La yerba mate es símbolo de paraguayidad. Su valor trasciende lo económico y se instala en lo profundo de nuestra cultura. En estos meses, una nueva cosecha ha comenzado y a pesar de la pandemia y en medio de la oscuridad de la crisis global, pequeños productores del Alto Paraná encienden una luz de ilusión desde los verdes yerbales.
Por Arturo Peña
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Gentileza WWF Paraguay / Guayaki Yerba Mate Paraguay SRL / Asociación Joaju
La cosecha de yerba mate arranca entre abril y mayo y se extiende generalmente hasta setiembre. Miles de familias encuentran su sustento en esta actividad cada año, pero éste es uno muy particular. Los efectos de la pandemia del covid-19 alcanzaron a prácticamente todos los segmentos de la economía. La incertidumbre se cierne sobre el panorama difuso.
Pero en su historia la yerba mate ya ha ganado muchas batallas. Ese espíritu es el que motiva a algunos pequeños comités y asociaciones de productores en la zona sur del Alto Paraná. Estos se encuentran dentro del proyecto denominado MATE, implementado por la organización WWF Paraguay (Organización Mundial de Conservación) en cinco comunidades que abarcan mas de 220 familias, en los municipios de Raúl Peña, Tavapy y Ñacunday.
El proyecto arrancó en el 2018 y tiene como uno de sus objetivos empoderar a las comunidades para que generen sus propios recursos a través de la actividad agrícola, proponiendo un tipo de agricultura en vínculo con el medio ambiente. En este sentido, la yerba mate se ofrece como el rubro ideal, ya que puede coexistir perfectamente con otros árboles nativos en una región que integra ese pulmón continental que es el Bosque Atlántico.
“Tavapy antes estaba repleto de plantas de yerba mate, pero después comenzó a bajar el precio y ahí la gente comenzó a echar los arboles. Ahora somos colonias rodeadas de sojeros, lo que que no ayuda mucho a nuestra producción porque ellos usan muchos químicos. Ponemos barreras y hacemos lo que podemos”, señaló Jorgelina González, una de las líderes de la Asociación de Mujeres “Virgen del Rosario”, fundada en 1992 en Tavapy 2. La entidad está integrada por unas 100 mujeres que se dedican a la producción de yerba mate y otros rubros. En la cosecha también se involucran hombres y jóvenes de la comunidad, pero la organización está a cargo de ellas.
Jorgelina, de 60 años de edad, lleva una década trabajando en los yerbales junto con su familia. “En mayo ya empieza la cosecha, nosotros tardamos un poquito nomás porque nuestra producción es bajo sombra. La producción a cielo abierto genera mas pero son hojas mas chicas, las nuestras son hojas mas grandes, es una producción orgánica y es mas natural”, señaló Jorgelina.
“La situación de estas familias de Tavapy, Ñacunday y Raul Peña antes del proyecto era de condiciones de pobreza extrema, llegando algunas a tener un ingreso menor a 1 dólar americano por día, de acuerdo con el censo realizado por el proyecto MATE, bajo la metodología del Diagnóstico Rural Participativo. Las familias contaban con los cultivos más básicos, como mandioca, poroto y maíz, pero pocas contaban con una superficie mínima de cultivos de alto valor agregado, como el caso de la yerba mate y las hierbas aromáticas y medicinales. Esta situación ha cambiado en las familias que son parte fundamental del proyecto, contándose en la actualidad con cinco centros agroforestales comunitarios, que son la base para el aumento sustancial de los cultivos de yerba mate y otros árboles nativos de alto valor, junto con huertos de hierbas medicinales y aromáticas de alta demanda, como ser el caso del cedrón Paraguay, el poleo, burrito y menta. Adicionalmente, por medio una serie de eventos prácticos de asistencia técnica, las familias han aprendido a desarrollar sus propios productos con base a la yerba mate y las hierbas medicinales, con altos estándares de calidad”, explicó el Lic. Óscar Rodas, Director de Cambio Climático y Políticas de WWF Paraguay.
PANDEMIA Y OPORTUNIDAD
La pandemia ha traído malas noticias no solo para el campo de la salud sino también a la economía. Día a día se sienten los efectos sobre las actividades en los diversos sectores. Sin embargo, en los yerbales hay esperanza. “Por acá pasamos bastante tranquilos todo el tema de la pandemia, casi ni sentimos. Con las chacras de autoconsumo nos mantenemos, nos alimentamos”, contó doña Jorgelina.
A la Asociación de Mujeres “Virgen del Rosario”, en medio de la pandemia llegaron sin embargo buenas noticias. A través de gestiones de WWF Paraguay, una empresa internacional (Guayaki Yerba Mate Paraguay S.R.L.) se interesó en su producción de yerba mate y ahora están en pleno proceso para buscar la certificación, lo que les abriría la posibilidad de proyectarse al mercado local e incluso internacional.
“Estamos haciendo las pruebas para Guayaki. Ellos van a comprarnos alrededor de dos mil kilos de yerba canchada, que es la yerba sin estacionar. Es el mborovire, la yerba para tereré y mate con palillo. Estamos haciendo el secado sin humo, en horno eléctrico, que es una de las exigencias que tienen ahora muchos mercados de afuera”, explicó la yerbatera. A través del proyecto MATE, la Asociación adquirió un horno eléctrico donde las hojas son llevadas a 80 grados de calor para obtener el mborovire. En las pruebas estaban logrando un resultado de unos 50 kilos en alrededor de 6 horas de secado. Esta yerba luego pasa por un proceso de estacionamiento que puede ir de seis meses hasta dos años.
“La yerba mate, al ser un producto que aporta una gran cantidad de vitaminas, minerales y antioxidantes a nuestra dieta diaria, está experimentando un aumento en su consumo, aún más durante la pandemia. Incluso, la combinación de la yerba mate con las hierbas medicinales, benéficas para el sistema respiratorio, constituye una combinación que es tendencia en el consumo no solamente nacional sino que también a nivel internacional. Las productoras y productores del proyecto se constituyen de esta manera en pilares de la economía nacional, no solamente en relación a la seguridad alimentaria, sino más aún en la soberanía alimentaria, que le permite al Paraguay producir al interior de sus territorio sus propios alimentos”, aclaró además Óscar Rodas.
“Aún en el contexto de la pandemia y la crisis sanitaria global, las familias del proyecto MATE, en especial de la Asociación de Mujeres ‘Virgen del Rosario’, ha logrado implementar un plan de trabajo conjunto con la empresa de tipo ‘B' (Responsabilidad Social) Guayaki Yerba Mate Paraguay S.R.L., parte de Guayaki SRP de los Estados Unidos, para desarrollar productos de yerba mate acordes a los estándares de los mercados más exigentes, tanto en el beneficio social, como la calidad del producto en cuento a su aporte al cuidado de la naturaleza y la salud de los consumidores. Esto introduce a la agricultura familiar campesina del Paraguay en el campo de la nutraceútica, es decir, la industria de los alimentos que nutren y curan al mismo tiempo”, agregó el técnico de WWF Paraguay.
LA CHACRA DICE “SÍ”
Uno de los efectos que ha generado también la situación de pandemia fue la falta de trabajo en las ciudades, lo que provocó el retorno de muchas personas a sus comunidades de origen en el interior del país. “El patrón te puede decir que no, pero la chacra nunca te va a decir que no”, afirmó con la solvencia de una conocedora doña Jorgelina. “Con esta situación que hay de despidos y cierres de empresas, los jóvenes vuelven a la agricultura familiar en sus comunidades. Todo está cayendo, pero la agricultura familiar se mantiene y eso está salvando a mucha gente”, agregó.
En Tavapy 2 plantan actualmente, además de yerba mate, cultivos tradicionales como mandioca, poroto y también hierbas medicinales. En conjunto, las familias tienen alrededor de 100 hectáreas y la producción se maneja de forma comunitaria. Están haciendo además yerba para te y cocido, “pero es poco aun lo que se mueve. El apoyo del proyecto MATE fue fundamental, después no tenemos otro tipo de asistencia. El Gobierno no nos ayuda, vienen a mirar la máquina y después se van otra vez”, sentenció Jorgelina.
“El proyecto se enfoca en las mujeres y los jóvenes de la comunidad por dos motivos. En primer lugar el rol fundamental que tiene la mujer rural en el desarrollo duradero de la economía local y la redistribución de los ingresos al interior de los grupos familiares, y en segundo lugar, el rol de los jóvenes para asegurar el arraigo de las familias en sus comunidades, incorporando técnicas innovadoras de valor agregado a los productos tradicionales. Actualmente se organizan en asociaciones rurales, una de ellas, liderada por mujeres, que es el caso de ‘Virgen del Rosario’, que recientemente recibió el premio al emprendedurismo en el Alto Paraná”, explicó a su vez Rodas.
EL FUTURO
“Nosotros vemos futuro en la yerba mate para nuestra comunidad”, señaló María Luisa Benítez, quien integra la Asociación de Agricultores “Jaoju”, en la colonia Dolores, en el municipio de Tavapy. Unas 30 personas forman esta asociación y desde hace un año empezaron con la producción de yerba como parte del proyecto MATE. También están produciendo hierbas medicinales y cultivos tradicionales como maíz, poroto y otros.
“Estamos empezando con el tema de la yerba mate de la mano del proyecto. Antes estábamos en otros rubros pero creemos que puede ser una salida importante para nuestra comunidad. Hace unos días culminamos justamente el proceso, todo envasado, todo lindo, y ya con ese espíritu de producir más. Realmente tenemos una oportunidad brillante para nuestra comunidad, para nuestras familias”, agregó María Luisa.
En esta primera entrega, la asociación procesó alrededor de 32 kilos que serán llevados a WWF Paraguay para luego ser distribuidos. Es una primera producción pequeña, pero para María Luisa su valor de esperanza es muy grande: “Este sí es nuestro futuro, esta sí es una realidad para nosotros los socios. Estamos muy felices porque ya sabemos, porque estamos seguros que vamos a tener un futuro mucho mejor a partir de este proyecto de la yerba mate, vamos a tener un futuro mejor para la familia, para la colonia y por qué no para el país, porque vamos a producir, vamos a hacer nosotros realidad esto”.
EL PROYECTO MATE
El proyecto MATE (Acceso a Mercados y Empoderamiento Territorial por sus siglas en idioma inglés) se inició en el 2018, implementado por WWF Paraguay con apoyo financiero del Ministerio Federal Alemán para la Cooperación Económica y el Desarrollo. Su proyección apunta, hasta este año, a mejorar las condiciones socioeconómicas de comunidades de la agricultura familiar campesina en el sur del departamento de Alto Paraná, parte del paisaje de la región natural del Bosque Atlántico.
Se desarrolla en cinco comunidades, con un total de 223 familias, en los municipios de Raúl Peña, Tavapy y Ñacunday. Las comunidades son: Raúl Peña (en el municipio del mismo nombre), Tavapy 2 y Dolores (en el municipio de Tavapy) y las comunidades de Punta Jovái y Torocua’i (en Ñacunday).
Las acciones del proyecto apunta a: incrementar la seguridad alimentaria en las comunidades; desarrollar capacidades sobre la adaptación al cambio climático y cómo adoptar prácticas de agricultura de conservación para la sostenibilidad a largo plazo; desarrollar capacidades sobre seguridad de la tenencia de la tierra y procesos de certificación; producir productos de alto valor con mayor acceso al mercado para los productos agrícolas (tanto nacionales como internacionales), como yerba mate de alta calidad; empoderar a las mujeres y los jóvenes para que lideren la producción comunitaria mediante el establecimiento de negocios independientes, y eliminar la presión de las comunidades para trasladarse a las grandes ciudades debido a la expansión de las plantaciones de soja en sus tierras.
HISTORIA DE LUCHA
“Durante el periodo colonial y la primera época independiente el único producto de exportación del Paraguay fue la yerba mate que, citando a la historiadora Barbars Potthast, la costumbre de tomar mate en el periodo colonial se extendió por el virreinato del Perú y el Brasil rápidamente. Su consumo, a diferencia de otros productos como el cacao o la coca que muchas veces se reducía a una clase social específica, la yerba mate era consumida en todas las clases sociales”, contó el historiador Vicente Arrúa, director del Archivo Nacional de Asunción. “Es importante destacar que inicialmente, durante el periodo colonial, el gobernador Hernandarias ordenó que los jóvenes se formen en oficios para combatir el consumo de yerba entre los jóvenes, hecho que, según él, los volvía viciosos, haraganes y abominables”, agregó.
La historia de la yerba mate es una historia de lucha. Durante la colonia fue el pilar económico del país, pero a la vez sinónimo de explotación indígena. En el Archivo Nacional existen varios documentos relacionados. Algunos revelan, por ejemplo, que tras la independencia del Paraguay (en 1811), hubo iniciativas emprendidas en el gobierno del presidente Carlos Antonio López (1844-1862) para elevar la producción de yerba mate para exportación. Según estos datos, el gobierno de López buscó vender a Europa la yerba mate nacional. Pero estos intentos se disolvieron con el estallido de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870). Finalizado el conflicto y tras la ocupación brasileña al Paraguay, comenzaron a operar en en el país las primeras empresas yerbateras, como la brasileña Matte Larangeira y la argentina Industrial Paraguaya, que tomaron posesión de millones de hectáreas, generándose grandes latifundios.
“La yerba mate es un activo cultural fundamental del Paraguay, con origen en el legado vivo de los pueblos indígenas del Bosque Atlántico, que por medio de la agricultura familiar campesina llegó hasta nuestros días a constituirse en la base de nuestra historia, nuestra economía y nuestro futuro”, agregó por su parte Oscar Rodas de WWF Paraguay.
PRODUCCIÓN NACIONAL
Según estimaciones del Centro Yerbatero Paraguayo, gremio de empresas con sede en la Ciudad de Bella Vista Sur, departamento de Itapúa, la producción anual en el Paraguay ronda los 40 millones de kilogramos de yerba mate canchada, sobre un total de 21.000 hectáreas de plantación en los departamentos de Itapúa, Guairá, Alto Paraná, Caazapá, Canindeyú y San Pedro. De esta producción se exporta alrededor del 18% a casi 30 destinos en América, Europa y Asia. También se exporta yerba mate soluble, que se usa para el desarrollo de bebidas energéticas y otros productos.
Según el gremio, la yerba mate da oportunidad de trabajo a unas 55.000 personas, debido a que es un rubro que exige una extensa cadena de producción, desde la cosecha a la comercialización.
EL CAMINO HACIA LA CONSERVACIÓN
A través del proyecto MATE buscamos mejorar las condiciones socioeconómicas de cinco comunidades del sur del Alto Paraná, al mismo tiempo que recuperar y restaurar el Bosque Atlántico y conectar los remanentes boscosos entre sí. El camino que seguimos para llegar al objetivo es, entre otros, fomentar la producción de yerba mate bajo sombra de otros árboles de especies nativas, creando un ambiente similar al hábitat natural de la yerba mate, y la otra forma es cosechar las hojas de árboles de yerba mate de ocurrencia natural dentro de los remanentes boscosos de la zona.
El aprovechamiento de hojas de yerba mate del bosque nativo (producto forestal no maderable) es una excelente forma de darle valor económico al bosque sin necesidad de extraer madera ni animales. Al darle valor económico al bosque, éste deja de representar “un gasto”, como muchas veces se piensa. La yerba mate se convierte así en un incentivo para conservar y mantener los bosques, teniendo en cuenta la creciente demanda internacional de yerba mate.
Esta forma de producción también favorece y mejora la resiliencia al cambio climático. Los sistemas agroforestales ayudan a conservar el suelo, mantener la humedad en épocas de pocas lluvias y las especies leguminosas fijan nitrógeno en el suelo. También protegen el suelo y los cultivos de la radiación solar excesiva. Los árboles son hogar de innumerables especies de insectos y pequeños animales, que son enemigos naturales de muchas plagas de los cultivos a nivel mundial. De esta manera se reduce la necesidad del uso de defensivos agrícolas. Este es un pequeño ejemplo de la importancia de la biodiversidad para la producción de alimentos.
El polvo de yerba mate, una cocreación entre las mujeres de la Asociación “Virgen del Rosario” y WWF, representa un avance importante hacia la diversificación de la producción familiar. Además de la yerba en su presentación original, las comunidades ofrecen té y polvo. Este último puede usarse en la elaboración de panes, tortas, alfajores, postres y mucho más.