Este domingo, Crónicas del Alma rinden un homenaje especial al gran Robin Wood y lo hacen de forma singular, Yuki Yshizuka, la ilustradora habitual de este espacio, es la que toma la palabra y conversa con otros dos grandes de ese oficio: Roberto Goiriz y Kike Olmedo, que nos presta la ilustración que adorna estas páginas. Un “in memoriam” singular y cálido para el maestro.

“Zapatero a tu zapato”, es lo que decían en mi casa cuando tocaba hacer o decir algo con la propiedad de quien sabe. Por eso en esta crónica que rememora la vida del gran Robin Wood, le pido a mi ilustradora habitual Yuki Yshizuka que se vuelva prosa y lo nombre. Yuki conoce de cómics no solo por la tienda que tiene hace años, sino tam­bién porque ilustrar es su arte.

Entonces será ella en las pala­bras este domingo, en conver­sación con otros dos gran­des: Roberto Goiriz y Kike Olmedo, autor de la ilustra­ción que adorna este escrito.

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Así este “in memoriam” adquiere todo el peso de una conversación entre entendidos, que empieza con los recuerdos de Yuki:

“Escuchar hablar a Robin era encontrarse con esa narrativa llena de aven­turas sin límite, que fácil­mente alcanzaba un vuelo que solo su ilustrada ima­ginación sabía dar. Esa noche en su casa en compa­ñía de Graciela –su compa­ñera incansable– hablando cómodamente, me hizo recorrer las fabulosas viñe­tas de su vida, las que nadie nunca podrá dibujar mejor que él con la palabra.

Un guionista de cómic como creador sabe qué dibujante es el más capaz de dar vida a cada personaje. Mi favo­rito era Pepe Sánchez, esa especie de James Bond argentino, célebre por sus torpezas y su insolencia. El humor de Robin tenía la candidez de aquel otro genio, Goscinny y con los dibujos tan expresivos del argentino Carlos Vogt con­figuraron el personaje y el tono a la perfección.

En Paraguay, Robin trabajó con dos grandes dibujan­tes que muchos años atrás se habían abierto camino con todas las limitaciones que este mercado presenta incluso hasta hoy: Roberto Goiriz, uno de los pioneros en el cómic nacional que también supo ser su amigo, y Kike Olmedo, a quien cono­ció tiempo después.

Goiriz recuerda que los guiones de Robin en sus inicios eran más simples, pero que rápidamente evo­lucionaron a una narrativa que exploraba la dimensión humana, y le dotaba a sus personajes de una profun­didad que no era habitual en ese entonces, con carencias, hazañas, virtudes, defec­tos, razón por la cual tenían esa capacidad de lograr la empatía e identificación con el lector.

Para él, trabajar con Robin, además de ser un honor y un privilegio, era muy fácil porque sus guiones eran fantásticos, pensados para cada dibujante en especial. Ambos compartían su afi­ción por la historia y así nace “1811″ el primer cómic sobre la Independencia del Paraguay, en formato grapa. Ese y otros como Warrior-M fueron creados por la dupla Goiriz-Wood.

Tiempo después Goiriz le presenta a su colega Kike Olmedo, quien también recuerda a Robin con total admiración y gratitud. A Olmedo le dijo: “Tenés mano para Dago” y desde entonces lleva cuatro años dibujando Dago para Ita­lia. Olmedo cuenta su total incredulidad cuando Robin le encomendó la tarea. Le dijo: “¿estás loco? ¿Yo tocando la creación del maestro Salinas y luego de Carlos Gómez?” Robin insistió tajante como era: “tenés la mano y el talento y sé que podés. Este es el guión, necesito tres pági­nas para pasado mañana” y esa oportunidad única impulsó la carrera de Olmedo.

Robin disfrutó enorme­mente de la admiración de sus fans, sobre todo en Argentina, donde forjó su carrera y en los últimos años el reconocimiento, premios y honores tam­bién en Paraguay. Una vez me dijo que él no era de nin­gún lugar.

Y es que en verdad los años lo habían vuelto como una suerte de patri­monio de todos. Por­que Robin Wood era un hombre del mundo, cuyas creaciones no conocie­ron fronteras y forman el imaginario colectivo de toda una generación...”.

Gracias por su enorme legado al mundo maestro, descanse usted en paz.

Etiquetas: #Robin#Wood

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