Fue noticia en el mundo hace unos días: un autorretrato de Frida Kalho, “Diego y yo”, en el que el rostro de ella, con lágrimas en los ojos, tiene grabado en la frente el de Diego Rivera como una obsesión, había sido subastado al precio récord de 34,9 millones de dólares. El que pagó esa suma es el mayor coleccionista de arte latinoamericano, fundador del Malba de Buenos Aires, el empresario argentino Eduardo Constantini.

En la casa de remates Sotheby’s de New York el ambiente era muy especial esa mañana de la segunda semana de noviem­bre. Entre otras obras y obje­tos valiosos, se podría decir que la “joya de la corona” era la pintura de pequeño formato pero de una enorme presen­cia y subjetividad.

Un auto­rretrato de la artista mexi­cana y universal Frida Kahlo, que llamaba la atención por la expresividad de un rostro (el de ella) de cuyos ojos brota­ban lágrimas y con un deta­lle muy especial: el rostro de Diego Rivera, el artista tam­bién mexicano con el que Frida vivió el paraíso y el infierno de una relación tempestuosa, pla­gada de drama, infidelidades y dolores. Como una síntesis de todo ello, esa imagen de Diego sobre la frente de Frida, como una obsesión de la que ella no puede liberarse del todo, es muy significativa.

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El empresario y fundador del Malba, Eduardo Constantini, junto a “Baile en Tehuantepec”, un cuadro del muralista Diego Rivera, pareja de Kahlo, que él adquirió en el 2016 por 15,7 millones de dólares y era el más caro de la colección hasta ahora.

Según expertos, “Diego y yo” fue pintada por Kahlo cinco años antes de su muerte en 1954 y es considerado como el último autorretrato que realizó. Por su tamaño redu­cido –30 centímetros de alto y 22,4 de ancho–, se cree que podría ser una de las pinturas que la artista realizó o retocó postrada en la cama, durante una de sus convalecencias en Casa Azul. La obra, además, tiene una dedicatoria: “Para Florence y Sam con el cariño de Frida”. Vale recordar que el sufrimiento de la artista, demostrado en esa obra, fue una constante de la vida en común de ellos. Frida decía que en su vida había tenido dos accidentes. “El del tranvía que me atropelló (que la dejó con graves secuelas físicas toda la vida) y Diego” que la marcó para siempre también.

LA MÁS CARA

Cuando el encargado del remate de la obra bajó su mar­tillo anunciando que “Diego y yo” ya tenía un nuevo dueño que había pagado nada menos que 34,9 millones de dólares, el mundo del arte y especial­mente los admiradores de la obra de Kahlo y Rivera sus­piraron. ¿Quién era el audaz y muy rico comprador que no temió destinar casi 35 millo­nes de dólares por un cuadro.

La respuesta no se hizo espe­rar. Eduardo Constantini, un empresario argentino de alto perfil, que fundó el Malba y es el coleccionista más impor­tante de acuerdo a expertos de arte latinoamericano contem­poráneo, era el nuevo dueño de la obra de Frida. Él había par­ticipado de la subasta por vía telefónica a través de Anna Di Stasi, la directora de Sotheby’s para América Latina. La casa de remates reveló su identidad en un mensaje de su cuenta de Twitter en el que definen a Costantini como “un colec­cionista de renombre con un compromiso de larga data de apoyar el arte y los artistas lati­noamericanos”.

La obra se con­virtió en la más cara del arte latinoamericano, destronando a “Baile en Tehuantepec”, un cuadro del muralista Diego Rivera, compatriota y pareja de Kahlo, que en el 2016 había sido adquirido también por Constantini en 15,7 millones de dólares. Recordemos que el precio máximo pagado hasta ahora por una obra de Frida Kahlo fue de 8 millones de dólares en el 2016.

JUNTOS EN EL MALBA

Seguramente ambas obras estarán junto a muchas otras de artistas de la talla de Xul Solar, Antonio Berni, Tarsila do Amaral, Ramón Gómez de la Serna y Wifredo Lam, entre otros. Ya en 1995, según espe­cialistas cercanos al empresa­rio, Constantini había inten­tado obtener dos obras de los mismos artistas mexicanos pero no pudo comprar ambas y se quedó con el “Autorretrato con loro y chango” de Kahlo, por el que pagó 3,1 millones de dólares –y dejó escapar el “Baile en Tehuantepec” de Rivera.

Frida y Diego Rivera, una relación que duró 25 años pero permanece unida por el drama y el arte hasta hoy.

Pero el destino hizo que más adelante, en el 2016 pudo adquirirla luego de perse­guirla durante mucho tiempo según declaró él a la prensa. Entonces, pagó el precio récord de 15,7 millones de dólares. Y ahora vuelve Frida a ocupar el primer lugar en el podio (si es que se puede llamar así) de las obras del empresario que seguramente veremos en el Malba una vez que se realicen las operaciones financieras y los traslados y demás activida­des relacionadas a los museos y exposiciones. Como en la vida real, a pesar de largos períodos de drama y separación, Diego y Frida volverán a estar juntos a través de sus obras.

Anna Di Stasi, la directora de Sotheby’s para América Latina, afirmó a la prensa antes de la subasta sobre la obra y la indudable relación entre Diego y Frida que son constante­mente relacionados no sólo en lo sentimental, ya que estuvie­ron 25 años en una difícil rela­ción, sino como artistas: “Creo que esta obra donde se ve ese drama, ese gran sufrimiento, esa gran relación que tenían, es parte de la lectura adecuada de la misma. Y eso es lo mismo por lo que el público se siente atraído a una obra de Frida Kahlo, es también ese tipo de emoción y relato biográfico”.

EL COLECCIONISTA

Feliz y exultante se lo observó al empresario Eduardo Cons­tantini ante los medios que le consultaron sobre la compra récord realizada por él. Entre otras cosas, el empresario de varios rubros entre los que se encuentra la construcción de barrios en Nordelta y numerosas empresas relacionadas con distintos rubros, dijo que “En Google, el artista más consul­tado a nivel global es Leonardo Da Vinci, y a él le sigue Frida. Por eso dice es tan importante esta adquisición, también para la Argentina”. “Frida es inmensa por el carisma y la admiración que provocan sus obras, y porque además ha tenido la capaci­dad de escribir su autobiografía a través de las imágenes que pintaba”. Sobre la llegada a Argentina de la obra y la posibili­dad de verla en el Malba, dijo: “Sí, será exhibida por períodos en el museo, aunque pasa a integrar mi colección personal. Y ahora estoy viendo cuándo va a viajar el cuadro a la Argentina, porque todavía no lo sé, pero con base en eso se planificarán las exhibiciones”. Costantini se refería a las 21 obras que com­pró durante la pandemia. En ellas invirtió otros 25 millones de dólares. Dos compras recientes de Remedios Varo, por ejem­plo, se exhibirán el año próximo en la Bienal de Venecia. Y Baile en Tehuantepec, que se reencontró con la de Frida en el Malba tras aquella separación de 1995, se exhibió hasta enero en el Whitney Museum y el año próximo participará de otra muestra en el MoMA de San Francisco.

“DIEGO Y YO”

La obra se había vendido antes en 1990 también en Sotheby’s por la suma de 1.4 millones de dólares y pertenecía al magnate del rubro inmobiliario Harry Maklowe y su esposa Linda que era una experta en arte que trabaja en el consejo de administración de la Fun­dación Guggenheim. Al divorciarse ambos en el 2016 luego de 57 años de matri­monio, en el juicio de divor­cio se determinó que debían dividirse por la mitad una fortuna de casi 2 mil millo­nes de dólares. Así, como parte de esa división de bie­nes, el cuadro fue subastado y ha logrado este récord.

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