Hollywood confinaba a los afroamericanos a interpretar roles de sirvientes o del tonto del pueblo, pero Sidney Poitier rompió estos estereotipos en las décadas 1950 a 1970, participando así en el lento cambio de mentalidad de la sociedad estadounidense.

  • Raphaëlle PICARD-AFP

El actor, que falleció este viernes a los 94 años, fue el primer hombre negro en ganar el Oscar al mejor actor por “Lilies of the Field”.

“El viaje para llegar hasta aquí fue largo”, dijo muy emo­cionado tras recibir la esta­tuilla dorada en 1964.

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Gracias a sus roles, el público fue capaz de imaginar que los negros podían aspirar a ser por ejemplo un médico (“La puerta se abre”, 1950), un ingeniero, un maestro (“Al maestro con cariño”, 1967), o incluso un policía (“En el calor de la noche”, 1967).

Pero a los 37 años, cuando el actor recibía su Oscar, era la única estrella de color en Hollywood.

“La industria cinematográ­fica aún no estaba preparada para elevar a más de una per­sonalidad de las minorías al rango de estrella”, escribió en su autobiografía “Esta vida”.

“En ese momento, (...) sus­cribí las esperanzas de todo un pueblo. No tenía control sobre el contenido de las pelí­culas (…), pero podía rechazar un papel, lo que hice muchas veces”, señaló.

En el 2002, 40 años des­pués, Sidney Poitier recibió un Oscar honorífico por “sus extraordinarias interpreta­ciones, su dignidad, su estilo y su inteligencia”.

“Acepto este premio en nom­bre de todos los actores y actrices afroestadouniden­ses que me han precedido (...) y en cuyos hombros he podido apoyarme”, respon­dió el actor agradeciendo “las decisiones visionarias de un puñado de producto­res, directores y directores de estudio”.

Esa misma noche, Denzel Washington se convirtió en el segundo hombre negro en recibir el Oscar al mejor actor: “Nunca alcanzaré tu altura y siempre pondré mis pasos sobre los tuyos”, señaló el colega.

“TÍO TOM”

Cuando Poitier nació el 20 de febrero de 1927 en Miami, su padre le compró un ataúd. El bebé llegó con dos meses de anticipación y apenas pesaba un kilo. Era su séptimo hijo: este viejo granjero ya había perdido a otros. Había venido de Bahamas para obtener un mejor precio por sus tomates, no para dar la bienvenida a un nuevo hijo. Su esposa rechazó el fatalismo y consultó con un psíquico que predijo un futuro brillante para Sidney. Los padres se quedaron tres meses más en Miami.

Gracias a este nacimiento prematuro, Poitier obtiene la nacionalidad estadouni­dense. A los 15, sus padres pueden enviarlo a Miami con su hermano para ganarse la vida. Antes, no había llevado zapatos fuera de la iglesia.

Para escapar de las leyes racistas de Florida, se marcha a Nueva York, donde sobre­vive. Su fuerte acento cari­beño le valió la negativa del “American Negro Theatre”. Así que trabajó duro para deshacerse de él. Compro­metido profesionalmente en 1946 en Broadway, el direc­tor Joseph Mankiewicz notó sus cualidades. Para su pri­mera película (“La puerta se abre”, 1950), interpreta a un médico que atiende junto a la cama de dos racistas blancos. La película, censurada en el sur, lanzó su carrera fílmica.

Tres años después de su Oscar, es el héroe de tres grandes éxitos de taquilla (“Adivina quién viene a cenar”, “Ánge­les con los puños cerrados” y “En el calor de la noche”). Se vuelve incluso más popu­lar que astros blancos como Steve McQueen y Paul New­man.

En Hollywood, sin embargo, poco ha cambiado para los negros. Los críticos de la pelí­cula acusan su papel de yerno ideal, que no refleja la dis­criminación que sufren los afroamericanos. Así heredó apodos como “Tío Tom”, “lacayo” o “limpiabotas de un millón de dólares”.

UNA NUEVA ERA

A principios de los años 1970 se abre una nueva era para el cine negro con “Blaxploitation” y sus películas más radicales. “Mi carrera como estrella de Hollywood estaba llegando a su fin”, dijo el actor, que luego se dedicó a la dirección.

En 1997, interpretó al líder negro africano Nelson Man­dela y, después, al entonces primer juez negro de la Corte Suprema de Estados Unidos, Thurgood Marshall.

Casado 15 años (1950-1965) con la bailarina Juanita Hardy, con la que tuvo cuatro hijas, Poitier se casó de nuevo en 1976 con la actriz canadiense Joanna Shimkus, quien dio a luz a otras dos hijas.

En el 2000, le confió a Oprah Winfrey que se había man­tenido fiel a los principios de su padre. A pesar de su gran pobreza, “se mantuvo digno, aunque en toda su vida nunca ganó tanto dinero como el que yo podía gastar en una semana”.

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