Por Nicodemus Espinosa, texto e ilustraciones
Nuestro Nicodemus Espinosa, como lo explica en esta nota, tuvo que salir de su rutina de trabajo en la mesa de dibujante y su paseo al primer nieto para ir a vivir una experiencia diferente: cuidar y acompañar a un familiar internado en el Hospital Central del IPS. Allí encontró un mundo en el que conviven los dolores y las alegrías, donde acude gente de todo el país, con sus sueños de salud y sus tristezas. Todo lo “cuenta” en las imágenes que fue capturando con su mirada y volcando en las páginas en blanco de su infaltable cuadernillo de dibujo. En primera persona, nos relata esos días en el universo de la gente a la que algunos llaman con cierto desprecio: “común”.
Estos días que pasaron tuve la oportunidad de salir de mi rutina, de mi acostumbrado y organizado ajetreo cotidiano. Acompañé a un familiar al Hospital Central del IPS. Fueron jornadas que comenzaban antes que saliera el sol y culminaban cuando la tarde se estaba yendo. Descubrí un universo totalmente desconocido, un país paralelo al que vivimos en las casas, en las calles, en los bares, en nuestros barrios. Un mundo distinto con cuya gente me identifico. Vi tristeza, dolor, angustia, sueño, cansancio, desesperanza, pero también vi esperanzas, vi alegría, sonrisas, vi a un pueblo estoico que verdaderamente lucha por sus semejantes al lado de ellos, codo a codo. Vi solidaridad, mucha solidaridad. Vi empatía.
Que lejos de aquellos políticos que hablan de “pueblo”, pero ante el primer resfriado se refugian en algún sanatorio VIP de la capital… O directamente viajan a hospitales exclusivos de otros países. Ellos no verán esto nunca, ellos pertenecen a un planeta de egos galopantes.
Destaco la actividad de los profesionales de todas las categorías que allí desarrollan sus tareas, dispuestos a satisfacer cualquier duda, siempre atentos a las inquietudes de la gente. A ellos van dirigidos nuestros agradecimientos, a los médicos, a los residentes, a las licenciadas, a los camilleros, al personal de alimentación… A todos ellos que, pese a numerosas palpables falencias, cumplen con su loable trabajo. Nuestros especialísimos agradecimientos a todo el personal del piso 7, cardiología, y a los de hemodinamia, en el subsuelo. Sinceramente, ¡¡¡ MUCHAS GRACIAS!!!
Los momentos de larga espera los aproveché (esta vez no olvidé mi cuadernillo) para ejercitar la observación y los apuntes rápidos que quizás alguna vez los pueda convertir en un dibujo o pintura, más trabajados. Y serán, en homenaje a ellos. Esta fue mi cosecha: