Este título refleja la verdadera historia de Uliana Romanenko, una joven rusa que llegó al Paraguay sin imaginar que aquí encontraría el amor de su vida. Ella es docente universitaria y periodista, muy inteligente, nació y vivió en la zona sur de Rusia y conoció el famoso río Don. Luego tuvo la oportunidad de viajar a Paraguay. Acá conoció a Iván López, con quien se casaría y ambos son padres de un niño paraguayo Aleixey López Romanenko.
- Lita Pérez Cáceres
- (Escritora, docente, periodista)
- ameliaperezz40@gmail.com
–¿Dónde naciste y cómo se llama tu ciudad natal?
–Mi ciudad natal se llama Novocherkassk (Novo – nuevo, “Nuevo Cherkassk”), está ubicada en el sur de Rusia y fue construida como capital nueva de los cosacos del Don. Allí yo nací y allí ahora están viviendo mis padres. Aunque es una ciudad chica y se encuentra a 35 kilómetros de la ciudad grande, Rostov del Don, es un lugar bastante lindo, una ciudad con infraestructura bien organizada y estructurada. Su arquitecta, France de Volan la llamaba “pequeño París” y así, igual que en la capital francesa, las calles principales de la ciudad están organizadas como los rayos del sol con las iglesias ortodoxas en el centro. Viviendo acá ya, descubrí que, durante la guerra civil rusa, Novocherkassk fue el corazón de las fuerzas del ejército blanco del Don. Y varios rusos blancos como Ermolieff, Serebriakoff y otros, que vinieron acá a principios del siglo 20 eran mis “directos” compatriotas.
–Contame, ¿cómo era tu vida allá?
–Bueno, allá después de obtener mi diploma de la educación superior, según el cual yo soy profesora de inglés, me di cuenta que yo no quería más seguir trabajando como traductora de literatura científica en el instituto científico de la construcción de locomotoras, donde toda su vida trabajaron mis padres y tampoco quería enseñar inglés. Mi corazón me decía que yo no encontré todavía mi vocación. Y de repente un día me llama una persona y ofrece probarme en la radio. Era una radio ortodoxa. Esta persona, el jefe de la radio, era el padre Alexey y como yo, desde los 7 años no imaginaba mi vida sin iglesia, pensé que todo era un sueño nomás. Esta llamada de nuestro querido padre Alexey (que ahora vive en Uruguay) cambió entonces mi vida. Me mudé a Rostov del Don y desde allí empezó la aventura que tuvo su continuación acá en Paraguay.
–¿Cómo fue esa historia?
–Fue así, hubo viajes a España, a Uruguay, estuve cinco años como locutora en la radio estatal, y de repente decidí ingresar a la facultad de periodismo de la Universidad Federal del Sur, para hacer allí el curso de maestría. Hasta ahora no sé cuál fue mi motivo principal –la posibilidad de estudiar gratis o ganas de aprender español–. Y después… después conocí al profesor Igor Protsenko, y conocí la novela de J. M. Marcos y a través de ellos, al final conocí el Paraguay.
–¿Conocías algo de Paraguay antes de venir? (Una vez me dijiste que querías conocer el Lido Bar porque el Dr. Marcos lo había nombrado en su novela).
–Bueno, en mi curso de maestría tuvimos una materia que se llamaba: “Los países hispanohablantes” o algo así, y allí aprendimos algo de Paraguay; que su moneda era el guaraní y su plato tradicional es sopa, que en realidad no era sopa jaja; pero para ser sincera, empecé a conocer Paraguay después de intentar leer el libro del doctor Marcos y después de entrevistar al Prof. Igor Protsenko, allí en Rostov, para mi programa en la radio. Me dijeron que yo podía ser la primera alumna que iba a ir como pasante a este país.
–Y por fin viniste.
–Y antes de venir acá leí otra vez la novela y decidí visitar el Panteón de los Héroes y el Lido Bar, que en la novela tiene otro nombre. El Panteón estaba cerrado, y al Lido Bar me llevó mi nuevo amigo, que era mi futuro esposo Iván López. Me acuerdo que hacía frío y yo llevé la servilleta de ese lugar como un pequeño recuerdo. No pensaba volver a Paraguay todavía…
–Fue difícil el proceso de adaptación, aunque saber un idioma es una gran ventaja para asimilarse a un nuevo país, ¿dónde aprendiste a hablar español?
–Hace cinco años que vivo acá y todavía estoy en este proceso. Pero sí, es muy importante saber el idioma. También es muy importante el hecho que nosotros estábamos muy enamorados, y todo lo que suele tener una mujer al mudarse a otro lugar historias, miedo, choques culturales etc.–; todo eso no fue tan grave porque había amor. Cuando vine recién, mi marido estaba trabajando en un laboratorio en el interior y por eso los primeros 2 meses vivimos allí, donde la mayoría hablaba guaraní; y yo, a pesar de ser muy comunicativa, no entendía casi nada, y a veces me iba a visitar a las vacas de nuestros vecinos para por lo menos hablar con ellas, decía a mi marido “me voy a las vacas”. Pero desde aquel tiempo me gusta el interior, el campo paraguayo, donde la gente es muy trabajadora, la naturaleza es linda y las vacas son muy amigables.
–Tengo entendido que la Univ. de Rostov se encuentra cerca del río Don. ¿Hay un clima parecido al de Paraguay ahí?
–Sí, así mismo. Podemos decir que está en sus orillas, pero el clima no, nada que ver. Antes de contestar a la pregunta quiero mencionar que acá escucho de los taxistas que Rusia es el país del frío, todo está cubierto con la nieve. No. En Rusia hay de todo. Por supuesto depende de la zona. En mi región, te digo que hay de todo, las 4 estaciones: invierno con la nieve y a veces 30 grados bajo cero, primavera con su plantas y flores más bellas del mundo, verano con el calor seco hasta 45 grados y otoño, que es como el invierno de acá.
–Ahora que sos madre de un niño, ¿comprendés algunas actitudes maternales?
–Sí. Entiendo por qué mis padres no me dejaban salir jajajaja. En realidad, cuando una mujer por primera vez está embarazada, y si todo va bien, ella suele estar llena de pensamientos y esperanzas muy románticas: baby showers, ropitas chiquititas, toda esta preparación. Me acuerdo que un día antes del parto, fuimos de compras con mi querida Lucía Giovine para completar lo que faltaba. Pero llega el día, el momento y nadie le puede enseñar a la futura mama qué es sentir 24 horas por día responsabilidad por una criatura. Eso sí es algo absolutamente nuevo, especialmente si vos no manejas perfectamente el idioma y si tu mamá no está a tu lado. Pero al mismo tiempo junto con esta responsabilidad viene un nuevo tipo de alegría que nunca antes habías sentido. No me canso de agradecer a todos mis amigos, a mi suegra que estaba ese día junto con nosotros, a mi cuñado que después de no dormir toda la noche se fue a conocer a su sobrinito. Estos momentos son inolvidables. Y sí, entiendo ahora a mis padres que no me dejaban salir. Y también entiendo que tengo a un varón, y voy a tener que aprender qué es separación psicológica y física de tu criatura.
–¿Cuál fue tu primera impresión de Paraguay?
–Que me siento bien acá. La vida está llena de sorpresas. Sabes, Lita, yo desde chiquitita era bastante religiosa y siempre tenía el sueño de ser esposa de un sacerdote ortodoxo para dedicar así mi vida a la iglesia. Pero nunca ni me imaginaba que me iba a casar en Paraguay, con un hombre católico y más, que justamente con él y gracias a él voy a poder “entrenar” y “practicar” qué es ser religiosa en realidad. Viviendo en un país católico me siento más responsable por mi religión, porque si me “porto mal” ¿qué van a pensar sobre los ortodoxos? Jaja. Tampoco imaginaba que me iba a gustar enseñar y más enseñar ruso. Paraguay y sus habitantes me ayudan a descubrir nuevas oportunidades de ser útil en esta vida, de poder servir inclusive a mi país, a mi cultura. Ahora dando clases de ruso estoy descubriendo a mi idioma de nuevo y estoy feliz de poder compartir eso con mis alumnos.
–En esta nueva vida que emprendieron vos e Iván, criando al hijo de ambos, ¿querés regresar a Rusia o ya estás firmemente asentada en estas tierras calientes y rojas?
–Cierto. ¡Tierras calientes y rojas! Mi hijo todavía ni conoce la tierra roja, ojalá que termine la pandemia y vamos a ir al interior para que conozca el color de esta tierra. ¡Es impresionante, de verdad! Nosotros con Iván queremos ir a mi país y llevar a nuestro hijo allá, para que ellos dos conozcan mi tierra, a mis padres, la nieve. ¿Y dónde vamos a vivir en el futuro? De verdad que no sé, lo más importante es estar juntos, cultivar nuestro amor de familia y ayudar a nuestro hijo a ser una persona digna, honesta y feliz.