Se fue mayo en cuarentena sin muchas posibilidades de analizar la gesta de la Independencia del Paraguay. Este trabajo no se circunscribe a las consabidas causas del inicio del proceso de independencia de nuestro país, sino que exhuma documentos históricos y relatos historiográficos para comprender las supuestas deudas con las milicias formadas para las batallas de Paraguarí y Tacuary que el gobernador español Bernardo de Velazco no quiso o no pudo honrarlas. ¿Quiénes y por qué reclamaron su pago? Repasemos algunos nombres y datos.
Por Jorge García Riart
(*) Miembro del Centro de Investigación de Historia Social del Paraguay, de la Academia Liberal de Historia y del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica.
MOLAS
Mariano Antonio Molas fue uno de los civiles comprometidos con la institucionalización de la Independencia del Paraguay en el lugar y el tiempo correctos. Apareció en el escenario de composición de los primeros gobiernos patriotas como un vocero ilustrado de la clase comerciante del Paraguay colonial tardío.
Formado en Buenos Aires en leyes y conectado con el bufete porteño de Juan José Castelli, así como lo fue también Pedro Somellera, asesor jurídico del gobernador Velazco hasta el 15 de mayo de 1811, Molas tuvo en sus manos la posibilidad de estructurar las bases de un nuevo Estado a partir de sus ideas liberales.
Fue él quien, en el Congreso de julio de 1811, entre otras cosas, mocionó la separación de Velazco del Gobierno y de todos los españoles y la eliminación del estanco de tabaco, cuya producción era controlada en gran parte del Paraguay central por el rico hacendado Manuel Atanasio Cavañas (léase Carlos Centurión en “Precursores y actores de la Independencia”, 1962).
CAVAÑAS
Por su influencia sociopolítica desde la Cordillera hasta el Tebicuary, Cavañas atendió rápidamente el llamado de movilización general hecho por Velazco ante la inminencia de la entrada de tropas porteñas en la Provincia del Paraguay (véase “Bandos para formación de urbanos” en ANA, SH, vol. 221, n. 14).
En setiembre de 1810, a pesar de la escasa adhesión popular, Cavañas reclutó a jóvenes de entre 17 y 40 años, muchos de ellos indígenas y pardos, así como a sus propios peones extendidos en su vasto patrimonio territorial, que sumados a una desarmada oficialidad pelearon en Paraguarí y en Tacuary.
Se sabe que las fuerzas de Cavañas llevaron a cabo una repuntada histórica debajo del cerro Mbaey, hoy Porteño, en enero de 1811, y siguieron los pasos del Gral. Manuel Belgrano en retirada hasta su capitulación en Tacuary, en marzo del mismo año. Un hecho sin precedentes entre los criollos que despertó los celos del gobernador español.
¿SIN PAGA ALGUNA?
A partir de estos precedentes bélicos, Molas escribió mucho más tarde como testigo privilegiado de mayo de 1811 que el gobernador Velazco “ingrato al favor que le habían hecho los paraguayos, en restituirle el gobierno de la provincia, licenció a este en Tacuary sin paga alguna” (léase “Descripción Histórica”, 1868).
La versión que asentó Molas, “sin paga alguna”, se replicó en cientos de textos de historia y estudios sobre la independencia del Paraguay, como en la obra de Blas Garay (“La Revolución de la Independencia del Paraguay”, 1897). Se formó así un discurso sencillo, pero contundente, para resaltar el desprecio de los españoles hacia los paraguayos.
Sin embargo, Benjamín Velilla aseguró que tras el licenciamiento de la clase de urbanos, el gobernador Velazco desde Santa Rosa, Misiones, a donde llegó tras la batalla de Paraguarí, dio órdenes de pago con cargo al Real Tesoro (véase “La Independencia y sus protagonistas”, compilación del 2011 a partir de publicaciones aparecidas en la revista Comunidad en 1968).
Velilla ciertamente insertó 100 años después un contrapunto bastante fuerte en la versión historiográfica, aunque reconoció que la intención del gobernador fue rebasada en mucho por las reales posibilidades financieras que poseía la Provincia del Paraguay a su mando en los primeros meses de 1811.
LAS CUENTAS
No obstante, hubo motivos para que la oficialidad superior con fuertes lazos en los importantes negocios del tabaco impusiera su propia exégesis. Apenas asumió la Junta Gubernativa, Cavañas envió una nota de reclamo para que se le reconozcan sus servicios prestados como teniente coronel. Explicó que solo le habían dado hasta entonces 200 pesos.
Pero había sido que el propio Somellera –quien aprovechando su suerte conspiraba secretamente contra su jefe español– reclamaba, desde agosto de 1810, el pago de su sueldo, ya que se hallaba “en la más estrecha situación” (ANA, SH, vol. 211, n. 29). ¿Fue esta deuda la base de las intrigas?
Depuesto Velazco, el novel gobierno paraguayo estuvo impelido de atender las demandas de pago. En julio de 1811, el ecónomo José de Elizalde elaboró una tabla de los pesos que debía recibir cada oficial según su rango: un capitán, 50; un teniente, 39; un alférez, 29; un sargento, 12; un cabo, 9 y un cadete, 8 (ANA, SH, vol. 215, n. 6).
Si tuviéramos una lista completa y exacta de soldados involucrados en la campaña de defensa, podríamos especular el costo de la Independencia en cuanto al ramo de guerra. Algunos dicen que hubo 1.500 hombres en Tacuary. Entonces, si se hubieran pagado solo 8 pesos a cada uno, la cuenta alcanzaría 12 mil pesos a lo bajo en un mes.
PROMESAS
Para contextualizar acabadamente las cuentas que a Velazco le correspondió reconocer, hay que comprender la exigua economía que aquejaba a la Provincia del Paraguay, sobre todo a su vuelta del Río de la Plata, donde fue a luchar malogradamente contra los ingleses.
Otro estudioso de la Independencia, Fulgencio R. Moreno, escribió que para financiar la campaña contra los porteños se aplicaron requisas y apropiaciones violentas de los bienes de particulares que jamás tuvieron compensación tales como armas, joyas y caballos (“Ensayos sobre la Historia del Paraguay”, 1996; la primera edición es de 1926).
Para salvar la situación, el último gobernador peninsular pidió préstamos y ayudas como los famosos 25 mil pesos que le solicitó al lusitano Diego de Souza, gobernador de Río Grande, “para mantener la fidelidad de los honrados patriotas” (ANA, SH, vol. 184, n.2.2). Quizás esperando esa plata, que no llegó, prometió recompensar a los que se distinguieran en defensa de la patria.
PROPIAS COSTAS
Con justicia cabe decir que las milicias de la Independencia en gran parte fueron reclutadas bajo las propias costas del hacendado jurisdiccional que fungía como comandante de compañía. Caballero, Yegros y Cavañas, entre otros, cumplieron con estos requisitos. Muchos de los muchachos no fueron reclutados a sueldo, sino bajo palabra de alguna recompensa material o posición social.
Los soldados también debieron de atenderse sus propias heridas y mantenerse con sus propios esfuerzos, que no siempre fueron suficientes. Por ejemplo, en Santa Rosa, quedaron unos cuantos hombres enfermos a su suerte, que ya no pudieron llegar hasta la retaguardia de Belgrano.
Ante esta situación, el comandante Juan Manual Gamarra avisó a Velazco, el 7 de marzo de 1811, dos días antes de Tacuary, que en nombre del Rey pidió al cura del pueblo que se les auxilie con lo que necesiten “para la precisa asistencia”, ya que el corregidor y mayordomo estaban ausentes (ANA, SH, vol. 184, n.2.2). Allí se quedaron muchos sobrevivientes.
CARTA DE CAVAÑAS A LA JUNTA GUBERNATIVA
Transcribimos in extenso la carta dirigida por Manuel Cavañas a la Junta Gubernativa en mayo de 1811, salvando la grafía original del manuscrito:
Señores Presidente y Vocales de la Junta Gubernativa.
Don Manuel Atanasio Cavañas, Teniente Coronel Interino del 2do. Regimiento de Milicia de Caballería de Costa arriba ante V.S. con el debido respeto digo que desde el día 27 de octubre último serví de teniente coronel en esta Plaza como en la Comisión de Villa Real, y desde entonces hasta el 11 de abril que llegué a mi casa, después de concluir la acción de Tacuary (sin contar la Expedición de Mayor General de Misiones y al mando del Señor Velazco, Gobernador de entonces), he recibido de Jefe de la División o Brigada de Vanguardia en Paraguarí, y de Gral. en jefe en la última de Tacuary, a mejor cuenta solamente doscientos pesos.
En mejor virtud suplico a V.S. se sirva mandar que por la respectiva oficina se me haga el correspondiente ajustamiento con separación así del sueldo mes de Teniente Coronel que debo percibir desde mi nombramiento hasta que fui designado Gral. de División como del que me corresponde desde entonces hasta la conclusión, con el aumento de sueldo o gratificación señalada por S.M. a los Jefes y Generales en Campaña, y que aprobado se me mande satisfacer el alcance, para reponer en parte los quebrantos que he padecido en mi salud y enterado lo que espero recibir por merced de la Piedad de V.S. como igualmente el que V.S. tengan preferente mi mérito, si haya resultado del Servicio del Rey y de la Patria para lo demás.
Manuel Atanasio Cavañas
Fuente: ANA, SH, vol. 184, n. 2.2., ff. 102 y 102v.