Por Mario Rubén Velázquez, ruben.velazquez@gruponacion.com.py

“Toti” Morel ya es una leyenda del rock, el pop y el jazz en Paraguay. Viene de la época de gloria de las grandes orquestas, las que versionaban clásicos o hacían covers de temas de moda. En el jazz, los músicos eran más exquisitos y reconocidos: Jorge “Lobito” Martínez, Carlos Centurión, Gustavo Viera, Carlos Schvartzman, Riolo Alvarenga, Remigio Pereira, Palito Miranda, Dani Cortaza, Kuky Rey... Todos estos y otros más tocaron con Víctor Humberto Morel Martínez, más conocido como “Toti” Morel. Percusionista, baterista, docente y músico sesionista, “Toti” ha ejercido una gran influencia en el desarrollo de la música en nuestro país. A los 12 años empezó tocando guitarra, la que cambió por los palillos y la bata cuando escuchó como tocaba Roberto Thompson. Esta es la historia de uno de los dinosaurios del rock paraguayo.

A los 12 años empezó a tocar la guitarra y ya se la tenía jurada: quería ser músico. “Luego conocí a Roberto “Goyo” Thompson y lo escuché tocar. Entonces me dejé de la guitarra, a los 15 años por ahí”, sostiene con su peculiar ironía Víctor Humberto Morel Martínez (68), más conocido como “Toti” Morel. Percusionista, baterista, docente y músico sesionista, “Toti” nos recibe en su casa con todas las precauciones posibles: el covid pudo haberse “colado” con el reportero y el periodista a su templo sagrado: su sitio privado en donde ensaya, enseña y hace música.

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“Goyo” vivía en Perú y Teodoro S. Mongelós cuando él fue a ensayar en la casa familiar del guitarrista. Ahí empezaron a conocerse. “Toti” ya tocaba en bandas de baile y hasta llegó a presentarse al festival de rock inédito que se realizó en el Estadio Comuneros. Su grupo se llamaba Clara de Huevo y era un power trío y él tocaba la guitarra.

Tenía 16 cuando se conformó la banda La Joven Guardia en su barrio y lo llamaron. “Eran finales de los ’60 y empezaban los ’70 y la orquesta era para bailongos. Fue la primera vez que gané plata como profesional de la música”, sostiene. Luego surgió Los Bárbaros, banda formada por Carlitos Gómez Solalinde, el ex Blue Caps, y con este grupo el joven músico llegó a tocar en el club nocturno África y en decenas de sitios.

DE “VIOLA” A “BATA”

Fue en La Joven... en que cambió la guitarra por la batería. “Yo era el ‘plomo’, el que armaba y desarmaba la batería. Yo me fijaba mucho en la forma en que tocaba el baterista. Mi interés era saber cómo se tocaba. En esa época primero tocábamos y luego estudiábamos. Yo aprendí en forma autodidacta y se vino el famoso serrucho: entré como baterista yo”, se ríe.

Estudió luego con Nene Barreto, batero de Pussycats y de Los Millonarios, quien le enseñó las primeras técnicas para tocar la bata. “El percusionista tiene un más amplio espectro que el baterista. El percusionista usa diferentes elementos de la percusión y nunca toca lo mismo que el baterista. Es más comprometido que el baterista”, aclara. Barreto –dice– le abrió ventanas.

Para ser un buen baterista –aconseja Morel– el interesado debe conocer de música, preocuparse por escuchar todos los sonidos y ritmos. “A mí me ayudó muchísimo haber empezado con la guitarra, lo ayudó muchísimo”, afirma. ¿Por qué? “Porque escuchás a los demás, todos los demás instrumentos, cosa que no todos los bateristas tienen. La mayoría está en su mundo nomás”, rescata el batero.

Desde sus inicios, sus referentes fueron los bateristas americanos y bien populares, ya que no le convencían del todo los europeos que contaban con una formación clásica. Le gustaba más la música de los originales del jazz, blues, el soul, la música negra de la que bebieron las bandas británicas, que luego se volvieron famosas. “The Beatles y The Rolling Stones hacían covers de la música norteamericana. Lo que pasó es que la industria inglesa de la música era mucho más desarrollada, entonces esa música negra, a la que ni bola le daban en Estados Unidos, los británicos les presentaban todo con moñito”.

“MÚSICA NEGRA”

Antes de escuchar a sus “majestades satánicas”, antes de pasarse a la batería, Morel ya conocía otros sonidos, otros ámbitos de esa “música extraña” que sonaba a fines de los ’60 y principios de los ’70 en el under asunceno, como James Brown, Otis Redding, Aretha Flanklin, a los grossos del soul y el blues negro. “Entonces me di cuenta de que me gustaba el under y empecé a trabajar de freelance. Me iba a los ensayos de los muchachos y me metía”. Tocó con Los Bravos y Los Bárbaros porque hacían música que le gustaba.

Aunque muchos no lo crean, “Toti” se negaba –al principio de su carrera en el rock– a incursionar en el jazz. Dice que tenía un prejuicio con relación a ciertos instrumentos que se utilizan en la batería del jazz. “Yo pensaba: no voy a utilizar esas escobillas para tocar la batería. Es de muy maricones”, y suelta una carcajada “Toti”.

Apenas se levanten las restricciones, “Toti” se prepara para el regreso de la banda power trío con la que se pasó tocando el año pasado, Bla Ble Bli Blo Blues, conformada, además, por Coelho Amado (guitarra) y Cala del Puerto (bajo). Es el grupo con el que le gusta tocar, con el que se siente más cómodo. “Es una experiencia gratificante tocar con ellos, pero a la vez un desafío. Porque tocar la batería es usar mucho el físico y yo debo estar en óptimas condiciones, si no me hacen tres a cero”, apunta el músico.

PRO ROCK ENSAMBLE

“Toti” Morel fue contratado para tocar en la banda nacional Pro Rock Ensamble para un proyecto específico: grabar el disco “Ni Los Perros”, que se convertiría en el “primer disco genuino del rock paraguayo”, de acuerdo a las publicaciones de la época.

Me imagino que te sentís un poco padre de la edición de ese disco..

–Eh, es debatible porque no estuve enrolado al proyecto de ellos. Todos ellos trabajaron a pulmón y yo fui contratado, nada más. No estaba muy comprometido con ellos. Escuchando el disco ahora, creo que las tomas pudieron haber salido mejor. Pero surgió de esta manera y está, para bien o para mal. Creo que la mejor forma de saber si una banda es buena o mala es escucharla en vivo. Las grabaciones en estudio son como una foto posada, suenan acartonadas...

LEYENDA

“‘Toti’ es una leyenda en la batería. Es como Thompson, Palito Miranda, Justy, Chester. Del mismo palo de Nene Barreto, un grande que dejó huellas en la batería. Es de la época de las orquestas: tocó con las más grandes bandas paraguayas, es sesionista, enseña en el conservatorio. ‘Toti’ es un capo!”, sostiene el músico Cachorrock Sanabria. Y cuenta la anécdota. “Un día le digo a ‘Toti’: ‘ustedes ganaban bien con las orquestas’ y él me responde: ‘Sí, en carretilla llevábamos la guita’”, se ríe. Entonces era la época de oro de las orquestas, que tocaban en tres lugares diferentes un sábado en la noche.

HERENCIA DE SANGRE: NADA DE REGUETÓN

Toti es padre de dos bateristas que hacen sus propios caminos: Víctor Sebastián (“Totito”) y Julieta Morel. Es como si la música y el talento se transmitieran vía ADN. Rodeados de sonidos, los hijos siempre llevan algo de los padres que –en este caso– es una pasión por la música que se convirtió en una profesión artística definida. “Mis hijos son herederos de algo que me convirtió en lo que soy. Yo los veo súper exitosos que me ganaron por varios cuerpos ya. Ellos sí que son competitivos”, sostiene.

“Víctor (‘Totito’) es un especialista. Tiene su grupo de jazz, es genuino. Él es uno de los pocos que toca, abre un mercado y realiza eventos; él mismo se autogestiona y hace la música que le gusta con sus secuaces. Cosa que jamás pensé que se podía lograr. Él hace cosas que yo juré no hacerlas. Alguna vez quise hacer y duré una temporada. Sabés lo que es manejarle a los perros”, se ríe.

No le gusta la cachaca ni el reguetón. “Vamos a establecer que no hay música mala, pero sí mal interpretada. Creo que hay buenos intérpretes, pero no es el standard. La generalidad es que lo interpretan muy mal”.

“Totito” reconoce que gracias a los discos de su padre pudo descubrir una gran variedad de músicos de jazz, como Jaco Pastorius, John Coltrane, Herbie Hancock, Miles Davis, John Scofield, Elvin Jones, Roy Haynes, Jack De Johnette, entre otros”. Y conoció a músicos talentosos del calibre de Carlos Centurión, Tato Zilly, Nene Salerno, Carlos Schvartzman, Remigio Pereira…

Hay un video en youtube. “OSUNU Festival de Bateristas 2006 - Toti Morel y La Blusa Sin Corte”, dice el título. En la presentación llaman al “Maestro Toti Morel” uno de los pioneros del rock y jazz paraguayos. Fue la primera edición del festival que promueve a reconocidos bateristas y en aquella oportunidad se realizó en el Teatro del Centro Cultural Paraguayo-Americano (CCPA).

Uno escucha Pontyac, de Roberto Thompson, que incluye el disco “Música Para Los Perros” de Pro Rock Ensamble, grabada en 1983, y entiende por qué llamaban a Toti Morel para “apagar los incendios” de un disco mal concebido, de un tema sin ritmo propio. Y Morel tiene además temas propios, como “Marcación sobre Ayolas”, “Ayna, mamita querida, ya no voy a hacer más” y “Trozata en la menor”, que suenan contundentes. Son clases magistrales para alumnos concentrados.

BREVE CURRÍCULO

Toti Morel es el mayor de dos hermanos. Hijo de Lina Crescencia Martínez, ama de casa, y de Víctor Humberto Morel, obrero de obras sanitarias. La pareja tuvo que salir exiliada del país luego de la Revolución de 1947 y se estableció en Buenos Aires, Argentina. Toti nació en la capital del país vecino. Apenas empezaba su grado de escuela cuando sus padres regresaron al Paraguay: él tenía ocho años. “Con mi hermana menor debimos recomenzar nuestros estudios acá”, cuenta.

En música, su padre tenía buen gusto: en su casa había un equipo de música y discos de acetato de Glenn Miller, Tommy Dorson y otros maestros del jazz, así como de tangos curepas. Se autodenomina un baterista “popular”, no un músico clásico del estilo de John Bonham, el batero de Led Zeppelin. ¿Qué te falta para cerrar tus ciclos? “No soy un instrumentista competitivo. Mis planes fueron siempre poder expresarme a través de la música. Creo que llegué porque me comunico por medio de un instrumento”, concluye.

“BLA BLE BLI BLO BLUES”. La banda está conformada por “Toti” Morel (batería), Coelho Amado (guitarra), Cala del Puerto (bajo).
FREELANCE. Tocó en casi todas las orquestas y bandas de la historia del rock y del jazz paraguayo. “No me interesa ser competitivo”, afirma el legendario “Toti” Morel.
CONTUNDENTE. “Hasta que surgió la pandemia estábamos a full con los muchachos de Bla Ble Bli.... Ahora mi plan es tocar en vivo hasta que me vaya a la mierda” (risas).

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