Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com - Fotos: colección de Rigoberto Ramírez
Hoy Toni nos refresca aquellas noches asuncenas de show musical, cuando a la distancia se escuchaban los sonidos desde las alturas del legendario Restaurante Show Hermitage. A partir de ahí evoca junto a Rigoberto Ramírez (h) a las familias que vivían en sus alrededores y disfrutaban de hermosas melodías en aquellos finales de los años 70.
Es una calurosa noche de finales de 1979 y por la pequeña persiana de dos hojas de mi antigua casa de los alrededores del Hermitage llega un suave viento que trae desde la lejanía una hermosa melodía, es la voz de Valencia con Shamba Show, la música: “Quiero tener un millón de amigos”, un hit de aquellos años 70. Aquella chica que se conoció con Carlos Báez en el recordado Centro Paraguayo del Saber, que se habían casado en la iglesia de Cristo Rey y cuya fiesta de bodas se realizó, como corresponde, en el Hermitage. El acompañamiento multitudinario de los fans, desde la iglesia hasta la celebración consta en una hermosa instantánea de aquella época que hoy publicamos.
“ARQUEOLOGÍA BARRIAL”
Los recuerdos de los antiguos vecinos van y vienen. Con Rigoberto Ramírez, “Rigo” para los amigos, hijo del propietario del legendario establecimiento nocturno, realizamos un trabajo de “arqueología barrial” para unir los recuerdos de los “Antiguos vecinos del Hermitage”. Caminamos por las veredas y nos recordamos de la mayoría de los vecinos: los Vega Aramburú, los Argüello, que fueron dueños de la estación de servicio de Segunda y Tacuary, los Nieto. Otras familias como: los Ortiz Oddone, los Battilana, que eran cuatro hermanas; los Mannarini, los Palacios Cariboni, los Vidovich, los Edan, los Huttemann, los Giménez, familia encabezada por el gran don Remberto; los Guillén, los Jara Casco, los Orrego. Sobre Segunda Proyectada, los Köhn, los Speciale, los Báez, los Pavón, dueños de Panambí Turismo. También en la misma zona vivía el músico José Luis Miranda, los García Hornung, los Valiente, de la legendaria tienda de veladores “Casa Baby”; los Serratti, los Báez, los Ortega, los Vertúa y Ramiro Domínguez a quien “Rigo” veía siempre en su corredor. “A veces leía algo, a veces estaba pensativo, a veces lo saludaba, siempre sencillo con una camisilla o una remera blanca” nos cuenta.
EL VIEJO CASERÓN MUSICAL
Sigue diciendo: “En la esquina de Segunda y O’Leary estaba un apacible y antiguo caserón con corredor y un hermoso patio frontal con árboles frutales, que hasta ahora sigue intacto, nadie se imaginaría que ahí quedaban los Estudios Matz, donde grabaron sus más grandes éxitos los Aftermad’s. Era también la residencia de Jhon Baldwin G., uno de los integrantes de ese legendario grupo paraguayo, que en su primera época estuvo conformado además por Carlos Báez, José Marín, Ricardo Candia y Jorge Larán”.
Algo muy simpático es que a media cuadra del Hermitage quedaba el Nigth Club El Dado Rojo, lo chistoso, después de cerrarse ese local se puso un lugar de contemplación de un grupo religioso, los recuerdos van y vienen. Y todos ellos rodean al legendario Hermitage y todas sus glorias pasadas desde principios de los años 60 hasta su final en 1987. Hoy, pasar frente a esa moderna fachada diseñada por Carlos Colombino bien a principios de los años 70 es recordar una época de la noche asuncena que ya no volverá, pero quedarán los viejos sonidos arrimados por el viento a nuestros oídos vecinos, con las voces de Yberá, de don Agustín Barbosa, Carlos Báez, Betty Figueredo o los hermosos recuerdos de aquella rubia de ojos claros llamada Valencia.
DESDE 1962
Así, aquel local que había empezado en 1962 en la esquina de Yegros y Fulgencio R. Moreno, una creación de un ciudadano italiano de apellido Bocaccio, un personaje de un aspecto muy vistoso por su volumen y su moño, que luego le vende el negocio a Aurelio Sosa, quien cuando se vio en dificultades económicas le transfiere a don Rigoberto Ramírez en 1967, con quien tenía una deuda.
Hasta 1971 funcionó en la calle Yegros, año en que se muda a su nuevo local de 15 de Agosto entre Primera y Segunda, en una empinada geografía donde siempre resaltaba un gran cocotero que formaba parte de la arquitectura.
Junto a Rigo, sigo caminando por las calles del barrio buscando más recuerdos en algún rincón, en alguna esquina, tal vez reaparezcan algunos antiguos vecinos que ya no están para contarnos más recuerdos de los alrededores del viejo Hermitage. A mí, en el momento, me vienen a la mente fragmentos de Noches del Paraguay, una vieja letra de Pedro Carlés y música de Samuel Aguayo:
Viejos recuerdos trae mi memoria y llega el hado que es todo un ay; mi pecho enfermo dulce en ti piensa noches hermosas del Paraguay.
Y mientras, vuelvo por un segundo a mi infancia a recordar aquellas bellas noches de 1979 que desde la ventana de mi niñez el viento me llevaba música del viejo Hermitage.