El fotógrafo Aníbal Domaniczky es un apasionado de la observación de la naturaleza. Sus varios años de tomar instantáneas se traducirán ahora en “Un libro sobre aves”, material que será lanzado próximamente. El profesional recordó como desde niño aprendió a fascinarse con lo natural, explicó la forma en que nació el proyecto del libro y también dio una aguda reflexión sobre la situación de nuestro país en cuanto a la preservación de los espacios verdes.
- Por Arturo Peña
- arturo.pena@gruponacion.com.py
- Fotos
- Aníbal Domaniczky
Un ejercicio que no acostumbramos hacer, muchas veces arrastrados por el ajetreo o las preocupaciones del día, es darnos ese tiempo para simplemente parar y entregarnos al placer de observar la naturaleza que nos rodea. Y no hace falta estar necesariamente en algún sitio paradisíaco para hacerlo. El propio patio de la casa puede revelarnos fascinantes secretos sobre plantas, animales o minerales que son parte de nuestro paisaje cotidiano, de nuestra vida misma, pero que están ahí ocultos bajo una cortina de desinterés.
Esta admiración hacia la naturaleza en general y hacia los animales en especial le surgió al fotógrafo Aníbal Domaniczky desde muy pequeño, cuando con su padre viajaba a zonas del interior como Caazapá o el Chaco. “En esos viajes, entre charla y charla, él me enseñó a apreciar, conocer y respetar a estos fantásticos seres vivos”, señaló Domaniczky.
De joven se lanzó al mundo de la fotografía e incursionó en muchos campos desde la fotografía conceptual, pasando por la publicitaria y la de eventos, hasta que finalmente, hace unos 6 años, encontró el tema que lo atraparía: las aves. “Este recorrido que hace todo fotógrafo hasta encontrar su tema fue como unir dos pedazos de mi historia personal, la del niño fascinado por los animales y la de la pasión que genera la fotografía. Así fue que un día buscando hacer fotos de aves fui a una salida guiada por el Club de Observadores de la Naturaleza-Paraguay, donde conocí esta actividad tan especial que es la observación de aves y a muchas personas que me ayudaron y me siguen ayudando en mi formación como observador. Desde ese día, además de fotografiar aves realizo registros de las especies y, en la medida de mis posibilidades y conocimientos, trasmito lo que voy aprendiendo para que más personas se interesen por ellas, las conozcan y ayuden a su conservación”, explicó el fotógrafo, quien también trabaja actualmente en el campo de la publicidad.
Todos estos años de captar imágenes de diversas aves de nuestra fauna local en diferentes sitios, pero en especial haciendo observaciones en el patio de su vivienda, se convirtieron en un nutrido archivo de imágenes, parte de las cuales fueron seleccionadas para integrar “Un libro sobre aves”, material en formato de fotolibro que Domaniczky estará lanzando próximamente.
–¿Cómo surgió la idea del libro y cuál es el concepto del mismo?
- El libro es un proyecto pendiente desde hace unos años.
La era digital nos hizo olvidar la experiencia que nos dan las fotografías impresas y que definitivamente es otra. El libro te permite detenerte en ellas, al contrario que en las redes donde todo es presuroso. Con un libro de fotografías podés apreciar detalles, sumergirte en la imagen, meditarla y disfrutarla sin notificaciones. Por su lado, a un autor le da la posibilidad de construir una serie, agrupar temáticas, generar contrastes y mucho más.
Mi libro se titula “Un libro de aves” y así como su nombre no dice mucho, tampoco en sus páginas encontrarán mucho contenido escrito. El formato es más bien el de un fotolibro, donde todo es imagen, esto con el fin de no distraer las sensaciones visuales con el ejercicio racional que pueda implicar leer textos.
No es un libro de ciencia, presenta a las aves desnudas de toda explicación para que hablen por sí solas con su belleza y su singularidad. Tampoco es un libro de fotografía documental de naturaleza “purista” donde lo importante es que el ave esté en su entorno más natural posible con el enfoque en los ojos y de cuerpo completo. Creo que es un poco más divertido que eso. Una fotografía de aves sin dogmas con situaciones que ocurren en la naturaleza, pero también en la ciudad, porque la realidad es esa y eso es lo que veo.
Muchas aves se sienten cómodas en los entornos humanos, porque aprovechan lo que les ofrecen, otras lastimosamente se ven empujabas a los mismos por la presión que ejercemos y la destrucción de sus hábitats de lo cual somos responsables. Un futuro posible para ellas, a medida que crecen las ciudades y decrecen las áreas naturales, es su convivencia con nosotros, aunque a algunos no nos guste es una posibilidad de supervivencia que tenemos que comenzar a mirarla y a hacer que el ciudadano conozca y aprecie a estos seres para que los respeten. El libro trata también un poco de eso.
– “No se valora lo que no se conoce”, se suele decir. ¿Considerás que el libro es un aporte en este sentido?
- Con este material quiero aportar mi mirada a la fotografía de aves que se desarrolla de a poco en el país y de la que creo aún no hay publicaciones específicas, pero lo más importante es que con el mismo pueda generar primero admiración hacia las aves y desde ese primer acercamiento la gente se interese por conocerlas más y por sobre todo respetarlas a ellas y al medio en el que viven.
– La observación de aves ¿es un hobby o tiene ya hoy otra dimensión para vos?
- Definitivamente es más que un pasatiempo. La observación de aves es una actividad muy enriquecedora e integral en cuanto a que vuelve a conectarnos con el mundo natural del que nos auto exiliamos los que vivimos en las ciudades, a comprenderlo mejor, observar a la naturaleza nos devuelve la humildad con que deberíamos percibirnos como una especie más y hacernos conscientes de que no somos dioses, sino parte de este hermoso sistema.
- Por otro lado, también nos induce a tomar un compromiso con la conservación desde el lugar que nos toque y en la medida de nuestras posibilidades y talentos. Por último, es una experiencia emocionante y estimulante, avistar una nueva especie que no habíamos visto antes, sorprendernos con los comportamientos y cantos, contemplar la belleza de las diferentes especies con sus formas, texturas y colores nos regala pequeños momentos de admiración y felicidad. Con la fotografía trato de capturar esas emociones para compartirlas.
- En mi caso además encontré en la observación de aves un espacio de disfrute con Facundo, mi hijo, que a sus 11 años es un observador excelente y de quien también he aprendido mucho.
– ¿Cómo te organizas para hacer las observaciones? ¿Cuál sería una rutina?
– Todos podemos observar aves y en cualquier lugar. Yo lo hago con bastante frecuencia en mi patio donde puedo ver entre 15 a 25 especies normalmente, es cuestión de salir a mirar por unos minutos lo que nos rodea. También aprovecho los espacios naturales con que cuenta Asunción como la bahía, el Jardín Botánico o el Parque Guasu Metropolitano, lugares que frecuento algunos días a la semana antes de iniciar la jornada laboral ya que las mejores horas para observar se dan justamente bien temprano, podemos decir de 6 a 8 de la mañana. Algunos aprovechan ese horario para trotar, yo para “pajarear”. Los fines de semana, si la situación lo permite, puedo visitar lugares más alejados y quizá planear un viaje para pernoctar en esos lugares. Sea donde sea la rutina implicará despertar de madrugada y salir a encontrarme con las aves, básicamente.
Este año he decidido viajar menos y hacer observaciones en lugares más cercanos para ahorrar algo y poder sacar el libro de fotografías, el mismo no cuenta con ningún apoyo para su impresión. Lo estoy empujando solo y no es muy fácil.
También asisto a charlas sobre el tema, leo, aprendo de los compañeros del Club de Observadores de la Naturaleza, además de la experiencia en el campo, pero no me considero un conocedor completo, creo que me falta aún mucho por aprender, por lo que trato siempre de escuchar o leer a los expertos de forma a ser cada día un poco menos ignorante.
– Desde tu experiencia, ¿que podemos destacar sobre las riqueza de nuestro país en cuanto a especies de aves y cuáles son las principales amenazas?
– Paraguay cuenta con cerca de 700 especies de aves entre residentes y migratorias del Norte y del Sur. Solo en Asunción tenemos más de 300 especies. Es una importante diversidad que es un patrimonio que desconocemos y que descuidamos bastante.
Debería avergonzarnos lo que está ocurriendo en el país con la naturaleza. La ambición desmedida, una total inoperancia y complicidad de las instituciones del Estado encargadas de protegerlas y la ignorancia de muchos están destruyendo lo poco que queda.
No hay un ecosistema que se salve, nuestro Chaco tiene uno de los mayores índices de deforestación a nivel mundial, el Bosque Atlántico del Alto Paraná ha sido arrasado por cultivos inmensos y la extracción de madera y las pocas reservas y parques que quedan como pequeños manchones o islas de lo que fue este gran bosque están siendo invadidos por mariguaneros y gente inescrupulosa disfrazada de sintierras, como es el caso de la actual invasión de la Reserva San Rafael, donde el objetivo es invadir, extraer madera y luego arrendar las tierras. No hay un solo detenido.
Sumale a esto la impune quema de todo un país que ocurre cada año, destruyendo pastizales y bosques con toda la vida que tienen dentro. La mayoría son quemas adrede para renovar pastos de ganado o para hacer desaparecer bosques y así poder cultivar en esos espacios, también es preocupante la destrucción de nuestros humedales por parte de arroceras y construcciones de alto impacto, habilitadas por la gente que tendría que proteger a la naturaleza y no a lo intereses particulares.
– Nuestra capital es un lugar que ha perdido espacios verdes de forma crítica.
– Si miramos solamente Asunción, como pequeña muestra, tenemos el caso del Jardín Botánico que hoy solo cuenta con 250 hectáreas de las 900 hectáreas que tenía inicialmente, cercenado por el mismo Estado paraguayo, luego por un club social privado que disfraza de arrendamiento una apropiación de un espacio público y un megaviaducto enorme y gris que hizo retroceder a nuestro jardín natural, dando un fuerte mensaje simbólico de que el respeto a la naturaleza no es prioridad.
Pensemos en el Parque Guasu, donde una millonaria empresa privada de fútbol ocupa un espacio verde público y la amenaza de la implantación en el parque de una universidad que es un hermoso y necesario proyecto, pero que bien se puede emplazar en cualquier otro lugar de los muchos que hay para que gane la naturaleza y la gente y así pueda inaugurarse esta importante casa de estudio sin mancha alguna. Es un caso inexplicable.
Lo de la Bahía de Asunción es aún más catastrófico, a pesar de ser una de las reservas más importantes de la ciudad está completamente invadida por personas y empresas, se han destruido bancos de arena importantísimos para las aves migratorias a nivel mundial, porque para hacer la costanera era más barato extraer la arena de ahí mismo en vez de ir a buscarla unos cientos de metros más arriba. Al visitar la Bahía de Asunción uno no sabe si está en una reserva natural, una urbanización, un complejo industrial, una cloaca o un basural y creo que lastimosamente es todo eso. En este mismo momento hay maquinarias trabajando para el Estado que están destruyendo la hermosa Laguna Pytã, con el visto bueno de las instituciones que tienen que cuidar el medioambiente y nadie dice nada. Es tristísimo y desesperante.
En muchos países hay esfuerzos muy grandes para tratar de restaurar la naturaleza, acá hacemos todo lo posible para destruirla. Ni un lugar se salva. Somos voraces.
YA SE ABRIERON TRES CLUBES DE OBSERVADORES DE AVES
El Club de Observadores de la Naturaleza- Paraguay (CON) es una asociación sin fines de lucro y sin ningún tipo de financiación externa, formada por voluntarios que creen que creando conciencia y conocimiento podemos hacer algo bueno por la naturaleza.
Entre sus actividades se pueden citar salidas de observación, charlas, educación ambiental, la práctica de la ciencia ciudadana, la divulgación científica y la defensa de nuestra naturaleza a través de su voz y sus voluntarios.
Días atrás, a iniciativa del CON, fueron creados los primeros tres Clubes de Observadores de Aves, los CONAs. “Es un gran paso para el desarrollo de la observación de aves en el Paraguay. Son los tres primeros clubes del país y deseamos que sean muchos más para que crezca no solo la actividad, sino todo el impacto positivo que generan al llevar a sus comunidades el conocimiento y respeto hacia la naturaleza”, señaló Aníbal Domaniczky, quien es parte del consejo directivo del CON.
Los clubes que fueron creados son el CONA IPEQUI, en del departamento Central; el CONA FLAVUS, de la ciudad de Artigas, y el CONA CARACARA, de Asunción. “Todos formados por grupos humanos increíbles que dedican cuerpo, intelecto y corazón a esta actividad tan positiva como enriquecedora”, agregó el fotógrafo.
Para asociarse al Club de Observadores de la Naturaleza-Paraguay, se puede escribir al mail: conparaguayoficial@gmail.com, o llamar al teléfono: (0984) 186-388.