Por Gonzalo Cáceres, diario HOY, twitter @gonzatepes
A partir de este domingo publicamos una serie de notas que el autor ha denominado “Intrahistorias”. Se trata del rescate de figuras, anécdotas y situaciones del lado B del fútbol que no ocupan espacio en los medios como noticias de actualidad y vale la pena conocer.
Rompió el molde en la selección guaraní. A finales de los 80 el pedrojuanino Mitsuhide Oishi se convirtió en el primer jugador de sangre nipona en ser convocado.
1988. Todo comenzó con Óscar Paulín, que se hizo cargo del proceso para formar una selección sub 19 de cara a los Juegos Panamericanos de Argentina.
Paulín sorprendió a propios y extraños cuando sacó de Sport Colombia a un veloz lateral derecho de rasgos nipones; su nombre: Mitsuhide Oishi Tsuchida.
Mitsuhide nació en la capital del Amambay en 1970. Un año después sus padres decidieron asentarse en Asunción. Cursó sus primeros estudios en el colegio Cervantes y no tardó en mostrar talento para el fútbol en los torneos de barrio.
Le costaba hablar en guaraní y lo comprendía a medias, lo que no fue impedimento para adaptarse y tener un vertiginoso ascenso en las inferiores del Toro Fernandino.
UNA GRAN ALEGRÍA
Mitsuhide no sabía que Paulín le seguía los pasos. Grande fue su sorpresa cuando se enteró de la convocatoria por los diarios. “Fue una gran alegría porque yo venía de pelear siempre abajo”, dijo a HOY Deportes.
Pero no llegó a debutar en el combinado juvenil, aunque sí jugó un par de amistosos con equipos locales. Todo se vino abajo a un mes antes del viaje, ya que Paulín fue cesado en sus funciones. La llegada de César Cubilla cambió el panorama. Él y otros que luego se convirtieron en grandes personajes del fútbol paraguayo, como Luis Monzón y Miguel Ángel Benítez, fueron descartados. “Lo de la selección me destrozó”, lamentó.
Se sacudió la decepción y debutó en Primera División de la mano del 2 de Mayo de su ciudad natal ese mismo año. Con el episodio de la Albirroja todavía fresco en su mente, consiguió su transferencia al Toa Kensetsu de la liga profesional japonesa. Ya 1991 se lo vio por Cerro Corá CG y luego en 1993 en el Independiente de la Liga del Amambay. Quemó sus últimos cartuchos por el Vantforet Kofu y el Bellmare Hiratsuka.
Tras su retiro se instaló en Japón. Al principio no la tuvo fácil con la cultura, el idioma y todos los detalles que encierran esa nueva etapa de su vida. “No entendía el idioma, tampoco sabía escribir en japonés”, explicó.
Hoy, a sus 47 años, es el principal responsable de un número de obras de la Tokyo Gas Urban Network. “…Si hay una fuga de gas soy el primero que echan de aquí”. Así es como se dio el camino del ‘samurái pedrojuanino’. Un inmerecido exiliado de las peculiaridades de nuestro fútbol; antes y después de él no se vio a otro futbolista de origen asiático estar tan cerca de la Albirroja.