Por Mario Rubén Velázquez, ruben.velazquez@gruponacion.com.py
Eran un trío vocal y acústico al estilo country-rock de los estadounidenses Crosby, Still, Nash & Young. El Trío de Gladys lo integraban los hermanos Velázquez: Justo “Justy”, César “Chiqui” y Gladys. “Justy era el arreglador y compositor de la música; tocaba la guitarra. Chiqui era el poeta, escribía las letras y tocaba la flauta y la guitarra, y yo cantaba. Luego estudié música y empecé a escribir mis propios temas”, relata Gladys Velázquez desde su casa en Estados Unidos.
El TDG es conocido por sus intrincadas armonías vocales y sus letras místicas que hablan de la trascendencia del ser, del amor y de la defensa de la madre naturaleza. En este sentido, es una agrupación adelantada a su tiempo: vivían sus vidas tal cual pregonaban sus canciones.
El Trío de Gladys se inició a principios de los años 70. “Mis hermanos Justy y Chiqui le pusieron el nombre el Trío de Gladys. Los hermanos componíamos en casa. Generalmente Chiqui era quien solía ordenar las frases o corregía las letras porque es realmente un poeta de alma. Y Justy hacía los arreglos y las melodías. Y yo cantaba y a veces tocaba la guitarra”, cuenta.
El TDG tocaba en cuanto evento público se realizaba en esos años: en la Misión de Amistad, en el Seminario Metropolitano, en ex Cine Avenida en donde se realizaban grandes encuentros rockeros con temas propios. “Llegamos a tocar inclusive en el entonces Estadio Comuneros, hoy ya demolido”, agrega, por su parte, Chiqui Velázquez.
Justy Velázquez, el hermano mayor, ya venía de formar parte de las primeras bandas del rock nacional. “Justy tiene una larga trayectoria en el rock paraguayo. Antes del TDG conformó el grupo Vip’s, que en los 70 ganó el festival de música Beats y luego integró Pro Rock Ensamble”, rememora el periodista Sergio Ferreira.
Por entonces, el periodista y productor Mario Ferreiro ya tenía un programa en la La Voz de la Cordillera FM que se llamaba “Todo Nacional” y le hizo una entrevista en vivo a TDG. “Fuimos los primeros que hicimos un voceto en un estudio de grabación y él a medida de que nos entrevistaba ponía los temas al aire”, recuerda Chiqui.
Ya hablaban en ese momento del “movimiento nacional”, de una nueva música que empezaba a sonar en las radios. “Lo nuestro era un movimiento, algo parecido a lo que pasaba en Argentina y en toda Latinoamérica. El rock nacional era un movimiento nuevo en nuestros países en donde se dejaba de hacer covers para hacer temas propios sociales y vivenciales. Mario Ferreiro es, hasta hoy, de los que defienden totalmente lo que dejó el Trío de Gladys”, agrega Chiqui.
Gladys Velázquez nació en Eusebio Ayala, Cordillera, hija de madre argentina y padre paraguayo. Desde chiquita estuvo rodeada de músicos, especialmente Justy, quien le enseñó a tocar instrumentos y a cantar, juntos con Chiqui. Su primer concierto fue en barrio San Rafael, en un patio baldío, un tema de Carole King, “It’s Too Late”. Y desde entonces no paró, sostiene.
TEMAS PROPIOS
Gladys recuerda que el estilo de TDG era rock acústico en tres voces, al estilo de Crosby, Still, Nash and Youg. “El 90% de las composiciones fueron propias, nuestras. ‘Madre Naturaleza’ la compuso Chiqui en letra y música. ‘Descansa y Sigue’, ‘La Puerta no Está’ y ‘La Semilla’ la escribió y le puso música Justy; Somos una misma Luz y La Fuente de Dios la compusieron Justy y Chiqui, entre otras...”.
Cuando estaba por cumplir 15 años, Gladys integró Los Hobbies y tenían muchísimas presentaciones y tuvo que limitar su tiempo para ensayar con sus hermanos, haciendo temas propios. Los hermanos Velázquez nacieron en Eusebio Ayala, Cordillera, y cuando Gladys tenía 8 años cantó Amapola en su escuela, el primer tema que les enseñó su padre fotógrafo, “y su guitarra era más grande que ella (se ríe Chiqui, también fotógrafo). Hasta que nos mudamos a Asunción”.
Chiqui, por su parte, se tomó dos años sabáticos apenas concluyó su colegio y recorrió varios países de la región, con una mochila al hombro y sueños en los bolsillos. “Fue un viaje de dos años como mochilero, recorriendo Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia”, recuerda. Y regresó muy influenciado por el movimiento de contracultura hippie. “Y me mastiqué en esos años el inicio de rock argentino. Estuve en el momento en que se creó Sui Generis y todas las bandas que vinieron en esa época. Justy ya escuchaba Vox Dei y coincidimos en el estilo que queríamos para el TDG. Yo me sumé a ellos, nada más, porque Gladys desde los 14 ya cantaba en Los Hobbies y Justy ya era un monstruo en la guitarra y la composición. Por ahí empezamos”, sostiene.
En ese entonces, Chester Swann era uno de los que escribían con rebeldía y ya era uno de los referentes ineludibles de la filosofía y la poesía urbana paraguaya. “Los escritos de Chester eran bastante vanguardistas. Y nosotros incorporamos el lado místico de lo que pasaba en Paraguay entonces. Mis hermanos siguieron con la música, Gladys tomó más en serio y fue a la Argentina a estudiar en la facultad de música, en donde se recibió de arregladora, instrumentista y dirección coral”, dice.
Con 17 años, Gladys fue a estudiar música a Buenos Aires, luego licenciatura en música en la Universidad Nacional de La Plata, en donde integró algunos grupos para ganar algo de dinero. “Volví en 1989, en donde empecé a enseñar en la Universidad Católica e institutos privados, como e IPAC. Formé grupos como el Grupo Clave, con Javier Figueredo, Nito Acosta y el gran Carlitos Candia, quien fue un gran guitarrista, excelente músico y mi compañero de vida. Con él abrimos una escuela de música contemporánea y luego viajamos a diferentes partes del mundo actuando”, recuerda ella.
¿Hubo eso de sexo, droga y rock and roll en esa época del flower power?, preguntamos a Chiqui. Siempre traté de ser una persona equilibrada dentro del rock, dentro de lo que sea. En esa época era natural la marihuana, no así otras drogas. Llegué a fumar también, pero siempre nos ubicamos. Mucha gente de esa época hoy son grandes señores. Hemos pasado esas cosas de juventud, pero hemos salvado esa asignatura, para llegar a ser buenas personas. Las drogas no pasaban más que algunos puchos y nada más, en festivales y conciertos. No había más que eso”, concluye.
LOS BRAVOS Y LA “INFLUENCIA NEBBIA”
Es periodista, caricaturista, músico, compositor, cantante, escritor, poeta, en fin... Mario Casartelli (65) es uno de los pioneros del rock paraguayo. Aún hoy se lo recuerda con su guitarra acústica, trepado a un escenario, cantando “Según el color del cristal” (1985), en plena época en que, por “orden superior”, se prohibían las letras “de protesta”.
“Nací en 1954 y en los tramos finales del 60, allá por el 67, llegaron las grabaciones de Rolling Stones y Beatles, que me sacudieron. También el grupo The Animals, con “La Casa del Sol naciente”, del mismo modo que Procol Harum, que aún me impacta con el tema “Con su blanca palidez”, tanto desde el punto de vista vocal como de la inserción del espíritu de JS Bach con el famoso órgano Hammond”, recuerda.
¿Y cómo empezó todo? “Recuerdo haber comprado un micrófono de Casa Rosada, que era de una grabadora a cinta, malísimo; el reverb para la voz lo obteníamos conectándolo al órgano Philipcorda, que ya no existe. Qué no daría por volver a escuchar aquel estropicio sonoro. También canté algo a Los Iracundos, que no terminaban de convencerme desde ese sentir inexplicable que es el rock”.
Hasta que aparecieron Los Gatos Salvajes, con Litto Nebbia al frente, dice. “Eso sí me sonó distinto y me sacudió. Y me atrajo tanto que hasta hoy me cuesta desprenderme de ciertos dejos vocales al estilo Nebbia, lo que también me ocurre en la escritura con Borges”.
A los 15 años pasó a formar parte del rockerísimo “Los Bravos”, con Miguel González, Alcides Parodi y otros. “Ya por entonces llegó el afrorock de Santana y nos convertimos en “santanísimos”, por decirlo así, como también devotos de Bob Marley”, se ríe Casartelli.
Principios de los 70. La Guerra de Vietnam estaba en pleno apogeo y el sacudón político le acicateaba algo a Casartelli: con 17 años, se propuso componer canciones con alguna “inquietud social”. Una canción que en los festivales de comité de iglesias se convirtió casi en un himno de la lucha de los campesinos por la tierra fue “Pedro para Pedro”. Tenía 19 años cuando viajó al Brasil detrás de una novia y la música de ese país produjo un estallido en su cabeza, tanto desde el punto de vista musical-estético como en textos: Caetano Veloso, Gilberto Gill, Chico Buarque y otros cantautores se volvieron, para siempre, en sus principales referentes.
Después de Los Bravos formó parte del grupo Resurrección. “Los domingos por la mañana actuábamos en radio Paraguay y hacíamos fiestas bailables para sobrevivir. Recuerdo que de madrugada terminábamos de actuar un un pub, el Swang, ubicado en la esquina del club Olimpia, y cada uno regresa a pie a sus respectivas casas; uno a Sajonia, otro a Barrio Obrero, otro a Ciudad Nueva”.
“Es que el pequeño dinero que obteníamos lo dejábamos en caja común para comprar equipos. ¿Grabaciones?, ni soñarlo, porque rojeliapa soguégui”, concluye.
Luego, con Hugo Sabaté conformó el dúo “Mario y Hugo” y en 1973 realizaron el Primer Concierto de Música Contemporánea del Paraguay, en el CCPA, con temas suyos. Se sumaron Jorge “Lobito” Martínez en teclados; Miguel González, en guitarra, y Otoniel Toppi, en flauta traversa. “En esas piezas incluíamos letras en español y en guaraní. Y por tal fusión, algún periodista nos calificó de alienados. Sin embargo, eso hoy suena normal ¡y novedoso!”, concluye.
UNA DE LAS PRIMERAS MUJERES
Periodista, locutor, productor y escritor, Mario Ferreiro participó del proceso evolutivo de varias bandas nacionales de rock desde los años 70 hasta nuestros días. Gladys Velázquez fue una de las primeras mujeres asociadas al rock junto con sus hermanos, Chiqui y Justy, según Ferreiro. “Ya en los 80 apareció Avalón, el primer grupo de rock femenino, y en los 90 Las Residentas del rock. Recién llegando a los 2000 aparece una nueva generación con Ceci Henriquez, Andrea Valobra, Laura Lotito, etc. La propia Menchi también tuvo una etapa de cantante de rock y blues en los 80 con Lou & The Deeks, un proyecto de Norman Breuer”.
Tiene –dice Ferreiro– un gran aprecio por las bandas y solistas del Siglo 21, desde Villagrán Bolaños hasta Nestor Lo y los Caminantes, pasando por los hermanos Zacher, Eseka’a, RIP Banana Skins y otros. “Creo que el rock llegó para quedarse en la cultura musical paraguaya”, señaló.
EX VIP’S
En la escena rockera nacional “hubo mujeres muy protagónicas en nuestra escena”, apunta Sergio Ferreira, periodista e investigador del rock paraguayo. “El Trío de Gladys era acústico, que estaba formado por Justy, Chiqui y Gladys, la hermana menor, quien daba nombre al grupo y era la voz principal también. Chiqui fue fotógrafo de diario Hoy durante mucho tiempo y después de Popular. Y Justy tiene una larga trayectoria en el rock paraguayo. Él viene del grupo Vip’s en los 70 que ganó el festival de música Beats y luego integró Pro Rock Ensamble. Gladys formó parte de Los Hobbies, se dedicó a la enseñanza musical. Ahora vive en el extranjero y sigue cantando”, agrega.
Pero hay muchas otras mujeres que tuvieron trayectoria en el rock, sostiene: “Menchi Barriocanal fue la voz del grupo de blues rock Luanda Deeks, que luego se llamó solo The Deeks, en los 80, después apareció la banda femenina Avalon y actualmente hay un grupazo muy bueno que se llama Las Evas”.