Por Jorge Zárate, Jorge.zarate@gruponacion.com.py
La muerte del genio del fútbol mundial fue llorada por su pueblo, por multitudes en todo el planeta. Personalidades dieron su pésame y saludaron su paso, su era en el deporte y en la escena comunicacional. Polémico, desordenado, leal, capitán de sus batallas, honró siempre su deseo de dar felicidad a la gente.
Estaba enojado con Dios Padre. No le perdonaba a “El Barba” que le haya llevado a los suyos, a Doña Tota y Don Diego, “Chitoro”, como le decían a su papá los íntimos. Se sentía solo y cansado de su leyenda.
No había podido cumplir su último sueño, la idea de juntar a todos sus hijos en un almuerzo familiar para su cumpleaños 60 que había sido el 30 de octubre pasado.
Algo de todo eso hizo que se pare la pelota, que apareciera la muerte en el horizonte de este genio, aquella a la que había gambeteado tantas veces.
Era el mediodía del 25 de noviembre cuando el dolor apareció instantáneo en ese universo electrónico de las redes sociales, para convertirse en la noticia más difundida de toda la historia: “Murió Maradona”.
En carne y hueso, en las anchas avenidas de Buenos Aires, más de 250 mil personas fueron a despedirlo en un velorio por demás breve en la Casa Rosada, sede del gobierno argentino. La fila para el ingreso tenía más de 3 kilómetros y hubo serios incidentes cuando la policía comenzó a cerrar el ingreso porque debía llevarlo antes del anochecer del 26 a su descanso final en el cementerio.
Tanta lágrima para agradecer “alegría” y “felicidad”, las dos palabras más escuchadas en los testimonios de la gente, en los posteos de las redes en las banderas que se multiplicaron en las calles de los barrios y balcones de edificios.
“¡¿Cómo te vas a morir, Dieguito?!”, resumió un hincha el sentimiento de la multitud. Lo hizo al ingresar a la sala donde el cajón cerrado, adornado con la bandera argentina y las camisetas de la selección y de Boca Juniors, iba recibiendo flores, camisetas, pañuelos, cartas y objetos varios acompañados de lamentos de un dolor sincero y profundo, como quien despide a un familiar.
Cerca del cajón, una réplica de la Copa del Mundo, aquella que alzara en 1986 recordaba su épica. En una pantalla gigante frente al Obelisco que pasa las 24 horas videos históricos del ídolo aparece este primer episodio: “Mi sueño es jugar en la selección y ganar el mundial”, dice el Pelusa en la entrevista televisiva que le hicieron cuando era un cebollita de 10 años y deslumbraba con sus malabares con la pelota.
Cincuenta años después una marea humana llora al despedir al exquisito artista del balón, gladiador de batallas televisadas, sobre todo, al bocón, rebelde contra los poderosos que fue voz y brazo villero cada vez que se lo necesitó.
NEGLIGENCIA
Los fiscales ordenaron que se le haga una autopsia que determinó que falleció por un “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada” e investigan para determinar si hubo mala praxis y abandono de persona en la atención del astro del fútbol mundial. En las tres horas que duró el procedimiento se tomaron muestras toxicológicas; tejido adiposo, de pelos, y se hicieron varios hisopados. Los médicos preservaron su corazón entero que pesó el doble de lo normal a causa de la “miocardiopatía dilatada” que sufría. Había sido operado hace días de un “edema subdural” en la cabeza y todo indica que el procedimiento de su alta médica no fue el correcto. Maradona fue trasladado para su recuperación después de la operación a una casa en Tigre, al norte de la capital federal donde finalmente falleció sin haber tenido una atención médica adecuada en sus últimas horas. Los fiscales apuntan a la responsabilidad del médico Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov ya que en la noche del 24 ya habría registrado picos de presión y se entiende que un médico debió asistirlo antes.
Días antes, al salir de la operación, una mañana se levantó y preguntó: “¿Qué harían ustedes si fueran Maradona?”.
Su sobrino y las pocas personas que lo acompañaban en la clínica Olivos pensaban respuestas cuando uno de ellos se sinceró: “No me gustaría ser Maradona ni un minuto”, devolvió.
–”¿Viste? Eso me pasa todos los días. Estoy cansado, me gustaría tomarme vacaciones de Maradona”.
Le habían ofrecido espacios para una recuperación lejos del ruido en Cuba y Venezuela pero antes debía reponerse de la operación, y, sobre todo, de su cuadro de abstinencia.
Años de problemas con las drogas, con el alcohol, con la vida desordenada por la desmesura, por una personalidad desbordante de equilibrista en la cornisa que supo protagonizar.
Al dejar la clínica, en principio se mostró contento por la nueva casa, salió a caminar al parque, pensaba en volver a dirigir a Gimnasia y Esgrima de La Plata, pero con el paso de los días fue ganado por la tristeza y la soledad. Comenzó a quedarse en la habitación y fue dejando de hacer bromas, su alimento diario de sonrisas compartidas.
Recordaba a sus padres. “Cada vez que hablaba de ellos, se ponía a llorar, como cuando asumió en Gimnasia. Los extrañaba mucho”, contó alguien del entorno. Jony Espósito, su sobrino lo despidió antes de ir a dormir el martes 24 a las 23.
Hay una versión de una enfermera que lo habría visto despertarse el 25 por la mañana, tomar la medicación y volver a acostarse aduciendo “cansancio”. A las 11:30 llegaron su médico Luque y un siquiatra y no consiguieron despertarlo, allí pidieron asistencia para reanimación pero ya era tarde.
Y EL MUNDO LLORÓ
“Qué noticia triste. Perdí a un gran amigo y el mundo perdió a una leyenda. Aún hay mucho por decir. Espero que algún día podamos jugar juntos al fútbol en el cielo”, escribió Pelé en Instagram. El caricaturista inglés, David Squires, twiteó su viñeta más famosa. Diego elude a Winston Churchill, al rey Enrique VIII, William Shakespeare, los Beatles y la reina Isabel II para marcarle el segundo gol a Inglaterra ante la mirada incrédula de David Bowie en Siria, entre los escombros de Binnish, en el muro de una vivienda destruida, Aziz Asmar retrató a Diego.
“Lo que Diego hizo por el fútbol, para que todos nosotros nos enamoremos del deporte rey, es único. Merece gratitud eterna por habernos maravillado”, dijo Gianni Infantino, presidente de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA).
Aurelio De Laurentiis, presidente de Nápoli anuncio que el estadio San Paolo pasará en breve a llamarse Diego Armando Maradona. El estadio que lo vio brillar durante 7 años fue convertido en un santuario con velas y banderas con las luces encendidas por las noches para dar el último adiós.
“Nos deja pero no se va porque Diego es eterno”, consideró Lionel Messi. Cristiano Ronaldo hizo público su “adiós a un genio eterno, un mago inigualable”.
El brasileño Neymar, el mexicano Cuauhtémoc Blanco, el italiano Gianluigi Buffon, los franceses Zinedine Zidane y Michel Platini, el catalán Josep Guardiola y el inglés Gary Lineker fueron algunos de los que expresaron sus condolencias.
“Pelotero genial, hincha pelotas, amigo de Fidel, hermano mío, loco, enfermo, cabrón, líbero en zona. Benditos sean los tacos de tus botas, bendita tu receta contra el frío, mano de dios, bendito Maradona”, twiteó Joaquín Sabina.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela: “Mucha tristeza nos ha dejado la leyenda del fútbol, un hermano y amigo incondicional de Venezuela. Querido e irreverente Pelusa, siempre estarás en mi corazón. ¡Hasta siempre, Pibe de América!”.
Luiz Inácio Lula da Silva aseguró que Diego fue un gigante del fútbol, con un talento y personalidad única. Evo Morales expresó que Maradona sentía y luchaba por los humildes, fue el mejor jugador.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, contó que el papa Francisco recuerda con cariño las reuniones que mantuvieron y que estará en sus oraciones.
“La mano de Dios depositó a un genio del fútbol en la tierra. Acaba de retomarlo con una jugada imprevista que engañó a todas nuestras defensas. ¿Quería con este gesto, dirimir el debate del siglo: ¿Es Diego Maradona el más grande futbolista de todos los tiempos? Las lágrimas de millones de huérfanos responden hoy con una evidencia dolorida”, escribió el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Desde el diario La Stampa, el escritor Roberto Saviano planteó que “la soledad lo traicionó, pero nos regaló felicidad a nosotros los infelices”. Originario de Nápoles, Saviano afirmó que “Diego fue la compensación de lo que la ciudad nunca tuvo. La gente se reconocía en su lealtad”, destacó el autor de “Gomorra”, entre otros libros.
OBRERO DE LA FELICIDAD
Fue en su discurso en Oxford, la antigua universidad británica fundada en 1249, donde el astro de Villa Fiorito dejó en claro la razón de su vida: Ser jugador de fútbol y dar felicidad a los demás.
“Los famosos de esa época eran mis ídolos no entendía cómo podían hacer vibrar a miles de personas una y otra vez todos los fines de semana y seguir siendo ellos mismos. Me divertía viendo las maravillas que hacían con el balón, me emocionaba cuando convertían un gol y saludaban al público”, contó.
“¡Qué felicidad era para mí el fútbol! ¡Qué felicidad era para todos los hinchas!”, les contó a los casi mil alumnos que lo escuchaban en el auditorio aquel 6 de noviembre de 1995. Afuera por pantallas gigantes lo seguía otra multitud, la más grande que figura alguna hubo reunido jamás en el templo educativo.
“Esa felicidad era producida por algo que creo que hasta ahora no puedo explicarlo… un deporte en el que existe una intercomunicación entre el jugador y el público que es mágica, inexplicable…”.
“Fui creciendo y también dándome cuenta que como contrapartida de esa admiración generalizada existía una desvalorización de los jugadores… Decían los mayores de esos años que los jugadores eran personas incultas, muy rudimentarias o primitivas, de poca facilidad de palabra y muy poco hábiles para desarrollarse en su vida comercial o familiar. Siempre ligaron a los jugadores de fútbol a la vida fácil y vacía”.
En un principio eso me conmocionó, amaba a mis ídolos, envidiaba la capacidad de generar felicidad en los demás, no podía entender que personas que tenían la capacidad de alegrar a los demás fuesen vacíos, rudimentarios, inhábiles, etc.
Al poco tiempo entendí el porqué de esta dualidad, que hasta entonces era inexplicable para mí.
Había que traer a la tierra de los humanos a esos personajes que eran idolatrados por la mayoría. Los jugadores de fútbol sabían y podían generar ese momento de felicidad colectiva…
Cuando entendí esto mi gran anhelo se transformó en una convicción inmodificable porque supe que si estaba destinado a realizar una actividad que generaba alegría y felicidad en los demás, el endiosamiento no era problema mío, sino de quienes consideraban así a los jugadores de fútbol, yo siempre me sentí un hombre común, un ser humano normal y así sería siempre”.
Entonces describió la pelea por instruirse, por capacitarse de los futbolistas rodeados de ese monstruo que es el negocio del fútbol que muchas veces los tritura sin más. “Nos fuimos dando cuenta - de esa necesidad de humanizar nuestra profesión”, les contó informando de la creación del Sindicato Mundial de Futbolistas en eso días en París para intentar generar condiciones de justicia en la dispar relación que rige la vida de los deportistas.
Años más tarde contaría: “Yo era un pibe de Fiorito que jugaba más o menos bien a la pelota. Un día me pegaron un voleo en el traste, me mandaron a la cima del mundo y ahí me dejaron sólo”.
Desde que se puso la camiseta de Boca en febrero de 1981 ya no pudo caminar solo por las calles. El acoso asfixiante de la fama amenaza con seguirlo hasta después de muerto, por eso, intuyéndolo, firmó ante escribano público el 13 de octubre pasado: “Yo, Diego Maradona, en uso de mis facultades, quiero dejar expresada mi voluntad para el día de mi muerte, que es que me embalsamen y me exhiban”.
“Ciao Diego”
Aunque jugó fuera de la Argentina en equipos como el Barcelona y otros, el gran momento del 10 fue en el Nápoles. Un enamoramiento apasionado, digno de una película italiana. El club y la ciudad lo despidieron como a un ídolo inmortal.
AFP.
“Al rey inmortal, tu bandera no dejará de ondear”. Una pancarta cubre la entrada al estadio de San Paolo que ahora llevará el nombre de Diego Armando Maradona. En ese estadio, convertido en “Santuario” con altares y bengalas de humo y colores, lágrimas y poesía, desfilaron los fieles (o hinchas) del club que hizo grande Maradona. Nada como Nápoles para recordarlo. Color, gritos, lágrimas y mucho “amore”. Los fieles han dejado ofrendas, flores, bufandas, camisetas, fotos, toda la iconografía popular en la “casa de Maradona en Nápoles”. “Escucha esta voz que canta, es nuestro corazón. Nos has hecho vencer y nosotros te guardamos en nuestro corazón”, canta un poeta.
“No nos esperábamos su muerte. Nosotros no escogimos a Maradona, fue él quien escogió Nápoles”, confiesa emocionado a la AFP-TV Gino, de 48 años. El idilio de Nápoles con el “Pelusa”, que lideró al equipo a ganar el ‘Calcio’ en dos ocasiones, en 1987 y 1990, estuvo marcado por luces y sombras, fútbol y mafia. Pero ellos, la tienen clara: “Su vida privada no nos importó nunca”, dice Antonio, evitando hablar de lo que hizo el astro argentino fuera de las canchas en su paso por Nápoles de 1984 a 1991, marcado también por sus fiestas nocturnas, sus líos sentimentales y, sobre todo, su adicción a la cocaína a través de la cual conoció y mantuvo relaciones con la Camorra. “Representé al sur, a una parte de Italia que no contaba”, dijo Diego en el documental del 2008 que le dedicó Emir Kusturica que se pasó el viernes en la tv italiana.
“Sentimos que hemos perdido un pariente, uno como nosotros, con sus debilidades y talentos”, dice Bruno Alcidi, de 59 años, propietario del céntrico Bar Nilo, quien conserva como una reliquia en un altar un mechón de cabellos de Maradona. “El último héroe de los últimos”, que unió a una ciudad, a pobres y ricos, con el fútbol, ahora “juega con los ángeles, que lo quieren como capitán, para que los lleve en triunfo como sólo él sabe hacerlo”, resume emocionado Gianmpiero ante el estadio que llevará el nombre de la leyenda argentina.
Un ídolo cercano
En dos épocas muy diferentes, dos paraguayos conocieron de cerca a Diego Maradona, Eugenio Morel fue su compañero en aquel Argentinos Juniors donde comenzó el mito. Víctor Ayala fue dirigido por Diego en el Gimnasia y Esgrima de La Plata hace un año. Ellos hablan de cómo era de cerca el mito llamado Diego.
(VERSUS) Eugenio Morel, ex delantero de la Albirroja y padre de Claudio Morel Rodríguez, tuvo la dicha de haber compartido equipo con Diego Armando Maradona, la leyenda del fútbol mundial que este miércoles 25 de noviembre falleció por un paro cardiorrespiratorio.
Morel compartió con Maradona entre 1980 y 1981 en Argentinos Juniors. Contó algunas intimidades del eterno 10 del fútbol y lo resaltó incluso más por su calidad de persona que como futbolista.
“Estaba viendo deportes, cuando vino la noticia, me puso muy mal, escuchar que había fallecido. Yo que lo conocí, es una tristeza enorme, fuimos compañeros, nos divertíamos jugando con él. Frotaba la lámpara y era un genio. Él pidió por mí y me llevaron en Argentinos”, reveló en charla con Versus Radio, contando que el mismísimo Maradona había pedido para que lo ficharan en el club de La Paternal.
Recordó cómo eran los entrenamientos y cómo Diego dejaba anonadado a todos por su conexión especial con la pelota. “Así como ese gol ante Inglaterra, hizo como 5, 6 en el campeonato, pero no le dieron tanta trascendencia. Es un genio, en la práctica nos quedábamos a mirarle. Era una cosa increíble cómo te hacía lo que sea con cualquier pelotita”.
Contó además cuando Maradona le regaló televisores a los jugadores juveniles que no tenían dinero suficiente. “En un viaje, compramos televisores, y algunos chicos no tenían dinero suficiente. Justo no se cobró el premio y Diego agarró pagó todos, les compró los televisores, todos los gastos de aduanas, era así, a él no le importaba la plata, era un genio”, resaltó.
También recordó cuando la marca que lo vestía le enviaba cajas y cajas de indumentarias, él repartía con todos los compañeros. “Con 20 años tenía contrato con Puma, le llegaban cajas y cajas. Él nos regalaba todo: buzos, zapatillas, no le importaba eso, le repartía a todos”, contó Eugenio Morel, quien tuvo una gran relación con Diego Maradona.
VÍCTOR AYALA
El mundo sigue llorando la partida de Diego Maradona. Uno de los jugadores cuya carrera quedó marcada por el “10” fue la del futbolista paraguayo Víctor Ayala, quien fue dirigido por la leyenda argentina en Gimnasia y Esgrima de La Plata.
Ayala viste la camiseta del “Lobo” desde el 2018 y desde la llegada de Maradona al club en el 2019 se convirtió en uno de los jugadores clave del equipo. Dueño de todas las jugadas de balones quietos, Ayala manifestó en más de una oportunidad que siempre se queda después de los entrenamientos a practicar tiros libres y recibía los consejos del “10” para pegarle al balón. A inicios de esta temporada, Ayala había asegurado incluso que “si Maradona se queda en Gimnasia, yo me quedó”, demostrando el cariño y la importancia que tenía para el jugador la presencia del “10” en el “Lobo”. A través de sus redes sociales, Ayala despidió emotivamente a Diego Armando. Publicando la foto de un abrazo con mucho sentimiento, el mediocampista paraguayo escribió: “No me salen palabras del dolor que siento… solo llevarme en el alma este último abrazo. Que en paz descanses”.
UN HOMENAJE INESPERADO
Eternos rivales, los argentinos y brasileños, en el fútbol siempre han librado duras batallas. Pero, al igual que el abrazo “imposible” de un hincha de River y uno de Boca que se dio en honor a Diego, esta vez, dejó sin palabras el sentido homenaje a Maradona de parte del DT de Gremio que disputó un partido contra Guaraní en Asunción el jueves pasado. Renato “Gaucho” como lo conocen sus fans, entró a la cancha luciendo una camiseta con el número 10 de la selección argentina. Algo impensado pero que él explicó sencillamente diciendo que era admirador del 10 y que “Maradona nunca va a morir”.