Por Fabiola González, fabiola.gonzalez@gruponacion.com.py
Fotos: gentileza
El Dr. Marcos Capurro, vicepresidente de la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría, cuenta qué conductas pueden significar problemas de salud mental, cómo trabajan los psiquiatras y por qué algunas personas pueden deprimirse. Resalta a las ansiedades como los problemas más frecuentes y explica cómo la pandemia y el confinamiento han traído nuevos casos y exacerbaciones a pacientes tratados, y que el personal de blanco no está excento de la problemática.
LN ¿Hay alguna manera de saber si existe una alteración mental en una persona?
– Para aquellas personas que no son profesionales, puede ser muy útil la conducta, la forma de hablar y la funcionalidad o desempeño.
Cambios de conducta: no necesariamente con acciones extravagantes o muy raras, simples cambios de hábitos como retraimiento, disminución de la socialización o de actividades que le gustaban, irritabilidad o agresividad, inicio o aumento de consumo de alcohol u otras sustancias.
Cambios en la forma de hablar o en su contenido: Hablar más rápido y más de lo habitual, hablar menos, hablar sobre temas de cosas que habitualmente no habla, por ejemplo que se ponga místico, desinhibido.
Funcionalidad: Deterioro en el desempeño académico, laboral, social.
– LN ¿Existe algún recurso científico al que puedan recurrir los profesionales para el diagnóstico de un paciente? ¿Un análisis de sangre/una tomografía... algo?
– En salud mental la clínica es soberana, es decir los diagnósticos se configuran por la presencia de signos y síntomas en determinado tiempo, según los criterios establecidos en los manuales diagnósticos internacionales.
Desafortunadamente en este campo de la medicina todavía no contamos con un análisis o una imagen que nos diga si tal o cual enfermedad están o no presente.
– LN ¿Esto quiere decir que un psiquiatra no debería pedirnos estudios?
– No. Merece la pena mencionar que los signos y síntomas psiquiátricos pueden tener una causa orgánica, una causa médica. Por esto es importante la realización de estudios complementarios para su descarte y sobre todo también porque necesitamos saber las condiciones generales del cuerpo de esa persona que recibirá tratamiento farmacológico.
– LN ¿En qué consiste un examen psiquiátrico?
– Explora mucho más que signos y síntomas, pregunta sobre el pasado, el presente y expectativas sobre el futuro, trata de conocer y de entender la vida y la historia del paciente y su funcionalidad, esto quiere decir su desempeño social, laboral, académico, etcétera.
Se investiga también si lo que le trae a la consulta ya le pasó alguna vez e incluso si hay antecedentes en su familia.
Pero lo que definitivamente nos hará concluir o no en un diagnóstico es la evaluación del estado mental, el examen psíquico, y las herramientas son la observación y la entrevista.
– LN ¿Qué forma parte de un examen psíquico?
– El estado de conciencia, orientación en tiempo y espacio, colaboración, memoria, la búsqueda de ideas delirantes, obsesivas o de suicidio, estado de ánimo y la pesquiza de alucinaciones.
– LN ¿Cuáles son las patologías psiquiátricas que ustedes encuentran con mayor frecuencia?
– Existen diversos tipos de trastornos mentales. Las psicosis como la esquizofrenia que son bastante deteriorantes afortunadamente son las menos frecuentes.
La ansiedad, como conjunto de trastornos que engloba el pánico, las fobias y la ansiedad generalizada, es el tipo más frecuente.
Pero si señalamos al trastorno individual más frecuente es la depresión, se estima que 1 de cada 4 personas padecerá un episodio depresivo en algún momento de su vida.
Es importantísimo no olvidar la alta prevalencia del trastorno por uso de alcohol.
– LN ¿Un individuo puede presentar más de un diagnóstico?
– Sí, claro, como un hipertenso puede ser diabético. A eso se denomina comorbilidad.
La combinación más frecuente es el pánico con la depresión. Otras comorbilidades prevalentes son trastornos por uso de sustancias y depresión, trastorno obsesivo compulsivo y depresión, entre otros.
– LN ¿Un trastorno puede tener una justificación?
– Antes de contestar es importante entender que en salud mental hablamos de trastornos y no de enfermedades. La diferencia principal entre una enfermedad y un trastorno radica en la causa. La enfermedad por definición tiene una causa identificable, característica de la que carece el trastorno.
En los trastornos hablamos de multicausalidad. Grosso modo, existen hipótesis biológicas que podemos llamarlas genéticas o hereditarias e hipótesis ambientales, que podemos describir como los hechos desafortunados, evitables y no evitables, actuales o pasadas, que ocurren a lo largo de la vida de una persona por ejemplo: duelos, pérdidas, accidentes, traumas, etcétera.
Aclarado esto podemos hacer una analogía que puede graficar la mayoría de los casos: imaginemos que un trastorno mental es como un arbolito. El suelo donde puede crecer un árbol sería la persona. Pero necesitamos una semilla y agua. De nada sirve una semilla si no hay agua, y viceversa. La semilla es la genética y las lluvias son los acontecimientos negativos de la vida. Si hay semilla y riego, habrá planta.
Por supuesto que en medicina, y más aún en salud mental, nada es absoluto y al 100%, y existen casos en los que la genética es tan fuerte que puede desarrollar un trastorno a pesar de llevar una vida que se ha desarrollado sin eventos traumáticos ni negativos. Así también, una persona que sufre o ha sufrido mucho en su vida puede desarrollar un trastorno mental aunque no tenga una predisposición genética.
– LN ¿Podemos hablar de cura en psiquiatría?
– Al momento de dar el alta, “remisión” es la terminología que se prefiere usar en salud mental en vez de cura.
Esto tiene relación con lo que dije anteriormente: un trastorno, a diferencia de una enfermedad, no tiene un causa única identificable, por lo tanto no hay nada que erradicar que garantice una cura ya que el agente causal ya no existe.
Se habla de remisión cuando los síntomas desaparecen o van desapareciendo. Conocemos como remisión parcial al momento en que la intensidad o número de síntomas disminuyen y denominamos remisión total cuando todos los síntomas han desaparecido y eso se sostiene por un tiempo determinado y variable según el tipo de trastorno.
– LN El confinamiento nos produce miedo, angustia..., ¿en qué momento esto se vuelve un problema para la salud mental?
– Lo que sentimos es el estrés, que es una condición fisiológica, muy útil, de supervivencia, pero que cuando las demandas son mayores a la capacidad de respuesta del individuo empieza a ceder y puede dar lugar a trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión.
La intensidad del estresor y el tiempo de exposición son cruciales. Sin embargo, no existe un tiempo determinado en el que podamos decir a partir del día número X ya tenemos un trastorno.
Afortunadamente, en la transición de estrés fisiológico a trastorno mental, el cuerpo acostumbra a darnos señales como cambios en la calidad o cantidad de sueño, alteraciones del apetito, alteración del peso, somatizaciones como dolores de cabeza, tensiones musculares, dolores varios, síntomas gastrointestinales, infecciones bucales a repetición, entre otros.
– LN El 2020 y lo que va del 2021 podrían traer una cantidad de pacientes mentales, ¿esto debería ser algo inmediato o podría ser algo que “veamos” a largo plazo?
– El aumento actual de la demanda de consultas es claro. Vemos personas que presentan por primera vez un trastorno mental, pacientes en remisión que recaen y pacientes sintomáticos cuyos síntomas se exacerban.
Y por supuesto este es un fenómeno que observaremos también a mediano y largo plazo.
Aunque merece la pena decir que en realidad esta situación ahora solamente gana notoriedad, porque está claro que la depresión y la ansiedad ya eran una pademia silenciosa.
– LN ¿Cómo se explica que los profesionales sanitarios estén lidiando con una enfermedad así, la primera línea de batalla de qué manera cuida su salud mental?
– Por supuesto que la pandemia y la cuarentena lo pone en una situación aún más delicada, así como en la población general, con consecuencias a corto y largo plazo. Pero independientemente del contexto actual, las condiciones de trabajo del médico en nuestro país lo vulnerabiliza para el desarrollo de trastornos mentales, esto tiene que ver con largas horas de guardia, el gran número de pacientes atendidos por día, trabajo nocturno, poco tiempo con sus afectos, salarios no totalmente acordes y el juzgamiento constante al que se ve somentido por una sociedad que espera la cura, cuando su obligación en realidad es ofrecer el mejor tratamiento.
Las estrategias para cuidar la salud mental deben ser aplicadas en varios niveles, desde lo individual, cotidiano e inmediato como habitos saludables de alimentación, sueño y actividad física hasta cuestiones a largo plazo como adecuaciones salariales, políticas sociales o una ley de ejercicio de la profesión médica.
– LN ¿Físicamente me puedo percatar de una enfermedad mental, mi organismo puede alertarme de alguna manera?
– Sí, cuerpo y mente son indivisibles. El deterioro de uno afecta al otro y viceversa.
Las manifestaciones físicas pueden ser una alerta prepatológica o puede ser un síntoma de un trastorno mental ya instaurado.
Insomnio, alteración del apetito, cambio en el peso, fatiga, cefalea, otros dolores corporales y síntomas gastrointestinales son los más frecuentes.
– LN ¿Puede afectar la experiencia diaria, los distintos casos que tratan a un psiquiatra?
– El término afectar es amplio, te puedo responder desde dos aristas:
El agotamiento; el psiquiatra es un médico y está sujeto a las mismas vulnerabilidades que otros trabajadores de la salud.
El mito “los psiquiatras y psicólogos se han de deprimir o se vuelven locos”, como si fuese algo contagioso. Bueno, eso no es así, claramente los trastornos mentales no son contagiosos.
– LN ¿Qué estrategias se recomiendan para afrontar las dificultades actuales?
– Bueno, ya muchas veces se ha dicho hacerse de rutinas, hábitos saludables, buen descanso y ocio con actividades placenteras. Yo agregaría evitar la desinformación y hacer una selección de medios y redes sociales. Ver un noticiero, no dos; tener una red social, no cuatro. Y a más de eso, invito a la población general a tener un lenguaje esperanzador, valorar el vaso medio lleno, focalizarnos en los vacunados y no en las vacunas que faltan, centrarnos en el número de recuperados y no de muertos. Celebrar cada vacuna que llega y cada persona que sale de alta. Cuesta, pero es un camino saludable en una situación que está fuera de nuestro control.