Por David Velázquez Seiferheld
Fotos: gentileza de D. Velázquez Seiferheld
En la semana de la Independencia, repasamos una interesante propuesta desde el punto de vista de la historia sobre ese tiempo reflejada en los libros de texto de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Es un trabajo que nos refresca la memoria con una mirada sobre el aspecto de la educación, tan importante y vital como necesario.
¿Cómo se representaba la Independencia Nacional en los libros de texto utilizados en las escuelas primarias del Paraguay entre 1870 y 1940?
– Estas líneas buscan, en apretada síntesis, dar a conocer los conceptos y las imágenes utilizadas para narrar la Independencia Nacional y el nacimiento de la República, en los textos escolares desde fines del siglo XIX hasta aproximadamente mediados del siglo XX.
Razones de espacio nos impiden abarcar en detalle todo cuanto se ha dicho y escritosobre la Independencia Nacional y los próceres de mayo a lo largo del tiempo. Por ello, seleccionamos solo algunos textos que nos permitirán ingresar al rico y complejo mundo de las visiones del pasado plasmadas en las escuelas del Paraguay en diferentes momentos históricos.
COMPENDIO DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA DEL PARAGUAY (1879)
El primer libro de texto integral sobre historia y geografía del Paraguay luego de la Guerra de la Triple Alianza fue el “Compendio de Geografía e Historia del Paraguay”, de Leopoldo Gómez de Terán, y Próspero Pereira y Gamba. La aprobación del libre fue dada por el ex canciller del gobierno de Francisco Solano López, José Falcón, quien en su dictamen señala que “aún cuando pudieran considerarse sus deficiencias como compendio, las naciones que contienen son verdaderas, según el estudio que tengo hecho y los acontecimientos que me han proporcionado los varios documentos del Archivo Nacional”.
El texto de Terán y Gamba materializa el espíritu “regenerador” impuesto al Paraguay luego de la hecatombe que significó para el país la guerra. Propio de la literatura historiográfica moralizante, en la obra la guerra se presenta como una suerte de expiación y de liberación del Paraguay, de sus pecados cívicos y el castigo por sus despotismos: “Libre así el Paraguay del flagelo del despotismo, que por larga serie de años azotó el rostro de la libertad, ha entrado en un nuevo orden de cosas en que enjugando poco a poco sus lágrimas podrá levantarse del estado de postración en que cayó y tomar un día su asiento allanado de las demás naciones hermanas del mundo del porvenir”.
En el libro, la Independencia Nacional es presentada como un proceso de ruptura con el “jesuitismo” colonial: “un régimen (…) en política despótico, en religión intolerante y en moral sumamente licencioso”; y, que a su vez, fue frustrado en sus ideales liberales por la aparición de los “despotismos”, calificativo que se extiende a los gobiernos de Francia y de los López, cuya consecuencia fue la guerra.
La figura de Rodríguez de Francia está situada en el centro del proceso histórico, y es presentada como “el personaje llamado a constituir la nacionalidad paraguaya después de tres centurias de conquista, opresión y fanatismo”. Su personalidad se transformó, de acuerdo con Terán y Gamba, “de ilustrado para su tiempo”, “de prendas estimables, de finos modales y de exterior simpático”, a “misántropo y taciturno” como consecuencia de una desilusión amorosa. Por lo cual “la ambición reemplazó todo otro afecto en su alma enérgica y no pensó más que en la dominación y el engrandecimiento de su patria, cuyo amor combinó con astucias y propensiones y venganzas que nutrían su corazón rencoroso y ofendido”. Su dictadura perpetua se debió, según los autores, a la combinación entre disensos internos entre los tres partidos existentes entonces: “realistas”, “porteñistas” y “patriotas”, y la ambición y astucia de quien luego sería dictador perpetuo, finalizando así los sueños republicanos y liberales del Paraguay de 1811.
La aparición del libro de Terán y Gamba se inscribe en el marco de las medidas educativas adoptadas por el proyecto sociopolítico liberal y “regenerador” entre las que se incluye la creación del Colegio Nacional de la Capital (para el cual fue escrito el libro, aunque se usó también en las escuelas primarias), un hecho que a la larga resultaría clave dado que en sus aulas se gestaría la llamada “generación novecentista”.
El libro conoció numerosas ediciones hasta 1920, aunque desde 1903, y en el marco de las primeras críticas provenientes del espectro nacionalista y heroico, el libro se utilizó cada vez con menos frecuencia.
EL COMPENDIO ELEMENTAL DE HISTORIA DEL PARAGUAY (1896)
Escrito en 1896, el “Compendio de Historia Elemental del Paraguay”, de Blas Garay, no contiene, todavía, la tesis que su autor luego sustentaría acerca del pasado paraguayo plasmada en su artículo “Pasado de Gloria, Presente de Ignominia”, un par de años después. El compendio sigue las normas historiográficas al uso, a diferencia del libro de Terán y Gamba que, como dijimos, está fuertemente teñido de juicios morales. No deja, sin embargo, de llamar la atención, el hecho de que los acontecimientos que desembocan en la Independencia Nacional aparezcan en la Sección Primera, “El periodo dictatorial”, de la Segunda parte titulada La Independencia. Efectivamente en el relato de Garay se aprecia cómo la Independencia Nacional aparece subsumida por los hechos que luego darían origen a la dictadura de Francia, sobre la cual Garay tiene un juicio negativo calificándola como “tiranía”. Para demostrar las diferencias conceptuales entre un periodo y otro, Garay titula a la Segunda Sección como “El período constitucional”. La obra de Garay fue aprobada en 1898 por el superintendente de Escuelas Enrique Solano López, hijo del Mariscal y destacado educador en su tiempo. A diferencia del libro de Terán y Gamba, sin embargo, el compendio no recibió, para su publicación, subsidio estatal. Según el historiador Ignacio Telesca, la influencia respecto de estos obstáculos para la difusión del libro de Garay provino del educador argentino Francisco Tapia, quien había sido contratado por el gobierno para crear y dirigir la Escuela Normal de Maestros. En el programa de formación docente, Tapia utilizaba la obra de Terán y Gamba.
A fines del siglo XIX dos fiestas cívicas marcaban la vida escolar: el 14 de mayo, aniversario de la Independencia Nacional y el 25 de noviembre, aniversario de la Jura de la Constitución de 1870. El panteón heroico, sin embargo, era objeto de intensas discusiones que si Iturbe, que si Yegros, que si Caballero: la figura de Francia se encontraba proscrita, rechazada, como símbolo de “la luctuosa y desastrosa época de nuestros mayores, recuerdo que bien va borrándose de nuestra memoria en presencia de esta nueva época”, como decía el maestro normal Ángel Vázquez, en los festejos del 14 de mayo de 1889. La preeminencia del discurso “regenerador” también aparece en las palabras de la niña Estela Méndez, de Pirayú, que afirmaba, en 1903, que “en 1811 rompimos la cadena de extraño poder; pero la patria cayó en manos de hijos espurios que la despotizaron por largo tiempo”. 1903 fue, recordemos, el año en que transcurrió la célebre polémica nacionalista entre Cecilio Báez y Juan E. O’Leary. Igualmente, aparece en la “acusación” contra el Paraguay de Francia, de hacer aislado al país de las luchas por la independencia americana. En aquellos años, todavía formaba parte de la narrativa de la independencia el antecedente de los movimientos de “porteñistas”: conspiraciones a inicios de 1811, propiciadas contra el gobernador Velasco, para lograr la incorporación del Paraguay a la Junta de Buenos Aires. Estos antecedentes prácticamente desaparecieron del relato de la Independencia luego de 1940, con la evidente intención de evitar cualquier interpretación del proceso independentista en el que emergiera algún atisbo de influencia argentina.
LA REVISTA ESCOLAR KAVURE’I (1917-1920)
En abril de 1917, Juan Ramón Dahlquist, maestro normalista, publica la primera revista escolar: Kavure’i. En el número dedicado a la Independencia Nacional, el 13 de mayo, la publicación recuerda a “los hombres que dieron libertad a nuestra patria”, e incluye a Pedro Juan Caballero, Mauricio José Troche, Vicente Ignacio Iturbe, Gaspar Rodríguezde Francia, Fulgencio Yegros y el capellán José Agustín Molas. En la edición dedicada a la Independencia un año después, en 1918, aparecen además los nombres de Fray Fernando Caballero y Don Pedro Somellera.
Kavure’i recuerda a sus lectores que “nuestro país estuvo hasta el 13 de mayo de 1811 bajo el dominio de España (…) España no ha quedado disgustada con los paraguayos, por haberse declarado independientes. Era cosa que tenía que suceder (…) Los paraguayos tampoco debemos querer mal a España, porque haya sido dueño, un tiempo, de nuestro país. Es nuestra madre patria y nosotros hablamos su hermosa lengua y la sangre que corre por nuestras venas es la misma sangre de esos valientes españoles mezclada con la de los indios guaraníes”. Kavure’i reflexiona con los niños: “Los próceres de la Independencia comprendieron que el Paraguay ya tenía fuerzas suficientes para gobernarse solo y resolvieron hacerlo libre. Y la libertad la consiguieron sin derramar una sola gota de sangre”.
A diferencia de los relatos historiográficos hasta entonces existentes, Kavure’i propone una línea más reflexiva, producto, quizás, de las nuevas tendencias pedagógicas, que reconocían una identidad específica de la niñez. El niño o la niña ya no eran considerados “adultos en pequeño”, sino que los contenidos y el tono comenzaban a adecuarse a la etapa vital en que se encontraban.
En 1918, la revista reprodujo un artículo dedicado a la conspiración de 1820 contra Francia, escrito en 1894 por Manuel Domínguez. Aparece, en el mismo número, igualmente, reproducida una conferencia dictada por Juan Manuel Sosa Escalada en Buenos Aires, en 1889, titulada 14 de mayo de 1811 en la que por primera vez aparece el nombre de Juana María de Lara como vinculado a la Independencia Nacional: “Doña Juana María, cual otra Juana de Mena, la heroína de los comuneros, que se había mantenido al acecho todo el tiempo de los sucesos, entró a la par de muchos, y felicitando a Caballero, depositó en sus manos una corona de azucenas, jazmines y rosas que simbolizaron los futuros colores de la patria”. Como sostiene Ana Barreto, comenzaba también a instalarse en el imaginario social acerca de la revolución de Independencia, un cierto modelo de mujer simbolizado en Lara.
LA RUTA (1938)
Décadas después, en el marco del surgimiento del nacionalismo autoritario y militarista en el Paraguay, aparece la Cartilla Anticomunista, escrita por Emiliano Gómez Ríos, y el texto de lectura La Ruta o Cartilla Nacionalista, de Justo P. Benítez. Ambos eran resultado de la puesta en ejecución del Decreto N° 1371 del 23 de octubre de 1937, por el cual se declaraba obligatoria la enseñanza nacionalista en las escuelas primarias de la República.
En La Ruta hay un mayor énfasis en las biografías de los protagonistas de la Independencia que en las obras previas. Así, Yegros, es “el hombre símbolo de la Revolución de Mayo”; y “ejecutor enérgico de la Independencia”. Su suicido, en la cárcel, apresado por el dictador Francia, fue “como una protesta”. Vicente Ignacio Iturbe “no conoció más que el camino recto”, Mariano Antonio Molas “fue un girondino de la revolución”, “hombre de sistema, un pensamiento ya maduro”, Francia por otra parte, y contra lo que sostenían sus biógrafos previos, “no fue un aventurero, ni un corrompido, ni un resentido social”. “Concibió la Independencia como un postulado del Derecho natural”, y “gobernó para el pueblo, pero no con el pueblo”.
La contribución paraguaya a las independencias americanas se plasma en la aparición de la biografía de José Félix Bogado, paraguayo que integró el regimiento de Granaderos a Caballo que acompañó a José de San Martín en sus expediciones libertadoras.
No fueron estos los únicos libros de texto. Otros libros de lectura y lectoescritura del periodo también contenían referencias de la Independencia, su contexto y sus protagonistas. Así con base en buena parte de lo escrito en el “Compendio de Terán y Gamba”, Enrique Alliot publicó, en 1884, “Elementos de Historia y Geografía”, que contiene un juicio negativo sobre Francia. Además, pueden citarse la “Pequeña Geografía para los Niños” de la Escuela de Arroyos y Esteros, escrita por el sacerdote Fidel Maíz en 1887 y “El Lector Paraguayo”, de Manuel de Mendoza, publicado también en 1896, que era un libro de lecturas. Ambos autores excluyen del relato de la Independencia al Dr.
Francia. Lecturas históricas también aparecen en la obra de Domínguez y Molins, “Lecturas Selectas Paraguayas”, de 1921. Algunos párrafos también se incluyen en la obra de Héctor F. Decoud, “Geografía del Paraguay” (1901). Igualmente, hay referencias a los próceres y al ideal patriótico en los libros de lectoescritura de Ramón Indalecio Cardozo.
CONCLUSIÓN
Los textos escolares siguieron los pasos de las tensiones y conflictos ideológicos en torno a la interpretación del pasado, puesto que la memoria del pasado, a su vez, formaba parte de los ideales políticos en distintos momentos de la historia del Paraguay.
La idea liberal, regeneradora, se presentó a sí misma como un proyecto de sociedad libre de “despotismos” y de “tiranías, en que la instrucción pública debía contribuir a la formación de una nueva conciencia ciudadana. Aborreciendo el pasado, debía contribuir a la construcción de un nuevo futuro; o en algunos casos, a poner en vigencia los ideales de la independencia nacional, interrumpidos por los “regímenes despóticos”. En la idea nacionalista heroica, que devino hacia mediados de la década de 1930 en autoritaria y militarista, la independencia es vista como un periodo de ruptura de las dependencias y afirmación de la soberanía nacional, especialmente gracias a la obra de Francia.
De todos modos, las trayectorias no son lineales, y los intentos de imposición ideológica encuentran resistencias. Asís, el Compendio de Terán y Gamba es una de las armas de lucha política, frente al Compendio de Blas Garay, en la misma época, aunque exista preeminencia del primero sobre el segundo. A la inversa, los textos nacionales cívicos escritos por Ramón Indalecio Cardozo encuentran su contraparte en el nacionalismo heroico e historiográfico de Justo Pastor Benítez. Cosas de la historia, a ambos les unían una gran amistad aun cuando fueran más que evidentes sus discrepancias ideológicas.
Las tensiones ideológicas y sus correspondientes diferencias de interpretación del pasado no se reflejaban en los textos: por el contrario, las versiones alternativas eran excluidas. De manera tal que, tanto la generación del proyecto liberal como la del proyecto nacionalista heroico carecieron de la posibilidad de conocer y valorar críticamente, en las aulas, juicios opuestos sobre el pasado. ¿Es esa imposición lineal de una versión única del pasado, una de las tantas raíces del autoritarismo? Eventualmente la ausencia de planteamientos opuestos en los libros de texto, contribuyó a impedir el surgimiento de la tolerancia para con la diferencia; así como la exaltación o degradación de los personajes, sin matices ni contexto, contribuyó al surgimiento del culto a la personalidad, o del rechazo y el aborrecimiento del personaje. El lector, que debía de ser alguien con capacidad para reconstruir los trazos hacia el presente provenientes del pasado, se convirtió en juzgador implacable de un pasado que, de todos modos, los textos no ayudaron a conocer.
Finalmente, digamos que en el contexto de las lecturas eran las celebraciones, fiestas y desfiles cívicos, de las llamadas ya por entonces “fiestas mayas”. Escarapelas, banderas, desfiles encabezados por las normalistas, alocuciones, representaciones teatrales, música, hacían que el público no lector también participara del mensaje político que se encontraba detrás de aquellas conmemoraciones del pasado.
Bibliografía
Barreto, Ana y otros. Paraguay: Ideas, representaciones e imaginarios. Secretaría Nacional de Cultura. Asunción, 2011 Caballero, Aníbal Hérib. Fiesta y Nación en el Paraguay. Las celebraciones de la Independencia durante el siglo XIX. Resistencia, 2013. Velázquez Seiferheld, David. Educación y autoritarismo en el Paraguay. Volumen I.SERPAJ. Asunción, 2014.