Por Ricardo Rivas, periodista Twitter: @RtrivasRivas

Semana particular la que finaliza en pocas horas en nuestra región, después de conocer los resultados de las elecciones en Chile. Debo decir que, por lo menos para quienes seguimos la información de ese querido país, no fue una sorpresa. Era esperable. “Cuando la política se aleja de la gente, la gente arma otra política”, sostiene el querido amigo y colega periodista y profesor universitario, Marcelo Cantelmi, editor de internacionales del diario Clarín de Buenos Aires. Sin embargo, aquella afirmación, que en las últimas horas escribió en su prestigioso “Panorama Internacional”, la hizo tiempo atrás, cuando las calles de Santiago se ensangrentaron nuevamente cuando las enormes manifestaciones populares de 2019 fueron antidemocráticamente reprimidas.

Aquella “Rebelión de los Guasones”, como caractericé la pueblada, el presidente Sebastián Piñera, intentó extinguirla con sistemáticas violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas armadas y de seguridad que atacaron a los manifestantes sin miramientos. Excedieron todos los límites legales porque, como el propio Piñera lo dijera, cuando aquellos agitados días: “Estamos en guerra”. La primera dama chilena, no le fue en menos, Cecilia Morel, cuando La Alameda santiaguina desbordaba de broncas, no trepidó en asegurar que esas manifestaciones eran “una invasión alienígena”. Idiocia. Leyeron la pueblada como un dramático capítulo de “El Eternauta”, aquella creación magnificente de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.

LOS PRIMEROS RECLAMOS

Era noviembre de 2019. Desde entonces, los reclamos no cesaron. Las represiones tampoco. Muertos, muertas, heridos y heridas de gravedad, mutilados, mutiladas, desaparecidos, desaparecidas, abusos sexuales, encarcelamientos, persecuciones a periodistas, comunicadoras y comunicadores. Nada faltó en el tradicional menú de los autoritarismos. Pero nada cambió. Hipoacusia política voluntaria. Para contener los reclamos, el presidente Pïñera admitió la necesidad de una reforma constitucional. La constitución del dictador Augusto José Ramón Pinochet Ugarte debió haber sido enterrada con él, el 10 de diciembre de 2006, Día Universal de los Derechos Humanos. Caprichosas las fechas. Algunas, saturan el aire con la fragancia fresca de las reivindicaciones. No eran necesarias tantas violencias para que, finalmente, las urnas operaran como urnas crematorias de aquel texto infamante. Piñera, con un 10% de valoración social positiva, según coincidentes encuestas, al igual que la totalidad de las derechas y los partidos tradicionales en Chile, fueron aplastados por los escombros del derrumbe que provocó el resultado de las urnas. En la Convención Constituyente, Chile Vamos –la derecha- y Apruebo –la centroizquierda tradicional- (¿por qué no pensarlos ambos bloques, juntos, como los conservadores del viejo régimen?), ni siquiera tendrán el volumen de representación popular mínimo necesario para vetar la nueva Carta Magna. Dos tercios de los y las constituyentes, carecen de militancia política. La comuna de Santiago, tendrá una alcaldesa del Partido Comunista (PC), Iraci Hassler.

NUEVAS FIGURAS

El alcalde de Maipú, del Frente Amplio (FA), será Tomás Vodanovic; la también frenteamplista, Javiera Reyes Jara, gobernará en Lo Espejo. Viña del Mar y Valdivia, como los mencionados, también son triunfos de las izquierdas, de las juventudes, de los movimientos sociales y, por sobre todo, de las mujeres. Enormes protagonistas. Los y las triunfadoras saben que no será fácil el camino que habrán de comenzar a recorrer después de los festejos triunfales. Chile no está bien. La pobreza, la inequidad y la desigualdad acucian. Es el país más desigual de América, según los más recientes datos del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo). Allí estaban mis pensamientos en este viernes, cuando faltan pocos minutos para que en la Argentina comience nuevamente el confinamiento decretado por el presidente Alberto Fernández que, al parecer, carece de ninguna otra estrategia para hacer frente a la pandemia de SARS-CoV-2.

El silencio nocturno avanza indetenible. La vieja mecedora, los leños crepitantes y el copón cargado con un Don Melchor, 2018, cabernet sauvignón, nacido y criado en el Valle del Alto Maipo, 650 metros por encima del nivel del Océano Pacífico, son los elementos más acertados para pensar Chile. Fuera de este, mi refugio, la temperatura marca apenas 5 grados. En un Whatsapp, el colega Mauricio Weibel Barahona, ese hermano del corazón y de la vida que un par de décadas atrás descubrí más allá de Los Andes, me hace llegar la voz de Reyes Jara (PC), electa alcaldesa de Lo Espejo, ya mencionado. “El actor clave en este proceso [de cambio profundo] fueron las mujeres”, sostiene y enfatiza: “Tenemos proyectos anti neoliberales”. Toda una definición.

MÁS MUJERES

Otra triunfadora, Emilia Ríos, de Revolución Democrática (RD), alcaldesa electa de Ñuñoa, es concreta: “Debemos traducir los triunfos electorales en triunfos sociales” por ello, propone a quienes la votaron y a aquellas y aquellos que serán sus colaboradores más cercanos a “marcar desde el día 1 [de gobierno] diferencias en cómo estamos haciendo política y acercar las instituciones con la ciudadanía”. La machi Francisca Linconao, mapuche, la candidata por los pueblos originarios más votada que será constituyente, hasta poco tiempo atrás estuvo encarcelada. Los represores la categorizaron como “terrorista”. No dudó en hacer una huelga de hambre para defender su derecho a la libertad y los derechos de su pueblo ancestral. La justicia la absolvió. No cometió ningún delito. Otras cuatro mujeres mapuches, como ella, también redactarán la nueva Constitución. “En Chile, la nueva etapa política, es el turno de las mujeres”, me comentó una amiga chilena quien me pidió no revelar su nombre “para que no me tilden de soberbia”. ¿Hay cupos de género en las leyes chilenas? Mauricio me dice que la que se conoce, en ese país, como Ley de Paridad, “operó como un techo para las mujeres, en favor de los hombres. Una docena ingresaron en la Constituyente beneficiados por esa disposición legal”. Agrega: “Estas mujeres, son las caras de La Alameda”. Notable definición.

El resultado electoral es tan relevante que algunos sectores –especialmente de las fuerzas armadas- han comenzado a enviar mensajes. Richard Kouyoumdjian Inglis, ex oficial naval, asegura en la publicación digital Elmostrador.cl que “las FF.AA. se deben a la Constitución, las leyes y reglamentos que gobiernan Chile y que no tienen ganas de involucrarse en aspectos de política contingente, ya que son no deliberantes y apolíticas”. En tono docente explica luego que cuando “la seguridad nacional, entendida como el estado de salud del país, puede estar en riesgo o en riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad o malestar (…) eso debe preocupar a más de alguno, como también les debe preocupar cómo van a quedar [las fuerzas armadas] en la nueva institucionalidad que gobierne Chile en los años venideros, ya que es poco probable que [a las y los chilenos militares] les guste parecerse a Venezuela o Argentina, o pasar a ser instituciones poco importantes en la futura República que se comienza a dibujar, o que la modernización política del país sea a costa del presupuesto de las instituciones de la defensa y de las personas que en ellas trabajan”.

Viera Reyes Jara, alcaldesa electa de Lo Espejo: “El actor clave en este proceso fueron las mujeres".

EL USO DE LA FUERZA

Por si con esas reflexiones no fuera suficiente, el señor Kouyoumdjian Inglis, sentencia: “Las Fuerzas Armadas son parte del poder Ejecutivo, ya que se reportan con el ministro de Defensa Nacional, pero como sus funciones son tan críticas a nuestra existencia y son depositarias del monopolio del uso de la fuerza, lo que hacen y lo que no pueden hacer está claramente establecido en la Constitución. Al final del día, se deben a la Constitución y a los chilenos, debemos evitar que sean mal usadas o, bien, sean usadas por grupos que se desean mantener o perpetuar en el poder, acceder al poder por la vía de las armas o que se transformen ellas mismas en el poder, como es el caso de Birmania”. ¿Y si la Constitución, como sucederá, cambia y el poder civil les ordena y establece nuevas pautas de lo que hacen y no pueden hacer? Habrá que esperar. Las y los nuevos vicarios del poder popular en Chile, decidirán. No solo sobre el futuro constitucional de las y los militares que deberán jurar que la acatarán, sino de todo el pueblo chileno. No es ni sería razonable temer al nuevo poder emergente de las urnas por adherir mayoritariamente a las ideas de izquierdas ni porque la representación de las mujeres haya avanzado significativamente.

Tal vez, sea conveniente que “las y los preocupados” –si confirman o hacen público que lo están- para hacer tiempo, para saber de mujeres y poder, relean algo de mitología griega para conocer que “las amazonas, gente de un antiguo pueblo conformado y gobernado íntegramente por mujeres”, nunca existieron. Aquellas guerreras, no los comandarán. Podrían profundizar, por qué no, conocimientos sobre el Lago Lu Kú, entre las provincias de Yunnan y Sihuan, Suroeste de la República Popular China, mencionado en algunas publicaciones como el “Lago Madre” y su zona de influencia. En aquella área del Imperio del Centro, habitan los mosuo, integradas e integrados en una sociedad matriarcal. Tal vez, sea una de las últimas con ese formato social en la Aldea Global. En ella, a los pies del Himalaya, en un área a la que se menciona como “el Reino de las Mujeres”, desde tiempos ancestrales, las mujeres ejercen una hegemónica autoridad. Tanto en el hogar como en la vida pública. En esa sociedad, los perros son venerados porque intercambiaron sus vidas con los humanos. Los canes viven muchos años. Tal vez siete décadas, en tanto que los y las humanas, entre 13 y 15.

Creen en la Madre Tierra y las mujeres no dependen de los hombres. Pueden elegir tantos amantes como lo deseen y sus hombres no necesariamente viven en la casa familiar. Y, si consideran que son conocimientos que dan cuenta de prácticas sociales de otras épocas, no estaría demás que se instruyan sobre los avances del Estado Democrático de Derecho en tiempos recientes. ONU (Organización de las Naciones Unidas) Mujer, dos meses atrás reportó que 22 mujeres en el mundo son Presidentas o Jefas de Estado. El 25,5% de los escaños parlamentarios los ocupan mujeres. El 70% de quienes trabajan para paliar los efectos de la pandemia de coronavirus, también lo son. Dinamarca, Finlandia, Islandia y Noruega, están conducidos por mujeres. En Austria, Suecia, Bélgica y Albania, tienen casi el 55%, de Parlamentarias. Detrás de esos países, en cantidad de mujeres congresistas, se escalonan Costa Rica, Canadá, Andorra, España, Finlandia, Francia y Guinea-Bissau.

Emilia Ríos, alcaldesa electa de Ñuñoa: “Debemos traducir los triunfos electorales en triunfos sociales”.

En estos últimos nombrados, la paridad es por mitades. ¿Hacen falta más datos? Enorme paso el que dio la sociedad chilena en su conjunto. Después de 30 años de lo posible, de hacer política con extrema cautela, con las urnas decidieron dar paso a lo necesario. Es un triunfo histórico. De hecho, el analista chileno Tomás Mosciatti, sostiene que “la victoria de las fuerzas de izquierda es muy superior a la icónica de Salvador Allende (con la Unidad Popular en 1970, porque) nunca (aquel mandatario) tuvo, ni de cerca, la oportunidad de redactar la Constitución”. Es verdad, este es un histórico triunfo cuasi constitucional, en el que las mujeres son protagonistas de una estatura gigantesca.

Machi Francisca Linconao, constituyente mapuche. Fue acusada de terrorista. Absuelta por la Justicia. Junto con 4 mujeres de ese pueblo ancestral, redactará la nueva Constitución de Chile.

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