Por Toni Roberto tonirobertogodoy@gmail.com
Hoy recorremos con Toni los caminos “Mandu’areños” a través de estos ya tradicionales Cuadernos de barrio.
Hace muchos años allá por 1990 llegó a Asunción la Dra. Dorothée Willert, una importante crítica de arte alemana que estuvo accidentalmente en el Paraguay tres años, ya que su marido Rainer Willert era el representante de la Fundación Friedrich Naumann. En aquel tiempo ella se extrañaba de que la gente no recorría la ciudad a pie, entonces empezamos “Caminatas asuncenas”, con Mónica González, Alejandra García, Fátima Martini, Adriana González Brun, entre otros, unos recorridos por puntos culturales, por el camino observábamos calles, esquinas, casas y sus historias, conociendo gente que en muchos casos se sumaban al grupo, en una época en que las redes sociales no estaban “ni en pañales”.
Contábamos con el apoyo de medios escritos, radiales y televisivos destacando el acompañamiento que nos daba Gloria Rubin con su programa radial de todas las tardes, teniendo en cuenta que recién estaba naciendo “la era de la telefonía celular” y solo reinaban las líneas de Antelco y el glorioso beeper. Aquel sueño de formar “grupos culturales abiertos y diversos” se fue diluyendo sobre todo con la partida de esta personalidad alemana que luego había ido a vivir por unos años a Montevideo y después volvería a trabajar definitivamente a museos de Europa.
¿Pero porque cuento esto?, sencillo, al escuchar los relatos de algunos de los miembros de la ya legendaria Asociación Cultural Mandu’arã y la manera en la que empezaron a interactuar allá por el 2005, me llevó a recordar aquel sueño cultural de principios de los 90 que no pudo ser.
EL ORKUT Y MANDU’ARÃ
Cuentan que cuando empezaba el furor del Orkut e interactuando unos con otros, se dieron cuenta de que muchos tenían una misma pasión: la historia, así luego de dos años de encuentros virtuales –mágico para aquel momento– decidieron reunirse presencialmente para formar un grupo de debate de temas históricos, así un 26 de junio del 2008 fundan la Asociación Cultural Mandu’arã, cuya acta de constitución publicamos en este artículo.
En los comienzos resultó difícil la convivencia de distintos grupos de pensamiento, estaban los lopistas los antilopistas, los de derecha, los de centro o los de izquierda, pero el encuentro de esa diversidad hizo que se enriqueciera el movimiento, así empezaron los recorridos por las ciudades, las visitas a los lugares históricos del país, hecho que colaboró enormemente a la concientización sobre la memoria histórica colectiva de los paraguayos.
A MÁS DE TRECE AÑOS DE SU FUNDACIÓN
Hoy a más de trece años de aquel inicio del encuentro de algunos miembros fundadores, entre ellos, Carlos Von Horoch, Grizzie Logan, Édgar Cáceres, José Luis Acosta, Iván Kronawetter y Eduardo Nakayama, el tiempo no pasó en vano y a pesar de las dificultades actuales la asociación Mandu’areña sigue viva con recuerdos y anécdotas que van y vienen.
En ese camino también nacieron historias de amor y también de desamor, así como es la vida con todos sus condimentos.
Ellos dicen, Mandu’arã no es un lugar donde la gente compite en sabiduría, la única condición es amar la historia y los recuerdos, sin importar quién sabe más o quién sabe menos, un lugar donde compartir, debatir, respetar, porque en Mandu’arã hay “historia para rato”.