El mejor tenista paraguayo de todos los tiempos, Víctor Pecci, habla con Augusto Dos Santos para el programa “Expresso”, del canal GEN, y hace un repaso de su historia deportiva y también dirigencial. Como ex ministro de Deportes, trabajó por engrandecer los deportes a nivel país. Una charla donde se suelta sobre sus recuerdos y habla de la importancia de tener pasión para todo deportista.
Augusto Dos Santos: Víctor, ¿cómo se administra el ser eterno en el cariño y la recordación de la gente?
–Víctor Pecci: La verdad es que siempre fui muy natural con la gente, los amigos, los adversarios de turno, nunca los tomé personal y eso hizo que gane afectos. Tengo los mismos amigos del colegio de antes de comenzar a jugar al tenis y tengo buenos recuerdos del público paraguayo, contento con lo que piensan de mí y a mis 65 años haber conservado ese privilegio.
–ADS: Pasaste muchas horas de tu etapa formativa con el frontón.
–VP: Así es, horas y horas, y después comienzo a viajar solo porque en la primera etapa hasta los 14 lo hacía con mi padre, me acostumbré a vivir solo y a tener un deporte individual. Cuando fui a París a jugar Roland Garros con 17 años, me di cuenta que iba a ser profesional porque me fue muy bien y gané el torneo. En realidad me fui por 15 días para jugar el torneo y volver y me quedé por 6 meses en Francia a jugar torneos de primer nivel. Ahí me di cuenta que mi destino estaba en el tenis.
–ADS: Hay una foto histórica tuya donde se ve a un chico que es claro que todavía no es mayor de edad trepando al avión… ¿Qué fuiste a jugar esa vez?
–VP: Sí, la aerolínea norteamericana se llamaba Braniff, y me fui a jugar a Miami, que era una cosita así, en el 70, y esa es la foto donde me fui por primera vez solo y a Estados Unidos, fue una aventura, no sabía ni cómo se llamaba el hotel, y me fui preguntando, tenía un ángel que me cuidaba, siempre había alguien que me ayudaba en situaciones extremas. Después ya me fui a Europa, ese período de los 14 a los 18 fue difícil, solitario y aventurero y con un poquito de riesgo en ciertas situaciones.
–ADS: ¿Cómo se las arreglaba ese chico que iba a pelear el mundo con papá y mamá?
–VP: Papá era increíble, le gustaba tanto que yo jugara que no medía los riesgos de viajar solo y eso, en tanto que mamá sí era mucho más conservadora y cada vez que me iba sufría, mi padre estaba refeliz y a mí me gustaba mucho viajar, así que no era que salía y extrañaba Asunción o el Paraguay, me gustaba mucho y por eso me pasaba mucho tiempo afuera 6 o 7 meses y ahí sí ya extrañaba. Pero una de las cosas para ser tenista es que no tenés que extrañar tu tierra porque durante 15 o 20 años vas a estar fuera de tu casa.
–ADS: ¿Cómo hacías con los estudios secundarios?
–VP: Yo era relativamente un buen alumno hasta el 4º año y en esa época se calificaba del 1 al 10 y yo sacaba 7, 8 y después empecé a entrenar más duro y los partidos eran de noche y llegaba cansado por lo que en el 5º curso comencé a bajar de nivel y justo me sale el viaje a París. Yo estaba en el Colegio San José y me fui por 15 días y me quedé 6 meses y nunca más volví al colegio.
–ADS: En 1979 generaste un problema al sistema tenístico mundial que esperaba un duelo entre gigantes y vos lo transformaste en un David y Goliath. Contanos un poco.
–VP: Yo era un poquito conocido en Francia porque había ganado un torneo dos meses antes en Niza y usaba un diamante, así que con el pelo largo y la imagen no pasaba desapercibido. Llega Roland Garros y comienzo a ganar los partidos y le gano a (Guillermo Vilas) en cuartos de final y ese ya fue como un shock para los franceses…
–ADS: Y Vilas lo predijo…
–VP: Sí, que le iba a ganar a (Jimmy) Connors por el nivel que tenía. El duelo con Connors era con (Bjorn) Borg, que eran 1 y 2 del mundo, así que eso podía predisponer al público en contra. Yo era 30 en el mundo y después estuve entre los 10 primeros. Por suerte el público fue muy respetuoso y no lo sentí en contra.
–ADS: Contame el partido con Connors.
–VP: Habíamos jugado un partido en un torneo anterior que fue muy parejo, llegamos 4 iguales y me gana 6/4 en el tercero por su experiencia. Entonces cuando entro a jugar yo sé que tengo posibilidades de ganarle, más después de pasar a Vilas, porque me sentía fuerte físicamente y con mucha confianza. Por suerte gané los dos primeros sets, pierdo el tercero y el cuarto empiezo bien y pude ganar. No así con Borg, ya era el rey de la tierra, ya había ganado tres veces ese torneo, no tenía la misma fe, y penosamente ese día amaneció lloviendo lo que perjudicó mi juego que se daba mejor en la cancha seca, porque mi tenis es de saque y volea. El partido tenía que comenzar a las 14:00 y lo hizo a las 15:00 con la cancha pesada que lo favorecía a él que jugaba todo de fondo. Era invencible prácticamente en tierra. No es excusa, pero digamos que mi juego se resintió.
–ADS: ¿Con esas figuras superpoderosas, míticas, tuviste relación de amistad con ellos?
–VP: En mi época teníamos amigos, con algunos hice amistad, con otros no, hoy en día te diría que es casi imposible, porque cada jugador de los primeros 20 tienen un equipo que lo asesora, que lo acompaña permanentemente, así que ya no salen a cenar o confraternizar. Connors en la cancha era insoportable y afuera también, al contrario de (John) Mc Enroe que era insoportable en la cancha, pero fuera era un tipazo, buenísimo. Los sudamericanos nos llevábamos todos bien, quizá Vilas hacía un poquito rancho aparte, cuestión que era normal.
–ADS: Cuando llegás a ese lugar de película, ¿sos consciente de que gente que nunca oyó hablar de tenis comenzó a improvisar el tenis?
–VP: Para mí fue espectacular que el tenis se vuelva popular. En el 76 yo había jugado un torneo internacional aquí en el Cerro Porteño con mucho público y saco para el primer punto, lo gano y el árbitro dice 15-0 y escucho de la tribuna: “¡Uy… estamos ganando por goleada!” (risas). En cambio para el ’79 la gente ya sabía el marcador y fue allí que se improvisaban redes en las calles, hasta en los empedrados, se volvió mucho más popular la cosa y comenzaron a haber academias y clubes.
–ADS: ¿Cómo administraste la fama?
–VP: Uno cuando es joven medio que se cree la película un poquito pero no me creí la última Coca-Cola del desierto y supe que esto iba a tener un principio y un final, que iba a tener lesiones y que mi físico no iba a responder. En ese sentido no se me subieron los humos. Ese es un tema, el otro es el de la presión. Jugar Copa Davis, recuerdo que llegué a jugar 15 sets, en los tres días terminaba jugando 14 horas, era tanta la adrenalina que el lunes era un globo desinflado. Son esas situaciones a las que te lleva cualquier deporte cuando hacés demasiado esfuerzo. Había como una responsabilidad porque había mucha gente pendiente, ya no era Víctor Pecci, era Paraguay, así que después de una serie terminaba con 0 energía y costaba volver a encontrar la motivación.
–ADS: ¿Qué diferencia existe entre esa etapa y lo que vino después con la Copa Davis? ¿Qué diferencia notaste?
–VP: Paraguay durante 50 años no presentó equipo en la Copa Davis, así que fue una gran responsabilidad y nos fue bien de entrada y en un año estuvimos en el grupo mundial y llegamos a estar entre los 8 primeros y eso hizo que entrene mucho más y que estuviera motivado y que me preparara especialmente.
–ADS: ¿Cómo se formó ese equipo?
–VP: Mi compañero fue Francisco González que él es portorriqueño. Con él fuimos invitados por una marca de cigarrillos que esponsoreaba torneos a una gira por Centroamérica en la que ganamos varios torneos. Él no tenía chances de jugar Copa Davis porque Puerto Rico depende de los Estados Unidos y había muchísimos jugadores, por eso yo lo invité. En esa época no se necesitaba ser nacionalizado, bastaba con la residencia. Entonces una vez que tuvo la residencia en el ’82 pudo representar a Paraguay y ganamos a países que nosotros ni pensábamos, Estados Unidos, Francia, República Checa con (Iván) Lendl que llegó a número 1 del mundo…
–ADS: La historia del parquet…
–VP: Sí era todo un tema, porque al parquet lo cubríamos con una alfombra que después contra República Checa la tuvimos que quitar porque estaba Lendl y el juego se hacía más lento, cosa que a él lo favorecía.
–ADS: ¿Cómo estás viendo el tenis en el país?
–VP: Hoy para un paraguayo competir en el primer nivel del tenis, con federaciones europeas que tienen presupuestos millonarios, es como remar en dulce de leche. Hay que tener mucho talento y mucha perseverancia, salir afuera desde muy joven, porque el tenista se forma a nivel internacional. Vos podés estar entrenando 24 horas, pero no te sirve de nada si no salís a competir afuera. Y ese proceso, esas etapas que son de años, con pocas excepciones como Ramón Delgado, Verónica Cepede, Rossana de los Ríos, y otros chicos no pasaron esa etapa porque cuesta muchísimo. Ahora tenemos dos chicos, uno que se llama Daniel Vallejo y otro Martín Vergara que uno de ellos está viviendo en Miami y asiste a una academia muy buena. Es muy difícil competir contra Europa y Estados Unidos, inclusive de los países asiáticos, imagínate que en mi época competir contra un coreano, yo decía le gano, y ahora los chinos tienen un buen nivel, así que se agrandó el mundo del tenis.
–ADS: Muy buenos recuerdos de tu gestión como ministro de Deportes, que es como la culminación de una etapa, porque no todos los que son buenos en la cancha pueden hacer gestión. ¿Qué recuerdos te deja?
–VP: Mucha satisfacción porque el presidente (Horacio Cartes) me dejó trabajar, no me puso ningún condicionamiento y fui libre de usar el sentido común para el bien común, me rodeé de gente muy buena y a través de eso pude hacer una buena gestión. Tuve también equivocaciones, chicas, pero equivocaciones al fin, que uno cuando sale se da cuenta, en esto podría haber hecho mejor, pero en líneas generales una gran experiencia.
–ADS: Se cruza contigo un chico que quiere jugar tenis, ¿qué le dirías?
–VP: ¿Doce años?, ¡Qué tiene que empezar a los 6…! (risas). Que tiene que tener mucha pasión y en el caso del tenista que no vaya a extrañar su casa, Asunción, Paraguay, porque el camino del tenista no va por ahí. Mucha determinación y ganas que es lo principal, pasión, porque el resto se puede encaminar.