A fines de los años ’60 y principios de los ’70, un nuevo movimiento cultural surgía en Paraguay. Lo pensaron e integraron jóvenes artistas de todas las disciplinas, intelectuales y músicos disconformes con el estado de cosas en la “isla sin mar”. Fue el más importante movimiento de resistencia cultural contra la dictadura y el sistema represivo durante los “años del miedo”. Fue una de las voces claras que se levantaron contra la censura, las desapariciones y las violaciones de los derechos humanos en el país. “Reivindicábamos como estandarte la libertad, la fraternidad, la esperanza y la tolerancia”, dice el músico y docente José Antonio Galeano. Y los represores buscaron, por “todos los medios”, acallar esa voz divergente, de resistencia, de rebeldía. Pero el murmullo encendió la chispa, que luego fue la llama, el grito libertario difícil de acallar, la soberbia poesía que ya ninguna cachiporra, grillete o picana pudo silenciar. Esta es la otra historia del rock nacional paraguayo: de la canción de esperanza, de la rebeldía hecha arte, del canto que nace y se hace pensamiento, del poema de amor a la patria soñada.
Por Mario Rubén Velázquez (ruben.velazquez@gruponacion.com.py)
El Nuevo Cancionero Paraguayo (NCP) nace con la unión y organización de jóvenes músicos y poetas que hasta entonces venían realizando su trabajo individualmente. “Profundamente inconformistas, estaban imbuidos de las diferentes corrientes musicales que se desplegaban en ese entonces en los distintos escenarios de los países de América Latina”, relata el músico, escritor y productor Carlos Noguera.
José Antonio Galeano, músico y poeta, cuenta que todo comenzó en el encuentro barrial entre sus dos fundadores principales: Maneco Galeano y Carlos Noguera, vecinos de toda la vida en el barrio Las Mercedes. Sus encuentros con Mito Sequera, también músico, y Juan Manuel Marcos, poeta, “fue el inicio de aquella experiencia maravillosa e irrepetible. Lo de irrepetible lo digo no tanto como un elogio sino como una expresión de deseos”.
Todos ellos eran conscientes de que el canto es una expresión de rebeldía legítima que une y es vehículo de ideas, sentimientos, mensajes y compromisos para quienes acompañan el clamor de las batallas por cambiar la obscura realidad que les tocaba vivir: Paraguay padecía ya una dictadura militar de casi 20 años.
El Nuevo Cancionero fue “el más importante movimiento de resistencia cultural contra la dictadura de Alfredo Stroessner y las atrocidades que cometía en materia de represión del pensamiento divergente y de violación flagrante de los derechos humanos”, aclara Galeano, hermano de Maneco. “Reivindicábamos como estandarte la libertad, la fraternidad, la esperanza y la tolerancia”, agrega.
Los “Festivales de Música Nueva” (1969, en el CCPA), marcan un punto de partida. También, un año después, el local de peñas “La Guarida del Matrero”, regenteado por Santi Medina, puso lo suyo para la difusión de las primeras canciones, dice quien fuera uno de los fundadores del Grupo Sembrador. “Por entonces apareció Vocal Dos, en el ’73, Sembrador, en el ’77, el primer Juglares y así se fue afirmando el movimiento”.
SEMBRADOR
El Grupo Sembrador surge en 1973 como quinteto de la Facultad de Derecho UNA, para tomar parte de un Festival Universitario de la Canción que se cumplió aquel año. Lo fundaron Maneco Galeano (+), Chela Villagra, Gilda Arias y Derlis Esteche y José Antonio Galeano. Luego lo integraron Ati Troche, Claudia Abente, Jorge Arturo Aponte, Luis Antonio “Pulgo” Barriocanal, Julia Peroni y Jorge Garbett (+).
Sembrador cantaba temas propios: de Maneco, de Garbett, de José Antonio y de otros autores reconocidos. Su primer disco LP fue “Canto de Esperanza”. El tema “Canto…”, de Carlos Noguera, “fue sin dudas la canción que nos acompañó siempre, desde que la estrenamos en 1983 y hasta que nos fuimos en el 2018. Otra obra emblemática del trabajo del conjunto es ‘Te quiero’, con música de Garbett sobre poesía de Benedeti. Y de Maneco, definitivamente, ‘Soy de la Chacarita’, que no podíamos dejar de cantarla donde fuéramos” relata Galeano.
VOCES VALIENTES
Los grupos que sumaron sus voces al movimiento que se gestaba, y se reunían, creaban, actuaban y discutían la tendencia y los estilos, “fueron Vocal Dos hacia el ’70, Sembrador en el ’73, el primer Juglares en el ’77 y ya en los ’80 Gente en Camino. Entre los solistas de entonces e incluso entre los primeros y más importantes, Víctor ‘Pato’ Brítez, con letras de bronce”, apunta Galeano.
Durante la dictadura, no era fácil encontrar lugares en donde tocar y menos emisoras que quieran pasar los temas “de protesta”, como llamaban despectivamente al NCP las radios oficiales del estronismo. Para encontrarse y tocar, armaban su propia agenda compartida. “Con el tiempo, fueron cada vez más los espacios que se nos fueron abriendo: facultades, colegios, festivales, encuentros juveniles”.
Los cultores del NCP entendieron muy pronto que si bien el canto era testimonial, era arte y compromiso, también era un hecho político, un grito libertario en medio de la nada de un sistema represivo brutal e impune, sin posibilidad alguna de exigir derechos, menos garantías. “Desde esta perspectiva, nuestra crítica y nuestra denuncia fueron frontales y, creo que, valientes”, reconoce.
Al respecto, Galeano cuenta una anécdota.”A veces nos preguntaban si creíamos en lo que decíamos cuando cantábamos ‘Venceremos’, la hermosa recopilación de María Elena Walsh, en el coro ‘no tenemos miedo’. Claro que lo teníamos, pero como dice Maneco en un hermoso poema que la dedicó a Garbett: ‘Ya la ganamos al miedo, por vergüenza, y respondimos con música al que ofende’”.
MÚSICA “REBERDE”
La Policía no era “un tu amigo: actuaban por inercia y cualquier tipo o grupo de jóvenes con guitarras, pelo largo, barbas o libros bajo el brazo, eran ‘comunistas’ o ‘reberdes’ (por rebeldes)”. Y los del NCP fueron la regla de lo que hay que debilitar. Hubo persecuciones fuertes, principalmente a inicios de los años 70. “Recuerdo una fuerte represión con varios compañeros presos en Investigaciones, los dominios del tenebroso Pastor Coronel, en 1972”, recuerda José Antonio.
Los festivales de “Mandu’arã” marcaron un hito fundamental en el desarrollo del NCP. “Comenzó en la Alianza Francesa, en la Sala Moliere, y cuanto ese espacio resultó chico, nos mudamos a la Planta 1 de Coca Cola, sobre la avenida España. En ese sitio tuvimos un férreo control policial consistente en que un agente o un par de ellos nos esperaban al bajar del escenario y para amedrentarnos, nos preguntaban qué habíamos cantado. Recuerdo que en una ocasión, luego de actuar Ñamandú (Ricardo Flecha, Chondi Paredes y César Cataldo), a César le tocó contestar y dijo: ‘Colerito colerón’, ‘Arroz con leche’…” (risas).
Otros hechos represivos de la “cana” eran hasta patéticos. “Recuerdo vívidamente que cuando se suspendió el Festival del Lago, que hacia el ’85 albergaba al NCP, en el ’86 se hizo un encuentro multitudinario con música testimonial en el patio de la Iglesia de Ypacaraí”, dice Galeano. “Cada tanto, la policía entraba con violencia entre el público, este se disgregaba por un momento, nosotros desde el escenario seguíamos cantando y luego la gente, valientemente, volvía a escucharnos”.
EL PYRAGÜE
Carlos Noguera, músico, compositor, productor y uno de los creadores de la corriente NCP, relató que durante la Semana Santa de 1971, un grupo de artistas había representado “Ñandejára Rekove”, obra escrita por Juan Manuel Marcos y traducida al guaraní, que resaltaba el perfil más revolucionario de Jesucristo. La obra fue presentada en la ciudad de Areguá y entre el público asistente se encontraba un “pyragüe” (delator) que denunció a los artistas ante el temido represor de la policía política de Stroessner, Pastor Coronel, jefe del Departamento de Investigaciones.
“Los actores del Teatro Popular de Vanguardia, Antonio Pecci y Ramón del Río, fueron a parar a un pequeño calabozo donde ya estaban detenidos los compositores Carlos Noguera y Mito Sequera, acusados de promover la subversión y las ideas marxistas”, relata Noguera.
El autor de “Canto de Esperanza” detalla que al entrar al Departamento de Investigaciones, atestado de presos políticos, “la única idea posible era sobrevivir sin tener la más mínima idea de cuándo se iba a salir de allí. Podían ser días, meses, años. O incluso, como pasó con muchos detenidos, morir o desaparecer para siempre”.
Al no existir ninguna prensa independiente todo lo que sucedía en ese antro de terror era desconocido por la ciudadanía. Ni los diarios, ni las radios que se autodenominaban “independientes” se hacían eco de los apresamientos y mucho menos aún el único canal televisivo (Canal 9) que pertenecía a la familia del tirano, cuenta Noguera.
Luego de una semana los referidos artistas fueron liberados no sin antes ser amenazados de muerte por el mismísimo Pastor Coronel. Sin embargo, tres meses después se produjo una segunda ola de detenciones contra los integrantes del Nuevo Cancionero, en la cual cayeron presos Maneco Galeano y Santi Medina. Esta vez “la acusación (inventada) era mucho más grave: se los acusaba de una conspiración con integrantes de la guerrilla urbana de la Argentina que habían ingresado al país con el fin de cometer ‘acciones terroristas’ y ‘atentados’. En esta ocasión algunos pudieron evitar la detención al ser alertados por sus familiares”. Carlos Noguera pasó a vivir en la clandestinidad durante tres meses y Mito Sequera, quien tenía contactos, decidió auto-exiliarse yéndose a vivir a Europa.
“El aparato represivo de la dictadura cívico-militar tenía que justificar ante el tirano Stroessner su permanencia en el cargo, por tanto muchas de estas detenciones y ‘descubrimientos’ de ‘planes subversivos’ eran, en algunas ocasiones, inventados en los meses de baja actividad de quienes resistían a la dictadura”, afirma Noguera.
“BEATLEMANIACO”
“Yo formé mi primer grupo musical a los 15 años cuando estaba en el colegio y era un grupo de rock y hacíamos canciones de Los Beatles”, cuenta Noguera. Él estudiaba en el colegio Goethe y el grupo no duró sino unos meses “porque no teníamos los instrumentos musicales propios y cada vez que íbamos a actuar teníamos que alquilarlos”.
A Maneco Galeano lo conoció en el barrio Las Mercedes de Asunción, en donde eran vecinos. Y fue, como lo dice Serrat, caprichoso el azar, “porque ambos vivíamos en el mismo barrio pero ni yo sabía que él era músico, ni él tampoco que yo también lo era”.
A partir de los primeros encuentros “accidentales”, la creatividad y la poesía –mezclada con las seis cuerdas– hicieron el resto y se conformó una una sólida amistad que duró hasta el temprano fallecimiento de Maneco. “Creo que esa amistad y el compañerismo nos enriquecieron a ambos, ya que antes de dar a conocer las canciones que componíamos, las compartíamos entre nosotros y nos hacíamos críticas y sugerencias”.
Ya siendo un compositor profesional, Carlos Noguera conoció a Rolando Chaparro, en 1985, y él me presentó a Berta Rojas. “Tratamos de armar un grupo, que duró algunos meses. Fue antes de que Berta, quien también es pianista, eligiera la guitarra como su instrumento para desarrollar su carrera”, relata.
Carlos y Rolando llegaron a grabar unas 30 canciones en estudio profesional y, sin embargo, la mayoría de ellas nunca fue editada en algún CD. “Sólo unas pocas fueron editadas y publicadas”, lamenta.
El movimiento Nuevo Cancionero ¿es parte del rock nacional paraguayo?
El rock está presente en todo el mundo desde su aparición en la década del 50 y la gran mayoría de los creadores están influidos por él. En realidad los creadores están influidos por todas las cosas que alguna vez vieron, escucharon o pensaron, y no me refiero solamente a música.
¿En qué cosas se inspira un creador?
Un compositor puede estar influenciado por un buen cuadro, una pintura que haya visto o una película que lo haya emocionado, por una situación cotidiana que haya presenciado. En resumen, todo lo que le rodea en la vida influye en su creación.
En 1998, el cantante Frances Anthony Capella grabó 10 canciones de Carlos Noguera traducidas al francés, temas que se hicieron públicos en un disco llamado “Horizonte” y que distribuye una compañía discográfica francesa.
“Considero el trabajo de un creador musical como cualquier otro trabajo de una persona que no lo es. Es una forma de vida, es una pasión, es algo indispensable, pero sobre todo es el trabajo que me tocó hacer en esta vida. O mejor dicho el trabajo que elegí hacer.
¿Qué canción es tu “hija favorita”?
No tengo hijos favoritos ni en la vida, ni en la música. Creo que “Canto de Esperanza” es mi canción más difundida. También fue traducida y grabada en francés.
PRÓXIMA ENTREGA: CANCIÓN Y POESÍA CONTRA LA REPRESIÓN
PREHISTORIA DEL NCP
“Los músicos y poetas del nuevo cancionero paraguayo vienen a llenar ese espacio con nuevas propuestas artísticas más acorde con los cambios y las transformaciones que como es habitual sufre y también disfruta la música de generación en generación”, resalta el músico, compositor y productor Carlos Noguera.
Una de las primeras tareas que se proponen los jóvenes integrantes del Nuevo Cancionero es rescatar las canciones de los compositores paraguayos de las décadas del 30 y 40 y 50 y darlas a conocer a las nuevas generaciones.
Es así que obras maravillosas de José Asunción Flores, Teodoro S. Mongelós, Herminio Giménez, Emilio Bigi y otros son grabadas por el grupo Vocal 2, integrado por los hermanos Jorge “Necho” y Carlos Pettengill, en Buenos Aires con los arreglos musicales del maestro Óscar Cardozo Ocampo (hijo de Mauricio) dirigiendo una orquesta formada mayoritariamente por músicos argentinos del Teatro Colón.
El disco es grabado para ser presentado exclusivamente en Paraguay, bajo la producción de Sergio Rojas. En este disco se incluye el tema “Despertar” de Maneco Galeano, tratando de esta forma de rendir un homenaje a los músicos paraguayos de “la generación de oro” por parte del Nuevo Cancionero. El éxito es inmediato y prontamente las canciones “rescatadas” ganan una gran popularidad, especialmente, entre la juventud que las desconocía, describe Carlos Noguera.
“NUEVO CANTO” Y ROCK NACIONAL
“El rock nacional y el nuevo cancionero paraguayo (NCP) están emparentados. Básicamente, el rock tiene el concepto de rebeldía desde sus inicios. Y el nuevo cancionero nació dentro de un movimiento que se llamaba “Joven Alianza” que surge en los años 70 en donde inicialmente estaban también rockeros y gente del Jazz como Carlos Schvartzman y otros”, afirma Rolando Chaparro, músico, compositor, docente y productor.
“El rock era la música que se concebía, se escuchaba y se curtía en esa época. Maneco Galeano era obviamente rockero. Más allá de que haya compuesto música folclórica. Carlos Noguera, por ejemplo, es un ferviente admirador del rock, él viene de esas aguas”, agrega.
La rebeldía del rock de alguna manera influyó en el Nuevo Cancionero. “’Qué le pasará a mi gente’, el tema de Chester Swan, viene de un músico que es fundamentalmente rockero y que trae ese rock de finales de los 60 y principios de los 70. Por eso el título de “Abuelo del rock” a Chester. En este sentido, el NCP está emparentado, conceptualmente, con el espíritu de rebeldía y contracultura, con el rock nacional”, subraya Chaparro.
Rolo provenía del rock, hacía jazz y después ingresó al Cuarteto Ñamandu. “Si bien fue el comienzo de mi vida profesional, en el año 1987 cuando empecé a grabar y a vivir de la música, ya hacía rock antes, afirma. De alguna manera le impregné algunas cosas más rockeras al NCP. Lo mismo pasó con Alberto Rodas, quien es básicamente un músico de rock”.
“Polcarera de los Lobos” o “Lo que somos”, escritas en los ’80, cuando Rolando era estudiante de Filosofía en la UNA, fueron letras que marcaron ese tiempo de represión y rebeldía. Rolo recuerda como lo que son: estandarte de resistencia. “Con Ñamandu fue una época muy hermosa porque significó un acercamiento a la música folclórica paraguaya, desde el punto de vista de conocer a músicos en las giras nacionales e internacionales”. Y de empezar a componer desde el concepto del 6x8 más tradicional. “’Polcasa’ es un tema instrumental de esa época. Claro que el NCP “es folclore, es fusión, es rock nacional”, concluye Rolo.