Por Aldo Benítez y fotos de Nadia Monges
El Hospital de Clínicas fue bautizado como “el hospital de los pobres” desde los primeros años cuando empezó a funcionar en el antiguo edificio del barrio Sajonia de Asunción. Tras su mudanza a San Lorenzo en el 2012, con una estructura renovada y ampliada, no dejó de ser el principal centro de asistencia médica para las familias más vulnerables del país. Hoy, en plena pandemia, sus trabajadores de blanco, administrativos y demás realizan una labor casi en silencio pero primordial.
En el subsuelo, debajo de este enorme edificio que alberga a uno de los bloques del hospital, un grupo de personas trabaja diariamente para entregar a médicos, enfermeros y pacientes de Clínicas unos elementos que son considerados indispensables para la rutina diaria: ropa limpia.
Alrededor de 3.000 kilos de ropas por día, entre batas, sábanas y demás, se lavan en el sector de lavandería. En este lugar donde no hay necesidad de ventanas porque es imposible el ingreso del sol o de alguna bocanada de viento, actualmente trabajan 9 funcionarias y funcionarios. El ruido de los enormes lavarropas no deja mucho para escuchar siquiera hablar a alguien a pocos metros, pero la gente de aquí ya parece estar acostumbrada.
Desde una radio se escucha una potente cachaca en esta mañana de martes que apunta a ser un día con mucho trabajo nuevamente, sobre todo, porque desde que empezó la pandemia, también empezaron a tener compañeras y compañeros que terminaron en cuarentena. Esto obligó a trabajar el doble y también a arriesgarse más.
Como casi en todo el hospital, las medidas de higiene son estrictas y se cumplen a ratajablas en este subsuelo, entre máquinas y tendederos. Se trabaja de lunes a sábado en horarios rotativos, para poder dar abasto con la cantidad de uniformes, sábanas y otros equipos de vestimenta que tienen que lavar, secar y planchar. Lidia Grance, coordinadora de este sector, dice que hacen un trabajo muy sacrificado y que muchas veces parece no ser valorado por la gente.
“Estamos en la primera línea, al igual que el personal de blanco, porque nosotros tenemos que lavar todos los días las ropas y sábanas que usan los pacientes, así como también algunas veces las batas o la vestimenta que deben usar los trabajadores del hospital”, expone Lidia, que trabaja en esta lavandería desde hace 18 años.
La mujer comenta que hay dos lavanderías en el hospital y que cada una de ellas procesa entre 1.200 a 1.500 kilos de ropas diariamente. Desde la pandemia, este promedio no paró, pero sí activaron otros sistemas de mayor seguridad para tratar las batas y sábanas del sector de los enfermos de covid-19. Por ahora hay nueve funcionarias y funcionarios que trabajan en la sección y tienen siete compañeros que están en cuarentena.
Para operar los lavarropas gigantes, utilizan la protección de bioseguridad que resulta vital, debido a que todas las ropas que se utilizan en el hospital son elementos que pueden transmitir cualquier virus. A esto hay que sumar que toda la operativa se realiza con maquinarias manuales, ya que el departamento cuenta con una sola lavadora automática. Quienes se encargan de recibir las sábanas y batas se visten casi como los médicos o enfermeros, cubiertos de arriba a abajo del cuerpo con los equipos correspondientes. “Considero que nuestro trabajo es demasiado importante. Sobre todo en esta sección, donde la autogestión es determinante para poder seguir operando”, asegura Lidia.
Cuenta que ellas mismas crearon el propio protocolo de seguridad para la sección, con la idea de evitar que haya contagios entre los compañeros y compañeras. Ese mismo sistema de seguridad, desinfectarse, lavado de manos a cada rato, bañarse, cambios de tapabocas, lo aplican en la casa. “De la lavandería a la casa y de nuestra casa a la lavandería. No podemos exponernos ni exponer a la gente, a nuestros familiares”, dice la coordinadora.
En la sección vienen peleando hace rato también por lograr cobrar la bonificación que el Gobierno había anunciado para los trabajadores de blanco en el contexto de la pandemia. Al igual que los administrativos, estas mujeres y hombres que operan con las ropas de los enfermos de covid del Hospital de Clínicas no han recibido el cobro adicional por la exposición al peligro de contagio en el trabajo que hacen. “Estamos esperando que nos tengan en cuenta también. Nuestro trabajo vale mucho, todos los que trabajamos en los hospitales cumplimos una función importante, cada quien desde donde les toque”, expone con claridad Lidia.
PROTOCOLO COVID
Si bien el Hospital de Clínicas no ha sido declarado de referencia para atender casos de covid-19, la realidad indica que debido a la cantidad de casos que van en aumento, tanto en este centro asistencial como en casi todos los del país, el protocolo covid-19 de atención se aplica en todas las atenciones hospitalarias. En Clínicas se habilitó un bloque especial para atender los casos covid- 19 que cuenta con 30 camas para internados. De esta cantidad, al menos hasta este viernes último, 8 personas estaban con la enfermedad confirmada, mientras que cerca de 15 o 16 presentaban síntomas pero aún no estaban con los resultados laboratoriales.
Para el licenciado Sebastián Coronel, enfermero del sector de internados, con más de 15 años de experiencia, esta es la primera vez que le toca trabajar en una situación así y asegura que no es una cuestión sencilla. Con doble tapabocas, la mascarilla de protección y la bata puesta, Coronel relata que es un cambio importante en todo el sistema de trabajo, de comportamiento y hasta de cómo se encara el día a día. “Esto altera todo lo que veníamos haciendo. Desde ese simple saludo que uno da al compañero de trabajo hasta cómo tenemos que prepararnos para entrar o para salir de las salas, hasta para cuando llegamos a nuestras casas”, dice Coronel.
Cuenta que en Clínicas se trabaja con el protocolo covid ya en todos los pacientes que van llegando. “Se hace una clasificación y los que tienen síntomas van al bloque establecido para pacientes con covid, los demás de acuerdo a las especialidades que requieren”, dice Coronel.
“Tenemos que tener un cambio rotundo en nuestra forma de encarar esto. El autocuidado es fundamental, tenemos que pensar en nuestra gente. Yo voy a casa y no abrazo a mis hijos hasta bañarme, cambiarme la ropa, todo eso cuesta, pero tenemos que hacer por ellos”, agrega el profesional.
Para Karen Aveiro, asistente de enfermería, su primera experiencia laboral empezó dentro de esta pandemia por lo que ya se está acostumbrando a esto de no saludar a nadie con las manos, a las tapabocas, a las mascarillas, a eso de no ir a la casa y tocar a su gente. Es como un ejercicio a lo que uno cree que se acostumbra, pero no es tan fácil, dice Karen.
“Se vive con un estigma encima. Incluso recuerdo las primeras semanas, los que trabajamos desde un principio en el bloque preparado para el covid-19 sentíamos el rechazo incluso acá en el propio hospital, pero eso obviamente fue cambiando. Ahora la gente ya está mucho más informada”, asegura Karen. Cuenta que también su rutina cambió con todo esto, ya que ahora tiene que hacer todo un protocolo para salir del hospital y cuando va a entrar a su casa. “Mi esposo y yo tenemos que salir a trabajar y estamos expuestos. Tenemos que cuidarnos entre todos”, dice Karen.
En las salas de terapias e internados, el hospital cuenta con personal propio de limpieza. Esto debido a que los trabajadores y trabajadoras que se encargan de hacer esta labor tienen que cumplir con normas sanitarias muy estrictas, primero pensando en la seguridad propia, y segundo porque se tiene que cumplir con parámetros sanitarios mínimos a la hora de hacer limpieza en salas donde esto del covid-19 puede generar contagio. Así que son las propias trabajadoras del hospital que se encargan de estos menesteres. De la limpieza en pasillos y otros bloques del hospital es personal de empresas tercerizadas.
Al igual que otras áreas de un hospital, la gente de prensa muchas veces es olvidada dentro de un contexto de tanta vorágine informativa, aunque parezca un contrasentido. El departamento de Prensa del Hospital de Clínicas no ha parado desde que empezó la epidemia. “En un momento así es donde tenemos que trabajar más por dar toda la información posible a los colegas y dar a conocer las historias que se van generando aquí. Nuestra oficina no dejó de funcionar un sólo día en estos cinco meses”, dice Sara Núñez, jefa del Departamento de Comunicación Social. Actualmente en el área trabajan 9 funcionarios y una compañera está con permiso de maternidad. Al igual que los demás trabajadores del hospital, la gente de prensa debe cumplir con las normas y protocolos sanitarios para trabajar y también está expuesta a posibles contagios.
Dentro de la Emergencia Sanitaria del Gobierno nacional para hacer frente al covid-19, el Hospital de Clínicas fue declarado como un centro asistencia polivalente. Es decir, atender todos los casos de otras especialidades médicas en tanto pase la pandemia. Pero dadas las circunstancias, en Clínicas se ha trabajado de igual manera con los protocolos sanitarios establecidos. Actualmente hay 12 pacientes con covid-19 positivos en el hospital, dos de ellos en UTI y el resto está estable. La tendencia es que estos números vayan aumentando, considerando que cada día hay más casos sospechosos que se derivan de otras especialidades.
De los 500 millones de dólares que el Estado destinó a salud para enfrentar la pandemia, al hospital de Clínicas se destinó 2 millones de dólares, que fueron usados para compras de equipos de bioseguridad para los trabajadores.
Cerca del mediodía, en el Área de Contingencia Respiratoria Pediátrica se prepara un emotivo acto. Los doctores y enfermeros forman fila y esperan por la agasajada. Ayudada por una enfermera, una niña de cinco años sale en silla de ruedas de una de las habitaciones en donde estuvo internada por una semana. La pequeña había ingresado con diagnóstico de covid-19 positivo, adquirido en el núcleo familiar, el 21 de agosto pasado. La doctora Laura Cardozo, jefa de esta unidad, dice que cada alta es una gran estímulo para todos. “Ella se va con un buen estado en general”, dice Cardozo.
De la habitación sale despavorido con el celular en la mano el papá de la niña. Le hace fotos, graba un video desde su teléfono mientras su hija va por el pasillo. Él más que nadie sabe lo que pasó su pequeña. Estuvo internado durante casi un mes justamente por covid positivo. “Es imposible explicar esta sensación. Solamente tengo palabras de agradecimiento”, dice visiblemente emocionado.
Mientras los números de contagios y muertes suben, estas pequeñas victorias de altas son muy significativas para hospitales como Clínicas, donde la labor diaria de decenas de personas se pierde ante las crueles estadísticas de este virus.
Sin embargo, estos tiempos de pandemia han ratificado que, como habla sus 126 años de historia, lo mejor que tiene este hospital es el trabajo silencioso de su gente.