Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com
Toni Roberto hace un homenaje muy particular a Arturo Herreros, uno de los primeros siete arquitectos recibidos en el Paraguay en 1963. Ostentaba el registro profesional número uno y falleció hace pocos días a los 93 años.
Hace muchas décadas allá por 1959, un grupo de vecinos del viejo barrio Ciudad Nueva liderado por el arquitecto Arturo Herreros (1927-2021) empezaba a buscar un lugar amplio para vivir, encontrando un loteamiento en lo que fuera una gran quinta sobre la calle Gondra del barrio San Vicente. Eran unos terrenos amplios de 15x50 ideales para construir sus casas para sus numerosas familias, que promediaban los 6 hijos cada una.
El arquitecto le invitó al abogado Miguel Ramón Legal, al viejo luchador político contestatario Aníbal Garcete Figueredo, a las familias López y Fanego, después llegaron los Domaniczky, los Appleyard, los Mañotti, entre otras antiguas familias asuncenas que soñaban con un lugar distinto, alto, cómodo y fresco para sus niños en aquella época, una nueva zona de la ciudad.
Allá por 1966, Herreros, uno de los “7 samuráis”, así le llamaron al primer grupo de arquitectos recibidos en el Paraguay en 1963 – tal vez por la famosa película de Akira Kurosawa que se daba en los cines de Asunción al decir de la también recientemente desaparecida arquitecta Magela Gatti– empieza a diseñar su casa.
¿Pero cuál fue la obra más legendaria de Herreros? Veamos, allá por 1954 Manuel Battilana Peña, muy vinculado a la alta sociedad argentina, había encargado el proyecto de su residencia sobre la Avda. Mcal. López y Kubitschek al estudio porteño Agustoni y Vence, pero este no había prosperado. Entonces en 1964, le plantea al ingeniero Sabino Morra construir la casa de sus sueños, época en la que su hijo César Augusto “Yito” Morra era estudiante de arquitectura, a quien Battilana le pide que le desarrolle un proyecto. “Yito” Morra le presenta algunas ideas modernas fruto de los “nuevos vientos” llegados sobre todo con aquellos grandes profesores que estudiaron arquitectura en Montevideo y Battilana le responde: “Está muy lindo y es interesante tu proyecto, pero esa época todavía no llegó. Ahora voy a tener la casa de mis sueños”.
Así, en la etapa decisiva quedó al frente del proyecto Arturo Herreros, quien realizó la adaptación de los planos originales a las condiciones de nuestro medio y a las normas municipales.
Dice Morra del arquitecto Herreros: “Su distinguida condición de profesional permitió el delicado trabajo de ejecución de la obra hasta el último y más fino detalle. A mí, junto a él, también mi profesor de proyectos, como verdadero privilegio por su innegable saber y calidez de persona, me tocaba seguir aprendiendo arquitectura, soberana obligación”.
Así con gran maestría, Arturo Herreros logra enclavar en ese terreno la legendaria casa conocida popularmente como la casa de “lo que el viento se llevó” y adaptar los sueños de Manuel Battilana Peña, de la misma manera, haría pocos años después su chalé buscando el punto más elevado del barrio San Vicente, donde hoy habita su nueva propietaria Maggie Brugada conservándola intacta en su honor.
Además, construyó el Hotel Acaray (hoy lamentablemente modificado) y el Hotel San Bernardino, así como una interminable lista de edificios, hoteles, hospitales o centros de salud y viviendas promovidos por el Instituto de Previsión Social en el curso de varias décadas.
Este fue un pequeño tributo al estilo “Cuadernos de barrio” a Arturo Herreros, el primer arquitecto recibido en el Paraguay con el registro número uno y que falleciera el domingo pasado a los 93 años.