Fotos: Eduardo Velázquez

Uno de los protagonistas de las jornadas del 2 y 3 de febrero responde a las preguntas de Augusto dos Santos para “Expresso”, que se emite hoy por el canal GEN. El escribano Juan José Benítez Rickman, titular de la poderosa Secretaría de Información de la Presidencia de entonces, relata desde su punto de vista cómo fueron los hechos y por qué él estuvo en el Estado Mayor, armado con un fusil FAL defendiendo a Stroessner y al día siguiente, en Palacio, trabajando en su oficina para el nuevo gobierno.

¿Dónde estaba Juan José Benítez Rickman en la noche del 2, la madrugada y hasta el mediodía del 3 de febrero de 1989?

–Y yo te agregaría algo... ¿Dónde te enteraste de que iba a existir un golpe? Yo estaba en Taipéi, Taiwán con el coronel Zelaya, desde unos 20 días antes del golpe, como invitado del gobierno de Taiwán y luego tenía otra invitación del gobierno francés. Para ese viaje no tenía permiso, entonces le llamo a Mario Abdo Benítez, no el presidente actual, sino su padre, le digo que si podía preguntar al Presidente (Stroessner) si me autorizaba a ir a Francia y llevar también al coronel Zelaya. Abdo me dice que justo está al lado del Presidente y me pasa la llamada, entonces nos autoriza, pero solo por 8 días...fuimos y nos recibió en París el entonces embajador Iván Evreinoff . Cuando estábamos ahí, llama el cónsul general en Rotterdam, César Díaz Aguilar, que es mi amigo y me dice: “Quiero contarte algo” y le digo que bueno, que me cuente, pero dice: “No puede ser por teléfono lo que quiero decirte”. Le digo que no puedo viajar adonde está él (en Holanda) y él me dice que iría él a París, “tomo un tren y me voy” (a París).

–¿Y fue?

–Sí. Voy a sintetizar lo que pasó porque fue una larga conversación. Pero me dijo entonces. “En Paraguay va a haber un golpe de Estado y vengo a ofrecerte asilo político”. Yo le miro con una cara de curiosidad porque yo tenía ésa noticia de antes y le pregunté ¿cuál es tu fuente? Y el me respondió: “No te puedo contar”.... Entonces, llegamos de regreso a Asunción, y yo voy a Palacio con los presentes, entro junto al Presidente y le dije: “Me acabo de enterar a través de la prensa”, porque no quise descubrirle quién era mi informante, una fuente de prensa le dijo que en el mes de febrero habrá un golpe de Estado contra nuestro gobierno, contra usted, contra el Partido Colorado.

UNA NOTICIA “LAINÍSTICA”

–¿Y qué dijo Stroessner?

–Dijo ¡Pero qué van a saber lo que pasa en Paraguay a 17 mil kilómetros de acá! ¡Esa es una noticia “lainística”!

–Haciendo referencia en eso a Domingo Laíno, el líder del PLRA de entonces.

–Sí, entonces salí, me fui y empecé a recorrer y recopilar informaciones y me di cuenta de que no era un invento, que esto se venía. Le llamo al general Clebs, estaba en Camboriú, le llamo al vicealmirante Moreno Carreras, no atendía su teléfono...

–No había celulares tampoco en esa época...

–No, claro. Lo llamo a Fernando Ugarte, el edecán aeronáutico y me atiende. Le dije que precisaba hablar con urgencia contigo y me dice que sí, que podemos encontrarnos en un lugar, en 15 minutos (a las 18:00) y le di instrucciones a mi chofer para que hable con el chofer de Fernando y trate de sacarle la mayor cantidad de informaciones a su chofer mientras nos esperaban. Fernando era mi amigo, fue mi compañero en el Colegio Cristo Rey. Y le digo: “Mirá Fernando, vos sabés que va a haber un golpe y no me estás contando”.

–Estabas hablando nada menos que con el edecán aeronáutico de Stroessner y seis horas antes del golpe...

–Sí. Entonces él me dice: “Mirá Tito, yo tengo la misma información que vos tenés, pero el señor (Stroessner) no cree...

–Haciendo un paréntesis cuando íbamos a empezar a grabar, eran las 18:00 y vos me dijiste, justo a esta hora, a las 18:00, cada 2 de febrero me da un escalofrío...¿era por eso?

–Sí. Recuerdo que me llama Rodolfo Scherer Peralta, periodista acreditado en la Secretaría de Informaciones, gran amigo mío y me dice: “Escribano, me están informando que los tanques de la Caballería que están en Cerrito están calentando motores ¿qué hacemos”. Y el problema era que mi palabra era oficial, si yo decía: “Hay un golpe”, lo había, porque hay otra historia...

–¿Otra historia?

–Sí... Antes de eso, una mañana me llama el entonces Tomás Giménez Villalba, presidente del club Cerro Porteño entre paréntesis y director de Puertos de entonces, era mi amigo, a pesar de la diferencia de edad. Me busca y me dice “Tito, hoy me visitó Rodríguez Pedotti, hermano del comandante de la Caballería, que trabaja como jefe de Depósito de Puertos en Ciudad Puerto Presidente Stroessner y me dijo que el “loco” de su hermano va a hacer un golpe de Estado y vengo a contarte esto”. Inmediatamente fui junto a mi general y le cuento esto al Presidente.

–¿Y él qué dijo?

–Stroessner me dijo esto: “Agradézcale al amigo Tomás Giménez Villalba que siempre me trae importantes cuestiones, pero muchas personas me quieren predisponer contra Rodríguez...”.

–¿Usted tiene la certeza confirmada de que otras personas, además del escribano Benítez Rickman, hayan ido a darle la misma noticia a Stroessner? ¿Quiénes serían?

–El día 1 de febrero nosotros fuimos a un acto castrense en el Vicariato, tengo la foto así que puedo demostrarlo. Cuando a mi regreso recibo la llamada de una persona que tenía una representación pública, una mujer que era una Miss Paraguay, voy a reservarme el nombre de ella, y me entrega un sobre y me dice: “Por favor, si le puede entregar al Presidente”. Entonces, para que no me pase lo que me ocurrió una vez cuando entregué algo que resultó algo así como una “orden de fusilamiento, por decir así” (risa), lo abrí pensando en qué será. Abro el sobre y el escrito describía por lo menos el 60 por ciento de lo que iba a ser el golpe...

UNA CARTA DE “MISS PARAGUAY”

–¿Una Miss Paraguay, de la que no nos puede decir el nombre, tenía la planificación del golpe de Estado y le hizo llegar a Stroessner a través de usted?

–No era la planificación, pero sí el relato de lo que iban a hacer porque ella se había enterado de parte de uno de los que iban a participar...no sé si era uno de los “Carlos” o de los “Jorge”...

-¿Y qué hizo usted? ¿Le llevó la carta a Stroessner?

–Sí. Se la entregué en propias manos, pero no tuve ninguna respuesta.

–¿Podrías relatarnos algunos momentos claves de esos días? Podría relatarnos esos momentos?: La noche del 2, la madrugada del 3, las 10 de la mañana aproximadamente del 3 ¿Qué estaba haciendo? Y ¿por qué al mediodía del 3 estaba usted en ese balcón del Estado Mayor?

–Desde mi casa, en Félix Bogado y Japón hasta el Escolta creo que llegué en cinco minutos. Al llegar, casi me balean. Bajo del coche y se estaba bajando Stroessner. A la entrada estaba “Turi, el pescador” de Yacyretá, el capitán Brítez, que luego me enseñó cómo se maneja una Fal que ya no sabía y el general Ruiz Díaz. Ahí se le presenta Ruiz Díaz a Stroessner y le dice: “Mi general, esta unidad no le ofrece garantías, no tengo personal. Me mira Stroessner, abre la puerta de su auto y saca un Fal y una bolsa de proyectiles y me las da, diez cargadores. Fuimos caminando hacia el Estado Mayor porque era más seguro. Cuando Stroessner quiso subirse al ascensor le dije que si habría un corte de luz, podríamos quedarnos encerrados y aceptó y fuimos por la escalera. Subimos al primer piso y nos quedamos en la pieza de Fretes Dávalos. Estábamos con el Gral. Johannsen, Fretes Dávalos, al rato llegó Machuca, que era hermano del que luego fue ministro del Interior, luego yo bajé porque Stroessner me dijo que estaba viniendo Germán Martínez y lo guié hasta arriba. Yo era el único que tenía un “walkie toki” en comunicación directa con el Palacio, con mi oficina y con mi otra oficina que tenía en la calle Benjamín Constant.

–Una precisión ¿Y el Regimiento Escolta Presidencial dónde estaba? ¿No estaba ahí?

–Bueno, hay una historia especial también, el Regimiento no estaba preparado para lo que tenía que hacer...Hay algo que me estoy olvidando y ahora te digo: Cuando veníamos con Pepito Durán, yendo para mi casa, le dije que iba a parar un rato en el Escolta y bajo, se me presenta el comandante del cuartel y yo le digo: “Por curiosidad dígame capitán cuántos hombres tiene usted acá? Y me responde que pocos, unos 150 militares y unos 60 soldaditos. En Mburuvicha Róga hay 80, con el coronel Lesme ¿Por qué me pregunta? me dijo y yo le respondí que por nada y me fui a casa. Y ahí empiezan las llamadas de los amigos...todo eso.

–Volvamos a la escena del Estado Mayor. Luego de que llega Germán Martínez. Están todos los generales ahí y llega la noche...¿Cuál fue el primer episodio de esa larga noche?

–Eran las 20:45 y el primer episodio es que me llama Mario Abdo Benítez, porque él estaba en CDE. Como antes llamó a la Secretaría de Información y le dijeron que estaba ahí, me dice: “¿Que tal Benítez Rickman? Dentro de poco la aviación está con nosotros y creo que la artillería también...”. Entonces yo le dije: “Creo que está equivocado usted don Mario y corté la comunicación para no gastar la batería de mi walkie...

–La información que le habían dado a él era que la aviación estaba con ustedes...equivocada.

–Si. En ese momento le pregunto al Presidente si puedo llamar al comandante de la Artillería, Tomás Aquino Argüello, que vive acá cerca. Le digo que el mismo fue mi camarada en el Colegio de Guerra. Y Stroessner me dice que haga lo que sea conveniente. Entonces lo llamo a Anastacio Giubi, que era mi operador de comunicaciones de Palacio para que lo llame al coronel TomásAquino Argüello y me atiende. Le digo que el Presidente está frente a mí y pide que vengas en ayuda nuestra. Y me responde: “Decile que ya estoy en aprestos”. Dos veces me dijo, listo, escuchó el Presidente y todo muy bien. Al rato se presenta Johanssen y le dice que “Transmisión está con nosotros, Centurión va a actuar”. Yo sabía que no era así y le dije :”Noticia falsa”, me miraron y no dijeron nada..

UN TANQUE SIN COMBUSTIBLE

–¿Y qué hizo usted?

–Bajo y le digo al Presidente que iba a ir a Radio Nacional a lanzar un comunicado. Le llamo a Alejandro Cáceres Almada al teléfono que llevaba cuando iba a Ayolas, ahí me dice que la llave de la radio tenía Carlitos Montaner, me dice que le pida a él...Cáceres Almada cruzó inmediatamente a Goya, Corrientes. Lo llamo a Montaner y me dice que estaba en una ciudad cercana...En ese instante comienza un ataque muy fuerte, las hojas caían.

–Era el primer ataque al lugar de la Caballería...

–Sí. Ahí salió el único tanque que pudo salir y que le dejó uno de los otros tanques inutilizado. Después salió el segundo tanque conducido por el hijo de Narciso Soler, el teniente, contentos porque eran los tanques grandes y ¡Pum! se quedó frente al Estado Mayor sin combustible.

–Ya se producen los hechos ¿Fue realmente como contó Lino Oviedo esa salida de Stroessner con él y la granada?

–Si eso hubiera sido cierto... Yo te cuento que manejaba el coche el chofer Miranda, al lado del chofer iba Gustavo Stroessner, atrás iba Pachi Heikel, Graciela Stroessner y Stroessner...Salvo que fuera en el regazo de Stroessner o del hijo, no iba a caber en el auto Oviedo.

O sea lo de la granada , según tu versión, no es verdad.

Lo de la granada existió en la mente de alguna gente que de oídas comentan algunos hechos. Reconocido por Oviedo cuando le pregunta el director de una radio, está escrito en una entrevista.

Pero sí hubo el momento en que Oviedo llega y lo intima a Stroessner...¿Cómo fue que se rinde entonces?

¡Linda pregunta! El coronel Maggi, que era jefe del Primer Departamento, que estaba ahí y dice que grita Lino Oviedo ¡Ríndanse! Varias veces y entonces Stroessner les dice a los generales que estaban ahí que vaya alguno de ellos a parlamentar y ninguno se animó a ir. Se levantó Maggi, acompañado del coronel Pedro Hugo Cañete, que era ayudante del comando en jefe y que luego del golpe fue automáticamente comandante de un regimiento. Y fue y le dijo que paren el fuego porque el general Stroessner quiere rendirse. Porque en ese momento, cuando el capitán quería abrir la armería no había llave...

–¡Qué increíble! ¿El tanque no tenía combustible y la armería estaba cerrada con llave en el Batallón Escolta?

–Sí, así fue, una casualidad… Nos fuimos hacia el Hospital Militar entonces, ahora Hospital de Trauma, y esa impresión de ir pisando cadáveres fue terrible.

–¿Cuántas personas murieron entonces en ese lugar? Nunca se supo

–Yo calculo que unas 150, porque cuando sentimos una gran explosión en el tinglado que estaba sobre Gral. Santos, quedamos paralizados, aterrorizados, ahí estaban 150 soldaditos ocultos.

DEL FUSIL A LA OFICINA DE PALACIO

–¿Y nos puede explicar cómo es posible que alguien, usted, que estaba en el Estado Mayor con un fusil Fal en la mano para defender a Stroessner estuvo al día siguiente en el Palacio, ayudando o apoyando la formación de un nuevo gobierno?

–Le voy a explicar, es algo que nunca conté. Entonces pensé ¿O me asilo en la embajada brasileña o le llamo a consultar a un camarada del Colegio de Guerra, Luis Alberto Laguardia Roa, general, excelente militar, jefe de Transmisiones que fue el que le acompañó a Rodríguez cuando cayó con el avión, estuvo como dos años con él en Buenos Aires apoyándolo mientras se hacía el tratamiento. A él le llamé y le dije: “Beto ¿le podés consultar a Rodríguez adónde me presento a rendir cuentas de mis actos?”, después de 5 minutos de tenerme en el tubo me dice: “El general Rodríguez me dice que te quedes en tu cargo hasta nuevo aviso”.

–¿O sea lo dejaban en el cargo de secretario de Información de la Presidencia?

–Sí. Antes estuve con mi familia, pensando en qué podía pasar. Mi esposa, con mucho tino, me dice: “Mirá Tito, si te querían apresar, ya estabas preso”. Entonces llama el presidente de un país vecino a preguntar qué pasaba porque en Clarín y La Nación, en una revista Somos, aparecíamos Stroessner y yo muertos. Entonces le digo a Laguardia y me dice que Rodríguez quería que vaya al Palacio de Gobierno. Eran las 5:00, entonces me visto, me pongo un traje azul y corbata colorada y paso por la casa de mi chofer que estaba asustado y fue conmigo con el “santo y seña” (2 parpadeos de luces). Y llegamos al Palacio y veo que había soldados de la Caballería y en el suelo, tirados, guardias del Palacio de antes. Entro y de repente lo veo en el suelo también al jefe de Seguridad del Palacio y a otros también. Y lo que es la vida! Viene uno de los que comandaba las fuerzas de la Marina, con una pistola y me pregunta qué hacía yo ahí y le dije que el Gral. Rodríguez me había llamado. Va y consulta con González Petit y me dejó pasar, entré a mi despacho y vino mi ordenanza principal me hizo cocido y trajo coquitos de La Palmera.

–Ya era el amanecer

–Sí, a las 5 y tantos, un ruido de gente que pasa y llegan dos personas que luego fueron generales, uno era Garrigoza y el otro, creo no estoy seguro si era Regis (Romero) y Garrigoza me dice que suerte que estarás con nosotros y llega el Presidente (Rodríguez) y me dice: “Yo quiero que usted colabore con mi gobierno y entonces le digo que no puedo colaborar con su gobierno porque mi jefe está preso. Entonces le llama a Laguardia Roa y le dice que me hagan entrar “junto al Presidente” y voy a la Caballería. Recuerdo que me recibió el coronel Segovia Boltes, que después fue jefe de Investigaciones, y lo vi al Presidente estaba con medias, le llevé una caja de cigarrillos.

UNA ENTREVISTA CASI FATAL

–Hubo en ese tiempo una cuestión que tenía que ver con la sucesión posible que se decía: “Stroessner rire Stroessner jey, que era lo que se afirmaba era el proyecto de otro Stroessner (el hijo, Gustavo) que gobernaría después de su padre y que habría precipitado justamente el golpe. ¿Qué había de cierto en eso?

–Justamente un artículo que publicaste vos, ocurrió un hecho el 2 de marzo de 1988 fueron las últimas elecciones y un periodista del diario La Nación (de Argentina) Mario Péres Colmán, que venía representando a Gente y 7 Días, pidió una entrevista con Stroessner y el Presidente me dijo que no quería hablar, que hable yo. Bueno, reuní a la gente y la primera pregunta que me lanzó así directa fue ¿Es cierto que el próximo sucesor de Stroessner en el gobierno va a ser su hijo Gustavo? Me cayó un poco pesado, le dije francamente me extraña su pregunta, acabamos de ganar por amplia mayoría, pero sepa usted que los únicos que van a definir quién va a ser el candidato van a ser los miembros de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y nadie más! Bueno, pensé que se acababa todo, pero a la noche me llama Emilio Chávez, cónsul general en Buenos Aires, y me dice: “Te estoy mandando en el último avión de LAP, Clarín, La Nación y Somos. En tapa yo aparecía ahí con un cargo que no era el mío y decía “El Secretario de Información Pública Juan José Benítez Rickman vociferó ante los periodistas lo siguiente. “El sucesor del general Stroessner no será su hijo de 45 años y de personalidad reservada”. Fue algo un poco pesado....

–¿Un poco pesado? Te podía costar la cabeza, literalmente

–Mi esposa me dice: ¿Vos dijiste eso? Todo dije menos de personalidad reservada... al día siguiente llego al Palacio, yo llegué a las 6 en punto y me saluda y me dice al caminar dos pasos ¿Qué es lo que dijo usted de Gustavo? Y sigue caminando...Ninguno de los edecanes, todos los del Palacio pasaban y no me saludaban.

–Ya eras “hombre muerto”

–Y sí. A las 11:30 viene el subcomisario que abría las puertas al Presidente y me dice: “Le llama el señor Presidente”, golpeé en el despacho y me miró y yo le miré a los ojos y me dijo que tome asiento, ahí me di cuenta de que no me iba a echar, porque nunca él echaba o retaba a alguien si no estabas de pie.

Uno de los otros temas que se dice sobre la causa del estronismo fue el tema del llamado “Cuatrinomio de oro” ¿realmente fue así?

–Es lo mismo que está pasando ahora, el partido estaba dividido y cada uno de ellos tenía algunos intereses y eso afectó.

–Por último ¿Qué no tiene Mario Abdo Benítez, el presidente actual, de su padre, Mario Abdo?

–Para mí, la autoridad, don Mario hablaba de forma pausada y la gente lo respetaba. Y otra cosa, él estaba en el Gobierno con gente de su partido, no con advenedizos ni oportunistas que aparecen cuando uno está en el poder.

–La última. ¿Le indignó que algunos estronistas de pura cepa se convirtieron en una madrugada en demócratas fervientes.

–No, no me indignó, lo que creo es que hay que ser coherente y seguir fiel a una idea, así los amigos te van a respetar siempre...


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