Por Mario Rubén Velázquez, periodista, ruben.velazquez@gruponacion.com.py
Inicios de la década de los 80. Entones, Asunción era la pequeña y bucólica capital de la “isla sin mar” y la música era el único bálsamo a tanta estupidez humana, casi idéntica a estos tiempos de pantomima pandémica. Hasta que aparecieron las primeras bandas de rock y la nube negra de la represión empezó a ser menos densa y dolorosa. Las orquestas sumaban seguidores y las noches eran menos solitarias. Y algunos genios talentosos, irreverentes y rebeldes surgieron de esos vientos, de esas bandas. Uno de ellos fue, sin dudas, Cachito Verdecchia. La pasada semana debió cumplir 57 años de vida. En este espacio, un breve homenaje a lo que fue el hombre-niño, el amigo, el denso personaje de la noche, el talentoso héroe de las seis cuerdas. Como escribió Rolo Chaparro: “Cacho vuelve a tocar y suena desde el más allá. Y al final en el cielo sonarán/ tus solos con los héroes que ya no están...”. ¡Salud!
Piccadilly Pub era uno de los pocos sitios “chetos” de Asunción en los años 80, donde sonaba buena música, se llenaba de mujeres bellas, se servían tragos potentes y tocaban grupos en vivo. Surmenage sonaba una noche de verano y el local estaba repleto. Mario Ferreiro, quien fue el presentador, recuerda que Surmenage era un “experimento de jazz rock al estilo Weather Report, donde Verdecchia deslumbraba por su velocidad e imaginación en las seis cuerdas, junto con otros prometedores jóvenes como Mario’i Rodríguez, José “Farichi” Farías y Bicho Chase”.
Inquieto e insatisfecho siempre, Verdecchia saltó a otro grupo, Boyjho, y hacía covers de Pat Metcheny, Al DiMeola, Hendrix, Stevie Ray Vaughan, Eddie Van Halen, Yngwie Malmsteen y otros monstruos de la seis cuerdas. Fue después de grabar, con Chase (batería) y Roberto Thompson (bajo), Fusión 3 “una joya instrumental de la cual solo quedan un puñado de cintas fabricadas de manera artesanal”, apunta Ferreiro.
Pero esta historia empezó con otro gran músico y guitarrista, Rolando Chaparro. Fue en Sajonia, en esos mismos años 80. “Cacho y yo fuimos hermanos de la guitarra. Empezamos a tocar prácticamente juntos. Lo conocí en la escuela Perú cuando yo estaba en sexto grado y él cursaba en el primero o segundo curso. Él vivía en Sajonia cerca de mi casa y todos los días pasaba con su hermana frente a casa, y yo siempre estaba tocando la guitarra”, recuerda Rolo.
Quienes lo conocían bien afirman que Cachito Verdecchia tenía oído absoluto, es decir: memoria auditiva para identificar una nota por su nombre sin la ayuda de una nota referencial o ser capaz de producir exactamente una nota solicitada. Si uno oye los 30 segundos de introducción o el solo de guitarra de The Thrill is Gone (el cover de Cecilia Henriquez de 2004, Kamikaze Record), nadie extraña la conocida versión de BB King.
UN “KAMIKAZE”
“Cachito no solo fue un gran músico, gran guitarrista, sino que fue un gran amigo mío”, cuenta el músico, arreglador y productor Willy Suchar. “Cuando vine por primera vez a Paraguay para el lanzamiento de un disco de Los Tommys, en 1987 creo, Cachito fue el primer músico a quien conocí acá. Después del show, salimos con Cachito, en plena época del edicto, a beber algo en la noche de Asunción. Estaba todo cerrado y Cachito me llevó al Mercado 4 en donde él era ya un cliente conocido. Y nos pasamos charlando con varios músicos hasta altas horas de la madrugada. Fue una noche memorable”, apunta.
Willy afirma que, además de ser un gran músico, Cachito era muy versátil, podía tocar todos los géneros con una habilidad asombrosa. “Realmente uno de los mejores músicos que conocí. Y lo que más extraño es su alma genuinamente rockera: la rebeldía, el reclamo, el no estar conforme nunca. Y su guitarra era inconfundible y él tenía un feeling y un sentimiento muy profundos. Sus participaciones eran siempre elegantes, precisas, de buen gusto”, destaca.
Cuando Willy fundó Kamikaze Record, Verdecchia fue un eterno colaborador de todo lo que Suchar hizo, desde las grabaciones de Cecilia Henriquez, Hugo Ferreira, el Homenaje a Lennon, el Homenaje al Folclore, a U2, las grabaciones de El Templo, Deliverans, hasta la conformación de Acero Inoxidable, que fue el grupo de rock de ambos. “Me acuerdo de la Banda Acústica, la Banda Eléctrica, las grabaciones a Marquito Debrix, la orquesta de Teletón... Uff, trabajamos juntos muchísimo y salimos de gira mil veces”. Ese era Cachito Verdecchia y yo lo extraño muchísimo”, concluye.
EL PUNTO G3
“Cachito nació en Argentina y vino con sus padres al Paraguay cuando tenía 4 años aproximadamente. A los 13 tocaba la guitarra como ninguno y ya le consideraban el nuevo Van Halen paraguayo. Maestros como Rolando Chaparro y otros ya le tenían muy buenos ojos por su talento con la guitarra. Así como ahora es Gianluca Miranda, así era Chachito Verdecchia”, destaca, por su parte, el músico y vocalista César Andrés, líder de la banda G3.
César cuenta que con Verdecchia iban a ser compañeros en Los Gipsy’s, pero que él salió antes para ir a Equipo 87. “Él debutó a los 15 años como guitarrista de los Gipsys y ahí reventó: era un Van Halen, un guitarrista rocanrolero con una calidad técnica innata. Me parece que él nunca estudió guitarra, tenía talento por excelencia”, afirma.
César dejó Equipo 87, se volvió solista y en 1997 formó el Grupo C3, con Javier Colmán en guitarras, quien luego salió para formar The Clash con Carlos Sandoval. “Ahí entró Cachito y fuimos compañeros unos 8 años. Con muchos problemas, porque Cachito era una persona muy especial, era un loco lindo”.
Y cuenta una anécdota: “Una noche tocábamos en el Hotel Excelsior, sobre Chile, era una cena aniversario de los contadores. Él vivía sobre Rodríguez de Francia entre 14 de Mayo y 15 de Agosto, cerca de la placita. Teníamos que tocar a las 10, faltaban 10 minutos, le llamo a Cachito y le digo que debíamos empezar a ajustar. Y me dice: ‘Estoy a una cuadra’ y se escuchaba la ducha del baño (risas). Cosas así eran comunes”, se ríe César Andrés.
El vocalista sostiene que fue una suerte lograr que Cachito haya sido su guitarrista en C3. “Él era muy loco, pero muy sensible, era puro corazón. Entre las cosas más hermosas que nos pasó fue tocar en la reapertura del Teatro Municipal de Asunción. Y ahí demostró quién era: uno de los mejores guitarristas de rock del Paraguay. Su nombre siempre va a estar ahí”, concluye.
EN ZONA SUR
Son miles las anécdotas sobre Cachito Verdecchia. Sería imposible que entren todas en estas páginas. Pero algunas relatan sobre su condición de trashumante que lo acompañó hasta su partida. El músico y poeta Alberto Rodas cuenta que conoció a Cachito en el barrio Zona Sur de Fernando de la Mora, cuando Verdecchia tocaba en la banda Los Rogers, que ensayaba cerca de su casa. “Yo escuchaba su guitarra y ahí nomás ya me quedaba. Me volví fan de Los Rogers por él, por su sonido impresionante”, afirma.
A Rodas le pareció que los del grupo se quejaban mucho de Cachito “porque rompía muchas cuerdas (risas). Era un fenómeno. Él hacía estiramiento de cuerdas a full, y hacía rock, blues y le acoplaba un sonido propio. Aunque esté tocando cumbia o no sé qué, él le acoplaba un solo en una parte. ¡Era el maestro del rock and roll. Ese fue el Cachito Verdecchia que yo conocí. Él no necesitaba explicar nada: apenas tocaba la guitarra y se sabía su verdadero potencial, su capacidad increíble, sus virtuosos dedos sobre las cuerdas...”.
Saúl Gaona, profesor de música e investigador cultural, recuerda que a fines de los 70 no se tenían muchos buenos guitarrista roqueros como ahora en Paraguay. “Roberto Thompson sobresalía por lejos y otro que se destacaba era Pekos Sandoval. La siguiente generación de guitarristas excepcionales estaba constituida por Cachito Verdecchia y Rolando Chaparro”, destaca.
SURMENAGE
Para la época de Pro Rock Ensamble (inicios de los 80) “ellos eran aún chicos y no interactué mucho con ellos. Años después sí le vi a Cachito en actuaciones y estudios de grabación y pude apreciar sus dotes naturales y excepcionales para la guitarra, como autodidacta. Era un deleite verlo tocar de manera tan prodigiosa. Lastimosamente tuvo que partir muy joven. Indudablemente, un héroe más de nuestro rock nacional”, apunta Gaona.
“Surmenage se llamó la banda de rock fusión integrada por Cachito Verdecchia y Roberto Thompson, ambos en guitarra eléctrica, José Farias en teclados y Chase en la batería. Esa banda fue armada a pedido de Arturo Arias, ex cantante de Los Aftermads, para tocar en un pub que estaba sobre la calle San Martín. Roberto me invitó a grabar su concierto. Fui y llevé mi estudio en mi combi y así pude grabar 14 temas instrumentales esa noche. Cachito era un fenómeno”, abrevia, por su parte, Alcy Rock, músico, escritor e historiador del rock paraguayo.
Cachito tocó en orquestas eternas y en grupos que aparecían y desaparecían a la velocidad del rayo. Quienes lo vieron y oyeron no olvidan su figura en el escenario, agazapado sobre su Fender como un tigre a punto de saltar sobre su presa. Nunca empezaba igual un acorde o un riff, siempre intentaba darle un vuelo improvisado. ¡Y qué bueno! Quizás por eso mismo, por su sed inmensa e insatisfecha siempre, se fue rápido, demasiado temprano, como parten los grandes que buscan una nube nueva adonde ir a tocarles las 40 a los aburridos de siempre.
HÉROE DE LA GUITARRA
Nació el 19 de agoto de 1963 y partió el 13 de marzo del 2009. Su nombre: Cándido Javier Verdecchia Cattebeke. Nació en Argentina, pero se crió y malcrió en la tierra roja y tajy. Estudió guitarra con Carlos Schwartzman en 1980, junto a Roberto Thompson y Mario Rodríguez (bajista de Gato Barbieri en EEUU). Schwartzman venía de hacer un curso en la Escuela de Música Berklee de Boston (EEUU) y formó un grupo con estos cuatro alumnos. Después Cacho siguió con proyectos propios como Surmenage, Boyjho y Fusión 3 en el que también estuvo Thompson como bajista. También tocó en Acero Inoxidable y La Banda Acústica.
Su carrera se inclinó hacia la euforia de las orquestas: integró Los Hobbies, con Nene Salerno, Riolo Alvarenga y Charly Meyer, entre otros; Gypsy’s y Los Tommys, con la que estuvo más tiempo y allí conoció a César Andrés González, con quien formó C3 y animaba en vivo el programa “Tardísimo” por Canal 13, conducido por Jorge Ratti. La banda Fer Figueredo & The Capos fue el último grupo en el que Cachito incursionó antes de abandonar el mundo. Es considerado uno de los más virtuosos guitarristas de la escena rockera nacional. Además, se dedicaba a formar nuevos talentos que hoy siguen sus pasos.
“SUENA DESDE EL MÁS ALLÁ”
“Él ya era muy hippie y me mostró que también tocaba, y como los dos éramos apasionados de Los Beatles, empezamos a conectarnos. La música nos unió. Tocábamos en el tejado de casa, en el balcón, temas del rock argentino, de Spinetta y Charly, Beatles, Zeppelin, Deep Purple. Fue una hermosa experiencia haberlo conocido. Anécdotas hay miles. Pero sobre todo la primera época, en que empezábamos en la música, pero también en las discusiones existenciales, de vida”.
“Tengo un gran recuerdo de este gran hermano, gran músico, y uno de los grandes guitarristas que –si bien es argentino– aportó muchísimo al rock paraguayo”, concluye. Chaparro, a manera de homenaje, compuso la canción “Suena desde el más allá”, en marzo de 2009, que en el coro dice: Cacho vuelve a tocar y suena desde el más allá. Y al final en el cielo sonarán/ tus solos con los héroes que ya no están...”.
El músico y humorista gráfico Nicodemus Espinosa cuenta que ciertos domingos por la noche se juntaban en casa de Roberto Thompson. Uno de los asiduos era Riolo Alvarenga. Charlaban en el portón cuando se acerca una combi desconocida, se abre la puerta corrediza y desde adentro se escucha un grito: “Jahápy los perros!”. Era Cachito Verdecchia, con vino en mano, y otros amigotes, en “actitud sospechosa”. “Sin preámbulos todos subimos y arrancamos sin destino”, relata. “Fuimos a un bar, luego a otro, a otro y a otro. Un bar cerraba y Cachito decía ‘conozco otro que estará abierto’... Y seguimos. Así continuamos hasta creo las 6:00 de la mañana”, concluye.