Por Juan Carlos dos Santos G. juancarlos.dossantos@gruponacion.com.py

El Día de Jerusalén (en hebreo Yom Yerushalayim) es una festividad nacional de Israel que recuerda el momento en que la sagrada ciudad fundada por el rey David fue nuevamente reunificada bajo control israelí en junio de 1967.

La diferencia de días entre el calendario lunar hebreo y el calendario solar gregoriano hizo que la tradicional celebración se traslade este año entre la noche del 9 de mayo y el atardecer del 10.

El Gran Rabinato de Israel declaró el Día de Jerusalén como una festividad religiosa menor para agradecer al Creador por la victoria en la Guerra de los Seis Días y por responder a la oración que se venía repitiendo desde 2000 años atrás: “El próximo año, en Jerusalén”.

Foto: Juan Carlos Dos Santos.

CAPITAL INDIVISIBLE DE ISRAEL

Jerusalén, “el corazón inseparable del Estado de Israel”, tal como lo describió David Ben Gurión, primer líder del país, fue fundada hace aproximadamente 3.000 años por el rey David y los descubrimientos arqueológicos a través de los siglos demuestran que era el centro del mundo judío.

Hoy es la principal ciudad de Israel, la más poblada y sede del gobierno, que lo estableció como su capital única, eterna e indivisible.

Es el centro de los hechos políticos del país, es sede de la Knesset, el Parlamento de Israel, y de la Corte Suprema de Justicia. Aunque tenga sus milenios de antigüedad, es una ciudad bastante moderna, que sabe combinar el pasado, el presente y hasta el futuro, pero, sobre todo, sabe combinar la existencia de los diferentes grupos religiosos y culturales.

Foto: Juan Carlos Dos Santos.

EL CORAZÓN DEL PUEBLO JUDÍO

El muro de fortificación construido por el rey Salomón, el sello real del rey Ezequías, el sello de Imer, la primera evidencia existente de la escritura del hebreo antiguo, la gran cantidad de monedas de plata con inscripciones hebreas e incluso una moneda musulmana de 1.300 años de antigüedad, con una menorá, el candelabro judío, como símbolo, son solo algunas piezas arqueológicas que fueron halladas en Jerusalén y que demuestran el vínculo con el pueblo judío.

Luego de la declaración de independencia de Israel en mayo de 1948, las fuerzas de Jordania invadieron y capturaron la parte oriental de la ciudad, quedando la occidental bajo administración de Israel, y esa situación se mantuvo hasta junio de 1967, cuando el ejército jordano, junto al sirio y al egipcio fueron derrotados en la Guerra de los Seis Días y los jordanos tuvieron que retirarse de Jerusalén.

A partir de esa reunificación, la ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas más importantes de la humanidad se ha convertido en un lugar de respeto a los diversos cultos religiosos.

El Kotel, o Muro de los Lamentos, es lo único que sobrevivió a la destrucción romana del año 70 de nuestra era y formaba parte de las cuatro plataformas sobre la que estaba asentado el Segundo Templo de Salomón, también destruido por las fuerzas del Imperio.

Sobre esas ruinas, los diversos pueblos árabes, ya convertidos al islam, fueron construyendo obras como la cúpula dorada, conocida como el Domo de la Roca, la primera obra de arte del islam y a decenas de metros de ese lugar se encuentra la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam, luego de la ciudad de Medina y la Meca en Arabia Saudita, desde donde, según la fe musulmana, el profeta Mahoma se elevó a los cielos.

Foto: Juan Carlos Dos Santos.

EL CENTRO DEL MUNDO

El muro representa para el judaísmo el lugar más cercano a donde se produjo el encuentro entre el Creador y Abraham. De ahí que las manifestaciones de fe del judaísmo se concentran en ese lugar.

Muy próximo a estos lugares se encuentra la iglesia del Santo Sepulcro, que contiene a la roca del Gólgota y al sepulcro de Jesucristo, donde se cree fue crucificado, muerto y sepultado, dando origen a una de las religiones más difundidas en todo el mundo: el cristianismo.

La ciudad guarda lugares históricos y sagrados para la fe cristiana, como el bosque de Getsemaní, donde aún permanecen unos árboles de olivos, que fueron testigos de hechos bíblicos que forman parte de la fe cristiana.

Foto: Juan Carlos Dos Santos.

EL MERCADO POPULAR Y MUSEOS

Nadie que visite Jerusalén puede dejar de dar un paseo por el “shuk”, el mercado popular de la ciudad, donde convergen todo tipo de culturas, realizando exposiciones de su gastronomía y artesanía.

Para conocer sobre las primeras civilizaciones de la humanidad, el Museo de Israel es el lugar apropiado y se encuentra a metros del edificio de la Knesset, el parlamento israelí, centro del poder político de la nación.

Este museo tiene su propio encanto: los Rollos del Mar Muerto, la gran colección escrita sobre papiro y cuero de animales, de textos bíblicos redactados hace más de dos mil años por un grupo que huyó del poder de Jerusalén, entre ellos Juan el Bautista, y que fueron hallados de manera accidental en unas cuevas a orillas del mar Muerto, en 1948.

También es inevitable conocer el Museo del Holocausto Yad Vashen, donde se expone el dolor, el sufrimiento, la muerte, pero también el deseo de no olvidar y de tener esperanza en un mundo mejor a través de un recorrido audiovisual temático por varias salas que transportan al visitante a los años de la Segunda Guerra Mundial y la locura nazi.

Foto: Juan Carlos Dos Santos.

CIUDAD BLANCA, CIUDAD SAGRADA

Dejando de lado toda polémica que la geopolítica de su existencia provoca en el Oriente Medio, esta ciudad que se presenta blanca, porque todos quienes deseen construir en ella deben hacerlo con la misma piedra de una misma cantera, guarda bajos sus calles siglos y siglos de historia de civilización humana.

En Jerusalén están representadas la mayor parte de las culturas que fueron formando luego pueblos, naciones e imperios a lo largo de la historia y es por esta razón que la humanidad misma se ve reflejada en un ancestral adagio jerosolimitano: “A Jerusalén no se va, se regresa”.

Foto: Juan Carlos Dos Santos.

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