Fotos: BID | Rodrigo Duarte / MOPC
El agua potable llegó a cuatro aldeas de la comunidad indígena de Yalve Sanga, en Loma Plata, Chaco paraguayo, por primera vez, lo que se convirtió en un hito histórico. Los habitantes de esta comunidad beberán agua tratada y sus niños y niñas conocieron lo que es jugar con el agua.
Cuando José Enrique Manjarés, el especialista de la División de Agua y saneamiento del BID, abrió la llave de paso para que el agua salga y bañe a los niños y niñas indígenas, ellos se quedaron casi atónitos, en principio. Era raro para ellos y ellas esta situación. En el árido Chaco, a 410 kilómetros de Asunción, donde está ubicada la aldea Samaria, jugar con el agua era algo impensado. Casi prohibido.
La aldea Samaria está compuesta por 215 familias. Allí, el miércoles 10 de noviembre último se llevó a cabo un evento significativo, por todo el peso histórico de lo que ocurrió. Por primera vez, estas comunidades indígenas y no indígenas recibieron agua potable y en abundancia gracias al proyecto del Acueducto. En pleno año 2021, en Paraguay todavía hay zonas donde la llegada de agua potable es celebrada.
Alberto Sánchez, encargado de la Coordinación de Agua Potable, Saneamiento y Obras Hidráulicas (CAPSOH) del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), organismo que lleva adelante la obra del acueducto, comentó que el proyecto está avanzando en su segunda etapa y que la distribución de agua potable se realiza gracias al programa Redes, un proyecto financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que entregó 60 millones de dólares, más un préstamo de 20 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Sánchez calcula que para este diciembre ya estará terminado todo el proyecto Redes, que terminará beneficiando a 87 comunidades indígenas del Chaco, con una incidencia directa en 37 mil habitantes de las localidades de Mcal. Estigarribia, Villa Choferes, Cruce Loma Plata, Cruce Pioneros y Tte. Irala Fernández.
Según los cálculos del MOPC, al menos 22.000 indígenas que pertenecen a las comunidades de Yalve Sanga, Nueva Promesa, La Armonía, El Estribo, Paz del Chaco, Nueva Vida, Uj’e Lhavos, Yvopey Renda, Cacique Mayeto, Cayin’o Clim, Laguna Negra, Sana Teresita, Colonia 22, Colonia 15 de Agosto, entre otras, serán beneficiadas con agua potable con esta obra.
Sánchez comentó que el proyecto abarca la construcción de redes domésticas o comunitarias, y que eso se realiza de acuerdo a lo que deciden los pobladores de cada aldea dentro de las comunidades. “Se respeta lo que ellos deciden, porque algunas aldeas no quieren canilla en cada casa, sino un tanque y una salida de agua comunitaria. Pero por supuesto que ya todo es agua potable, tratada”, explicó el profesional.
El proyecto del acueducto se inició en Paraguay en el 2009 con la idea de llevar agua potable a las localidades más alejadas de Asunción. Con diferentes procesos y matices, finalmente el proyecto se retomó con fuerza en el 2018. El acueducto tiene su planta de tratamiento en Puerto Casado (Alto Paraguay), a orillas del río Paraguay, de donde parte recorriendo 203 kilómetros, hasta llegar a Loma Plata. La extensión total del acueducto es una de las mayores de Sudamérica, ya que la aductora principal tendrá 522 km.
Hasta antes de la llegada del agua tratada, los indígenas de estas comunidades juntaban el vital líquido de las pocas lluvias caídas en estas épocas, o tenían que recorrer kilómetros buscando algún tajamar de donde poder conseguir un poco, algo que pueda ser bebible.
Las temporadas de sequía son fuertes en esta zona del Chaco, golpeada por la deforestación y donde las comunidades indígenas se ven más afectadas por la falta de agua, principalmente para beber.
Los gritos y empujones entre los niños y las niñas indígenas de la comunidad Samaria desata la risa generalizada entre los presentes durante el acto de oficialización de la llegada de lo que, hasta la semana anterior, conseguir significaba todo un sacrificio para los indígenas.
Los niños y las niñas de estas comunidades indígenas ahora saben lo que es jugar con el agua.