Por Bea Bosio, beabosio@aol.com
El recuerdo de un hermano perdido en circunstancias dramáticas e inesperadas inspira a una joven a superar sus límites en su memoria.
Cuando Micaela se ató los cordones de sus zapatos esa mañana, sintió el filo de la nostalgia sacudirle el pecho, como si su hermano estuviera ahí mismo, con su sonrisa perenne y sus bromas pesadas. Era él quien le había regalado esos lazos con otros zapatos deportivos, pero Micaela los cambió a sus zapatos de carrera porque si estaba por correr la Maratón de Nueva York era en su nombre.
Apenas habían pasado cinco meses de la mala fortuna que había tenido Ilan, de estar justo en el lugar errado cuando ocurrió la tragedia.
Su hermano ni siquiera residía en la torre que colapsó esa madrugada. Vivía con sus padres en otra zona de Miami. Pero justo tenía un funeral de alguien cercano que había fallecido de covid y su novia –que estudiaba en Nueva York– voló a encontrarse con él para asistir al entierro. Decidieron quedarse en el departamento de vacaciones de la familia de ella en Champlain Towers, porque era más práctico dormir ahí, cerca de la sinagoga donde serían los ritos.
La noche antes de llegar su novia Ilan cenó con su familia y se despidió de ellos. A la mañana intercambió mensajes de texto con sus padres contándoles que ya estaba con ella y cerca de las 11 de la noche compartió una foto de los dos -radiantes– entrando al ascensor de la torre donde pernoctarían para seguir con sus planes al día siguiente.
Unas horas más tarde la torre se desplomaba, truncando para siempre sus vidas.
Micaela piensa en su hermano y todavía recuerda la pesadilla: la noticia. El shock. La espera. La angustia por saber algo de Ilan. Las horas. Los días… Y la esperanza perdida.
En aquel tiempo confuso de torrenciales lágrimas, Mica conoció a Amnón en un abrazo que le dio el rescatista israelí entre los escombros sin decir una palabra. No necesitó decir nada para que Micaela supiera que había encontrado el cuerpo de su hermano sin vida. Amnón había volado desde Israel para colaborar en las tareas de rescate y aquella vez que abrazó a la chica fue la primera vez en 20 años en que rompió la regla entrando en contacto con la familia.
El teniente coronel pertenece a las Fuerzas de Defensa de Israel y sus misiones de rescate lo han hecho recorrer el mundo. La norma general es no permitirse estas cercanías, porque el vínculo emocional altera la eficacia del trabajo, pero la dimensión de esta tragedia era inmensa y con Micaela sintió una conexión instantánea. Los dos son ingenieros. Piensan de la misma manera.
Racionales. Calculistas. Sobrepasados por el horror que veían, en idas y vueltas de mensajes intentaban descifrar la catástrofe. Pronto Amnón tuvo que volver a Israel, pero los mensajes no cesaron en la distancia.
— ¿Llegaste bien? — preguntó ella.
-Ya de vuelta con la familia –respondió él.
-Gracias por toda tu ayuda.
-Hola. Hoy no es un buen día –escribió Micaela una mañana. Voy a salir a correr a ver si me alivia.
-Buena idea. Respira.
Y en ese vínculo tecnológico entre lágrimas y empatía surgió la idea de correr juntos la Maratón de Nueva York que se realizó hace un par de semanas.
Compartiendo los tiempos por Whatsapp, fueron poniéndose en forma hasta que llegó el día en que por fin volvieron a encontrarse en la largada de la carrera para correr ambos en honor a Ilan.
El abrazo del reencuentro también fue callado, lleno de emociones profundas. Pero esta vez Micaela sintió una gratitud inmensa ante su nuevo amigo, que había viajado todas esas millas para correr a su lado y decidió que de alguna manera en ese gesto la vida le regalaba un nuevo hermano. Claro que nadie reemplazaría a Ilan, pero este cariño surgido de las grietas profundas de su dolor era un rayo de luz en el largo camino de agonía.
-¿Estás lista? –preguntó Amnon sonriendo antes de la largada y Micaela contuvo las lágrimas, bajando la vista hacia los cordones de su zapato.
Al hacerlo leyó la inscripción que le habían bordado a sus championes.
“Lo que no te destruye te hace más fuerte”.
Y con un suspiro, dio su primer paso.