Por Jorge García Riart (*) (*)Doctor en Educación Superior, actual director académico del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica

En coincidencia con el centésimo aniversario de nacimiento (1920) de Branislava Susnik, antropóloga de origen esloveno, quien realizó profundas investigaciones sobre los indígenas en el Paraguay, el Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica publicó una fenomenal compilación de los últimos 50 años de camino de la Coordinación Nacional de Pastoral Indígena (Conapi) de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

Susnik llegó al Paraguay en 1951 para dirigir el Museo Antropológico creado por Andrés Barbero, pero éste ya había fallecido. Desde entonces también realizó incursiones al Chaco y otras regiones del Paraguay para conocer la vida y la lengua de los pueblos indígenas. Dicen que publicaba un libro por año como resultado de sus trabajos.

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Era de una mente brillante sin lugar a dudas. Recién en 1992, el Estado paraguayo le reconoció con el Premio Nacional de Ciencias, y fue la primera vez que se entregó este galardón. Como corolario de su vida, sentó las bases no sólo de un interés público sobre la condición de los pueblos originarios sino también una metodología de estudio y comprensión de ellos.

Hace medio siglo atrás (1970) –casualmente cuando Branislava cumplió 50 años– los obispos del Paraguay crearon el Departamento de Misiones que más tarde se convirtió en la Conapi. Su primer presidente fue Mons. Alejo Ovelar (1968-1986) y su primer secretario ejecutivo P. Bartomeu Meliá, sj. Precisamente, la publicación mencionada contiene la biografía de ellos y otros sacerdotes y laicos comprometidos con la causa indígena.

El camino de medio siglo que transitó la Conapi no fue fácil. Nació en “tiempos turbulentos”. Muchos pueblos indígenas siguen sin tener tierra propia. Pueblos sin tierra parece una incongruencia. Al respecto, Ananio Benítez, abogado de la Conapi, critica en el libro el mal uso de “comunidad indígena”, porque al extraditar pueblos hacia otros lugares se producen conflictos en las mismas comunidades.

De la obra participan 20 autores extranjeros y paraguayos, “misioneros indigenistas de vanguardia”, a cada quien le compitió analizar el “camino junto con los pueblos indígenas” sobre la territorialidad, la educación, la salud, la comunicación, la teología y el ambiente natural (más o menos 2,5 años cada uno). El responsable de la compilación es el P. Henry Gaska, svd, actual coordinador general de la Conapi.

Se percibe en la obra la satisfacción por ciertos resultados alcanzados en el cincuentenario de creación de la Conapi. Por ejemplo, el Congreso Internacional de los Pueblos Indígenas, realizado en Asunción en el 2019, bajo la presidencia de Mons. Adalberto Martínez, presidente de la CEP, es –dicen– precursor del Sínodo Amazónico.

El libro también trae un recuento y agradecimientos a todas las agencias extrajeras que colaboraron y apoyaron los proyectos de Conapi para “rescatar y revalorar los grandes valores humanos indígenas, su reciprocidad y su sabiduría”. En cuanto a políticas públicas, se consiguió la Ley 5469 y la Ley 3231, de salud y educación indígenas respectivamente.

“Leyendo esta historia nos damos cuenta de que mucho se ha logrado pero que mucho está por hacerse”, dice Mons. Lucio Alfert, vicario apostólico de Pilcomayo, en la introducción del material, así como pensó, escribió y soñó una pionera de la causa de los pueblos indígenas en el Paraguay, Branislava Susnik.

Obra publicada sobre los 50 años de Susnik trabajando con los pueblos indígenas.



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