Por Toni Roberto, (tonirobertogodoy@gmail.com)

“¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón” (Fito Páez).

Así empiezo hoy, a veces el camino de unas líneas cambian en un instante, un homenaje en vida quería hacerle a tres grandes que cumplieron 80 años recientemente, Lucy Yegros, Lita Pérez Cáceres y José Luis Ardissone, pero de repente, una llamada cambió el sentido de la inspiración en segundos, instantes que nos hacen ver la película de la vida completa cuando alguien tan cercano parte, en este caso la silenciosa Marta Barudi (1952-2020), actriz, psicóloga y artista en el más amplio sentido de la palabra, conocida como “la tía del Arte”.

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Así como José Luis Appleyard tenía su rincón en el legendario bar San Roque, Edith Jiménez en el desaparecido Café Literario, o el arquitecto Patiño en el último asiento de la barra del lado oeste del Bolsi, Marta Barudi tenía en Honey en la esquina del centro del barrio Ciudad Nueva, una mesita y dos sillas vienesas bastaban para una larga charla, un café, sus oídos y muchos sintéticos consejos.

TÍA Y SU BARRIO SAN ROQUE

Marta Barudi, nacida en la zona de la vieja iglesia de San Roque, sobre la antigua calle Cnel. Bogado (hoy Mariscal López) casi Tacuari, ahí en los dominios de la iglesia cuyo barrio lleva su nombre desde antaño, desde muy chica vivió en ese tradicional y acomodado barrio asunceño, pero también conoció las necesidades de los vecinos cercanos, sus hermanos de la Chacarita. Nos cuenta su amiga Blanca Corna: “Aprendió a hacer pan y a fabricar muñecas de trapo para ayudar a los más necesitados de la zona, en la infancia entró en el antiguo Colegio de La Providencia, pero su verdadero aprendizaje estuvo ahí, ayudando a los más necesitados del populoso barrio Ricardo Brugada, donde aprendió ese sentido de pertenencia a la realidad de su entorno”. Gracias a esas experiencias barriales, muchas décadas después sería el motor principal que da impulso a Juan Carlos Maneglia y Tana Shembori para la creación de TIA (Taller Integral de Actuación), quienes le ponen ese nombre a esa casa de estudios teatrales en su honor, la tía y benefactora de muchos jóvenes que decidían terminada la secundaria seguir la carrera actoral en este difícil medio.

MARTA Y EL CENTRO DE ESTUDIOS BRASILEÑOS

En los años 80 con apenas 15 o 16 años tuve el placer de conocerla en los talleres de arte del Centro de Estudios Brasileños, es ahí donde empiezo una gran amistad con ella y otros compañeros como Luis Fernando Meyer, Mónica González, David Legal, María Alejandra García, Pomposa Leoz, entre otros, un espacio donde se practicaba antes que nada la libertad y el respeto al ser humano y por sobre todo a convivir y aprender de personas de distintas edades.

Luego de muchos años nos volvimos a encontrar en los incipientes comienzos de la redes sociales, es así que en una ocasión posteé algo sobre las muchas queridas “Tías del corazón” que me dio la vida y en una de esas apareció otra Marta que me dice: “tu única tía Marta soy yo”, yo le contesté, sí, pero Marta Barudi es “la Tía del Arte”, creo que a partir de ese momento le empezamos a llamar así, sumando ya al nombre su legendario simplemente “Tía”, así fueron pasando los años y la tía de muchos se consolidó no sólo como actriz que actuara en películas como “7 cajas” o en Los Buscadores, sino en apoyo sicológico y consejera artística de varias generaciones, tanto del cine, la danza, del teatro como también de las artes visuales.

“Hoy la vida nos hizo un jaque mate y perdimos a la reina”.

“Me quedé en silencio profundo tratando de descifrar el estallido de emociones que me causó la noticia”.

“Gracias por aceptarme como tu sobrina”, dice Dulce Jana Yanho.

“La tía Marta era patrimonio de todos. La tía adorada de varias generaciones. La voz de los años tras la sonrisa, y la luz del alma brillando, tanto que cuesta imaginar la vida sin su presencia”, comenta Bea Bosio.

Ya me queda poco por decir, sólo sé que me puede explotar el corazón, hoy ya no está ella, pero queda su mesa, su vieja silla vienesa y el espacio para recordarla con sus sobrinos del corazón, como María Lis, Yorkcito, Bibi, Dulce, Bea, Tana o Juanca, en ese rincón de la esquina del barrio Ciudad Nueva, donde siempre estará escrito en silencio su nombre: “Marta Barudi, tía del arte”.

Fuente: Facebook, Dulce Jana Yanho.

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