Arrancó después de mucho tiempo una vieja locomotora que busca hacer el trayecto del ferrocarril entre Areguá y Ypacaraí, cuya traza original se realizó en paralelo al antiguo camino real. Ante tal acontecimiento, despertamos del Archivo Nacional de Asunción algunos documentos que testimonian los pasos andados por senderos que llevaban a Las Salinas, paraje con historia que rodea a la antigua laguna Tapaicuá (hoy Ypacaraí). Nos prendemos de la travesía de Félix de Azara, a pie y a caballo, desde Pirayú hasta Capiatá, para unir los datos del pasado con el presente. Que lo disfruten.
Por Jorge García Riart
Miembro del Centro de Investigación de Historia Social del Paraguay, de la Academia Liberal de Historia y del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica.
AZARA
A mediados de 1784, Félix de Azara transitó una parte del camino real que unía Pirayú con Areguá en la banda sur del lago Ypacaraí. Detalles de esa travesía quedaron grabados en su diario, los cuales, casi un siglo después de su recorrido, se plasmaron en un libro intitulado “Viajes inéditos” (edición de 1873).
“Legua y media anduvimos la mencionada costa del valle cuando quedó a la derecha, distante a una milla, un cerrito aplastado y redondo. Legua y media más adelante doblamos la punta de bosques llamada Tapitanguá que se introduce en el valle estrechándolo”, escribió el español.
El explorador narró además que en la confluencia del arroyo Pirayú con la laguna encontró la capilla Quiñones –llamada así porque era propiedad del arcediano Andrés Félix Quiñones–, un emblemático e histórico mojón citado en crónicas de viajeros y demarcadores de límites.
Azara también hizo otros viajes por la zona, lo cual nos ayuda a identificar la traza original de los senderos que conducían a la amplia superficie del valle de Las Salinas, partiendo de la capital y rumbeando hasta la cordillera del Ybytyruzú.
TAPITANGUÁ
Los montes de Tapitanguá aún existen. Están debajo de las estribaciones del Yvytypané. Eran conocidos hasta principios del siglo XIX como un partido. Algunos documentos históricos indican que había caminos que los conectaban con Cañadita y Guazuvirá, hoy barrios o compañías de Itauguá.
Del lugar no solo se extraía una especie de cal roja (ita = piedra, pytã = rojo, angua = mortero) que servía para teñir la cerámica, sino también sal de los humedales del Ypacaraí favorecido por un arroyo conocido como Salado en el extremo occidental de la laguna (no confundir con el río Salado que desemboca en el río Paraguay).
Un testigo llamado a declarar en el caso de un crimen cometido en la zona, en 1816, por parte de un esclavo negro (ANA, CyJ, vol. 1545, n. 6), testimonió que estuvo en “la cosecha en la Salina costa de Ypacaraí”, lo cual nos da un indicativo documental de las propiedades salíferas del lugar.
Los montes de Tapitanguá sufrieron los embates de la urbanización. En 1909 se creó en las inmediaciones un nuevo pueblo llamado Patiño Cué sobre las hectáreas que antes pertenecieron a la familia Patiño y más tarde las compró Pedro Kendall, así como Luis Boccard. Entonces, se abrieron nuevas calles con nombres de próceres. Actualmente hay otros emprendimientos inmobiliarios en la zona.
PATIÑO
Entre la entrada a Pirayú y la salida del monte de Guazuvirá, dijo Juan Francisco Aguirre, otro demarcador español, que se encontraba la casa de don Baltasar Patiño (“Diario y observaciones”, 1784-1796). Agregó que, en 1794, desde Areguá hasta la vivienda anduvo unas 4 leguas de camino.
Un descendiente de Patiño, José Joaquín, vendió a Solano López sus tierras en 1863, después de más o menos ponerse en orden los títulos que se habían perdido. En la transferencia se mencionan los límites de la propiedad, pero no se da cuenta que posiblemente un trayecto del camino real haya sido integrado en la venta.
El Ferrocarril, siguiendo la traza del antiguo camino real, llegó hasta Itauguá el 11/08/1863 (estación Patiño Cué). Más tarde, el 26/03/1864, se habilitó la parada de Guazuvirá (estación Tacuaral). Así se conectaron los intereses públicos con los privados del hijo mayor del presidente, quien para deleitar a su novia le levantó una nueva casa a pasos del camino real.
Cuando el Estado paraguayo, después de la Guerra de 1870, concedió la explotación del tren a una empresa inglesa, se llevó a cabo el catastro de todas las propiedades colindantes con la franja de dominio del Ferrocarril. En un plano de 1900 (gentileza del archivo de Fepasa) podemos ver que los rieles después de Patiño Cué cruzaban el camino real.
GUAZUVIRÁ
Por encima de Tapitanguá estaban los montes de Guazuvirá (por la abundancia del venado) que se extendían hasta la jurisdicción del pueblo de Ypacaraí. En el Archivo Nacional de Asunción hay muestras que nos ayudan a componer pedazos de la historia de los caminos que cruzaban el lugar.
Precisamente, en el título de transferencia de las tierras de Juan José Ortega en el valle de Itauguá, en 1746, a favor del Convento de las Mercedes, se menciona el “camino real que va a Guazuvirá” como límite norte de la propiedad (ANA, CyJ, vol. 1317, n. 9).
Este título, que certifica la fundación de una capilla en honor a la Virgen de la Merced, también refrenda la noción de que entre las alturas de Yvytypané y los bañados de la laguna Tapaicuá corría de poniente a saliente un antiguo camino que conectaba con los montes de Guazuvirá.
En 1831 apareció un cadáver en Guazuvirá a “quince varas poco más o menos del camino público”–según un documento– que despertó la curiosidad de las autoridades locales. Los peritos determinaron que el cuerpo fue de Juan Serviano, quien aparentemente seguía la ruta hacia Itayurú, Misiones, de donde era oriundo (ANA, CyJ, vol. 1635, n. 6).
CAMINO REAL
“De la última demarcación y del oratorio de Quiñones se deduce que la laguna Ypacaraí tiene 11 ½ millas marítimas rectas de longitud…”, apuntó Azara en su diario. Podemos colegir así que el camino que siguió el funcionario peninsular hasta llegar a los rancheríos de Areguá tenía una extensión de 20 km aproximadamente.
Es extraño que en la demarcación de la propiedad de los mercedarios en Areguá no se haya señalado el camino real. En el famoso plano de 1741 que publicó Margarita Durán en su libro (edición del 2005) no hay grafía alguna del sendero. Pero sí aparecen como demarcación al Este, a lado de una cañada de piedras, las tierras que pertenecieron a los herederos de Villasanti (véase ANA, CyJ, vol. 1334, n. 5).
Este dato es importante porque había sido que desde 1674 estaba abierta una disputa territorial entre vecinos feudatarios. Juan de Ortega y Pedro Villasanti, mediante la fuerza de los indígenas a su cargo, cerraron el camino real “que sale, viene y endereza a esta ciudad desde las estancias y campos del río Pirayú y Carrera de la Villarrica”, según declaración de Lázaro Vallejo Villasanti.
En síntesis, cabe la presunción que la Orden de la Merced recibió en donación, más tarde, junto con las propiedades y los naturales habitantes del lugar, el propio camino real y “el paso antiguo” (sería el arroyo Pasito), sobre cuyo franqueo muchos interesados se disputaron dada su importancia para el tránsito de pasajeros y carretas.
OTRO CAMINO CERRADO
Al parecer, el mantenimiento de los caminos reales y su uso “por el común” –como dicen los archivos– fueron un verdadero problema para los gobernantes de turno. En 1698, el cierre del camino de Capiatá a Las Salinas, por ejemplo, encendió la disputa entre vecinos (ANA, CyJ, vol. 1972, n.10).
María de Céspedes, por “su privada autoridad y sin tener orden real de justicia”, mandó clausurar la carretera pública por una mala interpretación de sus dominios. Diego Aguirre también hizo lo mismo aduciendo que solo había otorgado un permiso especial a la “amistad y vecindad” y que la senda “no era camino real, sino paso”.
La decisión de los citados propietarios afectó a muchos residentes como a Pedro Vargas, quien inició la demanda aduciendo que “los demás circunvecinos, que también tienen sus tierras inmediatas a la mía, frecuentamos el camino real que pasa a Las Salinas… y por ser muy antiguo nos sirve de socorro en caso de asonadas de enemigos”.
¿Qué camino entonces siguió Azara cien años después de este relato desde Areguá hasta Capiatá? “Salimos… metiéndonos por bosques espesos alternando la peña de afilar y la arena y greda hasta una legua. Atravesamos una cañada por donde corre el arroyo Boiy y a la banda opuesta paramos en Capiatá distante dos leguas de la salida”, relató el cartógrafo.
“ANTIGUO CAMINO”
En un documento de 1710, en ocasión de una contradicción con respecto a bienes del Convento de la Merced en el valle de Las Salinas, se menciona un “camino antiguo” que se desarrolla de Este a Oeste cerca de unos “bañados grandes” (ANA, CyJ, vol. 1317, n. 20).
El deslinde y amojonamiento de las tierras reclamadas por Mateo Cabrera en detrimento de los redentores representados por Fray Vicente Sánchez dice: “Prosiguiendo la dicha medición por el dicho camino se hallaron 16 cuerdas, pasando la última en una isleta de castañuela por donde pasa el dicho camino…”.
La denuncia agrega que al final de las cuerdas contabilizadas: “Se puso una señal en un árbol de curupay, el cual divide las tierras que pertenecen al dicho castellano Antonio Bogado y donde mandó se pusiese un mojón para mayor claridad y perpetuidad de la división”.
Otro fragmento de la descripción señala que había un “árbol de laurel en frente de dicho monte hasta un camino antiguo que pasa inmediato a la población que tiene al presente el capitán Julio de Vergara” (foja 2).
¿TAPE-YKUA?
Una posible interpretación del nombre primitivo de la laguna Tapaicuá tiene que ver con los vocablos de origen guaraní tape e ykua, que forzadamente significarían “el camino al manantial”. Es una traducción interesada, pero muy útil para hacer una especulación historiográfica.
El camino real de Las Salinas, convertido hoy en ruta Areguá-Patiño y sus continuaciones en los extremos Oeste y Este, sin lugar a dudas sigue el diseño del camino real. Pero antes de ser un servicio de la Corona, era un antiguo camino indígena que enlazó incluso con los montes del Yvyturuzú.
Ya en los documentos del siglo XVII se encuentran referencias de “antiguos caminos” (no reales). Por lo que no es ilógico pensar que la laguna Tapaicuá, con sus frutos y peces, haya sido ancestralmente una importante coordenada natural de migración humana antes de la conquista colonial.
Volver a perfilar esas sendas que se abrieron entre arroyos y ríos, montes, cañadas, cerros, lagos y lagunas, es una aventura formidable para recomponer pedazos de nuestra historia local, muchas veces olvidada y por consecuencia convertida en mito o leyenda.
CRUCES DE VÍAS
Por considerarlo de interés general, presentamos una relación de las intersecciones del trayecto del ferrocarril en los caminos reales o públicos del Paraguay a la luz del título de transferencia del Estado paraguayo a favor de la empresa inglesa The Paraguay Central Railway Company Limited en 1910, aunque la mensura se inició muchos años atrás. Extractos de ese documento dicen:
Asunción: “La vía seguía en su comienzo hasta cierta altura al antiguo camino Tapé Tuyá (hoy abandonado)”.
Patiño: “El camino público que va de Patiño Cué a Tacuaral cruza la vía en el kilómetro 36,765”.
Ypacaraí: “El camino público a la Cordillera cruza la vía al punto kilométrico 44,360”.
Pirayú: “El camino público que va de Pirayú a la Cordillera cruza la vía en el kilómetro 54,785”.
Paraguarí: “Al punto kilóm. 79,751 cruza el camino Real de Paraguarí a la Cordillera, al kilóm. 78,975 cruza la vía el camino real de Paraguarí a Villarrica y vuelve a cruzar la vía cerca de la Estación Escobar, siguiendo al Norte de la vía”.
Ybytimí: “El camino público a San José Cruza la vía al kilóm. 102”.
Itapé: “El camino público a Villa Rica cruza la vía al kilómetro 139,451”.
Villarrica: “Los cuatro caminos públicos que van a la Ciudad de Villarrica cruzan la vía respectivamente en los puntos kilométricos 146,590”.
Fuente: Escritura de transferencia de dominio otorgado por el Gobierno Nacional a favor de Ferrocarril Central del Paraguay, 10/01/1910, Archivo de Fepasa.