Por Guillaume Candela
guillaume.candela.gc@gmail.com
Miembro del Centro de Investigaciones en Historia Social del Paraguay (CIHSP), miembro del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH), actualmente en posdoctorado en la Biblioteca John Carter Brown Library, EEUU.
Fotos: Maximiliano Martínez y Gentileza
“Los indios naturales de esta tierra y provincia no tienen oro ni plata ni cosa alguna de provecho ni dan ni contribuyen más de con el servicio personal (…). Ellos son en sí flojos y poco inclinados a trabajos, comedores de carne humana, enemigos de todas las generaciones (…). Cómo se les puede tasar tributos si no tienen de que ni siendo gente de razón porque ninguno hay que sepa contar arriba de cinco, lo cual es diferente en la Nueva España y Perú, que los indios naturales de aquellos reinos son gentes de mucha razón y nacieron sirviendo y contribuyendo a sus principales y señores”.
Estas son las palabras del español Francisco Ortiz de Vergara, quien gobernó el Paraguay entre 1558 y 1564. El conquistador daba su descripción de los pueblos originarios que permitieron el levantamiento y la supervivencia de la ciudad de Asunción durante todo el siglo XVI. Un primer testimonio representativo del pensamiento del conquistador del Paraguay en el siglo XVI.
En este año del 2020, el festejo del aniversario de la fundación del fuerte de Nuestra Señora de la Asunción levantado el 15 de agosto de 1537, es la ocasión de otorgar un papel preponderante a las voces tradicionalmente silenciadas: los pueblos originarios. Los trabajos profundos de Branislava Susnik, de Bartomeu Melià y otros parecen tener hoy en día poca repercusión entre los paraguayos en el reconocimiento del papel fundamental de los pueblos indígenas en la historia nacional.
El día 9 de agosto fue declarado día de los pueblos indígenas por las Naciones Unidas y entra en relación perfecta con esta conmemoración. Si bien parece totalmente lógico relacionar la fundación de Asunción con los nativos y específicamente los pueblos guaraníes, nada o casi nada se sabe sobre el rol de estos en tal empresa. Tampoco es de gran conocimiento por parte de la ciudadanía las consecuencias de la fundación de la madre de ciudades para los pueblos indígenas. Hoy, en este pequeño artículo les quiero compartir algunos trozos de la vida cotidiana de los nativos habitantes de Asunción durante el siglo XVI.
Los términos y los conceptos de deportaciones y exterminio se refieren a un sombrío período del siglo XX; por lo tanto, estas palabras parecen ser adecuadas para otros momentos en la historia. En efecto, contamos con documentos en los archivos, en Sevilla y en Asunción, de casos múltiples de deportaciones indígenas provenientes de todas partes de la región en la ciudad de Asunción durante el siglo XVI.
LAS MUJERES INDÍGENAS DEPORTADAS EN ASUNCIÓN
El proceso de deportaciones masivas de mujeres indígenas en la ciudad de Asunción a mitad del siglo XVI hizo posible la rápida conversión de mujeres nativas criadas y madres de los mestizos a mujeres esclavas usadas como puro objeto de compra y venta, tanto en el mercado interno como externo a Asunción. El primer testimonio que alerta sobre estas prácticas proviene del sacerdote Francisco González Paniagua, quien solo a ocho años después de la fundación, en 1545, declara lo siguiente: “Se ha usado después de la prisión del gobernador entre los cristianos de esta tierra un trato y mercancía de (...) las indias libres (…). De esta manera yo vendo una casa y una roza (...) y os tengo de dar esta casa y roza (…). Y porque estas dos piezas no valen tanto con mucha cantidad que de por conveniencia entre vos e (yo) que os daré una india guaraní de las de la tierra (…) que ya sabe que son libres y no se pueda vender (...) estaban desnudos de algún vestido que yo tengo una capa y otro una india, se trueca la capa por la india por la necesidad que el uno tiene de la capa y el otro de la india (…) por vender la india sino el servicio de ella (…). También se ha usado dar y trocar una esclava herrada por una india libre y en este caso no solamente han errado los legos pero aun religiosos”.
Francisco González Paniagua nos describe el tráfico de esclavos en la ciudad de la Asunción. Aquí precisamente las mujeres guaraníes eran objetos de transacciones. La venta de mujeres nativas llegó a satisfacer las necesidades de la vida cotidiana como la posibilidad de comprar tierras.
ASUNCIÓN ERA UN CENTRO DE DEPORTACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
La generalización del tráfico ilegal de mujeres indígenas llegó a tal extremo que los mismos religiosos usaban como moneda corriente la kuña para pagar los diezmos. Según los documentos, Asunción se convierte en algunos años en un campo de concentración de esclavos nativos (guaraní, chané, chiquitanos y numerosas poblaciones provenientes del Chaco) con el fin de alimentar un mercado de tráfico humano existente entre Asunción y el puerto portugués de San Vicente en la costa del Brasil.
Para describir la vida cotidiana de los nativos, quisiera presentarle un extracto de una carta escrita por el pa’i Martín González que responde a la primeras palabras del conquistador: “Asimismo, algunos de los españoles como tienen indios en sus casas para servirse de ellos, como adelante diré, los castran, a unos porque han venido a entender que tienen cópula carnal con estas indias y a otros porque no la tengan. Y cómo los dichos naturales no alcanzan oro ni plata para dar tributos lo dan del sudor de sangre con muy grandes trabajos insoportables (...) cuando algún indio no quiere dar la mujer o hija que le piden lo echan en el cepo o grillos hasta que la trae”.
La falta de minas no mejoró las condiciones de vida de los pueblos originarios habitantes del Paraguay. La imposición a los pueblos originarios de trabajos forzados pareció suplantar el respeto de las diferentes leyes. En Paraguay, la servidumbre de los nativos fue en el siglo XVI siempre vinculada con las deportaciones humanas y con el enriquecimiento personal de los conquistadores.
CONMEMORAR Y RECONOCER
Las deportaciones indígenas y más específicamente los robos de mujeres fueron fenómenos que causaron el exterminio de miles y miles de personas durante el siglo XVI. Asimismo, el proceso de rancheadas causó entre los pueblos indígenas sobrevivientes consecuencias terribles, entre ellas señalamos el deterioro rápido de su cultura, la pérdida de su territorio ancestral, la pérdida total de su libertad y la obligación de trabajar sin sueldo por los conquistadores en las encomiendas. El cambio drástico operado por la colonización española en Paraguay pareció impactar más en las mujeres indígenas. El avasallamiento de los pueblos originarios pensado y dirigido desde la ciudad de Asunción en la mitad del siglo XVI puede ser entendido como una estrategia colonial ilegal, pero aceptada y aplicada en el Paraguay del siglo XVI.
En estos tiempos de conmemoración y reconocimiento, la ciudad de Asunción y el Estado del Paraguay podrían reconocer estas historias violentas e injustas en donde los pueblos indígenas fueron los primeros en sufrir en carne propia la creación de una ciudad española en las riberas del río Paraguay. Pensar en un acto de reconocimiento podría perfectamente ocurrir en ocasiones conmemorativas, tal como en este aniversario número 483, aportando un sentido crítico frente a algunos pilares peligrosamente erigidos en el pasado y así impulsar la ciudadanía en leer, releer y revisitar su propia historia con nuevas actualizaciones fomentadas por recientes investigaciones.
Los pueblos originarios del Paraguay, a casi 500 años de la fundación de Asunción, merecen estar considerados oficialmente como víctimas del proceso de conquista y de colonización del territorio que hoy conocemos como Paraguay y ya no merecen aparecer como se puede observar en el mural de la Catedral Nuestra Señora de la Asunción ofrecido por el gobierno del dictador español Francisco Franco en 1965.