Esta banda escupe letras rebeldes, rabia y pólvora, en medio de guitarras distorsionadas al palo. Nació en la “república” de Luque en una calle extraña y en un bar llamado “Pasatiempo”. Batallón, su nombre, trae consigo imágenes de hombres desaliñados, barbudos y sucios, con Fender Stratocaster en las manos, como arma única para combatir la siesta “de los hombres dormidos”. Pero, ¿quiénes son estos tipos que mezclan frases poéticas de Elvio Romero con relatos de Julio Correa, Ortiz Guerrero y Emiliano R.? ¿Qué los lleva a escribir canciones con alto contenido de protesta social contra las injusticias, la marginación, la dictadura y el miedo? Todo bien sazonado de riff y distorsión del metal humeante y sangrando. Ahora se lo contamos. Aquí habla Domingo “Mimpe” Pérez, “jefe” del Batallón, con los aportes de todos sus comandos.
Por Mario Rubén Velázquez
ruben.velazquez@gruponacion.com.py
“Y Luque estaba desordenada y vacía, y las tinieblas flotaban sobre la faz del abismo…”, cuando en alguna calurosa tarde de 1980 un mitã´i llega a la escuela con el disco “Dinastía” (Kiss). Escuchar una y otra vez “Charisma” y el misterioso solo de Ace mientras mirábamos los 4 rostros pintados, detonó silenciosamente el viaje, relata Domingo “Mimpe” Pérez, “jefe” del Batallón.
Con Necho, Walter y Marcos ya guitarreábamos a los 11 años, cuando –un sábado de catecismo en la iglesia (¡!)– César Cañete nos hizo escuchar “Shoot to thrill” (AC/DC) y “Children of the damned” (Iron Maiden). Listo. Estruendoso como “cebollón”, supimos que ya no habría retorno. Aquello que nos explotaba en el pecho ya nunca se iría. El color azul metálico que lustraba de arpas y guitarras el empedrado de las calles de la ciudad de la música, iba a emanar entre sus grietas el olor a pólvora de la distorsión.
La erupción se dio con el festival Heavy Metal en Vivo (Octubre-1987) en Planta 1 de Coca-Cola en Asunción donde tocaron Scythe y Rawhide. Ese evento fue un punto de inflexión. Nunca habíamos visto algo así. A mediados de noviembre de 1987 firmamos el pacto en un bar llamado “Pasatiempo”. La historia había comenzado.
Ensayamos, inicialmente, alquilando las horas en un local de una orquesta (Benjamín Ortiz). Conseguimos un pedal que cuando lo activamos por primera vez, vino corriendo Don Benja y apagó todo con una furibunda pregunta “Mba’e pio pe ozumbáva”. Era un pedal brasileño que cuando no emitía el overdrive se convertía espontáneamente en una radio que nos permitía escuchar los partidos del querido Sportivo Luqueño entre tema y tema.
En ese tiempo surgió el primer tema de la banda, “Corrupción”. ¿La inspiración para el tema? Fácil. No puede haber otro primer tema si vivís aquí, en este país. “El olor a dinero apesta.... Eso lo escribimos hace 33 años”. ¿Te suena?: “Ya no hay ciclos de silencio, aunque hay huellas del reptil / la desidia es reglamento, y no viene el porvenir / la gente espera el futuro gratis, y despierta al dormir / bienvenidos al circo de mi país, la delincuencia mueve los hilos aquí...”. (“Bienvenidos al circo”).
¿Quiénes lo integraron? Inicialmente Néstor Ferreira (bajo), Walter Barrios (batería), José Bogarín (vocal), Marcos González y Domingo Pérez (guitarras). La configuración inicial de instrumentos fue algo diferente, pero esta línea de ataque fue la definitiva.
POR QUÉ BATALLÓN
Algunos de nuestros familiares fueron encarcelados y torturados durante el régimen duro y muchos otros tuvieron que migrar para buscar su futuro. El nombre rememoraría a la lucha silenciosa que mucha gente tenía en esos momentos. La cosa no estaba fácil. Por las noches el ulular de la caperucita buscando conspiradores y ‘raritos’ hacía peligroso vestirse como metalero. Nunca nos importó. Y ni se te ocurra armar un concierto. Pero una vez en el escenario decíamos lo que pensábamos y lo que queríamos”, dice. Era la trinchera. Batallón escribía letras políticas, furiosas, directas y probablemente no fuimos apresados porque el régimen ya estaba en sus postrimerías. Si lo hacíamos 5 años antes, probablemente no contábamos este cuento.
¿LUQUE ERA HEAVY YA?
Luque tenía un tímido, pero muy sólido sonido rockero primigenio. Chester Swan con sus letras, repudiado por sus contemporáneos burgueses, incomprendido como todo genio, sentó las bases de un nuevo modo de expresar las cosas.
Recuerdo que había un grupo llamado Nube Pasajera, que tenía una onda Sui Generis y algunos otros. Las orquestas de las fiestas era todo el resto. Faltaba el sonido y el olor a Napalm. El viento soplaba helado fingiendo una tardecita urbana normal aquel 3 de junio de 1988 y los vecinos cuchicheaban sus vidas en las veredas, mientras en el Centro Balderrama de Invierno, Caronte esperaba las monedas para mostrar que en la otra ribera del Estigia, los grupos Apocalipsis, Avalon, Rawhide y Batallón estarían esperando por las almas de los primeros headbangers.
FUERA DE ASUNCIÓN
Fue así que por primera vez el metal sonaba fuera de Asunción. Bautismo metálico en una fría noche azul y oro. El local lleno. Al día siguiente nacía el primer hijo de Necho. Por una de esas casualidades, actualmente ahí funciona el Conservatorio Municipal de Música de Luque, los profesores sin el apoyo que merecen, los cientos de alumnos con sus sueños y esperanzas sin un escenario digno, y mediante ellos Wolfang, Agustín, Johann Sebastian, José Asunción, Herminio, Ludwig, Gustav y tantos otros fantasmas se hacen presentes navegando la ignominia de las autoridades y de su pueblo. Nada cambió en 33 años.
¿CIUDAD DE LA MÚSICA?
Linda frase. Más allá del plagueo, cada vez que uno entra al local y cierra los ojos, todavía hay ecos del estruendo y se huele pólvora. Sí, eso mismo. El olor a pólvora, porque nosotros en cada toque teníamos nuestro set artesanal de pirotecnia. Era el sello de Batallón. Oscarcito, Luis, Terror de Arimatea y César eran los encargados de incendiar el mundo mientras nosotros tocábamos. Era el pandemónium. El escenario ardiendo y thrash metal al mango mientras la dictadura agonizaba. La venganza perfecta.
–¿Quiénes componían?
–La música la componíamos y arreglábamos entre todos. Domingo era el que escribía las letras (él tiene algo raro en su cabeza). “Corrupción” , “Bajo tierra” (sobre los desaparecidos), “Verdugos” (sobre los torturadores) y “Sangre inocente” (sobre el Movimiento 14 de Mayo), “Batallón” (nuestro himno) fueron nuestros primeros hijos. Las letras tienen una dosis importante de poesías de Elvio Romero.
En los conciertos recitábamos versos de Manú y Emiliano. Verdugos tiene un fragmento de una poesía fantástica de Julio Correa. Algunos de estos temas los grabamos en nuestro primer demo (1992, aclara uno de sus fans más estrictos de aquella época, el Prof. Richie Vidaurre de Querubes). Esto, podríamos decir, fue la fase primigenia del grupo.
–¿En dónde ensayaban?
–Inicialmente en un local alquilado en el Cuarto Barrio de Luque, pero después César Cañete (que entraba en un colegio de Asunción) nos comentó que tenía unos compañeros que hacían metal y podrían prestarnos su local de ensayo. El micro 28 nos dejaba a 3 cuadras de EEUU y Herrera. Cuando entramos al taller nos presentaron a Felipe, Emilio, Jerry, Santi e Isidro… Parecían tipos normales. Hasta parecían humanos. Nos dijeron que podíamos ensayar en el local, sin pagar nada. ¡Ndéra!
El equipo que había en aquella sala era increíble. Tocamos un par de vueltas y luego nos quedamos a escucharles. ¡Gran puta! Eso no podía ser cierto. Era Rawhide. Nos hicimos muy amigos. Compartimos los escasos y raros primeros conciertos de metal de aquella época. Más adelante ya pudimos tener nuestro propio lugar de ensayo en Luque.
LA MÚSICA, SIEMPRE...
–¿Qué influencias tuvo Batallón?
–Podemos hablar de Batallón en dos fases: al principio era Maiden, Slayer, Exodus, Metallica, Kreator y Sepultura hasta 1994. Cuando nos volvimos a reunir (2007) fueron engendrados otros entes “Hijos de Lykaeon”, “Neike” y “Memorias occidentales”, donde se suma algo de Piazzolla, Bach y hasta varios ritmos de 6/8 con remembranzas de alguna feroz polca. Las letras también fueron evolucionando en la delusión de que algo había cambiado en el Paraguay. Nos esforzamos para que “Memorias” fuera un relato de homenaje a los excombatientes.
Los versos entre las cortinas de una punteada okara metálica son conmovedores. Pero caímos en cuenta de que tres décadas se estancaron en nada y ahí surgió “Bienvenidos al circo”. “La delincuencia mueve los hilos aquí…”. ¡Asiete nio es! Kóre, siempre fue así por aquí!
Durante los meses de enero hasta abril de este año (2020), toda la obra de la banda se pasó a partitura, además se grabó en formato sinfónico. Suena alucinante.
–¿Quiénes entraron y quiénes se fueron? ¿Por qué?
–Sebastián Nappa suplió en la guitarra a Marcos González, quien tuvo que alejarse por un tema laboral y académico. Ahí reconfiguramos todo. Walter de vocales paso a la batería, José del bajo fue a los vocales y Necho de la bata al bajo. Sebastián tuvo una efímera pero productiva participación, pues con él grabamos el primer demo.
Después de Nappa, Julio Chaparro se incorpora a la banda. Para el 2007, el profesor Richie Vidaurre (líder de la increíble Querubes) se encarga de resucitarnos. Marcos regresa al grupo y se realinea la formación original, pero por poco tiempo, ya que José no pudo seguir ensayando los nuevos temas, por lo que Batallón quedó conformado por Necho, Marcos, Domingo y Walter.
Esta alineación graba el segundo demo, “Hijos de Lykaeon”, en el 2009, en Hay Hielo Records de Julio Franco. En marzo del 2012 fallece José Bogarín y con él nos fuimos todos. José era Batallón. Él era el ícono del grupo. Ya nada tuvo sentido después de eso. Pero él nos avisó alguna vez. Nos dijo: búsquenme…sabrán dónde encontrarme, no caminarán mucho, tal vez sea cuestión de que volteen nomás. Ahí, en la cantina.
–Hay un proceso de seguidores que a la larga se fanatizan por las bandas que siguen y más en el metal. ¿Por qué?
–No se puede uno ir de este mundo sin antes presenciar un concierto de metal. Bueno, ahora con esto del virus no sé si volverá a ser posible, pero en un concierto de metal el grupo que toca es relevante a veces, pero lo más importante es la gente. Es como prepararse para un combate. Los de negro están ahí con sus ojos fijos hacia vos… Están esperando la orden. Hay un pequeño instante, un breve silencio, y luego cuando suena la cosa, estalla en pedazos todo el cosmos. La pasión explota y esa rabia cotidiana por quién sabe qué causa, un país de corruptos, la furia de la angustia existencial, aquella ira por las injusticias, la desesperanza en el futuro, te dejó tu novia, no te invitaron la cerveza, que sé yo, cualquier cosa que te produzca la más intensa de las rabias… Todo se carnaliza en un tremendo pogo. Esa es nuestra manera de ver el metal y la explicación de por qué algunas bandas te “pegan”.
ORTIZ GUERRERO
Muchos se fijan en el virtuosismo, en el ensamble y otros detalles artísticos muy importantes, pero hay bandas que no son tan técnicas, pero que dejan un mensaje. Más allá de cualquier divague, el sonido del metal es un tren que –aun escrito en sanscrito– tiene pocos lugares en sus vagones. No es para muchos y es mejor así. Manú escribe: “Atrévete siempre, que es un culto que pocos profesan…”.
Esta entrevista no existe. Nunca fue escrita. Nunca fue publicada. Borrón y cuenta nueva. Es apenas una imaginación tuya. Igual que el metal o el rock paraguayo. “¡No existen, loco!”, me dijo el tipo lampiño que solo escucha a Daddy Yankee y Bad Bunny. ¡Eso porque no escuchaste bien el metal paraguayo, pelotudo! Al fin y al cabo uno va aprendiendo de esta movida con cada grupo que aparece (y desaparece) en algún sitio, en alguna página perdida en la autopista de la world wide web. Y como esto no existe, no tiroteen tanto. Es solo metal lúcido... Pero me gusta.
PRÓXIMA ENTREGA: RH+, COMO LA SANGRE MISMA
BATALLANDO ANÉCDOTAS
Cuando los primordios del metal se gestaban en el país, vos como músico tenías que armar los escenarios, armar la cantina, organizar lo de las entradas, colocar los parlantes, ver el tema de la seguridad, pero nunca debías olvidar pedirle a alguno de los perros que te haga acordar que tenías que tocar. Pero después venía la frutillita: como los conciertos terminaban después de las 12:00 de la noche y los micros hacia Luque venían solo hasta las 11:00, había dos opciones: caminar hasta tu casa o quedarte a dormir en las calles de Asunción. Algunas veredas de la avenida España son muy acolchadas.
–¿Escribían en inglés o castellano?
–En castellano. En aquella época ninguno de nosotros entendía inglés. Ahora cambió todo. Ninguno de nosotros entiende ya ni siquiera el castellano.
–¿Cuál es el tema que más le gusta al público de Batallón?
–Creemos que los metaleros conocen poco a Batallón. A nosotros nos tocó jugar con Messi. Nacimos en la época de Rawhide y éramos sus principales fanáticos. Pero es posible que algunos hayan percibido el destello de la banda.
–Sexo, droga y rock and roll…
–En la banda, Walter es abstemio y un ejemplo hasta hoy de disciplina en ejercicios físicos y siempre nos exige hasta el máximo. En cuanto al resto, bueno: Walter es abstemio y un ejemplo hasta hoy de disciplina en ejercicios físicos y siempre nos exige hasta el máximo. Pero en realidad drogas ilícitas nunca, y en lo que respecta a sexo, bueno Walter es abstemio y un ejemplo hasta hoy de disciplina en ejercicios físicos y siempre nos exige hasta el máximo. ¿Rock and roll? Ya no sabemos. Metal, sí y a full. Pero a fines de este año 2020 queremos dar un punto final a todo y de la única manera que sabemos: con la música. Toda la obra musical viene montada en formato sinfónico. Estén pendientes y quién sabe… tal vez haya olor a pólvora también… porque finalmente te encantará el olor a pólvora al atardecer. Porque huele a Batallón.