Por Bea Bosio, beabosio@aol.com
Nada más lindo que la memoria colectiva para recrear la historia de un barrio. En cada esquina una anécdota, un amor, un desencanto. Si uno viera las ciudades desde el microcosmos de cada vecindario resolvería el misterio de la vida misma. (O al menos tendría el arrojo de intentarlo.) Sobre todo, en los barrios vivos, donde los niños crecen juntos y la gente se ve y se reconoce en el cotidiano. En un barrio vivo, vecino equivale a hermano. Compañero de aventuras en la infancia, cómplice de adolescencia y depositario de los recuerdos que van quedando. Pocos lugares de nuestra ciudad tienen ese privilegio, y Sajonia es uno de ellos.
No soy del barrio, pero desde niña sentí particular curiosidad por ese lugar del otro lado del centro con el requinte de la avenida Carlos Antonio López y sus casonas paquetas sobre el asfalto. El Mangrullo y sus árboles añejos, y la cercanía al río de atardeceres cálidos. Pero nada me ha transportado tanto a ese sitio, como las páginas del libro de mi colega y amigo Toni Roberto, que en “Un viaje a Sajonia” recorre la espina dorsal del vecindario, para dejarnos no solo un compendio de fotos e ilustraciones de su talentosa mano, sino historias: Pequeños relatos testimoniales que tienen la fuerza narrativa de quienes han vivido sus calles. En esta polifonía de voces rescatadas por Toni, surge la identidad entrañable y se afianza en lugares, costumbres, ritos, que marcan a fuego aquel lugar íntimo de donde vienen los sajones, y de donde vieron el devenir del mundo en sus tiernos años.
El recorrer por sus páginas es transitar sus esquinas: La relación con el río desde el remo y el emblemático pontón frente al Club Deportivo Puerto Sajonia donde se forjaron grandes personalidades de la natación paraguaya. “La luna por las noches hace plata tus aguas, Río” suspira de pronto la poetisa Josefina Savorgnan en un apartado del libro, y de pronto veo el reflejo claro y nítido de la luna noctámbula en una estela plateada… mientras Adelina recuerda los corsos de carnaval y Nurymar Blaires rememora su reinado en el corso asunceno (1962).
El parque. La escuela. La academia de danza. Las memorias de los reinados del club y las risas. Celos. Desvelos. Alguna trincha de pan y el último colectivo después de las fiestas. Los bailes. Los amores. Algún ritual de poroto conjugado en viernes. El colegio Cristo Rey y la panadería “Flor del día” que nació en el 47. (Y aquella mujer liberal emigrada de una Concepción revolucionaria que no podía ver el rojo ni en estampita.) El teléfono del barrio, incautado por un secretario de Stroessner, la despensa “El Buen Amigo” y los cócteles dominicales. Doña Clara Benza y sus clases de cocina, el doctor Ramón Ramírez y la comisión pro templo de la Crucecita milagrosa.
La voz de Luis Fernando Meyer narrando los principios del Defensores del Chaco y los vecinos y sus memorias adhiriendo el colorido de domingos extraordinarios.
La historia del país desde la cosmovisión de un barrio en sus distintos momentos, con aportes lúcidos de Margarita Durán y la colaboración de Patricia Ygarza Cuquejo.
Es imposible nombrar a todas las personas que colaboraron en este brillante entramado. Pero es el compendio de esas voces enhebradas por Toni quienes proveen el encanto. Con buenas dosis de magia y misterio, como de aquel letrero que apareció un día sobre la avenida augurando:
“Aquí se construirá el Gran Cine Teatro Fantasio con 1600 localidades” que nunca fue hecho, o los tesoros encontrados en el Mangrullo al escarbarse el túnel de Corposana o la desaparición misteriosa de la estatua del ciervo (que era el amor y fascinación de los niños para los recuerdos fotográficos.)
“Todos mis sueños hasta ahora son en Sajonia” exclama María Virginia “Negra” Bozzano, con lucidez inaudita a sus noventa y tantos años. Hija del gran capitán José Bozzano, hombre crucial para la victoria de la Guerra del Chaco, enmarca en esa frase el sentir de pertenencia profunda a un universo.
A un rincón en el mundo.
A la memoria viva de un barrio.
Los demás detalles los dejo en la pluma de Toni Roberto, y en el recorrido de su libro mágico…