Por Mario Rubén Velázquez
Hay historias humanas titánicas detrás de cada personal de blanco, detrás de cada trabajador de la salud del Paraguay. Hay una lucha feroz, como en una guerra tácita y no deseada, contra un virus del cual se sabe cómo se contrae y mata, pero nada de cómo muta y evoluciona, de cómo se transforma en asesino serial. En un recorrido por las salas especiales del Instituto de Previsión Social (IPS), se los puede ver apenas los ojos a esos guerreros de batas azules: ojerosos, agotados, estresados, pero firmes al pie de los respiradores, al otro lado de las camillas neumáticas. Impresiona verlos con sus “escafandras”, ingresando al terreno fangoso de los infectados, manipulando botones, conectando mangueras, atando cabos de vida en medio del desastre inapelable de la muerte. Aquí, los datos.
La persistente lucha contra la muerte
Las paredes del Hospital Ingavi del Instituto de Previsión Social (IPS) están más frías que nunca. Por fuera, un protocolo hermético filtra virus y gente que no sea personal médico, de enfermería, limpieza o técnico. Por dentro, camas, salas de cirugía y de UTI (Unidad de Terapia Intensiva) recargan la tensión lúgubre del hospital de referencia para covid-19 más importante del Instituto.
Para peor, el recargo de pacientes no es nuevo: ya viene de años, a pesar de la ampliación del hoy moderno centro médico. El personal de blanco empezó el 2020 con una de las epidemias más fuertes de dengue en la historia de nuestro país, superando en consultas a la del 2013, cuenta el doctor Vicente Ruiz Pérez, gerente de Salud del IPS. “A la par de esta epidemia, nos llega la pandemia del covid-19, rápidamente recompusimos nuestro plantel, replanteamos estrategias, con un personal semiagotado por el combate al dengue.
DESARRAIGO Y ESTRÉS
¿Como nota al personal de blanco que atiende en todo el sistema local del IPS? (ver recuadro adjunto), preguntamos. “El personal de blanco hoy está estresado y agotado. Muchos dejaron a sus familias para vivir solos por el miedo al contagio. El desarraigo, el estrés, la falta de conocimiento científico del virus a nivel mundial, afectaron profundamente a muchísimos médicos y enfermeras de la institución”, sostiene el gerente-médico.
El ingreso a los centros de referencia covid-19 del IPS se realiza bajo estricto control interno y externo. Muchos de los profesionales han perdido seres queridos, lo cual produce impotencia y dolor únicos que jamás podrán olvidar, apunta Ruiz Pérez. “Hoy muchos del personal de blanco reciben contención psicológica y espiritual para poder seguir ejerciendo la profesión en estos meses que aún quedan de pandemia”, agrega.
70 POSITIVOS, 5 MUERTES
El IPS tiene 958 personal de blanco monitorizado, de los cuales 70 fueron positivos y llevados a cuarentena obligatoria. Hasta hoy se recuperaron unos 50, pero el golpe fue duro: cinco han fallecido: 3 licenciados y 2 médicos.
Preguntamos al doctor Ruiz Pérez sobre cuáles son las carencias más sentidas para los médicos del IPS: “Más que carencias, lo que hoy el personal de blanco sufre es la incertidumbre si tendremos en los meses siguientes equipos de protección personal, para cuidarnos nosotros y cuidar a nuestros enfermos. La burocracia en las licitaciones, la puja empresarial y la falta de leyes adecuadas para los procesos licitatorios en salud hacen que los médicos se sientan inseguros en sus lugares de trabajo”, respondió.
TRISTEZA Y MIEDO
El personal de blanco tiene un miedo recurrente: el de contagiarse y llevar a la casa el virus, enfermar a hijos, hermanos, padres y personas vulnerables. “Esta situación la vivimos todos los días al regresar a nuestros hogares. Produce un altísimo estrés, porque de estar encerrados en un hospital, regresamos a nuestros hogares al encierro y al distanciamiento social”, dice.
También la alegría característica de la vida hospitalaria ha perdido su brillo en muchos hospitales a partir de esta pandemia, cuya fecha de conclusión nadie conoce. “Este modo covid de vivir nos ha transformado en unos autómatas, vamos a las salas de internación sin poder tocarle al enfermo para estimularlo, tan característico del médico humanitario”, apunta el galeno.
Ruiz Pérez dice que ya no ingresan a las salas de internación deseándoles recuperación rápida a los pacientes o diciéndoles “todo va salir bien” acariciándole la mano, la frente… “El covid se ha llevado esa parte humana del médico, que vestido de astronauta ya ni muestra el rostro. Hoy nuestros enfermos no pueden vernos, no saben quiénes somos. Y eso duele”.
Así, surge a partir de esta pandemia, un tratamiento impersonal entre profesional/paciente/profesional, alejado del contacto visual siquiera. “Hay historias que quedarán marcadas para siempre en el ama de los médicos”, advierte Ruiz Pérez.
EL ADIÓS EN SOLEDAD
Una de las muchas historias tristes que les tocó vivir en IPS fue la internación, casi al mismo tiempo, de un matrimonio con covid positivo. Ambos fueron intubados en terapia intensiva. Uno de ellos falleció y su sobreviviente –al despertar de su coma inducido– preguntó por su cónyuge y el médico, con el alma hecho pedazos, debió contarle lo sucedido.
“Esa persona que recibió la tremenda noticia estaba sola, en su cama de terapia, sin el abrazo y el consuelo característico de familiares. No le importó haber sobrevivido: ¡quedó con el alma destrozada! Lo único que pedía era salir de alta para visitar la tumba de su cónyuge. Son momentos muy duros. Y el personal de blanco está ahí, sigue peleándole a la muerte”, concluyó el doctor Ruiz Pérez.
Ingavi, principal centro de referencia
La cantidad de personal de blanco destinado directamente al tratamiento de la pandemia del covid-19 en el Hospital Ingavi del Instituto de Previsión Social (IPS) supera los 600 especialistas, distribuidos así: 381 en enfermería, 110 médicos, 61 personal de laboratorio, 48 en el área de farmacia y 9 personas en la morgue.
Desde marzo, el 100% del personal de las áreas citadas se capacitó a través de profesionales de control de infecciones dando énfasis en el manejo de los equipos de protección individual (EPI). También elaborando protocolos de flujograma de manejo y traslado de pacientes, limpieza de ropas e higiene, alimentos y movilidad del personal de laboratorio y morgue, explica Ricardo Oviedo, director del Hospital Ingavi del IPS, uno de los principales centros de referencia antipandémica del Instituto. “Incluye la conformación del Comité de Control de Infecciones y de Emergencias Hospitalaria”, agrega.
Los centros de referencia para casos de covid-19, dentro de la red del IPS, son: el Hospital Bougermini, destinado a la internación de pacientes mayores de 60 años; y el Hospital Ingavi, lugar de internación de pacientes menores de 60 años, embarazadas, casos pediátricos y pacientes con indicación quirúrgica (adultos o pediátricos) con problemas respiratorios sospechosos o positivos de covid. “La red funciona a través de referencias y contra referencias entre estos 2 centros y el Hospital Central”, diferencia el médico.
PROTOCOLO
Ante una emergencia, que aparece y desaparece con la velocidad de los acontecimientos, los pacientes –tanto adultos como pediátricos– ingresan por áreas de urgencias independientes, son captados por personal de RAC (Recepción Acogida y Clasificación) a fin de identificar la gravedad de cada caso y determinar el tiempo de espera para la consulta. En el área de Urgencias se determina si el paciente hará su tratamiento en forma ambulatoria o debe internarse. En dichas áreas de Urgencias se cuentan con salas de reanimación para casos de pacientes que lleguen muy descompensados.
“Para el área de internación contamos con 32 camas para el área pediátrica y 68 para adultos; 6 unidades de cuidados intensivos pediátricos y actualmente 10 unidades en UTI adultos con proyección a aumentar a 16, ya que el Ministerio de Salud Pública nos proporcionó en carácter de préstamo 8 respiradores para ampliar la capacidad de unidades”, explica el doctor Oviedo.
LLENO EN AGOSTO
El nivel de ocupación de camas en agosto fue el de mayor índice y se mantuvo de la siguiente manera: UTIA 100%, internación adultos 65%, UTIP 32%, internación pediátrica 35%. Referente a la cantidad de profesionales de blanco del Ingavi que han dado positivo desde el mes de abril hasta la fecha fueron en total 5, todos con buena evolución. Según el director del Ingavi, un alto porcentaje de familiares y seres queridos del personal de blanco también se ve afectado por esta pandemia, creando una situación de alto nivel de estrés a sabiendas de que, a pesar de los cuidados, llegaron a contagiarse algunos profesionales y el tremendo temor que genera la posibilidad de contagiar a su entorno.
“AISLARSE”
“El protocolo es inicialmente aislarse dentro de la casa, y el mayor nivel tensional se manifiesta cuando se percatan de que otros miembros de su familia o empiezan a tener síntomas respiratorios o resultan positivos para covid. En esas oportunidades se dificulta aún más sobrellevar la situación ya que nadie puede entrar ni salir de la casa y se vuelven dependientes de otras personas que puedan hacerles llegar sus necesidades de insumos, de alimentos o para higiene”, destaca Oviedo.
La contención es muy difícil y todos coinciden en que apoyarse en la oración y en la fe en Dios les daba fortaleza y esperanzas de que todo iría bien. Además están los compañeros, amigos y familiares que constantemente, vía telefónica, se interesan por la evolución de sus casos y les brindan su apoyo, dice el médico.
La vivencia intrahospitalaria es muy activa, sin ninguna posibilidad de socializar o compartir momentos de distracción para aplacar el esfuerzo en la atención de los pacientes ya que la cantidad de los mismos es numeroso y delicado. “Además, la mayoría de las veces deben también actuar en la contención del estrés tanto de pacientes como de sus familiares por el plus de temor que traen al hospital”, destaca.
“VALORAR LA VOCACIÓN”
Actualmente el personal de blanco se encuentra relativamente desmotivado porque además del cansancio, la tensión creada por la exposición constante genera el temor de ser portadores del covid. Otro tema que le carga la tinta es que los medios masivos de comunicación se hacen eco mayormente de las falencias en los hospitales, a sabiendas que países de primer mundo sucumbieron ante esta pandemia.
“El principal temor, sin excepción, del personal hospitalario tanto de blanco como administrativo es el que puedan ser portadores del virus para sus seres queridos”, agrega. “La pandemia hizo que aprendamos a valorar aún más la vocación de servicio que conlleva ser un personal de blanco, ya que a pesar de nuestros temores hacemos frente a esta situación. Estamos dando respuesta a las necesidades de nuestros pacientes, sin dejar de mencionar el apoyo incansable de nuestras autoridades”, concluye Oviedo.