A semanas de cumplir su 133° aniversario de creación –el próximo 21 de setiembre–, la Biblioteca Nacional del Paraguay fue motivo de un “acto de justicia”. Luego de estar cerrada durante casi 10 meses por refacciones, finalmente reabrió sus puertas para recibir al público en sus renovadas instalaciones y bajo los protocolos sanitarios que exige la cuarentena. Ahora encara un nuevo tiempo, incluso con perspectivas de crecer ediliciamente.

Por Arturo Peña

Fotos Nadia Monges / Gentileza

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En octubre del año pasado, la Biblioteca Nacional del Paraguay, institución dependiente de la Secretaría Nacional de Cultura, cerró sus puertas para entrar en un proceso de puesta en valor mediante un ambicioso plan de obras de remodelación y adecuación. La pandemia asomó repen­tinamente en marzo y afectó el desarrollo normal de los trabajos. Sin embargo, días atrás, la institución volvió a abrir sus puertas a lectores, investigadores, estudiantes e interesados en sus renovadas instalaciones. Esta reaper­tura ocurre además a sema­nas de que cumpla sus 133 años de vida institucional, el próximo 21 de setiembre.

La Biblioteca Nacional es uno de los emblemas cultu­rales del país y posee uno de los acervos más importantes en cuanto a material biblio­gráfico, además de tener la hemeroteca más completa, con publicaciones de perió­dicos que datan de 1843.

Creada por decreto del gobierno de Patricio Esco­bar, en 1887, la Biblioteca, cuyo asentamiento origi­nal era el edificio del actual Archivo Nacional, se trasladó a su local de la calle De la Resi­denta en 1959.

Según datos, el edificio había sido diseñado para usarse como escuela de artes y ofi­cios originalmente, por lo que cuenta con una amplia arquitectura, con un patio interior. Como toda estruc­tura, el tiempo fue haciendo mella en ella poniendo en riesgo a su vez el valiosísimo patrimonio que contiene. Por ello se hacían urgentes las obras de mantenimiento que finalizaron días atrás.

Al momento de la reaper­tura, el actual ministro de la Secretaría Nacional de Cul­tura (SNC), Rubén Capde­vila, quien fue anteriormente director de la institución durante cuatro años, cali­ficó el hecho como un “acto de justicia”. “Es lo mínimo que se merecía una institución que tanto ha sufrido, pero que, sin embargo, tanto ha dado a la historia nacional”, expresó durante el acto.

POR LA PANDEMIA

“Los trabajos se iniciaron en octubre y evidentemente con la cuarentena se ralen­tizaron un poco las obras. Más aún el tema del reaco­modo interno de la Biblio­teca, al no poder convocar a todos los funcionarios para dicho trabajo”, comentó por su parte la arquitecta Nata­lia Antola, directora general de Patrimonio Cultural de la SNC, quien estuvo al frente del proyecto de revitaliza­ción. “La idea es seguir avan­zando con la puesta en valor de la biblioteca, ahora más enfocados en su valiosísimo acervo, con una especial atención a la hemeroteca”, agregó la directora.

De hecho, el retraso en la culminación de las obras a causa de la cuarentena que afectó a todo el país reper­cutió también en los inves­tigadores e investigadoras y usuarios habituales de las colecciones para diferentes trabajos, tesis, etc. Hacia fines de julio se dieron algu­nas manifestaciones de pre­ocupación al respecto, como la del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas, que envió una misiva a la secreta­ría solicitando la reapertura urgente. Esta finalmente se dio y con ella se inicia una nueva etapa donde los usua­rios podrán desarrollar sus tareas con mayor conforta­bilidad y seguridad.

“Más tarde se irán dando otras adecuaciones, pero más tendientes al tipo del moviliario para poder dar uso a todos los espacios. Las mejoras en toda la instala­ción eléctrica, por ejemplo, ayudarán y mucho a la mejor conservación del acervo. Hay un proyecto en puerta tam­bién para la digitalización de un gran número de periódi­cos antiguos y además para comprar los megaestantes deslizantes para proteger los documentos”, comentó además la arquitecta Antola. Añadió que las instalaciones de la Biblioteca cuentan con accesibilidad inclusiva, con rampas, con los baños uni­versales, que han sido total­mente mejorados.

Según el informe presen­tado por la SNC, las obras de “restauración, reformas y puesta en valor de la Biblio­teca Nacional del Paraguay” alcanzaron la suma de G. 493.161.590. Entre las varias mejoras realizadas en el edi­ficio se pueden mencionar: la limpieza y ampliación de la red de desagüe pluvial, la reforma total de los baños con la implantación de los mismos (masculino, feme­nino, accesible y kitchene­tte), reforma y ampliación de salas de trabajo, nuevos sitios para guarda de mate­riales, retirada de equipos de aire acondicionado de pared y sustitución de equipos de tipo split system, recupera­ción de revoques en las pare­des internas y externas y pintura general. También la implantación de la segunda etapa de la red eléctrica de los tres bloques de los edifi­cios, sistemas de seguridad; la sustitución, renovación y ampliación de la ilumina­ción con instalación de nue­vas luminarias con lámparas tipo led, el mejoramiento de las áreas verdes de la fachada con cultivo de especies deco­rativas, así como de césped en todas las áreas de suelo natural, entre otras obras.

EL SOLAR DE SARMIENTO

Una de las noticias que salie­ron a la luz en el contexto de la reapertura de la Biblioteca Nacional fue un proyecto de ampliación sumamente inte­resante que está en etapa de conversaciones y que impli­caría la salvaguarda de un patrimonio histórico de gran valor en nuestra ciudad: la última morada del estadista y docente argentino Domingo Faustino Sarmiento.

Conocido como “Solar de Sar­miento”, la habitación donde el ex presidente de la Argen­tina pasó sus últimos días en suelo paraguayo y donde falleció un 11 de setiembre de 1888 se encuentra aún en pie en el predio de lo que era el Colegio Argentino –institu­ción dependiente del gobierno de ese país– que fue cerrado en el 2018 luego de 35 años de labor. El edificio de la institu­ción educativa fue demolido, pero no así el Solar.

Desde el año pasado, autorida­des del gobierno argentino y de la SNC vienen analizando la posibilidad de anexar a la Biblio­teca el predio donde se encuen­tra la antigua edificación. “Empezamos unas reuniones con la gente de la Comisión de Monumentos (de Argentina) donde se hizo evaluación del Solar Sarmiento. La propuesta era unificar los patios, de modo que se pueda dar uso a ese espa­cio, que se pueda preservar el Solar y utilizarlo como espa­cio educativo”, explicó la arqui­tecta Natalia Antola.

Finalmente, desde la Biblio­teca Nacional informaron que debido a las exigencias de la cuarentena sanitaria se está implementando un sistema de acceso a las instalaciones por medio del agendamiento pre­vio. Este se puede realizar vía web en: bibliotecanacional.gov.py/agendamiento. Tam­bién se tienen previstos todos los implementos de desinfec­ción y se exige el uso del tapa­bocas en el interior del recinto.

SU HISTORIA

En 1887, los senadores Bernardino Caba­llero, José Segundo Decoud y Rosendo Carísimo presentaron un proyecto de ley sancionado en el mes de agosto de ese año y que dio origen a la Biblioteca y Museo Nacionales. El 21 de setiem­bre de ese mismo año, el entonces pre­sidente Patricio Escobar promulgó la ley y estableció una comisión confor­mada por los doctores Benjamín Ace­val y Ramón Zubizarreta, y los señores José N. González, Ricardo Brugada y Alejandro Audibert para dar impulso a la novel institución.

Durante la presidencia de Emilio Aceval se vio la necesidad de “la creación del cargo de director general de la Biblio­teca y Museo Nacionales, bajo la depen­dencia inmediata del Ministerio de Ins­trucción Pública”, con el objetivo ya de buscar un local propio y “estar a la altura que sus fines reclaman”. Por decreto del presidente de la República fue nombrado Antonio Franco como primer director.

El primer local de la Biblioteca y Museo Nacionales estaba ubicado en la calle Libertad (hoy calle Eligio Ayala, sede actual del Archivo Nacional). Para 1904, según registros, la Biblioteca ya contaba con 4.514 volúmenes y para 1907 este número ya llegaba a los 6.000, además de importantes colecciones de periódi­cos y revistas.

En 1959, la Biblioteca Nacional fue trasladada a su nuevo local sobre la calle De la Residenta casi Perú. Desde el 2006, con la creación de la Secretaría Nacional de Cultura, por Ley 3.051/06, la Biblioteca Nacional pasó a depen­der de esta cartera.

Por la institución han pasado importante figu­ras como el caso de la ex directora, la licenciada Zayda Caballero, quien por muchos años estuvo al frente de la Biblioteca Nacional y que dedicó más de 50 años de su vida a la promoción de la bibliotecología en el país.

Digitalización de un millón de imágenes

Otro ambicioso proyecto para la Biblioteca Nacional es el de la digitalización de los archivos de la Hemeroteca Carlos Antonio López. “Se está proyectando la digitaliza­ción de la hemeroteca a fin de brindar a la ciudadanía un mejor acceso a los ejempla­res conservados en la misma. Se tiene pre­visto iniciar el proyecto con la digitalización de los periódicos El Diario y La Tribuna, lo que arrojaría un total de más del millón de imágenes digitales”, explicó el licenciado Vicente Arrúa, director interino de la Biblio­teca Nacional.

La Hemeroteca Carlos A. López es el repo­sitorio de publicaciones periódicas (diarios, revistas, semanarios, anuarios) más grande del Paraguay. Actualmente cuenta con más de 300.000 ejemplares, que van desde el año 1842 hasta la fecha. La misma también posee ejemplares de publicaciones oficiales como el Registro Oficial, Gaceta Oficial, etc.

En lo que comprende a la colección biblio­gráfica, la Biblioteca Nacional cuenta con aproximado de 700.000 ejemplares. Entre sus principales colecciones figuran la Colec­ción Enrique Solano López, la Colección Juan E. O’Leary, la Colección Eduardo y Colección Juan Silvano Godoy. Esta última conocida también como “fondo antiguo”, cuenta con obras que datan del siglo XVI al XIX. Entre las más antiguas se pueden mencionar: “Genealogía de los Reyes Cató­licos de España”, del año 1590, y “La obra del Inca Garcilaso de la Vega”, del año 1700, entre otros.

Arrúa comentó además que la institución “viene desarrollando proyectos de capacita­ción en materia de conservación y ha insta­lado un taller de conservación con las prin­cipales herramientas para el desarrollo de planes de conservación preventiva de todo su acervo”.

Déjanos tus comentarios en Voiz