POR MARIBEL BARRETO - Fotos: gentileza - Archivo LN

Es el título de la obra de María Eugenia Garay, premiada con mención de honor en el Concurso del Premio Nacional de Literatura 2021. Y lo que publicamos en este espacio es la reseña realizada por Maribel Barreto, escritora y crítica literaria que nos ilustra sobre la obra.

Este libro, “La superstición del tiempo”, es producto de una arquitectura de ritmo furioso, de geometría trazada por el impulso de una fuerza interna hecha poesía; de esa fuerza y de la experiencia de la escritora dentro del marco de una visión total de lirismo y plenitud. El poemario es producto de impresiones vividas, recreadas más tarde en la alquimia de la memoria. Tiene una clara organización externa y una sólida ilación interna en los sentimientos y estados de ánimo de la poeta.

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Se divide en doce capítulos a saber: Plegaria, A nuestro Padre Ñamandú, Exorcismo al olvido, Luna añil sobre el Egeo, Digresiones con Cronos, El telar del destino, Cómo atarme a tu vida, Tapiz de Moiras, Transmigración, Invocación al viento, Pasión en la Isla del Ayer y Oficio de Maga.

Dichos temas y formas van de lo infantil a lo mítico. Su riqueza y variedad de elementos son siempre índice de poder creador; los diferentes elementos están integrados en unidad, logrando que la creación se haga vida y la vida creación.

María Eugenia lleva la poesía dentro de la piel y le sale por las manos, por los ojos, por la sonrisa, le sube como duende a las lágrimas; es como fuerza absorbente de su personalidad fundida en la creación.

PLEGARIAS

Los cinco títulos que componen el capítulo “Plegaria”, escritos en prosa poética en la que la autora se dirige al Creador con exultantes composiciones. En Adagio, desnuda su alma, luego, en Señor de los Campos, explora la exaltación de la naturaleza en que deslumbran los amaneceres, cuando con júbilo descubre las flores en primavera, cada amanecer es un mundo nuevo y distinto en la percepción de la poetisa al ofrecer la mágica esencia de sus versos, que engarzan el presente con la memoria y los recuerdos.

Impromptu es súplica, es deseo ardiente de ser escuchada por Dios para interpretar el laberinto de las sombras, para hollar los senderos bajo los rayos de la luna y detener el tiempo que pasa como un río. En Padre Nuestro, María Eugenia ofrece su corazón para compartir con Él las pequeñas cosas de la vida, una flor, una esperanza, el destino de la patria. Presenta la situación social, el pueblo que reclama salarios más dignos y condena el derroche y la ostentación de unos pocos que exhiben su opulencia en contraste con las carencias de muchos. Por último, Nocturno, aquí habla confidencialmente a Dios pidiéndole su ayuda para detener el saqueo que agobia a la Patria, donde el hombre vive la angustia y el desamparo.

Este primer capítulo es pura prosa poética de auténtica denuncia, inspiración y profundo sentimiento de la naturaleza; pero sobresale la remembranza lejana como el salomónico Cantar de los Cantares, en que la pasión humana en todas sus manifestaciones, deseos, tristeza, esperanzas, anhelos alcanzan su máxima expresión hasta elevarse con frecuencia a un clima de verdadero misticismo.

A veces, su acento tiene matices de la más pura inocencia. Otras, aflora su carácter tenaz, indócil, apasionado, imbuido de una sana rebeldía. A menudo, le nubla el espíritu un velo de inquietud. De cuando en cuando, surge nítidamente la insumisión ante la injusticia, en otras, el sentimiento de hermandad estalla incontenible y ardiente.

No puedo sucumbir ¡Señor! Quebrar mis estandartes u olvidar mis banderas ajadas de tristeza. A pesar del erial envilecido de sueños perdidos, de falsas quimeras.

Luego, la esperanza: En mitad del bosque más oscuro, yo tengo la certeza de que alguna vez vendrá la primavera. Estos poemas en prosa constituyen un refugio para sus sueños, un desahogo para su espíritu solitario. A nuestro Padre Ñamandú y Mariposas púrpuras, giran en torno a la divinidad, en un intento de definir su naturaleza, sus relaciones con el hombre y el universo, el cauce de la historia y los secretos de la naturaleza

Yrendagüe, está dedicado a su abuelo. Canto de tono heroico, con lenguaje pulido lleno de imágenes, en que la nieta oficia de poeta, exalta la figura del héroe en un poema de resonancias líricas, transida de sincera emoción casi religiosa. Sus versos subrayan la inquebrantable firmeza de sus convicciones y su amplia capacidad descriptiva renueva un episodio de la Guerra del Chaco con su cuota de dolor y sacrificio, entonces emerge la figura del valeroso jefe que captura la “aguada salvadora”: Marchemos todos juntos hijos míos, para alcanzar el agua de la vida. Con lenguaje melódico y brillante conoce lo implacable del destino que en este caso se llama Providencia, es aquí donde con sones orquestales resuenan en las arenas del desierto chaqueño las hazañas del abuelo, invocando el nombre del guerrero y de la patria amada.

EL GOCE DE LA PALABRA

Luna añil sobre el Egeo. Siete poemas de evocaciones, hechizos y fracasos en que la intersección de planos reales y el mundo ultratelúrico, con frecuencia, se transforma en nostalgia con el mayor lirismo, como cuando expresa su preocupación por el tiempo: Cómo hallar el hechizo, el ensalmo secreto, /para exiliar las horas, que en torrentoso cauce deshilvanan la vida, deshojan nuestros días /y sigilosamente nos roban los momentos.

En estos poemas, la palabra audaz, la metáfora visionaria, las asociaciones libres, constituyen una escritura de cruces intertextuales para gozar amorosamente, a veces, con seres mitológicos como Ninfas, Ondinas, Moiras o lugares geográficos legendarios: Nínive, Menfis, Bizancio, Egeo lejano y quieto.

María Eugenia traza el camino de una experiencia que sumerge mundos intimistas, vincula planteos temáticos y estrategias discursivas mezclando sueños, ficción y utopías, que con su idoneidad profesional agita e inquieta al lector.

Antes que las clepsidras se detengan/ el agua de sus fuentes se diluya/ y el tiempo siembre caprichoso/ sus tendales de ausencia impunemente. (53). El río nocturno de la eternidad/ nos remontó en su cauce de penumbras / Aquella noche en Nínive o en Menfis/entre la pausa del ritual sagrado/ Recuerdo la llovizna que caía /poblada de leyendas en Bizancio. (p. 55).

En sus versos, se perciben suspiros y el dolor de las ausencias, jardines abandonados, el tiempo lejano, los cantos, las brisas, las campanas, las inmensas distancias estelares.

María Eugenia Garay, autora galardonada con Mención de Honor del Premio Nacional de Literatura 2021.

EL TIEMPO

En el capítulo Digresiones con Cronos, que engloba siete poemas, uno de los cuales es Cómplice luna, creo ver espontaneidad, exaltación pasional y sensualidad.

En Riachuelo, demuestra el uso de determinados niveles de exigencias expresivas, se imponen núcleos de afinidad y reconocimiento de pasiones turbulentas y un fino erotismo que deriva hacia el prisma de la plenitud.

En Luna de infancia, el hallazgo de la poesía pura supone la culminación de los ideales estéticos de la autora.

Hay un tropel de ausencia inabarcable. /Hay vendimias /y amores y alegrías. / Pasiones torrenciales, luchas, ansias, /tristezas junto a triunfos, /que siembran en el viento los susurros/ donde aun persisten regresos y partidas. /Y en el fondo del patio entre los árboles / la luna de los duendes encendida, /que juega con la niña de mi infancia/ a encadenar fulgores sobre el borde/ del alma que se esconde en las esquinas.

Garay nos muestra que arte y poesía son primordialmente conciencia.

Como atarme a tu vida, en todos estos poemas cabe distinguir el sello de una auténtica poeta muy estimable por sus valores externos: fluidez versal, cromatismo, armonía, a más del contenido emocional. Abre de par en par su alma a todas las sugestiones que le vienen del aire, del viento, de la brisa, de recorrer caminos de esperanza, el color, la música y sobre todo, lo exótico como si la vida misma la empujara hacia un mundo lejano y fantástico en el cual esconder realidades presentes.

Con un alma extremadamente sensible a las solicitaciones del amor y con los sentidos siempre abiertos a los halagos de la carne; creyente por convicción y erótica por temperamento, solicitada por dos fuerzas contrarias en que la antinomia se resuelve en el mundo convencional que es su válvula de escape.

Antes de que las Moiras / corten sigilosas/ los hilos de la vida que enhebran sus ruecas /quiero retornar/ a la hondura amada del bosque lejano/ adonde quedara la niña descalza/ que entramaba al viento fulgores de fiesta. (p.101).

Tapiz de Moiras. Aquí la poetisa, imaginativa y pictórica, crea poemas que llenan los ojos y el oído, pasan por la epidermis para adentrarse en el corazón.

Y en esta madrugada / vestida con desvelos/ yo exijo que las Moiras / que tejen los sucesos y enhebran alegrías / con las punzantes briznas que hilvanan desconsuelos/ las mismas que inventaron partidas y regresos/ las que crucificaron una irredenta noche/ a mi boca sedienta/ la hoguera de tus besos… (p.107).

Todo lo que tiene de exuberancia y complejidad en algunos poemas se reduce acá a la más sobria expresión en el mayor lirismo.

Algo llamado vida y Obstinado adagio. Cada uno de estos poemas es un tapiz multicolor donde la pedrería descubre los hilillos de oro que de trecho en trecho lo avaloran y revelan su estro poético.

En el tejido de significantes que constituyen la obra en la función poética del discurso está la clave del goce estético, la fruición que produce la lectura de Vísperas del Alba, Solo un regreso, Con la luna en la proa. En estos poemas la exaltación del yo, libre como el viento, libre como los pájaros y las abejas, como los árboles y las flores, como el mar que tiñe de intensa melancolía y anhelo de libertad, prodigio de pasión, de entusiasmo, de felicidad, y de tormento, puro y ardiente momento de amor en que la materia es ya la carne y el corazón el alma, capacidad extraordinaria en que la hondura y calidad sin par del corazón de la mujer-poeta, la mujer-poesía es manifestado en frenético torrente de metáforas, de alusiones y símbolos.

Portada de la obra “La superstición del tiempo”. Publicada por Editorial Rosalba.

TRANSFIGURACIÓN

En Transfiguración se agrupan nueve poemas en los que las palabras tienen en común un fuerte contenido sensorial, casi todas utilizadas en sentido metafórico y dentro de un sistema de asociaciones cercanas o distantes.

En la trayectoria estilística del libro, esos poemas de tono muy personal representan lo amoroso, lo sensual, y hasta lo erótico en algunos. Las señales de búsqueda que la poetisa hace en medio de una atmósfera cósmica de soledad hacia nuevos amaneceres, para escapar a esferas más serenas y luminosas.

Invocación al viento agrupa diez poemas que hablan de ausencias. El ser amado se ve en el vuelo del colibrí, en el jardín poblado de madreselvas, en la libélula que flota ingrávida en el viento, en los senderos perdidos o en el fulgor del ocaso. Son versos pasionales que buscan los senderos del destino. En Hebras de luna, María Eugenia declara “Yo nací para el amor/ Yo soy la sacerdotisa del elixir de la vida”.

En Geografía candente es la cima del amor ardiente, fino erotismo, fusión de sentimiento y pasión encendida que tejen los sueños hasta el umbral de lo eterno.

Pasión en la isla del ayer. Siete poemas de amor, de olvidos y remembranzas, de plegarias y cantos de esperanzas, aguardan el milagro de torcer el destino para alejar la desdicha.

La última parte: Oficio de maga, Herejía, Como si nada, Donde inserto el alma, Equipaje de calandrias y Luceros extraviados, llevan las huellas de la actualidad; todo se hace movedizo, el espíritu, a ratos, se desvanece.

María Eugenia puede proclamar con García Lorca “si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios o del demonio, también es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema”. Y agrego, la poesía le sube hasta el alma como un duende hasta el espíritu, para escribir poemas de solidaridad con el hombre contemporáneo y quiere que su voz sea testimonio de mujer de su tiempo y para su tiempo.

Desdeña ella la literatura de melindres y rodeos, busca la palabra esencial, el lenguaje directo, el apego a la inmediatez y escribe de cara a la verdad, su verdad en un espacio de pluralidad cultural con diversas configuraciones textuales, ora plegaria, ora reclamo, ora patriotismo, ora erotismo y pasión, ora ternura e inocencia. En cuanto a sistema de valores se deduce una ética, la que ordena a la poetisa la fidelidad a la literatura para alcanzar la verdadera eficacia cultural que se armoniza con el desarrollo autónomo.

Este es un libro inspirado en un mundo desgarrado, con incontrastable riqueza imaginativa, en ello se funda poéticamente el testimonio de una época agitada e inquieta, con los anhelos de un orden espiritual más alto en medio del angustioso desorden del mundo contemporáneo.

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