El arte y la cultura fueron los sectores más castigados por las cuarentenas que se sucedieron a lo largo de este primer año de una pandemia de covid-19 que parece no tener fin. Y de estos, la música y sus cultores. El aislamiento castigó como nunca antes a todos, pero con particular saña a los músicos. De esto no hay necesidad siquiera de hacer un relevamiento, basta con un “vuelo de pájaro” para entender el dilema. Justo cuando parecía que los grupos de música irían a crecer y a fortalecerse de manera definitiva en un país que apenas oye a sus artistas, ocurrió este desastre que parece no tener fin, como si se tratase de una maldición egipcia. Para entender mejor sobre las causas y consecuencias del aislamiento que ya dura un año, y de cómo se “reinventaron”, hablamos con los protagonistas de esta historia: los músicos del rock.

“Los músicos fuimos, una vez más, des­amparados. Caímos en el abandono total y abso­luto. Desde hace mucho que los músicos no somos valorados. Este es un país muy especial: el Para­guay ignora a sus artis­tas”, sostiene el músico Richard Albospino. Fun­dador y frontman de la banda rockera Faro Calle­jero; Richard afirma que durante la pandemia los músicos fueron los más golpeados, junto con los actores de teatros y otras disciplinas que viven de las actuaciones en vivo. “Nos ignoraron olímpicamente a los músicos, actores de teatro, bandas estables y sinfónicas. Es increíble. Pareciera que los artistas tenemos una maldición encima”, sugiere.

Alberto Rodas, músico y poeta del otro rock para­guayo, se encontraba en un proyecto de produc­ción y grabación de sus dis­cos históricos que debie­ron ser publicados con un libro el año pasado, pero la pandemia liquidó el plan. “Ya estaba todo listo para iniciar el proyecto finan­ciado por una importante universidad privada, pero todo quedó en la nada. Entonces, debimos empe­zar de cero, como siempre: me compré una moto y una cocina, y empecé a fabricar marineras de pollo y a ven­derlas en el barrio. También regresé con la guitarrita en los micros. Todo para estar cerca de mi hija en el asen­tamiento Patria Nueva”, afirma el cantautor.

“REINVENTARSE”. Cantautor del otro rock nacional, Alberto Rodas, cuenta que cuando vino el encierro debió reempezar de cero: “Me compré una cocina y empecé a fabricar marineras de pollo”.FOTO: GENTILEZA

Pero como no hay mal que por bien no venga, Rodas no se detuvo en eso y se puso a escribir nue­vos temas, como el himno “Mi patria nueva” en ritmo de polca, y a grabar media docena de creaciones que ya poseía, pero que no pasaron al disco físico. “Gracias a Benegas Music, el estudio de Sergio Bene­gas, estoy grabando los materiales para mi disco 11. Pensamos lanzarlo este año vía redes socia­les y streaming. Benegas es un capo que reúne a un grupo de músicos de todos los estilos y ahora sella­mos un pacto para hacer cosas juntos”, relata con­tento, a pesar del encierro y el tapabocas.

El cantante César Andrés, líder de la banda C3, las cosas están feas y sin pers­pectivas de mejorar. “Afecta y muchísimo a los músicos, ya que hemos perdido el 90% de nuestros ingresos. Casi todos estamos pasando hambre ya, y lo peor es que –además de haber perdido nuestros ingresos que nos sostenían– también estamos perdiendo a nuestros seres queridos. Debemos reinven­tarnos, pero siempre con el arte”, recomienda.

“NADA SERÁ IGUAL”

El productor, docente y cantautor Saúl Gaona, fundador de Pro Rock Ensamble y otros grupos, afirma que el golpe econó­mico es innegable, pero que los músicos y artistas en general tuvieron que buscar alternativas para no desaparecer el espec­tro mediático. “Como profesor universitario de música, desarrollamos las clases de manera vir­tual desde que se inició la pandemia. En un año aprendimos, conjunta­mente con los estudian­tes, a optimizar las herra­mientas de esta nueva modalidad”, afirma.

Según Gaona, cuando vuelva “la normalidad”, ya nada será igual, nada será lo mismo. “Según estiman algunos estudios, la ense­ñanza universitaria se hará en un 60% de manera virtual (y era del 5% antes de la pandemia). Posible­mente esto también se dará en los trabajos a dis­tancia. Quizás esto sea el saldo más positivo de esta pandemia”, sostiene.

El músico Juanpa Ramírez (“Revolber” y otros) explica que a todos afectó la cuarentena y con espe­cial dolor a la gente que debe padecer la soledad y el aislamiento mien­tras sus seres queridos se extinguen por la ausencia de un Estado responsa­ble y solidario. “La ansie­dad, el stress, la soledad... La salud mental es la que más está afectando a la gente y con particulari­dad a los artistas. Pero no hay que quedarse inmóvil, sin fuerzas, hay que seguir peleándole a la crisis hasta el final”, sostiene esperan­zado en un mejor porvenir para todos.

“TODO A LA MIER...”. Ulises Silva, autor de “Buenos días, Paraguay” y otros éxitos, dice que es “una vergüenza que mientan con la ayuda a los artistas. Yo vivo de las regalías de mis obras. Después no hay nada”.FOTO: GENTILEZA

SIN SUBSIDIOS

El maestro Justy Veláz­quez (Pro Rock Ensam­ble y uno de los dinosau­rios del rock paraguayo) relata que él desconoce de casos de ayuda estatal a músicos y artistas para­guayos durante la pande­mia. “Que yo sepa no hubo tal subsidio. A mi fami­lia y a mí me sostiene de nuevo la música. Yo cuento con ingresos gracias a mi jubilación en la Banda de Músicos de la Policía. Pero ya no hay extras ni clases de música, a excepción de algunos encuentros vía online. Tampoco se hace ya eventos. Pero vamos para adelante siempre. ¡Viva la música! Somos eternos, no hay extinción posible”, se ríe.

En el caso de la música, no solo los músicos que­daron sin sustento posi­ble: también los produc­tores de eventos. Es el caso de Richie Vidaurre, músico y productor gene­ral de espectáculos. “Yo no cobré ni un peso de subsi­dio ni nada, conste que me anoté en el padrón. Yo vivo (o vivía) de la producción de eventos, pero desde marzo del 2020 tuve un evento pequeño en diciem­bre del año pasado y nada más. Aparte, soy profesor de conservatorios y todas las clases fueron suspen­didas y los pagos a profe­sores fueron recortados primero un 50%, y ese 50% otra vez se retrasaba en 3 a 4 meses. Es terrible lo que está pasando”, sostiene.

Para colmo, en algunos casos los pagos de regalías de parte de APA se retra­saron semanas y hasta meses, por lo que muchos cantautores se quedaron sin cobrar y recién recibi­rán sus remesas después de Semana Santa, de acuerdo a un aviso que recibieron de la entidad. “Conozco gente que hace comida para vender. Eso es bata­llar para sobrevivir a la cri­sis”, concluye.

“GOBIERNO INEPTO”

En el otro polo del rock, el músico y poeta urbano Uli­ses Silva afirma que desde que empezó la pandemia “todo se fue a la mierda. Es una vergüenza que mien­tan con la supuesta ayuda a los artistas. Yo vivo de las regalías de mis obras, pero después no hay nada. Seguimos sufriendo este prácticamente estado de sitio de un gobierno inepto y corrupto”, se queja. “Ni siquiera podemos mani­festarnos porque cada vez que salimos a las calles la Policía nos dispara bali­nes y nos reprime. Escu­ché que a partir del lunes (mañana) se va a reactivar la economía. Yo no sé qué va a pasar. Veo un pano­rama muy negro”.

Para el músico, productor y periodista de espectá­culos y sociedad Marcelo “Wevo” Espínola, el ais­lamiento se tornó mucho peor porque ni las herra­mientas que antes estaban disponibles se pueden uti­lizar. “Organizar eventos, vender merchandising, grabar maquetas y difun­dir... Todo se hizo mucho más complicado. Sumale el stress psicológico que conlleva enfrentarse a la incertidumbre en casi cualquier rubro. De por sí ya no podía escuchar ni leer la palabra ‘reinven­tarse’ porque sonaba como romantizar una situación que era bien jodida para todos”, destaca.

“NADA SERÁ IGUAL”. Los músicos y docentes Saúl Gaona y Justy Velázquez (Pro Rock Ensamble) dicen que hay que buscar la forma de seguir haciendo música, a pesar de todo.FOTO: GENTILEZA

“OPORTUNIDADES”

Sin embargo, sostiene que a duras penas muchos como él debieron com­prender que “autoboico­tearse” no era una opción, así que surgió la idea del programa online “El mal­dito despertador” como una válvula de escape a toda esa energía oscura que circundaba el ámbito del espectáculo. “Gra­cias a eso pudimos cono­cer mucha gente incluso del exterior, las charlas con las bandas. Tuvimos la oportunidad de dirigir un evento online nacional que fue emitido al exterior también gracias a bandas internacionales que par­ticiparon, de lo cual salió algún auspicio y mejores oportunidades también para nosotros como con­ductores de ‘El maldito’”, explica “Wevo”.

El cantautor Neine Hei­secke (Deliverans, y ahora solista) afirma que en estos tiempos pandémi­cos, las entidades de ges­tión –como APA (Autores Paraguayos Asociados) y AIE (Artistas, Intérpre­tes o Ejecutantes)– son las que están ayudando a los artistas paraguayos con el pago de las regalías que les corresponden. “Tam­bién hay algún fondo de ayuda, canastas con víve­res, pero claro que falta más apoyo a los músicos”.

¿Y cómo sobreviven durante esta larga cua­rentena que ya dura un año? “Muchos de los perros enseñan batería y guitarra por Zoom. Otros realizan grabaciones a distancias. Yo tuve tres toques desde entonces: el año pasado en los meses noviembre y diciembre, y en enero pasado. Hubo eventos, pero se cerra­ron todas las puertas de nuevo. La salida es que se vuelva a la normalidad y las actuaciones. Con tres tocatas por fines de semana la gente se salva”, concluyó.

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