Mediados de los años 60. La “invasión británica” rockera llegó a EEUU con The Beatles, Rolling Stones, The Animals, The Yardbirds... Esa música “extraña” que invitaba al delirio sonaba en casas y algunas radios y ya nada iría a ser como antes. En América el rock and roll subyugaba a jóvenes que soñaban con crear sus propias bandas, practicar el “amor libre”, cultivar el pelo largo y lucir ropa floreada como signo de rebeldía. Con los dedos en V, en señal de “paz y amor”, era el paraíso de la “no violencia”. Era la cosecha de los primeros hippie y el rock fue el canal perfecto para sublimar los espíritus, para conectar con los iguales. En Paraguay, la “isla sin mar”, esa música llegó a pesar de los cerrojos, y empezó a sonar en tocadiscos de jóvenes que conseguían los primeros vinilos y compartían con sus amigotes durante horas y días los riffs Hendrix, Townshend o Page. Eran tiempos de psicodelia y nada más importaba.
Por Mario Rubén Velázquez
ruben.velazquez@gruponacion.com.py
La década de 1960 venía marcada por la violencia política mundial instalada por la Guerra Fría entre los bloques formados por Estados Unidos y la Unión Soviética que surgió al término de la II Guerra Mundial. Guerras, golpes y revoluciones se sucedían a la velocidad del rayo. Eran tiempos de definiciones en la Guerra de Vietnam, la crisis de los misiles en Cuba, el asesinato de JFK, Martin Luther King y otros, la instalación de dictaduras en América Latina y África. Los bálsamos de una “generación perdida” eran: la música y el fútbol.
En Paraguay surgen los primeros grupos del entonces emergente movimiento beat rock, como Los Rebeldes, Los Blue Caps y el dúo IODI, formado por los hermanos germanos-paraguayos Jörn Wenger y Dirk. “Los Rebeldes fueron los primeros que grabaron un disco de rock en el Paraguay”, sostiene Jörn Wenger, líder de IODI. Jörn fue quien, artesanalmente, armó cada una de las casi 200 canciones que grabaron en el pequeño estudio familiar que armaron sobre la avenida Venezuela al 2007.
Los hermanos Wenger, nacidos en Paraguay, conforman en 1969 el dúo JODI, nombre que se convirtió en IODI después de firmar un contrato con EMI Odeon de Argentina, cuyos gerentes temían que en ese país se tome por “joda” (broma, farsa). Antes lanzan su primer disco de acetato, “Little Butterfly” (pequeña mariposa), que lo editan en NuevaYork en 1968.
A la gente –la crítica doméstica, básicamente– no le gustó mucho este disco porque el sonido era de una época muy adelantada a esos tiempos idos. Estos temas fueron revisados por Jörn, quien en el 2016 firmó con el sello español Guerssen la reedición de esos joyas sonoras que se guardan en decena de horas de grabación– en cintas magnetofónicas protegidas bajo siete llaves de acero puro. En el 2018 lanzó “Pop Espontáneo”, bajo el mismo sello, que rescata los primeros temas “recuperados” por Jörn Wenger del baúl de sus recuerdos.
Wenger proviene de una familia de músicos, desde su abuelo, su padre y su madre. “Mi padre era más fanático que yo: escuchábamos desde música cásica hasta Los Beatles, Led Zeppelin, Pink Floyd, Procol Harum... Papá era quien analizaba: escuchá como sale la guitarra, la voz. Como no teníamos reverbero ni eco, grabábamos en el baño porque ahí lográbamos un sonido distinto”, explica.
“AMIGO RUSO”, ¡NO!
En 1971, IODI lanzó su primer LP, “Pops de Vanguardia”. En este disco estaba incluido el tema “Memories Of A Russian Friend” (Recuerdos de un amigo ruso) que en la era del general Stroessner no le cayó nada bien a los censores del “comunismo apátrida y ateo”.
“La gente de radio Nacional del Paraguay me devolvió el disco. Y yo les pregunté por qué. ‘Porque habla de ruso, de comunismo y no podemos pasar por la radio’, me dijeron. Estas cosas ocurrían en esa época dura del régimen”, afirma entre risas hoy Jörn. Pero luego sostiene que “yo fui tonto, porque mi padre me dijo: ‘Ponele un amigo suizo’. Y no, yo quería que sea un amigo ruso y ahí me fui a la mierda”, se ríe.
Pero, ¿de dónde salió este veinteañero que vivía en un país aislado del mundo, pero que manejaba a la perfección esos “bichos tecnológicos” en esa incipiente era de la electrónica? “Y todo empezó jugando. Tenía dos grabadoras de una pista, una guitarra acústica, una pequeña batería y un bajo Gianini. Era un sistema de poing pong: grababa una base en esta y la pasaba a la otra grabadora e incluía dos instrumentos. Después volvía otra vez, pero no debía equivocarme, si no debía empezar todo de nuevo”, aclara. También tenía un sintetizador monofónico, en el que grababa una voz, luego hacía la segunda y tercera voz en cada canal.
“YO PIENSO EN TI”
El tema “Pienso en ti” fue la punta de lanza para su entrada a los rankings, impensable en aquellos tiempos para un grupo nacional. Igual logro fue para “Sueño de tus ojos”, mientras seguían grabando en inglés, algo complicado luego del estallido de la Guerra de las Malvinas, cuando la música en inglés fue restringida en Argentina, apunta Jörn. “Igual con ‘Dear Mom’ y ‘Brothers’ ingresamos al ranking argentino y en el de Miami”, apunta.
Reconoce que su formación musical más importante fue llegó de la de la mano del visionario compositor Karlheinz Stockhausen, a quien conoció en Colonia, Alemania, durante sus vacaciones de tres meses. Este músico influyó profundamente en muchos grandes grupos del mundo, incluyendo a The Beatles, quienes lo incluyeron en la legendaria galería de personajes de la portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Jörn tocó la guitarra, el bajo y los teclados e hizo las voces en todos los temas cantados. Estudió canto? “Nooo, qué esperanza. Soy muy mal cantor. Solo que soy caradura y practicaba mucho” (carcajadas). Jörn cuenta que tiene un trabajo largo para recuperar unas 170 canciones, de las cuales unas 20 ya convirtió de cintas analógicas a digitales. “Estoy haciendo copias, producciones con voces frescas, voces femeninas. Ya pronto van a escuchar”, cuenta.
¿Qué música escuchabas en Paraguay?
“A Pro Rock Ensamble, Música para los perros. Mi querido amigo Saúl (Gaona) fue siempre un ídolo, lo conozco hace años. Cuando empezó ese grupo transformó el mundo rockero paraguayo.
¿Quiénes fueron los primeros rockeros paraguayos?
Creo que fueron Los Rebeldes, que mucha gente no los conoce porque grabaron pocas canciones. Ellos sacaron en 1966 un LP (larga duración).
“NO TOQUÉ EL PIANO”
Una anécdota pinta de cuerpo entero a Jörn Wenger: después de firmar con EMI y anotarse en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC), la firma grabadora llevó a los IODI a un programa muy escuchado, “Modart en la noche”, conducido por Pedro Aníbal Mansilla una de las voces más emblemáticas de la radio argentina de entonces. Se transmitía desde un teatro, con público presente.
“Fuimos y un muchacho joven me dice: ‘Usted va a actuar esta noche, le vamos a poner un piano para que toque’. Yo no voy a tocar –le dije–. Usted me puede hacer todas las preguntas que quiera, pero no voy a actuar”. Al terminar la entrevista, se abre el telón y aparece un piano. El tipo me dice: ‘Me tocás los cuatro compases de Pienso en Ti y estás liberado’. “Le dije que no voy a tocar. Hasta luego”, dije y me fui. Fue una cosa monstruosa, el sello me mandó a la mierda, pero a mí no me importaba: Yo dije que no y fue no”, concluye.
La gran influencia del jazz
La prehistoria del rock nacional se inicia por influencia de los grandes maestros del jazz que abrieron otro panorama de la música a los creadores. “En 1957 vino a Asunción el músico carapegüeño William Palito Miranda quien integró primeramente la orquesta Habana Jazz y fue uno de los principales promotores de la creación en 1960 del Jazz Club Paraguayo”, relata el maestro Saúl Gaona.
También en 1957 llegó de casualidad al Paraguay el excelente guitarrista argentino Kuky Villalba, quien primeramente fue apodado “Kuky, el rey de la guitarra” para finalmente quedar como Kuky Rey, agrega. “Este guitarrista se radicó definitivamente en Paraguay y tuvo una gran influencia en el movimiento jazzístico de Asunción como intérprete y docente de la guitarra, escribe Gaona.
En 1962 se presentó en el club Centenario Woody Herman y su gran orquesta (que venía en un vuelo chárter con todo el equipamiento) como jazz ambassadors con los auspicios de la embajada norteamericana, dice el músico y creador rockero.
“En 1960 se fundó en el seno del Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA) el Jazz Club Paraguayo a instancias de su director Elías Hernández, con los siguientes miembros: Elías Hernández, Papi Barreto, Rudy Heyn, Tide Smith, Pedro Burián, Nene Barreto, Kuky Rey, Benjamín Benza, Edgar Báez, Kike Krona, Chono Duarte, Palito Miranda, Jesús Ruiz Nestosa, y otros”, cuenta.
Durante aproximadamente 10 años este club organizó conciertos, festivales y además formó una orquesta estable. Los amantes del jazz podían ir a escuchar a Chocho Alvarenga, Rey, Heyn, Miranda, Barreto y otros haciendo temas clásicos del jazz en el teatro del CCPA.