electoral era perverso, votaban muertos, resucitados, heridos y también votaban al mismo tiempo en distintos partidos porque no estaba organizada la Justicia Electoral

En la época de Stroessner se ganaba por el 80-90%, ¿quién controlaba eso? Nadie. No digo que era fácil, era “costumbre” la mafia electoral. Es la verdad. Entonces, cuando las bocas de urna daban vencedor al doctor Argaña, viene “Pibí” Cubas a mi casa y me dice: “¿Qué vas a hacer Juan Carlos?” Y le respondí, vamos a reconocer la victoria del doctor Argaña, dispuesto a cumplir con eso. Yo no sé si él ya había avisado que venía. No sé, no le llegué a preguntar y ahora ya no vive. Al salir de acá de mi oficina, estaba toda la gente y me dice al salir que no podía ir a reconocer la victoria de Argaña porque yo no era uno solo sino parte de una organización que me había apoyado y que no podía reconocer la victoria de Argaña “basado solo en una boca de urna porque estos hicieron mafia, tenemos miles de denuncias”. Yo poco o nada conocía de esas cuestiones políticas y me tuve que quedar. Esa es la historia real. Posteriormente en el libro pongo todas las declaraciones de un convencional, Guido Romero, de Caaguazú, que cuenta que cuando se le elige por la Convención al tribunal que iba a juzgar las actas se encuentran cinco votos más en la canasta de Argaña habiendo salido empatado dos veces . O sea que había más votos que votantes. Eso demuestra que el sistema era perverso… Tal es así que cuando yo asumo la presidencia me ocupé primeramente de la Corte Suprema de Justicia y del Tribunal de Justicia Electoral que ni siquiera tenía local, ni rubro.

-Presidente, aunque muy cuestionado, casi todos coinciden en que el pacto de gobernabilidad fue importante para la vida política institucional, aunque nos quejamos de haber creado juntas departamentales en gobernaciones y otras cuestiones.

-Creo que fue no solo positivo sino fundamental. Póngase en mi lugar. Tenía que implementar las instituciones que estaban plasmadas en la Constitución Nacional, sin rubro. No tenían presupuesto porque no existían. Yo no quiero decir que los convencionales hicieron mal, pero es muy fácil a veces pasar de la libertad al libertinaje y ahí se excedieron un poco con todas estas instituciones, inflaron un presupuesto que no da para este país unitario. Fue el doctor Carlos Podestá el artífice de este pacto. Fue él el que me dice que yo sabía que tenía minoría parlamentaria y que el Partido Colorado dividido me votaba siempre en contra y que solo un pacto podía salvar esa situación.

-Y se hace.

-Sí, se consigue una reunión en mi oficina de Ecomipa una tardecita a escondidas del periodismo. Estaba el doctor Laíno que es otro de los artífices de este pacto, tengo que hacer honesto y agradecido con él, José Félix Fernández Estigarribia, don Blas N. Riquelme, presidente del Partido Colorado, Podestá y yo. Seifart no pudo llegar por alguna razón. Ahí Podestá plantea que el estandarte de este pacto sea Laíno porque si era yo, a lo mejor no tenía la credibilidad necesaria para poder lograr el objetivo que buscamos.

OVIEDO Y LA CRISIS PERMANENTE

-Hay una historia que vuelve a unirlo a Oviedo, pero de una manera, un tinte muy electrizante ¿En qué momento y circunstancias usted decide removerlo del máximo cargo del Ejército?

-Bueno, siempre repito que el enemigo de Oviedo es el propio Oviedo, su temperamento lo traiciona y metió la pata varias veces ya cuando después de aplicar la separación de los militares de la parte política, o sea la institucionalización de las Fuerzas Armadas que es lo que hace dentro de un Estado de Derecho, seguía metiéndose en política. Dos veces le perdoné. Le dije que no se vuelva a repetir y volvía otra vez. Por eso dije que su carácter le traiciona. Es cuando se mete en un tema internacional como fue el del puente que ofreció Brasil hacer multimodal. La construcción que se haría por peaje, o sea ni Brasil, ni Paraguay sino que iba a hacer una empresa que gane la licitación, con tres condiciones: una, el proyecto, otra la parte financiera tenía que tener un banco atrás o alguien que financie y la tercera era el tiempo que querían explotar para recuperar el capital. Oviedo acudió a la empresa Alto Hondo y a ingeniero Ángel Auad para presentar su oferta en esa obra, ¿qué pasó? La oferta financiera era facilitada por un señor, Beneíto, de uno de estos bancos que eran todos quioscos financieros nada más. Ocurre el saneamiento financiero y se raja el tipo y lo deja sin la carta financiera. Entonces él, en el cumpleaños de Diógenes Martínez, el 9 de mayo, dice: “Señores, yo no estoy a favor o en contra, pero esa licitación se hizo para que gane Conempa”. La verdad es que nunca se abrieron los sobres porque él hizo rebotar en el Congreso esa propuesta. Nunca se supo.

-Fue un momento muy duro, estamos hablando de 1996 donde nace una movilización social muy fuerte. Nace Jóvenes por la Democracia. Fue un momento duro.

-También quiero aclarar si me permite. Mucho se ha comentado que yo me exilié en la Embajada de Estados Unidos, que me iba a dormir allí por temor a un golpe de Oviedo y no es así. Lo que ocurrió es que el escribano Rafael Casabianca sale de la Caballería porque fue llamado y lo llama a Jiménez Gaona porque él estaba casado con su hermana y le dice que quería hablar con él. Se va a la casa y le plantea el pedido de Oviedo y vienen junto a mí, donde estaban todos los embajadores, el nuncio, todos. Me dice que Oviedo le dijo que me diga que yo no me preocupe porque no me va a pasar nada, “pero yo tengo que jurar mañana a las 8 de la mañana para ser presidente”. Entonces le dije: “Mi querido Rafael, el vicepresidente al que le corresponde el cargo en todo caso, es Seifart”. Él me dijo que “a Seifart lo arreglarán en cinco minutos”... no sé qué quiso decir con eso, de qué forma lo iban a arreglar. Entonces, me acerco a Seifart que estaba con los embajadores y allí les relata Rafael lo que vio en la Caballería. Entonces el embajador de Estados Unidos se acerca y me toma el brazo y me pregunta si Laíno está enterado de eso. Le dije que no sabía pues no hablaba con Domingo hacía mucho y luego él se retira y se va a hablar por teléfono entre los autos. Viene de nuevo y me dice: “Tengo instrucciones de mi gobierno de llevarlo a la embajada. Yo le dije, pero está toda la gente acá, y él insistió que sería un momento. Entonces, recuerdo que fuimos los dos solos en una F.100 que yo usaba para ir a la estancia y entramos y me hizo pasar luego de un rato a una habitación pequeña, ahí había una mesa, una silla y no veía ningún micrófono . Ahí me dice: “Bueno, el gobierno de Estados Unidos le pide que no renuncie porque si usted renuncia se retrocede el proceso democrático de este país”. Así, textuales palabras. Entonces le dije que yo estaba queriendo ganar tiempo y evitar derramamiento de sangre, eso le contesto a él. Y eso fue todo, luego volví inmediatamente adonde estaban todos.

La charla se hace extensa y recorre otros tramos de la historia y personajes de la política paraguaya. Los espacios en los medios son escasos a la hora de reflejar tal abundancia de datos y de respuestas, por lo que tal vez sea oportuno continuar en otra entrega.



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