Fotos: Nadia Monges

El actor Silvio Rodas repasa su vida en esta abierta charla con Augusto dos Santos para el programa “Expresso”, del canal GEN. El reconocido actor dice que falta un mayor apoyo para que el teatro se expanda a todo el país y cree que las tablas tienen futuro con la camada actual de jóvenes. Dice que le apasiona el teatro porque ama los personajes e historias alrededor y que lo esencial del trabajo actoral es lo que produce en la gente una obra.

ADS: Un centenar de puestas. ¿Supone un centenar de personajes y no te agobia haber vivido en tantas vidas?

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–No, por suerte yo soy amnésico. Amo lo que hago, amo los personajes, intento entrar en esas pieles. A veces se logra, a veces no se logra, pero pasado el tiempo yo ni me acuerdo de qué se trataba. Ya no sé ni de qué era. Admiro mucho a la gente que tiene mucha memoria, pues yo tengo compañeras o compañeros que de repente te dice “y esa obra que hicimos así” y yo ni idea tengo, pero no, no me agobia, al contrario, me hace muy bien entrar y después limpiarme, salir y a otra cosa.

–ADS: ¿Te pone curioso el quién vive detrás del personaje que está escrito en el guión?

–Es que nosotros como actores tenemos que construir esa la vida, porque tenemos un retazo y tenemos que construir. Y esa construcción siempre tiene que ver con nosotros y siempre tiene que ver con lo que vivimos, y con lo que hemos sentido. A los chicos con los que trabajo siempre les digo, nosotros tenemos todito adentro, yo creo que un niño a los cuatro años ya tiene todo, tiene rabia, tiene odio, tiene amor, tiene ternura, tiene cariño, tiene todo. Nosotros tenemos todo. Y creo que por lo menos esas mediciones en la actuación, lo que uno es, saca de adentro todo eso que tiene y lo va ubicando como en un puzzle. A veces funciona, a veces no.

–ADS: ¿Tu mirada es huir siempre que se pueda de la rigidez?

–No, yo soy muy antiguo, yo soy muy respetuoso del texto, a veces mis compañeros me hinchan las bolas, pero no me importa, sobre todo si es un buen texto. Si es un buen texto, no le metas la mano, respetalo y tratá de fluir dentro de ese texto. Ahora, de repente te llegan texto en cuales uno tiene que meter mano pero bueno. A mí me gusta poder entrar en ese corsé del texto y poder experimentar qué es lo que me brinda y qué es lo que me obliga a ser ese corsé.

ADS:¿Cómo empezó todo en tu vida?

–Empezó acá porque mi abuela me traía a ver obras de teatro acá. Yo actúe muy poco en el Municipal, pero a mí me pone la piel de gallina, porque yo acá la he visto entrar en el año 62 o 63, a María Elena Sachero, que entraba por Platea, la dejaba la Caperucita afuera y entraba encadenada acá y yo tenía 8 o 9 años, o sea, el teatro surge de ahí, de de que mi abuela me traía a ver La Zarzuela, a ver las obras, todas las obras del Ateneo, he visto mucho teatro de chico. Y luego ya por los 17 años empecé haciendo un taller con Rudi Torga, después me fui a vivir a Buenos Aires estudiar y ahí empezó la cosa y después vine y empecé en arlequín.

–ADS: ¿Cómo fue el proceso en Buenos Aires? ¿Fue de consolidación?

–No, no, yo me fui a estudiar en Buenos Aires, yo había hecho un taller muy cortito acá con Rudi en el 71. Me fui a vivir en el 72 a Buenos Aires y estudié 3 años con Fray Mocho, donde estaba Onofre Lovero, Virginia Lago. Ella era una maestra y yo estuve 3 años con ella y bueno, empecé a hacer asistencia, ayudantía, sonido, todo en obras que hacía ella, pero después ya viajé a Europa y después me vine acá. No actué en Buenos Aires, nunca, yo estudié claro, estudié y pero fue una gran escuela para mí, porque además era una época en que yo veía mucho teatro en Buenos Aires.

–ADS: ¿Y lo de Europa?

–Lo de Europa me fui a vagar. Mucha gente me dice, uuhh te fuiste a estudiar a Europa! No, mentira. Me fui a vagar! Vagué dos años y luego volví.

–ADS:¿Y cómo era eso de hacer teatro en la dictadura?

–Bueno, yo no me puedo arrogar de haber hecho teatro en la dictadura. Yo empecé en el año 83. La dictadura ya se estaba yendo. Hay gente que ha hecho teatro en la peor época.

–ADS:Igual estuviste casi una década

–Tengo esa experiencia en el trabajo con Rudi. Yo entré a trabajar en misión de amistad en el año 85 y entonces formé parte del grupo estable de teatro “Estudio libre” donde era maravilloso porque nosotros salíamos los viernes al mediodía.

–ADS: Los Teatros de plazas

–En los asentamientos, ere ere’a. Y ahí no había escenarios, y llevábamos luces, las escenografías que podíamos, pero era maravilloso la experiencia. Hacíamos un viernes a la noche. Una función sábado al mediodía, otra función sábado a la noche, otra función en diferentes lugares, sobre todo en la zona donde tenía influencia, misión de amistad con su trabajo con el de los campesinos, con los indígenas. Entonces era, llevamos 3 o cuatro obras, nos subíamos en una camioneta, ya nos íbamos. A mí eso me sirvió mucho. Gracias a Rudi conocía el Paraguay y conocí el Paraguay actuando en Paraguay, digo, es decir mucho porque Rudi me obligó también a estudiar guaraní, yo no hablo guaraní, pero si puedo interpretarlo, bai bai, pero sí..

–ADS: ¿Igual ese proceso continuo incluso en la transición hasta la muerte de Rudi, prácticamente, no?

–El grupo de teatro creo que se disolvió allá por el 93 o 94, pero él siguió un tiempo con Misión y todas las actividades de Misión y haciendo cosas afuera.

–ADS: En tu inventario debe haber una cantidad importante y una calidad importante de directores, guionistas, a los que recordás. Te animás a citar a algunos?

–Bueno, yo trabajé con con casi todos los directores de mi época, ahora hay muchos nuevos directores con los cuales también estoy trabajando, pero bueno. Rudi a mí me marcó, creo que Carlos Aguilera, que fue un director uruguayo que estuvo en Arlequín, con el que yo estudié otra vez acá en el año 80 o 81 y con el que empecé a hacer teatro en el Arlequín. Carlos también me marcó. Tenía una manera muy particular, muy histriónica, de dirigir, muy agresiva también. Aún hoy, cuando yo hago un giro, hago un diagonal o sentate acá, pucha, acá está Carlos Aguilera. Y después hay otros como Erenia López, que también fue una gran maestra para mí acá en Paraguay, y después mi compañera, amiga, compañera, digo porque hace mucho tiempo que trabajo con ella, que es Galia Giménez. Que yo le debo a Galia un poco el, por lo menos conscientemente, el hecho de deglutir un texto, el hecho de saber dónde está el peso, dónde bajar, dónde subir y, bueno, otros más. Miguel Gómez, que fue un compañero entrañable, Tito Chamorro este último tiempo con Hugo Robles, que le pido a la gente, sobre todo a los directores jóvenes, que me llamen para que me muevan un poco la estantería, porque uno que tiene su registro y se siente cómodo en un registro sentado.

–ADS: ¿Estás tentado a decir “ya sé todo luego”?

–No, no, no, no es por humildad, es que la verdad es que cuando te viene un nuevo papel te viene una nueva propuesta, y uno dice que carajo hago con esto ¿Cómo me voy?¿para donde? ¿cómo hago? A veces, lógico, el oficio hace que uno vaya por acá. Pero uno necesita que te sacudan, que te propongan cosas diferentes. Además los chicos ahora son divinos, cantan, bailan, hacen acrobacias. Pero sí me encanta que me sigan desafiando.

–ADS: ¿Te parece importante el actor, como actor social, como persona que interpela la sociedad?

–Yo creo que en nosotros como actores, yo por ejemplo, no soy director, entonces yo como actor tengo una mínima parte en el hecho escénico, digamos entonces, a veces la gente me ha criticado para que hacer tal cosa si no tiene ningún mensaje, ninguna nota, digo yo necesito que mi oficio esté permanentemente en ejercicio. Si yo no ejerzo mi oficio, no funcionó, entonces yo creo, para mí lo esencial del trabajo actoral es que produce, lo que los sicoanalistas los psicólogos, dicen “la resonancia” ¿no?, cómo resuena en el otro y qué hace el otro con esa resonancia, qué le moviliza eso y qué devuelve. El actor, como actor social, aparte de lo político, de lo otro que pueda reivindicarse gremialmente.

–ADS: Cuando estás allí, qué ves en la gente que está sentada acá, supongo, obviamente la aprehensión por ver un espectáculo que le agrade, que le satisfaga, pero qué otro diálogo establecés con el público que viene. ¿Qué vínculos establecés con ellos?

–Yo no tengo una técnica para eso. Creo que, y eso es lo maravilloso del teatro, cada función es un encuentro y un desafío en el sentido de decir cómo va, cómo siente, no solamente con el público, sino también con tus compañeros, excepto que hagas un unipersonal, pero siempre es una cosa que se va creando y a veces, cómo se dicen, hay que remar, hay que remar, y eso se nota.


–ADS: ¿Alguna anécdota inolvidable que te haya ocurrido en este contexto y en esta relación con el público?

–A mí me pasa una cosa, yo soy muy conservador. Yo realmente no miro, excepto que tenga que interactuar en platea y que tenga que actuar en una interrelación con el público. En la obra mujeres, que es un unipersonal sobre textos de Eduardo Galeano que la hice con Galia Giménez me permitía esta cosa con el público. Y eso era algo maravilloso porque podés como ir dosificando, ver donde la gente se engancha. Y después con los compañeros, yo siempre cuento una, recuerdo haber hecho una obra con un director francés, en la Alianza Francesa, Scapin, de Moliere, y siempre me quedó esa imagen, yo tenía que entrar, estaba bajo una tela, y estaba como 10 minutos de estar ahí al pedo y realmente todos sorprendiéndose, todos los compañeros hablando en el camarín y yo ahí como un boludo, esperando (risas) pero es el mejor lugar del mundo. Uno putea, se enoja, pero es fascinante, da demasiado gusto.

–ADS: ¿Recordás algún Parlamento en todos estos años que te resuena siempre en tu vida y que te parece que es fantástico?

–Recuerdo lo último: Me guardan. Me guardan por mis silencios. Por las preguntas, por el miedo, por las ganas. Me guardan. Líneas demarcadoras. Paredes blancas, ventanas muy altas. Y los 6 diarias, si es que las hay. Sillón, diván, escritorio, de un lado él, o ella, o ellos, del otro lado yo. Una línea muy delgada nos separa. Una frontera casi imperceptible. Un abismo, al que ellos temen. Papel, tinta, garabatos, espejos. El reflejo de la memoria. Signos de maraña, en un juego perverso, que ellos creen importante. Es un texto de Hugo Robles, es lo único que recuerdo, sobre que lo escribió para la presentación del libro de un hermano mío y de otro psiquiatra, no me acuerdo ahora del nombre, y son 3 libros sobre el tema de la enfermedad mental.

–ADS: Si tuvieras que habilitar una temporada de 80 obras, a qué tres obras invitarías a tus amigos de hoy?

Para mí una obra memorables, ya dije, es Mujeres, de Galia. EL Unipersonal sobre Eduardo Galeano. No podría dejar de hacer Dédalo, que fue una obra de Miguel Gómez que para mí es entrañable con la versión que él hace, de Lorca, que es una cosa maravillosa y yo diría que el Príncipe Azul, dirigido por José Luis Ardissone con Jorge Ramos.

–ADS: ¿Y cuáles de ellas marcaron un cambio en tu vida profesional?

–Bueno, yo creo que, en realidad, tanto “Mujeres” que es el primer unipersonal que yo hice y como te dije donde aprendí a valorizar el texto y estar frente al público, creo que fue esa porque me dio mucha seguridad. También Dédalo, después “Gordas” con Robles y después “Versión 6″, que me abrieron a esta cosa de de bancarse el salir del closet, como le dicen. En Dédalo yacía un personaje mujer con un vestido de una cola roja de 10 metros que todas mis compañeras decían, vos tenés el vestido más bonito! Y después eso me permitió, olvidarme de esta cosa que tenemos muchos actores, que somos homosexuales, que es, que tenemos que estar haciendo como el Macho, pero como actor tiene que poder asumir, pero también tiene que poder hacer lo otro, entonces eso fue muy lindo para mí. Tanto “Dédalo” como “Versión 6″, con Paola Irún como los trabajos que hice con Robles.

–ADS: ¿Y como ves la formación de actores, cómo ves la escuela de teatro en Paraguay?

–Bueno, yo no puedo ser muy objetivo porque yo formo parte de un staff de docentes del Instituto Municipal de Arte. Y está también por ejemplo Bellas Artes también, que tiene, como creo entender que tiene como tradición una visión mucho más pedagógica, y están las escuelas privadas. Creo que los chicos nos pasan por encima a nosotros, esa es la verdad. Creo que nosotros tenemos que ponernos más acordes con los tiempos.

–ADS: ¿son más versátiles?

–Vienen con mucha más información y eso tiene dos cosas, se creen que saben todo por un lado y por el otro lado, en parte saben mucho del otro. Creo que se necesita una estructuración en todo el país de la formación de teatro, mucho más profunda, mucho más larga. Hacer el proceso de apropiación. Esto se enlaza con otra cosa, que el medio es muy duro después y que a pesar de que existen cosas que no existía tanto hace 20 o 25 años, apoyos como el Secretaría Nacional de Cultura (SNC), que Fondec, que fondos municipales, hay muy poca estructuración. No hay una política pública de teatro en ninguna de las instancias, no se sabe para qué se auspicia unas obras, para qué, por qué, con qué criterio. Y seguimos, aunque muchos compañeros míos están en desacuerdo, seguimos sin poder instaurar un elenco municipal de teatro. Acá hay elenco de botella, de cántaro, de lo que sea. Hay Orquesta Sinfónica, pero no hay Elenco Nacional de Teatro. Y nuestros jóvenes necesitan un espacio donde puedan trabajar de forma continua, no hay salas y lo digo acá, no hay sala. Necesitamos salas pequeñas, de 100, 70, 50 personas, distribuidas en todos lados. Para que la gente pueda acceder. Entonces muchos de los jóvenes están después de la formación, con todas las deficiencias que tienen la formación, están a pulmón, creando cosas. y abriendo espacios a pulmón, a pulmón.

–ADS: Es una fea palabra, pero el actor subempleado es un problema serio, digamos no?

–Pero es que todos somos subempleados! Se puede contar con los dedos, sin dar nombres, a la gente que vive de hacer teatro. Otra cosa es que subsistir con la docencia o subsistir, porque tenés medios aparte, pero vivir de hacer teatro, Si hay cinco es mucho en este país. Entonces se necesita, empezará a circular. Nosotros seguimos en el ombligo de Asunción, nuestras obras no circulan en el interior.

–ADS: ¿Hay más gente hoy o ayer en el teatro?

–Está más dispersa. Tenemos muchísima oferta. Creo que hay, quizás más que antes. Hay mucha oferta, en Asunción se hacen 60 obras de teatro al año, pero el disparate es que antes hacíamos 30 funciones cuando era más o menos bueno. Ahora la gente hace seis funciones y está feliz. Trabajamos dos meses para ensayar para hacer seis funciones. Es una vergüenza.

–ADS: ¿Y por qué pasa eso? Disculpame que sea tan quirúrgico.. pero es por determinar.

–Yo creo que no hay apoyo. Ahora no hay un solo auspicio privado. Ese es un punto.

–ADS: Lo otro sería que falte una especie de subsidio o algo así.

–O crear salas pequeñas distribuidas. En las gobernaciones de este país no existen salas de teatros pequeños, con luces, equipadas. Todo tendría que girar por el interior del país. Lanzamiento de libros, todo. Y no hay ningún esfuerzo de parte de la Secretaría Nacional de Cultura de estructurar eso con las gobernaciones.

–ADS: Te leía con humildad decir que estabas aprendiendo a actuar en Cine. Hablanos de tu experiencia en Leal, por favor.

–Pero no es humildad, te juro o sea, nosotros en este país no se puede decir que uno es actor de cine. Yo no puedo decir, soy actor de teatro e hice 2 obras. Yo hice dos películas y 3 cuatro audiovisuales. Tengo experiencia en “Sombras en la noche”, en cosas, pero no puedo decir que soy actor de cine. Entonces, cuando me dicen cine, yo le digo que es lo que quería hacer. Decime dónde me pongo, decime, qué es lo que hago y después me dicen querer ver, y les digo no quiero ver, porque yo no soy el que decido. En el escenario sé donde me pongo y sé qué debo hacer, pero en cine no. Yo no tengo experiencia en cine para tener experiencia en cine, uno tiene que haber hecho al menos 10 películas.

–ADS: ¿Pero te gustó la experiencia?

–Sí, tanto con Galia, con Leal como con Mangoré fue muy linda. Me sentí muy cuidado, muy respetado, muy cuidado en lo que no sé. Entonces fue muy lindo, mucha gente me criticó, para qué hacés Leal, no me importa. Yo me sentí muy bien, trabajé muy bien, me cuidaron, aprendí, fue hermoso.

–ADS: Terminamos la entrevista. Cuál fue alguna frase culminante que te resuene en la cabeza?

–Hay un monólogo maravilloso de Robles que habla sobre la no discriminación y básicamente lo que dice eso es; “Ni loca, ni puto, ni negro, ni campesino, ni esto ni esto. Yo soy un ser humano y me reconozcan como tal”. Lastimosamente no me acuerdo de todo el texto, pero es un monólogo maravilloso de Robles donde habla sobre la no discriminación a nadie. Es un texto que lo llevo muy adentro.

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