El ex presidente del Banco Central del Paraguay (BCP) Carlos Fernández Valdovinos habla con Augusto Dos Santos para el programa Expresso, del canal GEN, sobre los puntos necesarios que a su criterio se deben tener para lograr un país exitoso. El actual directivo del Banco Basa menciona la importancia de tener una sociedad preparada para lograr ese objetivo y afirma que la labor más importante de un Estado es garantizar la igualdad de oportunidad para todos los ciudadanos.

–Augusto Dos Santos (ADS): Unos países han logrado eso que parece una utopía, no, lo de salir de la pobreza y colo­carse en un sitio de desa­rrollo. ¿Por qué unos paí­ses lo logran y otros no?

–Yo creo que la mayor parte de la gente que logró salir del subdesarrollo y llegar a niveles económicos y socia­les mejores respecto a otros, básicamente se debe a una razón. Entendieron que esto es un proceso. Un proceso que lleva su tiempo. En tér­minos deportivos, esto no es una carrera de 100 metros. Esto no lo vas a terminar un 10 o 11 segundos, esto es una maratón, que lleva un par de horas y más. Entonces, el hecho de que muchos países sean exitosos entendieron que esto lleva su tiempo y no estuvieron cambiando a cada momento su rumbo o direc­ción y yo creo que ahí está la gran debilidad de muchos países de América Latina, no es que se van, y no estoy haciendo alusión a ninguna ideología, que se van a dere­cha o izquierda, sino que no van cambiando para termi­nar casi en el mismo lugar. Entonces así es imposible avanzar si vos vas cambiando permanentemente de rumbo y terminás en el mismo lugar. Y eso entendieron países como Corea, que en los años 50 tenía el mismo PIB per cápita que Paraguay e ima­ginate ahora cómo está.

–ADS: ¿Es mucha disci­plina que se necesita como nación para lograr?

–Se necesita disciplina como sociedad, en el sentido de no estar cambiando a cada rato de rumbo que te digo. Porque al final de cuentas, si creemos en la democracia, finalmente terminamos eligiendo quié­nes nos van a liderar en este proceso. Lo que necesitamos es un poco de disciplina de la masa crítica de tal manera a exigir a nuestros gobernan­tes, que es cierto, puede haber matices, pero no te pasás vos de un blanco a un negro abso­luto. Pero lastimosamente, de nuevo, volviendo a América Latina, parece que queremos pasar de blanco a negro sin intermediación.

–ADS: Convengamos que también estos procesos de desarrollo no son accio­nes solamente económi­cas, sino que interviene también haber mejorado la educación y otros pará­metros.

–Absolutamente. Acá no es una cuestión de dar énfasis únicamente a la parte pura­mente económica, empresa­rial digamos. Por detrás del éxito empresarial, de hecho, hay innumerables estudios que hablan de la importan­cia del capital humano jus­tamente para el éxito de los países. Creo que en los pro­pios economistas se valora y se entiende lo suficiente la importancia del capital humano entendido como salud y educación, para que finalmente los países sean exitosos. Lastimosamente no siempre eso permea a todos los estratos y se dis­torsiona incluso, muchas veces. Muchas veces habla­mos de salud y educación y es por ejemplo aumento sala­rial para todos y eso no es más educación, no es más salud, sino, si también en salud y educación no discrimina­mos, de la buena manera en el sentido de que quienes hacen mejor su trabajo termi­nen ganando más, no vamos a llegar a ningún lado.

–ADS: Este es un debate que tiene siglos en forma genérica, pero que a partir de los 90 se apuntó mucho más técnicamente que es el tema de la intervención del Estado. ¿Cuál es el mejor equilibrio?

–Yo creo que el gobierno o el Estado tiene que estar ahí para garantizar la oportuni­dad para todo el mundo. Que todos tengan la misma opor­tunidad. ¿Para qué? Para que tenga éxito en la vida. Darle los instrumentos para que tenga la posibilidad de que con su propio esfuerzo pueda llegar a ser exitoso y básica­mente volvemos a lo mismo. Dar acceso a una buena edu­cación, a una buena salud, una buena seguridad. Ya no es más por ejemplo tener una empresa que fabrica alcoho­les o caña. Ya no es más un monopolio, de repente, para la electricidad.

–ADS: ¿Pudo haber sido un error de abordaje aquella impronta que se tuvo en los 90 en Paraguay de plan­tear el tema de la reforma como una política de shock y no como una cosa más de proceso?

–Yo creo que se etiquetó mucho eso y, bueno, se vino un discurso muy en contra con algo llamado “neolibe­ral” o llamado “privatiza­dor” y demás. A mí no me importan las etiquetas. A mí me importa que el resul­tado sea el que quieren los 7 millones de paraguayos. Si hay que hacer algunas cues­tiones para beneficio de ellos, me parece bien. Y sí hay que empezar a hacer de a poco, pero perdimos enormes oportunidades. Me acuerdo en la época de González Mac­chi que se estaba negociando un acuerdo standby con el Fondo Monetario y uno de los requisitos era la privati­zación de Copaco, Antelco cuando eso. En ese entonces, y eso que mucha gente dijo que se estaba malvendiendo, se hablaba de unos 300 millo­nes de dólares ¿Cuánto vale ahora? Casi cero. Si acá los clientes son de las grandes empresas celulares, que aga­rraron todo el mercado. Por eso, básicamente por detrás de ese etiquetado podría­mos tener esos 300 millo­nes de dólares que nos iba a venir muy bien para otras cosas positivas para el pue­blo paraguayo. Pero también depende mucho de la credibi­lidad del Gobierno que va a llevar a cabo. Ya no hablamos de Estado, sino del Gobierno, a quién le toca. Por eso para mí es fundamental que se tenga un gobierno con credi­bilidad, que la gente crea que lo que va a hacer el Gobierno es para beneficio de todos y no solamente para el negociado de algunos amigos.

–ADS: ¿Qué errores no pudo o no tuvo que haber cometido este gobierno en el manejo de este proceso de la pandemia, ya sea en la administración de finan­zas, de recursos, en sus políticas públicas?

–Pasamos de Estado a gobierno...

–ADS: Es inexorable...

–Yo creo que cuando uno está a la cabeza, liderando el sec­tor económico de un país, lo primero que tenés que saber es dónde estás y qué está pasando. Digamos el diag­nóstico es fundamental. Y yo entiendo muy bien la cues­tión de manejo de expecta­tiva. No podés ser extrema­damente digamos crudo, con lo que está pasando, porque vas a dar un mensaje errado. Lo que no podés hacer es tener un diagnóstico errado. Creo que ellos demoraron mucho la cuestión del diagnóstico de lo que estaba pasando a partir del 2018 con la desaceleración y entonces al tener esto errado empezaron a reaccionar un poco tardíamente.

–ADS: Es clave lo que estás diciendo. Porque estás, incluso, exone­rando a la pandemia, de ser un factor único de toda esta situación.

–Sí, porque si uno se pone a ver y acá hablamos mucho de la pandemia y la pande­mia está desde marzo de este 2020.

–ADS: Y le culpamos todo...

–Ahí está. Pero tuviste un 2019 con un crecimiento cero y tuviste un segundo semes­tre del 2018 que fue horrible también. Entonces el segundo semestre del 2018 es que se tienen resultados económi­cos muy malos con excep­ción de lo que sería alrede­dor de agosto del 2019 hasta febrero del 2020. O sea, de la mayor parte, por a o b moti­vos, se tiene un resultado económico muy malo. Para mí lo fundamental siempre fue tener un buen diagnós­tico, porque con eso el doctor sabe qué medicina va a darte. ¿Y qué diagnóstico tene­mos ahora? Porque el resto es pasado y ya hubo errores y aciertos. Pero de acá para adelante es fundamental no cometer errores similares. Y ahí es que empezamos a tener de vuelta un disenso. Ahora se dio vuelta el dis­curso. Al Gobierno le gusta decir que somos el gobierno que menos vamos a caer. No voy a entrar a hablar si es que yo usaría o no ese mensaje, pero somod el que mejor le va, el que menos va a caer. Pero si vos no estás tan enfermo, por qué querés hacerle una quimioterapia reforzada, que es básicamente por qué que­rer seguir gastando tanto en el lado fiscal si tan mal no te va. Y entonces ahí entra en la incoherencia el Gobierno.

–ADS: Puede ser también que sea un síndrome de que no se crea el discurso.

–Y puede ser. Pero lo que yo quiero resaltar es justa­mente que no quiero entrar en la causa, pero sí resaltar la inconsistencia entre el discurso de “no estamos tan mal”, pero al mismo tiempo necesitamos tener un déficit de 4%, necesitamos tener al límite la Ley de Responsa­bilidad Fiscal. Pero es fácil, verdad, para un gobierno entonces excusarse de cum­plir la Ley de Responsabili­dad Fiscal durante los cinco años. Porque finalmente vamos a terminar 5 años de un gobierno sin cumplir con una ley que ha sido y va a ser fundamental para la buena situación económica del país.

–ADS: ¿Estamos en un pro­ceso alquímico en el que estamos transformando el titanio de la responsa­bilidad fiscal en un caucho de cara al futuro?

–Hay que tener cuidado. Porque, de nuevo, a veces el Gobierno quiere hacer cosas que no le competen y en este caso quedó claro con la pan­demia que el Gobierno por sí solo no hace la diferen­cia. Vayamos al mes de abril, cuando se tuvo una caída del 13%. ¿Por qué?, porque el sector privado estaba total­mente cerrado en abril. En cambio, el Gobierno ejecu­taba, creo que 200% más que un año atrás. Y ahí te das cuenta de que sin el sec­tor privado, entonces, la eco­nomía no funciona. Y si noso­tros empezamos a creer que el Estado o Gobierno es el superpoderoso que nos va a quitar de la recesión que tene­mos. Ahí tenemos mal el diag­nóstico y vamos a tener los remedios errados. Entonces de acá para adelante, dejemos que el sector privado haga lo que sabe hacer, que es tra­bajar y hacer que la econo­mía crezca. Y dejemos que el Gobierno se concentre en lo que se necesita. Hay mucho trabajo aún en Salud. Inde­pendientemente de que hay enorme trabajo para garan­tizar la vacuna para todos los paraguayos, una vez que pase la pandemia, no quiere decir que el sector salud está espectacular. Educación, hay muchísimas cosas por hacer. Vamos a dejar de, no sé si lla­marlo jugar, a ser el planea­dor central de la economía, el todopoderoso, que va a garan­tizar la recuperación de la economía paraguaya, deje­mos esa función al sector pri­vado y empecemos a atacar las debilidades que puedan ser resueltas por el Estado.

–ADS: ¿Necesitan una escuelita de economía los congresistas? ¿A veces te da la sensación de que el debate necesita más recur­sos técnicos?

–Todos necesitamos. Te mentiría, justo la vez pasada estaba hablando con un amigo, yo ya no me meto las cuestiones que ahora esta gente del Banco Central con su doctorado lo hace ahora con un nivel técnico superior, yo tal vez tenga más experien­cia en todo caso, entonces es la combinación que hay que tener. Creo que ser absolu­tamente técnico no te deja implementar las cosas que hay que hacer y eso es malo para el país, como también lo es no escucharle absolu­tamente a los técnicos y no hacer lo que te dicen. Nece­sitás una combinación entre lo técnico y lo político y hay que respetar a cada uno en su lugar. Creo que los países que han avanzado tienen ese tra­bajo en conjunto entre ambos sectores entre la defensa y la delantera, en otro contexto, y eso hay que saber explo­tar. Hay gente que consulta y hay otra gente que no, pero creo que también muchas leyes importantes se han pasado. A mí me tocó pasar una nueva reforma de la carta orgánica del Banco Central, una nueva ley de bancos, tam­bién hubo nuevas leyes de la Seprelad. No todo es negro en ese sector, creo que escu­chan muchas veces, entien­den y apoyan las reformas que necesitamos.

–ADS: ¿Cuáles son toda­vía las regulaciones lega­les pendientes que valdría la pena que se hagan?

–Te voy a hablar de la gran pie­dra en el zapato te diré, que veo de aquí para adelante, que es la situación fiscal. Orgulloso estábamos hablando del buen trabajo que hace el Ministerio de Hacienda y el Banco Cen­tral, pero yo veo algunas luces amarillas en adelante para el sector fiscal, nos volamos todos los márgenes posibles que había. Entonces una vez que te volaste, varios semá­foros que pasaste, tenés dos opciones, empezás a desace­lerar y revaluás tu velocidad o seguí acelerando y termi­nás chocando. Estaba viendo los números y básicamente siempre hablamos de sala­rios sobre ingresos tributa­rios que ya están 80%, que es mucho, estoy de acuerdo. Ahora, es un elemento rígido, no podés dejar de pagar. Tam­poco podés dejar de pagar los intereses de la deuda. Cuando sumás esas dos cosas nomás, ni siquiera estamos hablando de transferencias sociales, te fuiste al 95% de los impuestos. Dos cosas y tenés 95% de los impuestos. Eso es insosteni­ble. También estuve mirando lo de la caja fiscal. Hay gente que está retirada y todavía sigue equiparando el sueldo con el de activo. Entonces algo vamos a tener que hacer, por­que casi 160 millones de dóla­res por año se mete en esa caja fiscal y eso es insostenible.

–ADS: ¿Qué se puede hacer?

–Y vas a tener que hacer cambios. Dolorosos desde el punto de vista social proba­blemente, que se pueden ate­nuar, después hablamos, y muy doloroso desde el punto de vista político, porque es la base de la votación para los políticos. Te digo se puede ate­nuar en el siguiente sentido: Ninguna reforma podés apli­car para la gente que ya está. Pero podés garantizar que sea sostenible para la gente que vaya entrando después. Lo mismo para la ley del funcio­nario público.

–ADS: Y también podés per­der en las elecciones...

–Y sí, pero vas a tener que apli­car para todos los que entran a partir de tal año, se aplican estas nuevas reglas.

–ADS: El clientelismo polí­tico es fácil de mencio­nar como cliché, pero en el fondo tiene una fuerza cultural e histórica. Esta­mos hablando de un país y de todos los partidos polí­ticos a estas alturas, cons­truido con base en eso.

–Nosotros siempre decimos que pagamos pocos impues­tos, que el Estado es chico. No, el Estado es enorme. Son más de 300 mil funciona­rios públicos, multiplicá por 4, tenés 1.200.000 sobre una masa de 7 millones de habi­tantes, es muy grande la can­tidad de gente que depende del Estado acá en Paraguay. Entonces tenemos que hacer algo, porque al final no le ser­vimos a la sociedad, ni tam­poco yo creo que se le sirve bien a ese un millón y pico de personas, se les miente cons­tantemente. Muchos de ellos están insatisfechos con res­pecto a lo que es su vida a lo largo del tiempo. Van a haber por supuesto algunos privile­giados, pero eso no significa que la gran masa está siendo gratificada adecuadamente.

–ADS: ¿Estos cambios vita­les, necesarios, estructura­les, necesitan rango consti­tucional o son leyes?

–No, con leyes. Lo que sí se necesita es voluntad política y credibilidad política. Des­afortunadamente estas son leyes que estoy escuchando desde agosto del 2018. Tene­mos que salirnos del discurso. No es una cuestión de mandar y te digo con conocimiento de causa, no es una cuestión de mandar la ley al Parlamento. Si no estás ahí impulsando las leyes, van a estar en el freezer durante cuánto tiempo. El Gobierno tiene que salirse del discurso de que ya hemos presentado este proyecto al Congreso y vamos a imple­mentar, porque de lo contra­rio no vamos a llegar.

–ADS: Y el Parlamento también tiene que salirse de ese discurso también de te apruebo todo o no te apruebo nada...

–Y según la estadística así que manejo al paso, todo lo que le aprobó el Congreso es para gastar. No se le aprobó algo que sea para gastar menos o para gastar mejor, eso lo que se está haciendo.

–ADS: Podemos soñar con ser un país próspero. Y qué dos o tres cosas fundamen­tales tienen que pasar.

–Paraguay es un país tremen­damente rico en términos de recursos naturales. Justo ahora me tocó hacer un pro­yecto con mi hija, que le tocó hacer la cuestión de los recur­sos y le dije que escriba sobre el agua, escribí sobre el Acui­fero Guaraní, que nosotros estamos sobre la mayor fuente de agua dulce del mundo básicamente, y ahí tenemos una riqueza enorme y ni qué decir de la tierra. Somos un país rico, lo que necesitamos es empezar a poner a nuestra población a la misma altura de nuestra riqueza natural y ahí volvemos al mismo tema de siempre: capital humano, educación, salud. Necesita­mos darnos esa oportunidad, porque con un país tan rico, si complementamos eso con mayor riqueza a nivel de capi­tal humano, nosotros tene­mos todo para ser uno de los países más prósperos del mundo. Ni siquiera tenemos grandes problemas, si bien tuvimos la vez pasada una tormenta que dejó a mucha gente sin energía eléctrica, de vez en cuando Augusto, viene un Ciclón, pero eso cada fin de semana (ríe), pero tene­mos todo, muy pocos desas­tres naturales y tenemos todo para ser un país tremenda­mente exitoso.

–ADS: Me arañaste en el lugar clave. Te voy a citar a dos cerristas y te voy a preguntar quién te dio más satisfacciones. Marito o Chiqui Arce.

–(Ríe) Puretazo Chiqui Arce.

–El fútbol tiene varias cues­tiones vinculadas a la econo­mía también, ¿no? Un buen resultado deportivo te genera eso que la economía necesita que es el ambiente.

–Y digamos te da mucha cuestión de confianza. Lo de Chiqui Arce, está la vir­gen y después el muñequito de Arce para los cerristas. Y es increíble cómo cuando se destranca eso uno empieza a salir mucho más fácil.

–ADS: Hay un concepto que ha quedado en un ana­cronismo, aquello de pan y circo. Las sociedades saben que lo anímico es fundamental para el cre­cimiento. La felicidad es un asunto fundamental.

–La forma como uno se siente. Y muchas veces es una cues­tión emocional y no racio­nal. Me consta lo difícil que muchas veces es comunicar que estábamos bien porque la gente siempre te demanda mucho más, pero ahí para lle­gar a la gente necesitás muy buena comunicación y no todos los gobiernos tienen un portavoz que te hace llegar o te haga sentir. Y probablemente no llegues a todo el mundo, te vas a volver loco si le querés dar la satisfacción a todo el mundo, como se dice, no soy monedita de oro, pero si llegás a conven­cer a una buena parte de la sociedad, yo creo que vamos por buen camino.

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