Por Mario Rubén Velázquez, ruben.velazquez@gruponacion.com.py
“Nadie muere virgen: la vida nos coge a todos”. Atribuyen esta frase a Kurt Cobain y sintetiza –quizás– la visión más clara del existencialismo sartriano. Casi a mediados de los años 80, un grupo de jóvenes rockeros empezó a ensayar –en un garage familiar– los riffs de los primeros grupos metaleros de la historia. Era Paraguay, la “isla sin mar” y pocos, poquísimos, conocían a qué venían esos sonidos estruendosos de guitarras, bajo y batería al mango. Ni cómo se llamaba el estilo. Dos ex alumnos del CNC escuchaban, ya entonces, vinilos de Judas Priest, Deff Lepard, Deep Purple, Led Zeppelin, en tocadiscos caseros. Todo era rudimentario y nadie leía partituras. Pero los covers salían bien, gracias a horas y horas de ensayos sistemáticos. Así surgió Nash, la primera banda paraguaya de heavy metal. Estos metaleros primigenios son los culpables de que “la bestia” esté demasiado cerca.
El pelo largo, las botas y camperas de cuero con tachas les generaban más de un problema: la imagen era todo, como decía una publicidad de gaseosas. Pero la banda Nash la tenía clara: querían hacer heavy metal, cueste lo que cueste. Y lo lograron en 1984, con el pacto de Ramón “Raymond” Méndez y Emilio López, ex compas del Colegio Nacional de la Capital (CNC), jurando sobre un vinilo de Deep Purple.
Emilio era entonces alumno de armonía de Raymond y como ambos compraron sólidas guitarras eléctricas, empezaron a ensayar temas de las clásicas bandas de rock de la época. Vidal González se les unió en el bajo y Roberto Medina en la batería y empezó el cuarteto fundador de la banda. Más tarde, Gustavo Caballero asumió la bata. Este invitó a un compañero suyo de la Facultad de Arquitectura, Dany Zayas, quien ingresó a la banda como vocalista. Otros reemplazantes fueron: Pedro Ávila y Oswald González en batería; Juan Carlos Rotta y Pascual Gómez en bajo.
Eran los años 80. Se iniciaba una década oscura de una dictadura que pensaba en eternizarse en el poder y cuya permanencia culminaría a cañonazos en 1989, con la luz cegadora de la libertad.
“PANDEMIA REPRESIVA”
En agosto de 1984, se cierra el diario Abc Color por “orden superior”. El régimen también clausuró las publicaciones del semanario El Pueblo y El Radical, y de radio Ñandutí, e impuso cierres temporales a los diarios La Tribuna y Última Hora e interfirió la señal de Radio Cáritas. Se reinician las detenciones ilegales y torturas de opositores en el Departamento de Investigaciones de la Policía. En medio de esta “pandemia represiva”, surge el heavy metal local.
“Aunque en cuestiones de meses se sumó otra banda en el rubro metalero, Nash fue la primera en realizar una presentación en vivo en Paraguay. La banda fue muy influenciada por la Nueva Ola de Metal Británico, de Judas Priest, Deff Lepard, Ozzy Osbourne, AC/DC, Deep Purple, Led Zeppelin”, cuenta Ramón Méndez Paiva Hines (Raymond Hines), fundador del grupo.
“¿Por qué Nash?”. “El nombre fue propuesto por Dany Zayas y fue aceptado de inmediato por ser fácil de pronunciar y recordar”, agrega. Si bien al principio tocaban covers de heavy metal, vieron luego que era una opción muy válida componer temas propios. Nash lanzó en el 2006 un CD con: “Beyond The Sea”, “The Nash”, “Spirit of Lust”, “Speed it Up”, “The Chase”, “Burning for your Love”, “Rainman”. Más recientemente publicaron “Thonnis Heracleion” y “Avenger”, apunta Dany Zayas, el vocalista del grupo. Las composiciones eran de Raymond y Dany escribía las letras de las canciones.
¿Por qué todos los temas en inglés? “La idea de esa época era escribir en inglés porque veíamos que el estilo pegaba solo en el idioma anglosajón. Normalmente nos inspirábamos de los temas que escuchábamos de los grandes grupos, tratábamos de tomar las mismas ideas que ellos graficaban, incluyendo nuestra realidad política y social de ese momento”, sostiene Raymond.
“EL GARAGE”
El local de ensayo de Nash era un famoso y viejo garage familiar de la casa de Raymond, una habitación bastante grande de 5x10 aproximadamente. Ahí se hicieron todos los ensayos de Nash y se grabaron artesanalmente varios de los temas. La primera grabación de la banda se realizó en vivo, bajo el patrocinio de Radio 1o. de Marzo en el Festival de la Década por los 10 años de la emisora, cuenta Raymond.
Las primeras grabaciones profesionales fueron en los estudios de Ricardo Candia y de los hermanos IODI. “Estos discos se lanzaron mucho después, cuando hicimos la ‘remake’ de nuestros temas. Antes era imposible pensar en hacer un disco. Apenas una grabación en cinta reel se podía hacer en la forma más económica posible”, sostiene.
METAL URBANO
En aquella época ya se estaban preparando Nash, Rawhide y Metal Urbano de Irán Duarte. Pero por una cuestión de suerte de meses, le tocó a Nash abrir el telón del ambiente metalero en Paraguay con un festival que se realizó en
Planta 1 de Coca-Cola sobre Avda. España organizado por Cheno Apuril, cuenta Raymond.
“Creo que el metal impactó en el ambiente con el festival de la década que se realizó en Radio 1o. de Marzo en 1986, cuando la radio se encargó de las grabaciones de todos los grupos y todos los estilos, desde el rock, pop, metal hasta el Nuevo Cancionero”, agrega el músico. En la radio, “Nash fue presentado como el primer grupo de metal, poniendo en resalto el estilo armónico, agresivo y ‘lockeado’ como metaleros”, dice.
Esos eran años de vida sin internet, ni celulares ni ningún tipo de comunicación que existe hoy día, más que la línea baja. Entonces, era costumbre reunirse en disquerías como Lennon Record, New York Disco Sound, más tarde en Whiplash! de la galería Jennifer Center, y en otras, para escuchar música y reunirse con pares.
“Íbamos a escuchar temas nuevos, ver los discos, revisar posters, y reunirnos con otra gente que gustaba del heavy metal. Aparte, las convocatorias para los conciertos se hacían en las disquerías, con los famosos panfletos que se pegaban en las vidrieras, o en ciertos programas de radios FM, sobre todo con gente como Cheno Apuril, Tony Morgan y otros”, destaca Raymond.
“DROGONES PERDIDOS”
“En los 80, siendo una sociedad muy conservadora y muy apretada por una dictadura, los metaleros éramos vistos como bichos raros. Sobre todo los pocos que nos atrevíamos a usar pelo largo, camperas de cuero con tachas, botas, vaqueros rotos con parches, éramos vistos como vagos o drogadictos, drogones perdidos (risas). Eran estereotipos que tenía la gente”.
Pero además había otro drama para todas las bandas de música: el famoso edicto policial que cortaba todas fiestas a la 1 de la madrugada. “Todo empezaba temprano y terminaba tarde y el que estaba en la calle obviamente corría el peligro de ser levantado por la Policía. No sé de ningún problema mayor que haya ocurrido, tal vez a alguno que otro se le habrá detenido, pero mientras no eras barbudo o tirabas para la izquierda, no eras un problema para la Policía. Además, todos éramos jovencitos entonces”, recuerda el guitarrista.
La primera vez que tocaron frente a un público que pagó sus entradas fue en el primer festival que se realizó en Planta Uno de Coca-Cola. “Era un lugar accesible para todos económicamente hablando y tenía mucho espacio. Luego vendría el Festival de la Década. Prácticamente los festivales eran los que congregaban a la gente joven que tenía ganas de escuchar las nuevas propuestas”, apunta.
SIN CENSURAS
Según el músico, Nash no sufrió censuras en las letras porque cantaban en inglés. “A la Policía le preocupaba más bien los del Nuevo Cancionero y los cantantes de protesta. Más allá del aspecto, no les interesábamos mucho a los policías”, dice.
En televisión no se veía casi nada de bandas metaleras como AC/DC, por ejemplo. “Lo que más se acercó al rock duro fue el festival Rock in Río, que daba pincelazos sobre el evento, pero priorizaban más a bandas como Queen, pero cuando se trataba de Iron Maiden, tenían miedo de pasar todo. No era “consumible”.
Con la caída de Stroessner todo mejoró, de eso no hay dudas. Con las libertades, la gente aprendió a consumir y a aceptar lo que otras personas escuchaban. Esas libertades permitieron que se multiplicaran los grupos, con estilos mucho más agresivos que en los 80 y que continúan hasta el día de hoy.
AL FINAL LLEGÓ EL FINAL
¿Cómo era la historia con las drogas? “Las drogas no estuvieron en la onda metalera”, asegura el fundador de Nash, Ramón “Raymond” Méndez. “Yo estuve en esa época en los ensayos y tocatas en vivo y sobre todo las drogas estaban en otro ámbito. Estaban más bien en las orquestas y en ciertas bandas del rock nacional, en el metal no. Sí nos tentaba en el sentido de que nos divertía pretender que éramos así para que la gente tuviese esa imagen de nosotros. Más allá de tomar cajones de “leche”, no existían drogas en esa época”, repite.
“Era música e idealizábamos tocar en el extranjero, ser teloneros de las bandas que idolatrábamos. Más de eso ya no había. Había gruppies, fans, porque era auténticamente atractivo. Una vez estábamos ensayando y cayeron ocho tipos de un grupo de rock. Se presentaron, saludaron y de repente encendieron sus puchos de marihuana, pensando que todos estábamos en la misma. Fue grande la sorpresa cuando, como dueño del lugar, ¡a los ocho les saqué a patadas del garage, nada que ver! Tenían una visión errada de nosotros por aquello del cliché sobre metaleros. Se fueron, entre bebidas y olor a macoña, sin saber qué es lo que pasó ahí”, asevera.
Nash fue hasta 1988 y “terminó porque las cosas llegan a su fin. Llega un momento en que se priorizan otras cosas, como la facultad, por ejemplo. Siempre fue eso también una cuestión repetida, en que cuando estábamos estudiando debíamos dedicarnos íntegramente a nuestras carreras y eso pasó con Nash”, concluye.
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