El fotógrafo Aníbal Domaniczky es un apasionado de la observación de la naturaleza. Sus varios años de tomar instantáneas se traducirán ahora en “Un libro sobre aves”, material que será lanzado próximamente. El profesional recordó como desde niño aprendió a fascinarse con lo natural, explicó la forma en que nació el proyecto del libro y también dio una aguda reflexión sobre la situación de nuestro país en cuanto a la preservación de los espacios verdes.

Un ejercicio que no acostumbramos hacer, muchas veces arrastrados por el ajetreo o las preocupaciones del día, es darnos ese tiempo para sim­plemente parar y entregar­nos al placer de observar la naturaleza que nos rodea. Y no hace falta estar necesaria­mente en algún sitio paradi­síaco para hacerlo. El propio patio de la casa puede reve­larnos fascinantes secretos sobre plantas, animales o minerales que son parte de nuestro paisaje cotidiano, de nuestra vida misma, pero que están ahí ocultos bajo una cortina de desinterés.

Esta admiración hacia la naturaleza en general y hacia los animales en espe­cial le surgió al fotógrafo Aníbal Domaniczky desde muy pequeño, cuando con su padre viajaba a zonas del interior como Caazapá o el Chaco. “En esos viajes, entre charla y charla, él me enseñó a apreciar, conocer y respetar a estos fantásticos seres vivos”, señaló Domaniczky.

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De joven se lanzó al mundo de la fotografía e incursionó en muchos campos desde la foto­grafía conceptual, pasando por la publicitaria y la de even­tos, hasta que finalmente, hace unos 6 años, encontró el tema que lo atraparía: las aves. “Este recorrido que hace todo fotógrafo hasta encontrar su tema fue como unir dos pedazos de mi his­toria personal, la del niño fascinado por los animales y la de la pasión que genera la fotografía. Así fue que un día buscando hacer fotos de aves fui a una salida guiada por el Club de Observadores de la Naturaleza-Paraguay, donde conocí esta actividad tan especial que es la obser­vación de aves y a muchas personas que me ayudaron y me siguen ayudando en mi formación como observador. Desde ese día, además de foto­grafiar aves realizo registros de las especies y, en la medida de mis posibilidades y conoci­mientos, trasmito lo que voy aprendiendo para que más personas se interesen por ellas, las conozcan y ayuden a su conservación”, explicó el fotógrafo, quien también tra­baja actualmente en el campo de la publicidad.

Todos estos años de captar imágenes de diversas aves de nuestra fauna local en dife­rentes sitios, pero en especial haciendo observaciones en el patio de su vivienda, se convir­tieron en un nutrido archivo de imágenes, parte de las cua­les fueron seleccionadas para integrar “Un libro sobre aves”, material en formato de foto­libro que Domaniczky estará lanzando próximamente.

–¿Cómo surgió la idea del libro y cuál es el concepto del mismo?

- El libro es un proyecto pen­diente desde hace unos años.

La era digital nos hizo olvi­dar la experiencia que nos dan las fotografías impresas y que definitivamente es otra. El libro te permite detenerte en ellas, al contrario que en las redes donde todo es pre­suroso. Con un libro de foto­grafías podés apreciar deta­lles, sumergirte en la imagen, meditarla y disfrutarla sin notificaciones. Por su lado, a un autor le da la posibilidad de construir una serie, agru­par temáticas, generar con­trastes y mucho más.

Mi libro se titula “Un libro de aves” y así como su nombre no dice mucho, tampoco en sus páginas encontrarán mucho contenido escrito. El formato es más bien el de un fotolibro, donde todo es imagen, esto con el fin de no distraer las sensaciones visuales con el ejercicio racional que pueda implicar leer textos.

No es un libro de ciencia, presenta a las aves desnu­das de toda explicación para que hablen por sí solas con su belleza y su singula­ridad. Tampoco es un libro de fotografía documental de naturaleza “purista” donde lo importante es que el ave esté en su entorno más natu­ral posible con el enfoque en los ojos y de cuerpo completo. Creo que es un poco más divertido que eso. Una foto­grafía de aves sin dogmas con situaciones que ocurren en la naturaleza, pero también en la ciudad, porque la realidad es esa y eso es lo que veo.

Muchas aves se sienten cómo­das en los entornos huma­nos, porque aprovechan lo que les ofrecen, otras las­timosamente se ven empu­jabas a los mismos por la presión que ejercemos y la destrucción de sus hábitats de lo cual somos responsa­bles. Un futuro posible para ellas, a medida que crecen las ciudades y decrecen las áreas naturales, es su convi­vencia con nosotros, aunque a algunos no nos guste es una posibilidad de supervivencia que tenemos que comenzar a mirarla y a hacer que el ciu­dadano conozca y aprecie a estos seres para que los res­peten. El libro trata también un poco de eso.

– “No se valora lo que no se conoce”, se suele decir. ¿Considerás que el libro es un aporte en este sentido?

- Con este material quiero aportar mi mirada a la foto­grafía de aves que se desarro­lla de a poco en el país y de la que creo aún no hay publi­caciones específicas, pero lo más importante es que con el mismo pueda generar primero admiración hacia las aves y desde ese primer acercamiento la gente se inte­rese por conocerlas más y por sobre todo respetarlas a ellas y al medio en el que viven.

– La observación de aves ¿es un hobby o tiene ya hoy otra dimensión para vos?

- Definitivamente es más que un pasatiempo. La observa­ción de aves es una actividad muy enriquecedora e inte­gral en cuanto a que vuelve a conectarnos con el mundo natural del que nos auto exiliamos los que vivimos en las ciudades, a comprenderlo mejor, observar a la natura­leza nos devuelve la humildad con que deberíamos percibir­nos como una especie más y hacernos conscientes de que no somos dioses, sino parte de este hermoso sistema.

- Por otro lado, también nos induce a tomar un compro­miso con la conservación desde el lugar que nos toque y en la medida de nuestras posibili­dades y talentos. Por último, es una experiencia emocionante y estimulante, avistar una nueva especie que no había­mos visto antes, sorprender­nos con los comportamientos y cantos, contemplar la belleza de las diferentes especies con sus formas, texturas y colores nos regala pequeños momentos de admiración y felicidad. Con la fotografía trato de capturar esas emociones para compartirlas.

- En mi caso además encontré en la observación de aves un espa­cio de disfrute con Facundo, mi hijo, que a sus 11 años es un observador excelente y de quien también he aprendido mucho.

– ¿Cómo te organizas para hacer las observaciones? ¿Cuál sería una rutina?

– Todos podemos observar aves y en cualquier lugar. Yo lo hago con bastante frecuencia en mi patio donde puedo ver entre 15 a 25 especies normal­mente, es cuestión de salir a mirar por unos minutos lo que nos rodea. También aprove­cho los espacios naturales con que cuenta Asunción como la bahía, el Jardín Botánico o el Parque Guasu Metropolitano, lugares que frecuento algunos días a la semana antes de ini­ciar la jornada laboral ya que las mejores horas para obser­var se dan justamente bien temprano, podemos decir de 6 a 8 de la mañana. Algunos aprovechan ese horario para trotar, yo para “pajarear”. Los fines de semana, si la situa­ción lo permite, puedo visitar lugares más alejados y quizá planear un viaje para pernoctar en esos lugares. Sea donde sea la rutina implicará des­pertar de madrugada y salir a encontrarme con las aves, básicamente.

Este año he decidido viajar menos y hacer observaciones en lugares más cercanos para ahorrar algo y poder sacar el libro de fotografías, el mismo no cuenta con ningún apoyo para su impresión. Lo estoy empujando solo y no es muy fácil.

También asisto a charlas sobre el tema, leo, aprendo de los compañeros del Club de Observadores de la Natu­raleza, además de la expe­riencia en el campo, pero no me considero un conocedor completo, creo que me falta aún mucho por aprender, por lo que trato siempre de escu­char o leer a los expertos de forma a ser cada día un poco menos ignorante.

– Desde tu experiencia, ¿que podemos destacar sobre las riqueza de nues­tro país en cuanto a espe­cies de aves y cuáles son las principales amenazas?

– Paraguay cuenta con cerca de 700 especies de aves entre residentes y migratorias del Norte y del Sur. Solo en Asun­ción tenemos más de 300 especies. Es una importante diversidad que es un patrimo­nio que desconocemos y que descuidamos bastante.

Debería avergonzarnos lo que está ocurriendo en el país con la naturaleza. La ambición des­medida, una total inoperancia y complicidad de las institucio­nes del Estado encargadas de protegerlas y la ignorancia de muchos están destruyendo lo poco que queda.

No hay un ecosistema que se salve, nuestro Chaco tiene uno de los mayores índices de defo­restación a nivel mundial, el Bosque Atlántico del Alto Paraná ha sido arrasado por cultivos inmensos y la extrac­ción de madera y las pocas reservas y parques que quedan como pequeños manchones o islas de lo que fue este gran bosque están siendo invadi­dos por mariguaneros y gente inescrupulosa disfrazada de sintierras, como es el caso de la actual invasión de la Reserva San Rafael, donde el objetivo es invadir, extraer madera y luego arrendar las tierras. No hay un solo detenido.

Sumale a esto la impune quema de todo un país que ocurre cada año, destru­yendo pastizales y bosques con toda la vida que tie­nen dentro. La mayoría son quemas adrede para reno­var pastos de ganado o para hacer desaparecer bosques y así poder cultivar en esos espacios, también es preocu­pante la destrucción de nues­tros humedales por parte de arroceras y construcciones de alto impacto, habilitadas por la gente que tendría que proteger a la naturaleza y no a lo intereses particulares.

– Nuestra capital es un lugar que ha perdido espa­cios verdes de forma crí­tica.

– Si miramos solamente Asunción, como pequeña muestra, tenemos el caso del Jardín Botánico que hoy solo cuenta con 250 hectáreas de las 900 hectáreas que tenía inicialmente, cercenado por el mismo Estado paraguayo, luego por un club social pri­vado que disfraza de arren­damiento una apropiación de un espacio público y un mega­viaducto enorme y gris que hizo retroceder a nuestro jar­dín natural, dando un fuerte mensaje simbólico de que el respeto a la naturaleza no es prioridad.

Pensemos en el Parque Guasu, donde una millona­ria empresa privada de fút­bol ocupa un espacio verde público y la amenaza de la implantación en el parque de una universidad que es un hermoso y necesario pro­yecto, pero que bien se puede emplazar en cualquier otro lugar de los muchos que hay para que gane la naturaleza y la gente y así pueda inaugu­rarse esta importante casa de estudio sin mancha alguna. Es un caso inexplicable.

Lo de la Bahía de Asunción es aún más catastrófico, a pesar de ser una de las reservas más importantes de la ciudad está completamente invadida por personas y empresas, se han destruido bancos de arena importantísimos para las aves migratorias a nivel mun­dial, porque para hacer la cos­tanera era más barato extraer la arena de ahí mismo en vez de ir a buscarla unos cientos de metros más arriba. Al visi­tar la Bahía de Asunción uno no sabe si está en una reserva natural, una urbanización, un complejo industrial, una cloaca o un basural y creo que lastimosamente es todo eso. En este mismo momento hay maquinarias trabajando para el Estado que están des­truyendo la hermosa Laguna Pytã, con el visto bueno de las instituciones que tienen que cuidar el medioambiente y nadie dice nada. Es tristísimo y desesperante.

En muchos países hay esfuer­zos muy grandes para tratar de restaurar la naturaleza, acá hacemos todo lo posible para destruirla. Ni un lugar se salva. Somos voraces.

YA SE ABRIERON TRES CLUBES DE OBSERVADORES DE AVES

El Club de Observadores de la Naturaleza- Paraguay (CON) es una asocia­ción sin fines de lucro y sin ningún tipo de financiación externa, formada por voluntarios que creen que creando conciencia y conocimiento podemos hacer algo bueno por la naturaleza.

Entre sus actividades se pueden citar salidas de observación, charlas, edu­cación ambiental, la práctica de la ciencia ciudadana, la divulgación cientí­fica y la defensa de nuestra naturaleza a través de su voz y sus voluntarios.

Días atrás, a iniciativa del CON, fueron creados los primeros tres Clubes de Observadores de Aves, los CONAs. “Es un gran paso para el desarrollo de la observación de aves en el Paraguay. Son los tres primeros clubes del país y deseamos que sean muchos más para que crezca no solo la actividad, sino todo el impacto positivo que generan al llevar a sus comunidades el cono­cimiento y respeto hacia la naturaleza”, señaló Aníbal Domaniczky, quien es parte del consejo directivo del CON.

Los clubes que fueron creados son el CONA IPEQUI, en del departamento Central; el CONA FLAVUS, de la ciudad de Artigas, y el CONA CARACARA, de Asunción. “Todos formados por grupos humanos increíbles que dedican cuerpo, intelecto y corazón a esta actividad tan positiva como enriquece­dora”, agregó el fotógrafo.

Para asociarse al Club de Observadores de la Naturaleza-Paraguay, se puede escribir al mail: conparaguayoficial@gmail.com, o llamar al telé­fono: (0984) 186-388.

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