En una charla con Augusto dos Santos para el programa “Expresso” del canal GEN, el empresario Guillermo Caballero Vargas asegura que si Paraguay logra solucionar los problemas del campo, el país está encaminado a grandes cosas. Habla sobre los inicios de Manufactura de Pilar, su incursión en política y de cómo históricamente su familia estuvo vinculada a los eventos políticos de Paraguay.

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  • Pánfilo Leguizamón

–Augusto dos Santos (ADS): Caballero, un apellido muy consustan­ciado con la historia y la historia política paraguaya. Hablemos un poco de sus raí­ces en primer lugar.

–Los Caballero llegaron a Para­guay hace muchísimo tiempo. Alguna gente me dice ¿usted es paraguayo de origen? Sí, de 400 años le digo. Y después tuvimos algunos otros Caballero que han sido patricios o próceres de nuestra historia. La verdad es que a los paraguayos nos cuesta remontarnos más allá de nues­tro bisabuelo. En general quizás la propia Guerra del 70 hizo que se cortaran un poco los víncu­los familiares y que en algunos casos desaparecieron. Enton­ces la cuenta que hacemos hoy de nuestro antepasado se inicia casi después de la guerra. Noso­tros sabemos que los Caballero están hace muchísimo tiempo, pero yo no te podría decir este, recitar los antecesores. Puedo sí comenzar con el General Caba­llero, que es uno de los hombres menos discutidos del país. Te habrás dado cuenta de que hay prohombres que son poco dis­cutidos, uno de ellos Caballero y el otro es Eligio Ayala, su familia después por supuesto sigue enredada con el tema de la política, mi abuelo fue político, pero te comento esto como algo muy peculiar o pintoresco. Mi abuelo fue uno de los jóvenes del Partido Liberal que por ejem­plo llegó a un pacto, un acuerdo con el coloradismo allá por 1911, época de revoluciones y de tur­bulencias, y el acuerdo lo firman tres colorados y tres liberales. Por el lado de los colorados, uno de ellos fue el general Caballero y por el lado de los liberales, firmó Marcos Caballero Codas, que es mi abuelo.

–ADS: Ah, mire...

–En mi familia lo de la traición política no existe, la constante es el cambio. En el caso de mi familia, mi padre se suscribe a una de estas corrientes, que se pone muy en boga por los años 20, 30, 40 y me refiero al socia­lismo, el comunismo, al fas­cismo y al fachismo. Entonces, para ser corta la historia, papá pasa a pertenecer a las filas del socialismo. Digamos que tiene como refugio un partido que se funda en el 51, que es el Par­tido Revolucionario Febre­rista. Bueno, mi padre estuvo enrolado en este partido y fue presidente del partido un par de ocasiones. Bueno, y enton­ces para seguir con la tradición del cambio, yo no fui colorado ni liberal ni febrerista.

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–ADS: Recuerdo que mencio­naron mucho su parentesco con el general Caballero en la época de la fundación del Encuentro Nacional. Supongo que en un país como Paraguay le habrán dicho “doctor Caba­llero Vargas, usted tendría que ser colorado, ¿no?

–Claro, por supuesto. Bueno, yo nunca quise en realidad explo­tar el parentesco con el gene­ral, porque como no estaba afi­liado al Partido Colorado, me pareció medio de mal gusto desde afuera aprovechar el parentesco. Por supuesto que mucha gente conoce, mucha gente habló de eso, pero per­sonalmente nunca autoricé además al Encuentro Nacio­nal que utilicen la imagen del general Caballero como lo que fuere. Pero efectivamente eso de que hubo gente de que me tiraron la idea de afiliarme al coloradismo. Y para serte muy sincero, en algún momento dado, con Elucides pensamos en eso. Creíamos que podía ser útil ser del Partido Colorado por aquello de que los partidos tra­dicionales son casi indestructi­bles en este país, y si uno quiere influir en la política nacional, o sobre todo en la organización del Estado nacional, habría que afiliarse a uno de estos partidos.

–ADS: ¿Cómo fue la ins­piración, incluso de fiesta diría, del Encuentro Nacio­nal en un momento también muy especial, como fue la democracia en el país. ¿Qué recuerda de eso?

–En realidad, la idea de crear el Encuentro Nacional surge allá por el 85 más o menos. Nos reu­nimos con algunos amigos libe­rales, febreristas, demócratas cristianos y algunos colorados, imaginando que teníamos que programar una salida orques­tada y ordenada al término de la dictadura. Que en realidad, para serte sincero, lo hacíamos con un ejercicio intelectual, porque nos dábamos cuenta de que era muy difícil finalmente después de tanto tiempo inten­tar un derrocamiento del pre­sidente. Ya sea por las urnas o por fuera de ellas. Y ocurrió lo que debía ocurrir y que era quizá la única manera de que se fuera, la caída salió desde den­tro. Bueno, entonces cuando se produce el golpe y vos te acor­darás, fue una época gloriosa, porque cada día había algo que festejar. Se abrían las radios, los diarios, las manifestacio­nes públicas eran ampliamente toleradas. Se llama a unas elec­ciones para una nueva Cons­titución y sobre la marcha un llamado a elecciones para el 93. Y el general Rodríguez tuvo mucha suerte además, porque le tocó bailar con la más linda, se diría, desde el punto de vista económico. En su época, por el 89, Brasil estaba con una moneda muy sobrevaluada, lo cual hacía que el Paraguay fuera muy competitivo y des­pués, esos tres o cuatro años de Rodríguez fuimos ayuda­dos por un clima muy benigno, tuvimos muy buenas cose­chas, tuvimos un comporta­miento económico formidable y bueno, así que fueron cuatro años de festejos.

–ADS: Hay otro aspecto tam­bién auspicioso, que fue el regreso no solamente en la oposición, sino también en el Partido Colorado, de figu­ras que andaban en el exte­rior y que reforzaron mucho el arranque de la democracia.

–Bueno, te decía que, ya hacía el año 80, 82, con el adveni­miento de una nueva política norteamericana, Carter al poder y cambian las cosas. Al punto que teníamos amigos en diversas comisarías y cárceles del país, este allá por el año 77 y cuando llega la orden de que la política cambiaba en algo, así como en dos o tres meses se vaciaron las cárceles en Para­guay y se produce una libera­ción general de los políticos o estudiantes que habían imagi­nado alguna cosa en contra de régimen, pero todo eso se libera y se produce un periodo de una dictadura más blanda. Vuelven los del Mopoco, por ejemplo, que es cierto que vivían vigila­dos por una banda de pyrague detrás, pero no menos cierto que estaba nuevamente en su patria. Apenas terminadas las elecciones del 93, imaginé, no sé si con acierto o no, que el partido no podía tener liderazgo único. Teníamos una serie de posibles líderes del Encuentro Nacional como Euclides Acevedo, Carlos Filizzola, por citar a dos, pero había otros más que apuntaban bien y creí que había que efec­tivamente alternar en la con­ducción del Encuentro Nacio­nal. Y eso funcionó durante varios años hasta que después se produjo un primer desmem­bramiento con Carlos Filizzola que se va y con los años se pro­dujeron varios más, varia gente que después fue formando su propio movimiento.

–ADS: Fue como una figura fundacional de otros partidos, digamos...

–Exactamente. A partir del Encuentro Nacional nos ato­mizamos en cuatros partidos menores. Que después esto se ve, se corrobora, que los sec­tores independientes o de izquierda del país, apoyados por un partido político, podían llegar. Que es lo que pasó con Lugo. Que si no tenía el apoyo del Partido Liberal, no llegaba. Creo que fue una época refun­dacional digamos de la política paraguaya, donde participa­mos todos. Estaban los colora­dos que hicieron lo suyo, porque la verdad es que los colorados hicieron una gran gestión, los militares ni que hablar, apenas se fue Lino Oviedo y los mili­tares se llamaron los cuarte­les. Y vos te das cuenta de que hace digamos 20, 30 o 40 años atrás, lo primero que noso­tros sabíamos era quién era el comandante de la Fuerza Armada del país, al margen de que el presidente era Stroess­ner. Pero quién era después, todos sabíamos.

–ADS: Y eso porque eran gra­vitantes...

–Sí, eran gravitantes. Hoy, si yo te pregunto quién es el coman­dante la Fuerza Armada, no me contestás. Eso significa que los cuarteles se han profesionali­zado y están en lo suyo, no están en la política. Esto también es algo que a veces nos olvidamos de valorar, pero es muy impor­tante. Acá se acabaron las posi­bilidades de asonadas milita­res que pudieran dar un golpe a la democracia.

–ADS: ¿Cuáles son, desde su punto de vista, los principa­les desafíos que tiene la polí­tica de cara al futuro?

–La política paraguaya de hace mucho tiempo tiene un desafío principal, de que no queremos darnos cuenta, o como que es muy compleja la resolución de este problema, simplemente hemos decidido ignorarla. Yo creo que si no entendemos y esto va para todos, si no enten­demos, de que la formación sociopolítica del país tiene cier­tas peculiaridades que no tie­nen otros países de la región, creo que vamos a estar perma­nentemente llegando a aquí de un grado de inversión, pero no vamos a llegar a la gran inver­sión. Y no vamos a llegar al grado de inversión hasta que no resolvamos, o por lo menos no reduzcamos a un mínimo, la problemática rural en este país. Si nosotros queremos ser via­bles a largo plazo y queremos ser un gran país, un país desa­rrollado, tenemos que resolver el problema del campesinado paraguayo. Es inútil ignorar esto. Más tarde o más tem­prano nos puede traer graves consecuencias, ya se produce una situación de inseguridad en el norte debido a esto. Acá no se trata de que sean comunis­tas o no sean comunistas, acá se trata de que es un problema real y ese problema real no lo enfrentamos. Para mí ese es el desafío de cualquier gobierno que a partir de ahora se haga cargo de los destinos del país.

–ADS: ¿Cuáles serían algu­nas bases de resolución del problema?

–Y ahí está lo que te decía, igno­ramos el problema porque la resolución es bastante difícil. Pero yo te diría que tendríamos que empezar por lo siguiente; primero reordenar el catastro para saber quiénes y dónde están. Segundo, tenemos que afincarlos a nuestros agriculto­res, a los que quieren serlo, con tierra propia. Y tercero, aquí está lo importante: es absoluta­mente necesario llevar masiva­mente una extensión cultural agrícola a nuestros campesi­nos. Ellos no pueden salir de su pobreza al no conocer la tec­nología que les pueda permitir recuperar la fertilidad de sus tierras. La reforma agraria repartió tierras vírgenes, pero sin machete ni azada y mucho menos financiación. Así que todas esas tierras han estado siendo explotadas y sobreex­plotadas sin ningún tipo de res­titución de la fertilidad de su suelo. Hoy esos suelos tienen una productividad bajísima, no hay buenos precios agríco­las que les arreglen porque la productividad es bajísima. Hay que empezar por ahí. Estamos hablando de por lo menos 500 mil hectáreas. Pero es el pro­blema mayor que tiene el país, y si no nos damos cuenta de esto, no vamos a llegar muy lejos. No vamos a llegar muy lejos.

–ADS: Supone un compro­miso de pensamiento, por­que hablamos siempre de educación, de salud y a veces nos preguntamos cuánto debate el Congreso en edu­cación, en salud...

–Cuando hay un pedido de aumento presupuestario. Pero el campo te va a seguir avisando que están. Y no quiero que esto pueda prosperar, verdad. Pero no es a balazos nomás que vamos a arreglar esa cuestión. Porque la cuestión está insta­lada en todo el país. Creo que desde Itapúa hasta Amam­bay, y creo que estamos exage­rando de nuestra buena suerte que esto no se haya extendido a otras regiones.

–ADS: ¿Lo que plantea es un paquete de planes estructu­rales de desarrollo rural?

–Absolutamente. Si además a esto le agregamos un esfuerzo educacional, realmente impor­tante. Por ahí creo que vamos a sacar a este país de la pobreza, de la inanición, a pesar de que crecemos, pero no lo suficiente.

–ADS: Porque hay una cues­tión interesante y es el hecho de que este es un país que se admira fuera, como quedes de un telescopio se ven cosas.

–Es que es así, y yo me alegro que así sea, pero tenemos que entender que esa mirada opti­mista que hay afuera sobre Paraguay, casi de admiración, es una mirada que proviene de sectores empresariales gene­ralmente. Donde ven que aquí se respetan las reglas de juego, a pesar de lo que quieran los camioneros, pero se respeta. Es decir, Paraguay tiene reglas y eso es lo que se admira. El que está afuera no tiene la obliga­ción de ver el interior profundo de Paraguay, pero nosotros los paraguayos sí estamos obliga­dos a ver el interior profundo de nuestro país.

–ADS: ¿Es imposible pensar en la explotación macro del algodón en Paraguay?

–Bueno, este capítulo se entronca con lo que acaba­mos de decir. Tenemos un gran problema de refertili­zación del suelo en el país. El algodón se puede revita­lizarlo, pero lo que ocurre es que el algodón ha venido cayendo de productividad de una manera extensible, y hoy el agricultor saca a 700 a 800 kilos por hectárea, no hay buen precio internacio­nal que pueda compensar esa baja productividad. Entonces el algodón también puede ser un elemento de reactivación, pero a condición de que resol­vamos estos temas que aca­bamos de comentar. El algo­dón en realidad también va a resurgir en Paraguay, está resurgiendo vigorosamente en el Chaco paraguayo, pero hoy tiene y va a tener toda­vía por un buen tiempo. El problema del Chaco para­guayo son las lluvias y en el caso del algodón, es uno de los cultivos que mejor resiste la sequía, entonces hoy en las colonias menonitas se está iniciando una etapa de crecimiento. Entonces para algodón empresarial ideal porque una cosechadora que puede hacer 100 hectá­reas en la Región Oriental en la Región Occidental puede hacer 400 hectáreas.

–ADS: Hábleme de la expe­riencia de lo que fue la histo­ria del nacimiento de Pilar, de Manufactura de Pilar.

–En realidad la industria del algodón, no la industria, la manufactura realmente, viene de la época de la Conquista. Ya los guaraníes conocían el tema del algodón. Es más, en una época entre 1550 y 1570 la moneda de cambio en Paraguay era el lienzo de algodón. Se com­praba y se pagaba con yardas de lienzo de algodón. La indus­tria fundamentalmente se ini­cia con la industria de Pilar, la que realmente tiene caracte­rísticas industriales, se inicia en 1930. En realidad, el profe­sor Federico Alberzoni, que es el fundador, un ingeniero textil italiano, primero pone una usina, para darle electri­cidad, Pilar recibe electricidad de la manufactura. Pero ense­guida nomás trae unos telares, importa hilado de la Argentina, empieza a tejer y sobre la mar­cha abre una pequeña tintore­ría. Al punto que en dos años se puso a tiro de poder ser el proveedor de tejido de algo­dón, que era lo único que había desde luego, de tejidos al Ejér­cito paraguayo en campaña. Todo ese verde’o que vemos en fotos o películas y que admira­mos en la foto de la guerra.

–ADS: ¿En la guerra?

–Sí, todo eso es tejido de Pilar.

–ADS: ¿Y la proyección de la industria textil? Porque han sucedido muchas cosas por el camino como, por ejemplo, los procesos de automatiza­ción, de achicamiento diga­mos de procesos industriales, que en todo el mundo han sido procesos traumáticos, que tenían 5.000 trabajadores y terminan con 500.

–Es nuestro caso. Efectiva­mente la modernización tex­til ha expulsado miles de tra­bajadores. Y para que tenga una idea, nosotros compra­mos Pilar en 1982 y cuando compramos esa empresa tenía 536 telares. Unos años des­pués renovamos ese parque de máquinas y con 97 telares modernos sustituimos 536. La cantidad de gente que tuvimos que indemnizar e irse a buscar trabajo a otra parte, y eso sigo ocurriendo en todos los secto­res. En Chile por ejemplo desa­pareció por completo la indus­tria textil, pero totalmente.

–ADS: ¿Y qué significa China en todo este contexto. Es difí­cil una guerra comercial con China, ¿no?

–Debo decirte que Europa no resistió tampoco la competen­cia china. En Europa acabó la industria textil. En Estados Unidos mató a la mitad de la industria norteamericana y la otra está ahí tambaleante. Te voy a relatar y vamos a lle­gar a la simple conclusión de que China nos barrió a todos. Lo que ocurre con China, que aparte de una disciplina de trabajo de hierro, es un país con sentido histórico. China sabe muy bien a dónde quería y a dónde quiere llegar, puede volver a hacer la primera potencia mundial. Lo era en el siglo XVIII y lo va a volver a ser. Ahí nomás está. China nos barrió con sus salarios bajos. China aprovechó esa hegemo­nía para modernizarse de una manera tremenda. Hoy China tiene el parque de máquinas textiles de las mejores del mundo.

–ADS: Su diferencial ya es industrial.

–Hoy ya es tecnológico. Su competitividad hoy pasa por su tecnología. Sobre todo los paraguayos tenemos que entender que no podemos ignorar a China. Paraguay está pretendiendo darle la espalda a la mitad del planeta en térmi­nos económico-comerciales, la mitad del planeta. No sé si nos podemos dar ese lujo.

–ADS: ¿Cómo está viendo la industria en Paraguay?

–Yo estoy viendo que han lle­gado nuevas industrias a Para­guay. De lo poco que recuerdo que no estaba vinculado al agro, son los plásticos, y des­pués la industria químico-far­macéutica. Pero hoy hay una serie de otras industrias nue­vas, por ejemplo, la cementera que está creciendo, también la industria alimenticia ha cre­cido mucho. Yo sinceramente no pensé que en esta etapa de mi vida empresarial podía mirar con tanto optimismo a este país. Si nos resuelven algunos paraguayos, porque yo ya no voy a resolver, pero habrá paraguayos que quieran y puedan resolver el problema de la agricultura familiar cam­pesina, entonces este país se encamina a grandes logros.

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