Fotos: Nadia Monges
La escritora paraguaya hace un breve recuento sobre su vida y principalmente sobre sus obras, pero afirma que su última novela, “La casa de la calle 22” –publicada en octubre pasado– es “el amor de su vida”, ya que le genera un encuentro íntimo familiar. En esta charla con Augusto dos Santos para el programa “Expresso” del canal GEN, Gertopán asegura que hay mucho talento joven en el mundo literario de Paraguay, pero que necesitan de oportunidades que deben gestarse desde el Estado. Deja además, como mensaje a la sociedad, que lo importante hoy en día es no deshumanizarse ante tantos conflictos y polarización.
Augusto dos Santos (ADS): “El sinsentido de la vida de mis personajes y también de la mía es lo que me genera desasosiego, y, a su vez, despierta en mí interés por escuchar las voces de seres que no existen, pero que existirán a partir de mis escritos, porque yo los haré vivir o resucitar...”. Me fascina esa humilde omnipotencia que tienen los escritores, ¿no? de “tengas fe” en la creación o creas en el orden natural del universo, es fantástico, es potente.
– Es vital. Yo creo que si yo no escribo, muero. Yo necesito de las voces. Necesito de los personajes, de las historias. Es como comer, dormir, es incluso aún más. Conviven conmigo y no solamente yo necesito de ellos sino que ellos también de mí. Y particularmente en esta novela yo le encuentro por primera vez a mi personaje dentro de mí. Generalmente los personajes vienen, es muy metafórico, hasta parecería fantasioso, pero es así. Mis personajes me buscan. A lo mejor habitaron en algún momento en mi infancia, en mi adolescencia, o yo los inventé, o a veces yo los busco porque hay una angustia muy grande que yo busco transmitir en una historia y entonces busco al personaje que yo le pueda hacer hablar sobre lo que a mí me angustia.
– ADS: Es muy curioso porque la moral de casi todas las civilizaciones construyó casi un imaginario de que lo ficción es una alternativa...
– No existe ficción del todo.
– ADS: ¿Es también realidad, no?
– Claro, tiene que estar la parte del artista. Yo no puedo hablar de otro arte porque yo solamente practico la literatura, entonces no puedo hablar de la fotografía, del baile, de la pintura. Pero desde el lado del escritor creo que es fundamental eso.
– ADS: ¿Al fuego creativo, cómo lo encendés?
– Y nunca se apaga. Yo permanentemente estoy creando. Ahora el momento físico, el trabajo físico que es el redactar porque yo escribo primero en papel y birome.
ADS: ¿Sí?
– No todo, antes sí. Primero todo y después pasaba a la máquina. Yo soy de la época de la máquina de escribir, después a la máquina eléctrica y luego a la computadora.
– ADS: De cualquier manera, la litúrgica sigue siendo la tinta...
– Yo tengo que tener esa, tengo que descargar físicamente, tiene que ser un trabajo físico, de la mano, las ideas. Yo tengo un blog, tengo mis manías, eh.
– ADS: Creo que era Meliá que contaba que kuatia no es papel, sino el dedo que escribe.
– Y tengo manías. Yo tengo una librería que queda bien alejada que todavía tiene sus bloc de hojas amarillas. Por supuesto me regalan. Y es muy simpático porque cada vez que voy a escribir una novela, me voy y las empleadas que son antiguas ya me conocen y dicen “ahí viene ya otra vez esa señora” y con birome, y antes era con lápiz. Porque yo le tengo que seducir al personaje, o él a mí. Por eso cuando vienen y me dicen que me van a contar una historia interesantísima. Y yo digo … “no” ... entonces ahí empieza. Ahora, cómo empezar, nunca se acaba. Yo terminé ahora, salió hace 15 días de imprenta mi última novela y yo ya estoy pensando en otra.
– ADS: ¿Percibís que hay personajes que te persiguen siempre?
– Sí, yo les llamo espectros. Me persiguen y no es agradable. Y en la temática también. Cambio de escenario, cambio de temática, pero siempre están ahí.
– ADS: ¿Y qué representan?
– La vida o la muerte. La supervivencia. Las angustias. El dolor de la existencia. Yo sufro mucho cuando escribo. Sufro mucho cuando escribo. A mí me duele escribir porque mis personajes sufren. No son fantasmas, no llevan una vida fácil, siempre están denunciando un dolor. Yo lloro cuando escribo, sufro por mis personajes, porque no puedo cambiar el ritmo de sus vidas.
– ADS: Y qué dicen ellos en general? ¿A qué responden? ¿Qué respuestas buscan?
– Vivir. Nada más que eso. Que yo cuente lo que a ellos les pasa. Es muy especial. Ellos simplemente me cuentan. Por ejemplo, en “La casa de la calle 22” hay un álbum de fotos del personaje. ¿Y qué tengo que ver yo con un objeto? ¿con una foto? Por eso para mí las fotos son muy importantes y las fotos son las que me aparecen. Claro a partir de ese álbum, de esos personajes fríos, muertos, que están en las fotografías, yo empiezo a crear. Lo mismo en la casa, Llego a la casa y es una casa, hay ladrillos, hay revoques, eso está desgastado, pero sigue en pie. Y qué me tiene que contar una casa? Lo que hay dentro de la casa. Y ahí lo que llega mi juego. Y yo a mi personajes los llamo fantasmas.
– ADS: Esta entidad tan potente que tiene que ver con el mundo judío, ¿en qué medida ha sido matriz en tu tarea de escritora?
– Yo siempre digo que soy una exiliada de Paraguay. Yo nací en Paraguay, amo al país y me siento paraguaya. Pero yo viví en un gueto. Porque yo fui criada por mis padres, pero tuve una relación con mis abuelos que yo digo que fui criada por ellos por el tema criar, no por el tema que vivía con ellos siempre, no por convivir con ellos, no, porque yo me trasladé a un lugar con ellos que era un gueto. El lugar donde ellos vivían...
– ADS: Se dio una especie de adopción natural, digamos.
– Adopción cultural. Entonces yo adopté ese sistema y por cosas que uno desconoce, fui adoptada también. Entonces ellos traían una cultura de la guerra. Ellos traían la cultura del hambre, de la persecución, de la muerte. De la persecución de los guetos. Cuando yo vuelvo ahora - el año pasado - al gueto de Vilna, y encuentro dónde mis abuelos vivieron, de dónde vinieron, ahí entendí todo. Entonces yo adopto un idioma, que no es solamente un idioma sino toda una tradición que guarda un contexto cultural. Yo adopto, fui criada ahí, en un cuarto pequeño, llena de miedos. Porque yo tenía miedo. Ellos perdieron todo. Mi abuela fue la única sobreviviente de toda una familia y nunca habló. El silencio, la quietud. Porque para no despertar de vuelta su dolor y no transmitirlo, como protección, entonces de alguna manera eso caló en mis huesos. Esa tradición tan dura de la guerra. Tan dura del exilio, pero que no es solamente un exilio judío o una persecución judía. Porque yo hablo de los negros, de los esclavos, de los indígenas, hablo de toda una clase, de todo un contexto.
– ADS: Es un éxodo que nunca termina.
– Y no. Entonces eso está calado dentro de mi. Y por más que yo no intente nada, eso sale. Pero también está resguardada otra temática. No son libros históricos ni bibliografías.
– ADS: Me tentaba preguntarte eso, ¿en cuánto tus historias se basan mucho en hechos históricos?
– Están enmarcadas en hechos históricos.
– ADS: ¿Te irrita que te demanden rigor histórico a veces?
– No, pero nunca me demandan. No tuve nunca nadie que me diga. Sí de repente me demanda, ¿por qué siempre escribís sobre judaísmo? Tengo tres a cuatro novelas que no tiene nada que ver con el judaísmo. Igual me encasillan.
– ADS: Igual el judaísmo es un universo suficientemente amplio como para tener varios tópicos...
– Claro, pero eso sí me molesta. Cuando me dicen “tenés que salir ya de esa temática” quién se cree para decirme lo que yo tengo que escribir o no? O te voy a editar o no te voy a editar si te voy a cambiar de temática. No, eso no, jamás, eso va en contra de la libertad. Y eso lo que está pasando también en la literatura moderna.
– ADS: Como en las diferentes disciplinas. El mercado...
– El mercado. Vos tenés que escribir sobre esto porque esto se vende. Yo creo que... Bueno, eso sí, yo creo que está enmarcado (lo que escribe) en una historia de exilio, pero dentro de ese mundo de exilio, yo denuncio, mis personajes cuentan desamparos, cuentan ardores, cuentan encuentros y desencuentros. Yo hablo sobre la supervivencia, lo que le cuesta a mis personajes sobrevivir.
– ADS: ¿Tenés una novela o un libro favorito?
– Este último. Este es el amor de mi vida, ¿por qué? Por muchas cosas.
– ADS: ¿Por ejemplo?
– Mi abuela me llevó hasta él. Ella fue; yo tuve un vínculo con ella único. Lamentablemente uno se da cuenta ya cuando es adulto de muchas cosas del pasado que no fueron claras. Ella fue una persona extraordinaria. Y ella decía su nombre y apellido y que era polaca. Nunca habló de nada. Eventualmente yo la veía revisar un álbumes de fotos. Entonces tenía los cartones donde se pegaban las fotos. Solamente eso ella tenía. Bueno, pasó el tiempo y yo escribí una novela con relación a la búsqueda de la identidad. Y en ese tiempo yo recorrí dos años para saber de dónde venía mi abuela, de buscar sus orígenes, si tenía familia. Me fui a Identificaciones, al Registro Civil, me fui a la iglesia mormona que tiene un registro de inmigrantes, y bueno encontré todas las raíces de mi abuela y encuentro que es de Vilna, Lituania, y me voy a Vilna. Y encuentro no solamente su casa, sino su árbol genealógico. Encuentro todo. Y escribo en tres o cuatro meses, en pandemia, en el encierro, el peligroso encierro para un escritor, por qué después cómo salís de ahí?
– ADS: ¿Te quedás atrapada en la novela, no?
– No solamente en la novela, en el silencio de estar sola. ¿Qué es lo ideal? Yo escritora, novelista, ¿qué es lo mejor que puedo necesitar o requerir para escribir? Que nadie me moleste, que no haya ruido, que no tenga reuniones sociales, ir al supermercado... encima yo vivo sola con mis dos perritas y vivo en una casa muy cómoda. Y entonces viene el encierro. Qué complicidad más peligrosa y más amorosa para escribir.
– ADS: ¿Nunca pensaste o quizás lo hiciste, pensaste en escaparte de la prosa y dedicarte a la poesía?
– No, pero mi prosa es poética. Pero yo a la poesía le tengo terror. Le respeto tanto a la poesía. Para mí el poeta es el rey de los escritores. La poesía no es macana, no podés improvisar con la poesía o sino no llega. Es un instante en el que tenés que resolver, no es así nomás. En cuento sí, incursioné mucho en cuentos, pero me voy otra vez, empiezo con el cuento, pero yo y este personaje, me voy, me voy y se convierte en novela. No hay caso.
– ADS: ¿A partir de ahora qué búsquedas tendrías en términos de novelas, cosas así?
– Estoy empezando una nueva novela. Quiero hacer un cuento, puede ser pero seguro que terminaré en novela otra vez. Y no sé, yo empiezo a escribir y ahí sale.
– ADS: ¿Sos de escribir todos los días?
– Todos los días de mi vida. No por recomendación, sino por que si no lo hago me muero. Ahora cuando viajo no puedo. Tengo una hija que vive en los Estados Unidos y cuando voy junto a ella un tiempo ahí no puedo. Yo tengo muchas manías. Tiene que ser en mi lugar, con mi silla, en mi computadora, todo todo tiene que estar en ese desorden, ese silencio y esa quietud y ese lugar. Yo no puedo escribir en otro lugar que no sea ahí.
– ADS: ¿Cómo ves al Paraguay que escribe hoy?
– Bien. Bien. Hay mucha cosas, pero a mí lo que me apena muchísimo es que creemos que Paraguay es Asunción. El interior a nivel escritura, no estoy hablando de otros sectores, no tiene ahora otra oportunidad. Claro, Ramiro Domínguez, Elio Vera, Scavone, pero no, yo hablo del interior del interior, no hablo de Villarrica, tanto, sino del interior. No tienen oportunidades y hay escritores fantásticos. Hay mucha producción, pero localizada acá, porque el escritor del interior no tiene una sola oportunidad. Yo fui jurado de hace algunos años de concursos de cuentos infantiles de primaria del interior, pero interior. Y yo recibí los cuentos. Y eran obras de arte. De niños de 6 a 7 años que recién escribían. Y eran obras de arte. Después también fui jurado de un concurso de cuentos y había una chica flaquita, no recuerdo el nombre, pero sí la recuerdo físicamente, vino con la mamá. Y en dos días llegaron a Asunción a recibir su premio y era un libro grande el premio. Ella escribía una maravilla, pero qué posibilidades tiene?
– Y esto es una opinión mía. El problema sigue siendo, me parece, la falta del maestro que enseñe.
– No solamente eso. Sí, es una razón pero no sé qué tipo de maestros y maestras tienen. Pero el tema es qué hacer con esa producción, el problema es la posibilidad. Mientras no haya educación pública, igual que la salud, y educación y salud tienen que ser públicas, tienen que ser para todos por igual, mientras no haya una editorial pública, con un buen equipo que lea, que administre la producción, no porque sos mi amigo “publicalena a mi hijo”. Estoy hablando de...
– ADS: La historia de Fondec, digo yo, o por decirlo...
– Confirmo contigo. Lo confirmo con vos y me hago cargo, me hago cargo. Entonces, si vos venís acá. Esa maestra que sea mediocre o que sea buena, no importa, pero si ese niño viene con una calidad ya, quién le publica, quién le hace caso? Tiene que haber una editorial o imprenta pública, tiene que haber una secretaría de cultura comprometida, tiene que haber un ministerio de educación comprometido. Todas las embajadas, todos los representantes diplomáticos del Paraguay, donde sea tiene que tener una biblioteca con libros paraguayos.
– ADS: ¿Y escritores con una tarea de ya empezar a publicar jóvenes reconocés?
– Buenísimos son. Los jóvenes están fantásticos. Hay una generación de cuentistas, novelistas, poetas jóvenes que no sabés. Pero qué hacen con sus libros? dónde se van? Las editoriales te dicen yo hago la edición y después a quién le vendo porque no hay lectores. Tiene que haber nuevos proyectos de lecturas en los colegios, no se puede seguir con la misma literatura. Siempre es lo mismo.
– ADS: ¿Ves un versus –que algunos ven– entre el papel y lo digital?
– Yo veo. Estuve en Francia hace poco, en la Universidad de Burdeos, están estudiando mi literatura, y me invitaron y me dijeron que querían leer. Y les dije, yo me niego a subir al digital mi trabajo. Yo creo que el lector tiene que tener contacto. Y uno de ellos me dijo, yo les invito a ver donde yo vivo: vivimos en departamentitos pequeños, no tenemos espacios ni siquiera para nuestra ropa, porque es así, entonces me dice, ¿cómo vamos a tener espacio para guardar libros? Y acá también hay gente que ya no puede acceder a libros. Que ya no puede porque le cuesta. Pero el que lee, en estos medios digitales, es un lector. Pero existe también el lector que necesita el papel, como yo, porque necesito anotar. Entonces los dos mundos pueden vivir perfectamente bien.
– ADS: No pido nombres de títulos ni autores, pero si tuvieras que recomendar a un chico que quiere ser algo más que un lector, por dónde tiene que empezar a escribir. Antes se decía siempre empezar por los clásicos...
– No queda otra.
– ADS: ¿Sigue siendo la misma fórmula?
– Lo que los rusos te enseñan, no hay maestros. Freud decía “no hay nada nuevo en sicoanálisis que ya un escritor no haya denunciado o expuesto”. Por eso yo siempre digo, no le subestimen a un escritor, porque sabe. Bueno, los rusos, maestros. Franceses, yo te hablo para mí, te hablo desde mi punto de vista. Un profesor o un catedrático te dirá otra cosa. No hay nada nuevo ahora que se escriba que un ruso ya no te haya dicho. Los franceses, y son desde 1890, 1880, hasta 1950 mis preferidos. Ahí están grandes maestros. ¿Por qué? Acordate que pasaron hambrunas, pestes, Primera Guerra Mundial, y después sobrevivir a un mundo mecanizado, a un mundo.
– ADS: A lo que Chaplin llamaba “mundo moderno”.
– Ahí, en el cine, ¿hay alguien que le sustituya a Chaplin?
– ADS: Es interesante. De pronto aquí también haya ocurrido un error estratégico, aunque no sé también si decirlo así, por el novismo de ese tema de identidad de decir que leamos primero a los autores paraguayos. Por eso es importante que alguien con toda tu trayectoria, oriente a la gente que está empezando...
– Hablamos de gente que quiere escribir, no de lectores. El lector que tiene el placer de la lectura, el que necesita leer porque le gusta, pero no tiene el oficio de escritor, sí.
– ADS: Porque no se puede escribir sin haber leído...
– Claro que no. La persona que te dice que es escritor, pero no leyó a los grandes, no es escritor, lo siento. La pintura tiene una técnica, tener un maestro, en la literatura no hay escuela, no hay, solamente es tomar los libros y listo.
– ADS: ¿Te interesa decirle algo a la sociedad desde tu mirada, desde tus sueños de escritora?
– Que no se deshumanice. Que un libro te humaniza, el arte no te permite nunca sufrir la soledad. Para mí es existencia pura.